EN
MEMORIA
1.
En memoria de los que, sin saber, extraviaron al rebaño.
Este
librito ha sido abierto en memoria de las almas de los escritores, teólogos,
predicadores, evangelistas y maestros del cristianismo mundial, sacerdotes
católicos, patriarcas ortodoxos, y pastores y ministros de la reforma
protestante, cuyas almas murieron cautivas y asesinadas en silencio. Ellos
cayeron víctimas de los engaños de la Gran Babilonia espiritual, la anunciada
por Pedro (1ª de Pedro 5:13), que es la gran bestia, ebria de sangre, la
exterminadora de almas.
Por error tomaron como verdadero apóstol a
Pablo y no se dieron cuenta que es el falso profeta, el que hace señales y
prodigios delante de la bestia. Ese engaño
ha durado sin descubrir dos mil años. Por ese error fatal de los que son maestros
del Evangelio, en todo el orbe, los cristianos, dicen que las palabras y
opiniones de Pablo, meramente humanas y sujetas algunas de ellas a errores, son
palabras de Dios mismo. Por lo que, según ellos, esas palabras de Pablo tienen
el mismo valor que las palabras de Jesús.
Al usurpar las palabras humanas el trono de
las palabras de Jesús, en vez de adorar palabras divinas, han adorado la
abominable desolación que usurpa el trono de las palabras de Jesús. Ellos no lo vieron venir, murieron inocentes.
2. En
memoria de todos los que aún mueren cautivos.
Este
librito de secretos abiertos fue escrito también en memoria de todos nuestros
antepasados, parientes y amigos, que se fueron al más allá, con sus almas cautivas,
adorando como palabras de Dios las epístolas de Pablo. Murieron expatriados en la
que Pedro llamó la Gran Babilonia, la que trajo las tinieblas sobre la Tierra. Almas extraviadas en los laberintos
subterráneos de la Gran Babilonia católica, ortodoxa y protestante.
Las
almas de los que han de vivir luego de nosotros no deben morir en ese error
fatal. No deben ser sacrificadas a Moloc las almas de nuestros hijos (Génesis
22:2) (Deuteronomio 18: 10-12) (2º Reyes 3: 27) (Miqueas 6: 7), y las almas de
sus hijos, no deben ser asesinadas en el altar idolátrico de las enseñanzas de
Pablo. Esas palabras han zarandeado la civilización entera, la han diezmado con
el poder de un grande y devastador virus espiritual.
3.
En memoria de los sedientos de justicia.
Pero
sobre todo lo anterior, este milenario cofre de secretos fue abierto con
profundo amor, en memoria y en honor, de todos los hambrientos y sedientos de
justicia celestial (Mateo 5:6). Aquellos que, sabiendo la verdad, tuvieron que
morir humillados, calumniados, sin defenderse, hastiados, en medio de la
suplantación y de los usurpadores. Murieron
sin imponer las verdades de Jesús, sobre las falaces enseñanzas de
Pablo, dejando que las enseñanzas de Pablo imperaran en la Gran Babilonia
espiritual, por respeto y sumisión a la voluntad expresa de Jesús, empezando
desde los doce apóstoles de Jesús, hasta nuestros días (Mt 13:24-30) (Mt 13:
37-43).
Esas
almas murieron silenciadas y pisoteadas por el césar romano espiritual, por
Pablo, durante dos mil años. Ese era el designio de Dios, la gran prueba
reservada para toda la humanidad, prueba inesperada, prueba asoladora, prueba
exterminadora de almas, la abominable desolación (Mt 24: 15-24) de las enseñanzas
de Pablo, la cizaña del huerto, usurpando el lugar de las enseñanzas de Jesús.
Siendo adoradas en todo el orbe las enseñanzas de Pablo como las palabras de
Dios.
Que
la verdad que hace libres sea dicha, y expresada con prudencia y a la vez con
alegría. Vale la pena luchar espiritualmente hasta la última gota de sangre,
hasta el último palpitar del corazón, para que algún día sea detenida aquella
descomunal masacre de almas.
Esa
era la gran vendimia de la tierra, que ha derramado la sangre espiritual de
miles de millones de almas. Ese vino pisado en el lagar de Dios que ya ha
llegado hasta los frenos de los caballos, como se lee en el libro de las
revelaciones. Pero no hiede la podredumbre, porque esa sangre es espiritual, y sucede
en silencio, no se notan los asesinados. Esa sangre son las palabras de los
seres humanos.
Al
fin nacerán de nuevo hombres libres de verdad, cuando la niebla se disipe, y
brille la luz del sol. Cuando por mil años reine la verdad de Jesús sobre los pueblos
del mundo, y no se oigan más los aullidos de los lobos, (los seguidores de
Pablo, el romano), en la noche de los pueblos.
Alabado Jesús, por los tesoros ocultos de su sabiduría.
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