112. ¿Escrito está que Luzbel robó la tercera parte de los ángeles?
En ninguna parte de la escritura dice que Luzbel tomó para sí, por iniciativa propia, la tercera parte de los ángeles (Apocalipsis 12:4). Es imposible que se los robara Luzbel a Dios sin que lo supiera previamente. Por el contrario, esas dos terceras partes ángeles, que no arrastró con su cola el dragón, Dios las destinó a proponernos el bien y la otra tercera parte, la destinó el mismo Dios, para que sean los soldados de Luzbel. Dios mismo le dio poder a Luzbel para que arrastrara con su cola la tercera parte de las estrellas del Cielo.
Eso no sucedió porque Luzbel fuera más poderoso que Dios, y le hubiera arrebatado la tercera parte de sus ejércitos, o porque Dios se hubiera descuidado, y se le hubieran fugado, como si hubieran desertado de su aburrido reino de perfección, hacia un infierno un poco más emocionante, lleno de sensaciones y placeres prohibidos, donde Dios supuestamente no iría, porque no soportaría el mal, aborrecería el mal, abominaría el mal. Todo eso es falso para un Dios omnipotente, omnisciente, omnipresente.
En Apocalipsis 12:4 dice que el dragón arrastró la tercera parte de las estrellas del Cielo. Los teólogos inducidos a error por Luzbel y su hijo Pablo, deducen que fue que a Dios le sucedió esto sin saberlo. Suponen muy a la ligera que fue un acto violento de Luzbel y sus ángeles. Porque Luzbel los induce a creer que se rebeló en contra de Dios y se dejan inducir a error. Para Luzbel y para su misión probadora, fueron creadas por Dios mismo esa tercera parte de las estrellas del Cielo. Dios las creó, así como son y las creó a sabiendas de lo que harían, con todas las previsiones propias del creador del universo, omnipotente, omnisciente y omnipresente.
Así decidió Dios que fuera la batalla en las mentes humanas. Esa batalla no es por el poder del cielo. Por eso es por lo que solamente es para humanos ese dilema del bien y del mal, por eso es por lo que hay una batalla permanente de espíritus en todo ser humano hasta el día de la muerte. La rebelión es única y exclusivamente de humanos, no de ángeles.
Es imposible que los ángeles se modifiquen a sí mismos, que adulteren el orden natural de sus seres, porque son el espíritu de Dios, no tienen tiempo, no tienen devenir, no deciden sus existencias, son los que son por siempre. Por eso es por lo que los demonios, que pertenecen a esa tercera parte de las estrellas arrastradas por Luzbel, reconocían la autoridad de Jesús siempre, y se le postraban y le obedecían en todo sin murmurar, sin objetar, con absoluta sumisión voluntaria, natural.
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