10: Evidencias de la infiltración de Luzbel


LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
CAPÍTULO 10
EVIDENCIAS DE LA INFILTRACIÓN DE LUZBEL,
EN EL PUEBLO DE DIOS Y EN SUS ESCRITURAS.
(Obviamente autorizado por Dios.)

108. Luzbel tentó a Eva delante de Dios y autorizado por Dios.
Cuando Luzbel tentaba a Eva, Dios estaba ahí presente, autorizando la prueba.  Es mentira de Luzbel, que cuando les proponía el mal a Eva y a Adán, Dios no estaba presente, no lo sabía, o no lo había previsto. Y que luego Dios, como si no conociera el universo, como si no fuera omnipresente, anduviera buscando y llamando a Adán y a Eva, puesto que supuestamente se habían escondido de Dios. Eso a todas luces es un astuto engaño de Luzbel.  Hasta ese momento que aceptan la sugerencia de Luzbel, los seres humanos eran como los ángeles, no podían decidir ser buenos o malos, eran buenos porque no conocían el mal.  A partir de ese momento pasaron a ser como Dios, creadores de su propio destino.  No sucedió esto por fuera de la voluntad de Dios.  No sucedió un daño en el Cielo, no sucedió algo que Dios no deseara. 
Dios previó ese momento en el que al ser humano se le proponía el mal, se le proponía rebelarse en contra de Dios, y lo hiciera, para que toda la humanidad tuviera libre albedrío.  Para que todo ser humano sea el creador de su propia vida, teniendo libre elección, entre el bien y el mal, teniendo el hombre el dilema de diferenciar el bien y el mal, siendo que a veces el mal sutilmente se disfraza de bien y confunde a las almas.  Ese es el árbol de la ciencia del bien y del mal, es la más alta ciencia, la más refinada ciencia. Y como ciencia se basa en principios de ensayo y error. Poder diferenciar el bien del mal, es la única ciencia que todo ser humano ha de conocer a fondo sin falta, para trascender al más allá. 
La prueba y posterior engaño de Eva y Adán no fue iniciativa propia de Luzbel, rebelándose contra Dios, dañando el trabajo de Dios, haciendo algo que Dios no hubiera autorizado previamente, o haciéndolo a escondidas de Dios.  Dios estaba ahí presente, viendo cómo se cumplía su designio.  Dios lo tenía todo previsto para que los seres humanos pudiéramos ser hijos de Dios. Dios no tiene enemigos que estén esperando un descuido suyo para dañar su obra, para destruir a sus criaturas.  No le comas cuentos a Luzbel, pues para eso fue creado por Dios, para ponerte a prueba a ver si reconoces la verdad. No fue que Dios no estaba viendo cuando Luzbel hablaba con Eva.  Dios estaba ahí viendo cómo se cumplía la historia de la humanidad, para bien final de la humanidad.  Luzbel nada puede hacer que Dios no lo esté viendo, y si lo está viendo y guarda silencio, entonces lo está autorizando, esa es la realidad.

109. Luzbel les decía a los israelitas que él era Dios.
Hasta hacerse pasar por Dios delante de los hombres, llega el poder que Dios ha concedido a Luzbel.  Llega su poder hasta decirles: “yo soy el Señor tu Dios, ve y mata a otros seres humanos en mi nombre”.  Llega el poder de Luzbel hasta decirle a Abraham que mate a Isaac, su hijo para que le demuestre amor y lealtad, supuestamente al Dios de la vida, asesinando a su hijo, en honor a aquel que es el Dios creador y no destructor. En honor a aquel que supuestamente respeta la vida, en honor a aquel que supuestamente es amor. Que le demuestre, amor con un acto criminal, abominable, contrario al amor (Gen 22: 2).  Hace pasar Luzbel, como voluntad de Dios, un acto contrario a la voluntad de Dios, un acto que Dios repudia como lo es asesinar personas (Deuteronomio 18: 10-12).  Si Dios no le hubiera concedido ese poder de hacerse pasar por Dios, no pudiera hacerlo.
Llega el poder que Dios le ha concedido a Luzbel, hasta decirle a los líderes y a los profetas de Israel, que ellos habían visto a Dios cara a cara, cuando el evangelio de Jesús dice que nadie ha visto jamás a Dios (Juan 1: 18), y cuando Jesús dijo que todos los que vinieron antes de Él eran ladrones y salteadores (Juan 10: 8), no refiriéndose a reyes enemigos de Israel, sino a los que supuestamente vinieron en nombre de Dios Padre, se refería a los ángeles que les hablaron a los profetas, que hablaron a los jueces, que hablaron a los caudillos de Israel. Y, en consecuencia, se refería a los propios profetas de Israel, que, engañados, guiaron al pueblo a lo mas macabro de la humanidad, creyendo que lo hacían en nombre de Dios. Cuando los profetas y los líderes del pueblo de Israel decían que habían visto a Dios no mentían, ellos estaban seguros de haber visto a Dios, cara a cara, puesto que se les habían presentado cómo Dios algunos de los seres celestiales que ellos vieron.  Y salían temerosos de esa presencia, maravillados de no haber muerto, si supuestamente habían estado en mismísima la presencia de Dios.
¿Entonces a quien vieron? ¿A quién oyeron?  Vieron y oyeron a un ángel, solo a un ángel de Dios, y nada más que a un ángel, aunque toda la humanidad, con sus grandes maestros, diga que no, porque todos a una han sido engañados, porque en verdad nadie ha visto jamás a Dios.  Solamente el que ha visto al Hijo, a Jesús, ha visto al Padre.  El Padre es imposible de ser visto y conocido por ojos y mentes humanas, pues desborda todo entendimiento, por lo que solamente viendo y conociendo a Jesús podemos conocer al Padre.
Solo hay un ángel que se puede llamar mentiroso, creado para mentir, para probar. Solo ese ángel les mentiría a los Israelitas, puesto que en otras ocasiones se les aparecieron ángeles que les decían que eran ángeles.  Luzbel se anticipó a la venida de Jesús, se presentó a los patriarcas como si fuera Dios, no se mantuvo en la verdad, pues solo así tenía una posibilidad de engañar a los seres humanos, con falacias, es decir, diciendo en nombre de Dios muchas verdades y unas cuantas mentiras con apariencia de verdad.
Así como Pablo también se anticipó y se infiltró en los primeros años del cristianismo entre los doce apóstoles de Jesús, dejando en sus falaces enseñanzas, el engaño de que el supuesto anticristo, anunciado por Pablo, se manifestaría al final de los tiempos. Pudiendo trabajar sus masacres silenciosas de miles de millones de almas insensatas, durante miles de años, sin que aún fuera esperado por los cristianos, cautivos de sus enseñanzas, en la Babilonia espiritual que es Roma, su ciudad espiritual, envenenada con las falacias de sus enseñanzas, tenidas no como opiniones humanas, sino como palabras de Dios mismo. Haciendo Pablo, con los cristianos que creyeran que él era Dios, puesto que adoran sus palabras como palabras de Dios, lo mismo que hizo su padre Luzbel con el pueblo de Israel, vino y les dijo que él, un simple ser humano con errores, era Dios.  Con cuanta facilidad cayeron miles de millones de los hijos de los hombres en el engaño.

110. Profecías sobre el rey de Babilonia y el rey de tiro (Isaías 14 y Ezequiel 28).
El profeta Isaías escribió sobre el rey de Babilonia, diciendo que era aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos; que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades; que a sus presos nunca abrió la cárcel.  Es muy claro que habla de un ser humano de carne y huesos, no de Luzbel.  Ezequiel escribió de un rey rebelde, no de un ángel.  Ambos profetas para exaltar el poder de esos hombres, que decidían a su antojo las vidas de sus súbditos, hablaron de ellos como de querubines, pero al leer todo el texto, se sabe que es realmente sobre esos reyes que profetizan.  La profecía del supuesto querubín del profeta era para un rey, no era para un ángel.  Era una exageración del profeta, diciendo que era un rey muy poderoso.
No eran para Luzbel que fueron escritos estos dos pasajes, donde los profetas Isaías y Ezequiel hablan de un querubín muy poderoso, que se rebeló pretendiendo ser como Dios (Ez 28: 14).   Esos escritos fueron para los reyes de Babilonia y de Tiro, reyes a los cuales compararon los profetas Isaías y Ezequiel con un querubín, por su esplendor humano.  Estos textos sí se pueden aplicar perfectamente para entender mejor el misterio, de Pablo, que también es un ser humano, pero no son aplicables para entender el misterio de Luzbel, porque él es sumiso a Dios.  Si Luzbel se revelara en contra del designio de Dios, entonces no sería malo ya, ni mentiroso, sino que, en rebeldía a su misión probadora, sería bueno, veraz y no atacaría las almas humanas, no las buscaría merodeando “como un león rugiente buscando a quien devorar” (1ª de Pedro 5: 8), como fue creado Luzbel por Dios.
Estos pasajes del “querubín rebelde” sirven para entender el misterio de la verdadera identidad secreta del hijo de Luzbel, Pablo, que, siendo rebelde contra Dios, inicialmente fue perseguidor apasionado, perseguidor a muerte del pueblo de Dios, que es el pueblo de los cristianos, el que respiraba amenazas de muerte contra los cristianos, es decir, el que blasfemaba lleno de odio, hacia el Espíritu de Jesús.  Pablo ha pretendido, durante dos mil largos años, que él subió al cielo, que él trajo palabras del cielo, que es un enviado de Dios, que tiene un evangelio al cual llama “su evangelio” (Romanos 2:16). Pablo dio su vida por “su evangelio”, su sangre fue derramada, es decir ha pretendido ser como Jesús, ser como Dios. 
Han caído a manos de las sutiles falacias de Pablo, sin exagerar, miles de millones de almas.  Ese, el hijo de Luzbel, Pablo, el más grande Judas espiritual de toda la historia de la humanidad, el más grande traidor encubierto, ese es el verdadero querubín rebelde del nuevo testamento.

111. ¿Está escrita la supuesta rebelión de Luzbel y sus ángeles?
En ninguna parte de las escrituras se halla que Luzbel se hizo rebelde.  En las milenarias tradiciones de los maestros y teólogos, pertenecientes a las diferentes sectas e Iglesias cristianas, tanto católicas, como ortodoxas, como las de la reforma protestante, sí aparece la enseñanza de que Luzbel se rebeló en contra de la autoridad y la soberanía del poder de Dios.  Pero en ninguna parte de las escrituras sagradas, en ninguna de las palabras verdaderamente de Dios, dice que Luzbel se rebeló en contra de Dios, sino que dice todo lo contrario. Contrario a la rebelión falsa de Luzbel, se hallan en las sagradas escrituras pruebas permanentes de su sumisión total sin ni una sola desobediencia.  En la escritura sagrada se halla que Luzbel le es sumiso a Dios, que Luzbel le pide permiso a Dios, que Luzbel no hace lo que Dios no le autoriza, y que cuando Luzbel está delante de Dios, en la reunión de los hijos de Dios en el reino de los Cielos, se postra delante de Dios para adorarlo (Job caps. 1 y 2).
En esa escritura, (Ez 28: 14) en ese pasaje único, el profeta Ezequiel le habla al rey de Tiro; no le habla a un ángel.  Los ángeles de Dios no son seres que están siendo puestos a prueba a ver como salieron creados.  Son los espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. Los querubines son las siete estrellas que están en la mano derecha del cordero, son las siete luces del candelabro que está delante del trono de Dios.  Son espíritus de Dios, ya son los que son, ya están, ya fueron los que son, y ya Dios sabe que son los ejecutores de su voluntad, puesto que son sus espíritus.  Y parecería que por ello los ángeles son superiores a nosotros, los seres humanos, pero según enseñó Pedro, los ángeles, si pudieran, desearían ser como nosotros, como los hombres, como los hijos de Dios, justa y precisamente porque tenemos lo que a ellos les falta, que es ese bendito caos, llamado el libre albedrío.
Luzbel no se hizo malo a sí mismo, él no tiene la culpa de ser malo, él nació malo, fue creado malo para los seres humanos, no malo para Dios, ni es malo para los que son de Dios, porque Luzbel le obedece en todo a Dios, y no toca a los que Dios simplemente le dice que no toque.  Dios no tiene que luchar en contra de Luzbel para imponerle su voluntad y que no ataque a los que Dios desea proteger.  Y Dios no tiene que estar pendiente de que, al más mínimo descuido, Luzbel va a ir y va a desobedecerle y va a hacerle daño a los que Dios desea que no sean dañados.  Luzbel lo sabe y obedece.  Dios es todo poderoso, no tiene que luchar por que se haga su voluntad en el Cielo y en la tierra. no se esfuerza en ejercer autoridad, su autoridad reside en la sumisión natural de sus siervos, no en la fuerza que deba ejercer para que obedezcan.  Simplemente siempre se hace su voluntad, con solo Él desearlo.  Dios dice que se haga, así como cuando dijo que se hiciera la luz, y todo cuanto dice Dios que se haga, simplemente se hace, con Luzbel incluido y todo.

112. ¿Escrito está que Luzbel robó la tercera parte de los ángeles?
En ninguna parte de la escritura dice que Luzbel tomó para sí, por iniciativa propia, la tercera parte de los ángeles (Apocalipsis 12:4). Es imposible que se los robara Luzbel a Dios sin que lo supiera previamente. Por el contrario, esas dos terceras partes ángeles, que no arrastró con su cola el dragón, Dios las destinó a proponernos el bien y la otra tercera parte, la destinó el mismo Dios, para que sean los soldados de Luzbel.  Dios mismo le dio poder a Luzbel para que arrastrara con su cola la tercera parte de las estrellas del Cielo. 
Eso no sucedió porque Luzbel fuera más poderoso que Dios, y le hubiera arrebatado la tercera parte de sus ejércitos, o porque Dios se hubiera descuidado, y se le hubieran fugado, como si hubieran desertado de su aburrido reino de perfección, hacia un infierno un poco más emocionante, lleno de sensaciones y placeres prohibidos, donde Dios supuestamente no iría, porque no soportaría el mal, aborrecería el mal, abominaría el mal. Todo eso es falso para un Dios omnipotente, omnisciente, omnipresente.
En Apocalipsis 12:4 dice que el dragón arrastró la tercera parte de las estrellas del Cielo. Los teólogos inducidos a error por Luzbel y su hijo Pablo, deducen que fue que a Dios le sucedió esto sin saberlo. Suponen muy a la ligera que fue un acto violento de Luzbel y sus ángeles. Porque Luzbel los induce a creer que se rebeló en contra de Dios y se dejan inducir a error. Para Luzbel y para su misión probadora, fueron creadas por Dios mismo esa tercera parte de las estrellas del Cielo. Dios las creó, así como son y las creó a sabiendas de lo que harían, con todas las previsiones propias del creador del universo, omnipotente, omnisciente y omnipresente. 
Así decidió Dios que fuera la batalla en las mentes humanas. Esa batalla no es por el poder del cielo.  Por eso es por lo que solamente es para humanos ese dilema del bien y del mal, por eso es por lo que hay una batalla permanente de espíritus en todo ser humano hasta el día de la muerte.  La rebelión es única y exclusivamente de humanos, no de ángeles. 
Es imposible que los ángeles se modifiquen a sí mismos, que adulteren el orden natural de sus seres, porque son el espíritu de Dios, no tienen tiempo, no tienen devenir, no deciden sus existencias, son los que son por siempre.  Por eso es por lo que los demonios, que pertenecen a esa tercera parte de las estrellas arrastradas por Luzbel, reconocían la autoridad de Jesús siempre, y se le postraban y le obedecían en todo sin murmurar, sin objetar, con absoluta sumisión voluntaria, natural.

113. ¿Cuándo vieron a Dios Moisés y Elías?
En el antiguo testamento dice en varias ocasiones que hombres como Moisés (Números 12: 8) y Elías vieron a Dios y que se atemorizaron pues creían que quién lo viera moriría. ¿Se equivocó entonces el evangelio, cuando dijo que nadie ha visto jamás a Dios, pues solamente Jesús el hijo unigénito del Padre lo da a conocer?  ¿Le vamos a creer a Jesús?  ¿Hay contradicciones que vamos a negar ingenuamente? 
Más fácil se equivocan Moisés y todos los profetas juntos, cuando dicen que vieron y oyeron a Dios Padre, que haberse equivocado Jesús, que nos da a entender que Moisés y los profetas, cuando dijeron haber visto al Padre, vieron fue al ángel Luzbel haciéndose pasar por Dios, puesto que los otros ángeles de Dios no se harían pasar por Dios. Jesús fue el que les dijo a los israelitas, que eran hijos de su padre Luzbel, y no lo dijo por decirlo (Juan 8:39-59). Cuando los otros ángeles de Dios hablaron con alguno de los personajes del pueblo de Israel, dijeron que eran ángeles, no se hicieron pasar por Dios, y algunas veces dijeron su nombre propio a los humanos.
Cuando Pablo en magistral falacia dice que las apariciones de Dios en el antiguo testamento eran Jesús, induce a error a los teólogos que le creen. Jesús dijo muy claro que no había venido antes al mundo. Su venida al mundo ha sido la única y no se ha presentado antes a los profetas en espíritu, ni se ha presentado a Pablo en espíritu, porque Jesús no viene en espíritu. Jesús dijo muy claro que todo los que vinieron antes de él eran ladrones y salteadores. No se refería a los de las otras religiones, ni a líderes políticos. Se refería a ángeles y profetas. Todos ladrones y salteadores. Pero en verdad Moisés y Elías sí vieron a Dios, y hablaron largo con Él, no en el antiguo testamento. Moisés y Elías vieron a Dios cara a cara, sin temor el día de la transfiguración de Jesús. Ellos dos aparecieron con Jesús, hablando con Él, cara a cara, sobre el día de su partida, que había de cumplirse en Jerusalén.  
¿Qué de especial y diferente a todos los demás profetas y seres humanos, tenían estos dos profetas, Moisés y Elías, para tener el honor de estar con Jesús el día de la transfiguración?  Ellos tres, Jesús, Moisés, Elías y nadie además de ellos, tienen en común cuarenta días ininterrumpidos de ayuno y oración. Este detalle es de muy grande importancia, para todos aquellos que desean que el Espíritu de Jesús les revele la verdad, pues hace parte imprescindible de nacer de nuevo. Nacer del agua es mucho más que alguien le derrame a uno agua en la cabeza y ya. Además de los cuarenta días de ayuno y oración tienen en común que luego de esos días, los tres hicieron milagros, resucitaron personas, tuvieron dominio y control sobre el viento, sobre el agua, sobre los animales y sobre todas las fuerzas de la naturaleza, hasta resucitaron personas.
También es necesario, para todo aquel que desea ser conducido por el Espíritu de Jesús, hacia la verdad, fijarse en el detalle que de estos tres seres humanos ninguno tiene tumba reconocida.  Puesto que Moisés le dijo al pueblo de Israel, que El Señor lo iba a enterrar y Elías fue tomado al cielo y desapareció a los ojos de Eliseo.  Podemos decir que Moisés y Elías vieron al Padre, porque los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, los vieron el día de la transfiguración, hablando con Jesús, que es el Padre transformado en hombre.  Y según Jesús, al que le creemos, nadie ha visto jamás a Dios, y, por tanto, según Jesús le enseñó a Felipe, solamente el que lo ha visto a Él ha visto al Padre, porque nadie puede conocer al Padre, si el Hijo no se lo da a conocer.

114. ¿Quién autorizó a los israelitas a asesinar personas?
Todo aquel que lee la historia del pueblo de Israel, sin entrar por la verdadera puerta, sin empezar por las enseñanzas de Jesús, y sin darles la importancia debida a las palabras de Jesús, se alegra con la muerte de todos los asesinados por Israel, se solidariza con los asesinos, siente hervir su sangre de deseos de hacer lo mismo, se hace homicida sin darse cuenta. Luzbel juega con su mente, lo hace elegir entre dos males, no elige entre el bien y el mal. 
Es como si los judíos tuvieran permiso único de ellos, de parte de Dios, para asesinar. Como si tuvieran licencia para matar, y todos los demás pueblos de la Tierra no tuvieran voz ni voto delante de Dios para quejarse de los amillones de asesinatos de los israelitas. Como si no fueran humanos todas las demás personas que había sobre la Tierra en ese entonces, cuando tomaron por asalto la tierra prometida. Como si esos humanos no tuvieran alma divina, como si no existieran, como si sus habitantes fueran animales de caza. 
Luzbel juega, desde siempre, un juego macabro en las mentes humanas, haciéndolas solidarizarse con una bandada de asesinos, todo porque lo hacían en nombre de Dios.  ¿Los enemigos del pueblo de Israel no eran personas?  ¿Eran despreciables a los ojos del creador de la vida? ¿Las vidas de los asesinados y sus hijos, eran basura para Dios? ¿No eran humanos?  ¿No eran hijos de Dios?  ¿Sus vidas no eran sagradas a los ojos de Dios, como parecería que sí lo eran las vidas de los hijos de Israel?
Cuando uno es padre de varios hijos, sabe, a ciencia cierta, que jamás enviaría al uno a matar al otro, como sucede, hasta el día de hoy, sin piedad alguna, que se asesinan mutuamente entre los descendientes de Ismael y los descendientes de Isaac. Dios Padre, a nadie sin excepción alguna, le ha dado autoridad para matar a otro ser humano, y mucho menos en su nombre. Dios, que está por encima del bien y del mal, es aquel único que sí puede disponer de toda vida humana, como y cuando le parezca.
Dios ha sido calumniado por siglos, cuando los cristianos creen que el pueblo de Israel tenía permiso divino para asesinar seres humanos. Y pasados de demasiado ingenuos, y faltos de discernimiento, ajenos a la sabiduría, entorpecidas sus mentes asesinas, ni se dan por enterados, ni piensan, que es totalmente absurdo que el creador de la vida envíe a unos hijos suyos a asesinar a otros hijos suyos, enseñándoles de paso a irrespetar la vida humana, que es sagrada.
Nadie es tan importante y poderoso, como para que Dios le haya dado licencia para juzgar, o para matar. Nadie, entre los humanos, absolutamente nadie, está por encima del bien y del mal, como para que pueda matar seres humanos y no tenga que rendirle cuentas terribles a Dios, por haber destruido a sus hijos, los hijos de Dios. En principio, todos los seres humanos podemos llegar a ser hijos de Dios. Por esto es imposible que un ser humano pueda cortar esa posibilidad de los demás de llegar a ser hijos de Dios.  Por eso fue por lo que Jesús tuvo que dar su vida, justamente para enseñarnos a respetar las vidas ajenas, aún a costa de la propia vida, según su sabiduría. 
Jesús, dando su vida para entrar al Cielo, nos enseña a dar la vida, para entrar en nuestra Tierra prometida, y no quitar la vida a otros, como lo hicieron los Israelitas para entrar en su tierra prometida.  Por esto fue por lo que el apóstol Juan, con su autoridad, escribió esa dura y triste sentencia, que es justamente por quitar la vida humana, que no hay entrada posible a la tierra prometida, que ningún homicida tiene en sí la vida eterna (1ª de Juan 3:15) (1ª de Juan 5:16-17). Quitar vidas violentamente es lo que hizo el pueblo de Israel, al entrar en la tierra de Canaán, porque su supuesto Dios se lo había ordenado. Obviamente no era Dios sino Luzbel, (Juan 8:44) el que los guiaba, el que los incitaba, el que les ordenaba, cuando quitaron la vida a millones de seres humanos, en nombre de una supuesta orden de Dios, para poder entrar en aquella tierra prometida.
Luzbel, haciéndose pasar por Dios, ordenó la masacre de millones de seres humanos, brutal masacre que los israelitas cometieron sin pensarlo dos veces, en nombre del Dios creador de la vida.  Claro que dirán que los demás pueblos en toda la vasta tierra asesinaron también a millones de seres humanos, pero no lo hicieron en nombre del Dios de Israel, en nombre del Dios creador de la vida. 
Es el punto más alto de la necedad y de la ignorancia asesinar personas en nombre de Dios. Es un irrespeto a Dios, un irrespeto a su sabiduría y un irrespeto a su amor. Es la más alta falta de discernimiento, que no haya espíritu que les diga, adentro de las almas y de los corazones a los cristianos, que eso no fue Dios, el que autorizó esos millones de asesinatos en su nombre. Es el colmo de las desgracias, que los guías de miles de millones de supuestos cristianos no vean en que es una vil blasfemia contra Dios. Es la mayor desgracia que no entiendan ni un poquito, que es una calumnia decir que Dios ordenó al pueblo de Israel cometer tantos y tan grandes genocidios en nombre del creador. 
Cuando los israelitas venían de asesinar en masa a los pueblos vecinos, cuando dejaban una estela de muerte y destrucción, cuando masacraban, igual que los terroristas actuales, a hombres mujeres y niños sin piedad, solo por el hecho de no ser de su grupo étnico, entonces hacían fiestas, se creían bendecidos, estaban seguros de que su Dios (no pensaban que era Luzbel), estaba agradado de los asesinatos de ellos.
Cuando un guerrero había matado a diez mil seres humanos, era cantando y danzando que llegaba, exultando de gozo y de alegría porque había cumplido las órdenes de Dios, porque era uno de los mejores hijos de Dios, mientras más seres humanos de los otros pueblos asesinara (1 Samuel 18:7). Igual que los terroristas de hoy en día, ni más ni menos, sin ninguna diferenciación. Esos que hoy se asesinan todos los días allá mismo en esa "Tierra prometida" están recogiendo los frutos que durante siglos han sembrado, cual si fueran sacrificios a sus crueles y sádicos dioses.
Jesús de Nazaret enrostró a los israelitas estas verdades, y les dijo, de frente, que su padre es Luzbel, no lo es Dios. (ver Evangelio de Jesús según Juan cap. 8:44). Por ese error macabro y fatal de andar asesinando personas en nombre de Dios, Jesús se dejó quitar la vida, en vez de quitarla a sus verdugos en defensa propia. Jesús se dejó asesinar de ellos para cambiar de Padre a la humanidad, para que ya no sea más su padre Luzbel, hijos de Caín, sino que de verdad seamos hijos de Set, hijos de Dios, el creador de vida.

115. ¿Cuándo entres en la Tierra prometida a nadie dejarás vivo?
Eso fue lo que dijo Moisés que Dios le ordenó, a pesar de que en las tablas de la ley estaba escrito en forma general que no matarás. Aquí está la más profunda contradicción. Obviamente los enceguecidos no la ven porque les está prohibido ver contradicciones en las escrituras. Creen que, si vieran contradicciones, entonces las escrituras no serían sagradas. No están preparados para entender que en las mismas escrituras están tanto Luzbel como su hijo Pablo. Tienen que estar ahí cumpliendo su misión probadora dada desde lo alto. Basado en la orden del ángel que no se mantuvo en la verdad y es homicida desde el principio (Juan 8:44), Moisés, dio la orden de asesinar a todos los pueblos vecinos, sin cuartel y sin misericordia alguna, en nombre del Dios de la vida.
Algo muy parecido, pero opuesto, enseñó Jesús cuando dijo que, para entrar en la tierra prometida, al reino de los Cielos, nadie debe quedar vivo también.  Es la misma ley, pero aplicada de forma diferente, (aplicada contradictoriamente) porque si no te niegas, si no eres nadie, no entras en la tierra prometida, en el paraíso, en el reino de los Cielos, al cual nadie puede entrar.  Si no crucificas tu carne, si no mueres tú al mundo, si no renuncias a los placeres, si no renuncias a todo, aún a tu propia vida, no entras.  Si no te haces nadie, si no eres nadie, no entras al Cielo, porque Luzbel, por orden de Dios, a nadie deja entrar al Cielo.  Pues para esto fue puesto ese ángel Luzbel, a la entrada del reino de los Cielos, para impedirnos entrar, esa es su misión, y los que logren entrar, tienen que vencer a Luzbel. Y como nadie vence a Luzbel, el que se haga nadie entra, muere a sí mismo, siempre nadie queda vivo.   Por tanto, no es que debas matar a los demás, para que nadie quede vivo, es que debes negarte, ser nadie para que nadie quede vivo, para que puedas entrar, que es algo parecido, pero no es lo mismo, definitivamente. Cuan profunda importancia tiene nadie en el tema de entrar al Cielo.
Entonces ese nadie queda vivo, aparece a lo largo de las escrituras, desde el principio hasta el fin. El ángel que puso Dios con una espada flamígera a la entrada del paraíso, a nadie deja entrar. Solo hay la opción de ser nadie para entrar. Para entrar en la tierra prometida, a nadie dejaban vivo los israelitas. Para entrar al Cielo, nadie entra, solo si te niegas entras, si eres nadie entras. El vestido de las bodas del Cordero es ser nadie. Sin ese vestido nadie entra.

116. El alma que pecare, esa morirá.
Moisés, engañado por Luzbel (Judas 1:9), dijo que el Dios que le había hablado, del cual ya sabemos que fue el ángel que se hizo pasar por Dios, con la autorización de Dios, ese supuesto Dios le dijo que todo el que pecare morirá, que todo aquel que cometiere un pecado sería borrado del pueblo, sería asesinado sin misericordia por todo el pueblo, haciendo asesino a todo el pueblo, en nombre de Dios.  Era el de Israel un pueblo en el que a la más mínima falla serías asesinado sin piedad, sin misericordia por una misteriosa orden de Dios, ya que era el supuesto pueblo de Dios.  Ellos tenían la ilusión falsa de que había una indeterminada cantidad de personas que no tenían pecados. Hoy sabemos que no hay ni uno sin pecado, por tanto, esa ley de asesinar a todos los que pecaban, era algo no descendido del Cielo. No fue Dios el que le dijo al pueblo que mataran a sus propios hermanos, jamás Dios constituiría a un ser humano en juez de otros, juez fatal, juez asesino, juez infame. 
Luzbel, con sus falacias magistrales, infiltrado, convirtió a todo el pueblo de Israel en abominación a los ojos de Dios, a tal punto que Jesús les decía que eran hijos de Luzbel, el padre homicida.  Por eso fue por lo que Jesús vino a enseñar que nadie puede ser juez de otros, absolutamente nadie. El pueblo de Israel, guiado por una supuesta ley del Dios de la vida, del Dios del amor, del Dios de la misericordia, asesinaba personas por cualquier tipo de pecados, ya fueran pecados menores o fueran pecados graves. 
Por ese gran error de matar a todos los pecadores, nadie en Israel se atrevía a confesar que había pecado, se hacían todos hipócritas.  Esa ley imperfecta, que Jesús llevó a su perfecto cumplimiento, los incitaba a ser hipócritas para ocultar sus pecados, por temor a ser asesinados.  Jesús perfeccionó esa ley diabólica y la convirtió en ley divina, cuando absolvió a la mujer adúltera, que le llevaron para que la juzgara.  Supuestamente el pueblo de Dios era un pueblo de seres humanos perfectos, por lo que todos ocultaban sus errores, sus pecados, sus vergüenzas.
Luzbel se infiltró, se hizo pasar por Dios, y aunque les dictó en nombre de Dios una verdadera ley absoluta que prohibía matar, no se mantuvo en la verdad, pues Luzbel es homicida desde el principio, y les ordenó matar en nombre de Dios.  Derramaron la sangre de otros pueblos y también la sangre de sus propios hijos. Luzbel, asesinó al pueblo de Israel al convertirlos en homicidas, sus almas estaban muertas al matar a los que pecaban, les quitó de por vida la entrada al reino de los Cielos (1ª de Juan 3:15) (1ª de Juan 5:16-17). Es verdad que el alma que pecare morirá, pero no por la mano de hombre, sino que después de muchas misericordias de Dios, el alma que hiciere pecados que llevan a la muerte, esa alma morirá el día del juicio.

117. El pueblo de Israel fue inducido constantemente al homicidio.
Fueron muchos los profetas, y fueron muchas las veces que los profetas incitaban a los reyes y a los líderes del pueblo de Israel, a matar a sus enemigos, a exterminarlos, sin piedad, hasta asesinar a las mujeres embarazadas, y abrir sus vientres y pasar a esos niños inocentes al filo de la espada en nombre de Dios, según está escrito en el antiguo testamento (ver 1 Samuel cap. 15).  Alegres los profetas, seguros que había sido Dios el que hablaba, no vacilaban en cortar las cabezas de los reyes ellos mismos, y enviaban a los reyes de Israel, felices a matar a otros reyes y sus ejércitos, y les decían que Dios los había puesto en sus manos. 
Los pueblos que veían venir a sus asesinos, los israelitas, los que los veían venir en bandadas, ¿Aceptaban ser asesinados y aceptaban que sus vidas no valían ante Dios, y entonces no le pedían justicia a Dios, por las injusticias de los israelitas?  Los hijos de los que caían en batalla contra Israel, los familiares de los masacrados adentro de las ciudades que invadían los israelitas, ¿Estaban felices de que sus padres y madres y hermanos murieran porque ellos nada valían ante Dios?
¿Tantos errores juntos no iban a crear un conflicto grave, como el que hoy vemos, un conflicto a muerte justamente entre los israelitas y sus vecinos, los hijos de Ismael? ¿Por qué ambos pueblos de los hijos de Abraham, los descendientes de Ismael y los descendientes de Isaac, hoy tienen que matar seres humanos en nombre de Dios?  Eso está muy raro, eso no es normal 
¿Nada les dice para sus adentros, que Dios no se alegra, sino que por el contrario va a hacer un grave juicio sobre ellos, exterminándolos el día del juicio, aunque sean tan numerosos como las arenas del mar y como las estrellas del Cielo?  ¿Crees que no habrá justicia?  ¿Los campos mal olientes con la sangre de cientos de miles de asesinados, no eran un horror, una aberración a los ojos de Dios, aunque los israelitas los asesinaban en nombre de Dios?  ¿No fue en nombre de ese mismo Luzbel impostor, que ellos creían que era Dios Padre, el que les hablaba y les inspiraba tanta carnicería y tantos asesinatos, que los sacerdotes estaban seguros que debían asesinar a Jesús, en nombre de Dios?

118. Los profetas los enviaron a asesinar pueblos.
Los profetas estaban seguros de que Dios, y no Luzbel, los había enviado a asesinar personas. Es demasiado estar metido Luzbel adentro de sus almas y los seres humanos ser demasiado entenebrecidos, embotados, enceguecidos, para creer que cuando asesinaban eran obedientes a Dios.  Cada vez que está escrito en los libros del antiguo testamento, que Dios, o un profeta, (grandes profetas), autorizaban a un rey, o a un hombre, para que fuera y matara a otro ser humano, era Luzbel haciendo su trabajo. Aunque fuese el incitador al asesinato alguno de los jueces legendarios del pueblo de Israel, que ordenaba al pueblo a asesinar a otros pueblos, o era Dios, era Luzbel. El espíritu que incitaba al mismo Moisés, para que fuera a la guerra contra otro rey, y le avisara el profeta que Dios lo ponía en sus manos, no era Dios, era Luzbel.
Siempre que se dio la orden, o la autorización de matar a algún ser humano, aunque ese ser humano se llamara Goliat y blasfemara contra Dios, no era Dios el que había dado la orden, ni Dios se gloriaba de la muerte de los enemigos del pueblo de Israel.  Ellos no sabían de qué espíritu eran, como dijo Jesús.  Ellos iban enceguecidos, asesinando seres humanos en nombre de Dios.
Cuándo todos ellos, desde el más grande, desde el profeta, el sacerdote y el gobernante, hasta el más humilde labriego, iban y asesinaban seres humanos en nombre de Dios, no sentían complejo de culpa, sino más bien la satisfacción de ser unos buenos hijos de su Dios.  Se creían respaldados y enviados por su Dios y por su ley. Todo estaba claro para ellos, hacían la voluntad de Dios, eran hijos buenos de Dios, asesinando estaban ganando su Cielo. 
Pero, para su sorpresa, no era el Dios de la vida, el que los enviaba, ni el que inspiraba esa acción.  Dios da la vida y solo él la puede quitar. Dios no envía a otro a matar en su nombre. Absolutamente a nadie enviaría a matar en su nombre.  Por eso fue por lo que Jesús se dejó matar, eligió dejarse matar impunemente, siendo Jesús Dios mismo, siendo el Padre mismo, para que los seres humanos, no estuvieran más engañados creyendo que podían asesinar a alguien en nombre de Dios.
Todo ese supremo y fatal engaño está en las escrituras para probarte, incitándote a una religión homicida y asesina, que mata a sus enemigos. Toda la presión de los maestros de la religión está escrita ahí y permitida por Dios para probarte, a ver si le crees a Jesús, o te dejas seducir por enseñanzas humanas, para probarte a ver si reconoces la verdad en medio de los errores.  A ver si eres de la verdad.  A ver si no te da miedo enfrentar al mundo entero con la verdad. 
¿Cuánta cantidad de engaño hay entonces sobre la tierra? Es mucho más del que alguien se pueda imaginar.  ¿Cuántos eran los errores de la ley del pueblo de Israel, aquella que vino Jesús a llevar a su perfecto cumplimiento?  ¿Eran también los errores como las arenas del mar, tan numerosos como los asesinados por el pueblo de Israel?  A Luzbel le fue dado del Cielo, engañar infiltrado, haciéndose pasar por Dios, y ha quedado escrito como prueba ahora y como juicio al final para todos los que se engañaron a sí mismos con esos errores plantados por Luzbel infiltrado.

119. Abraham creyó que había hablado con Dios.
Si estás debajo de un árbol, en esa época, y se te aparece un ser luminoso que te dice que es Dios, le crees. Para Abraham era imposible saber que el que se le aparecía y le decía que era Dios, era solo un ángel de Dios, que lo iba a poner a prueba, y que él, Abraham, no había en verdad visto a Dios, ni había hablado con Dios.  Pablo dice que todas esas apariciones que les decían que mataran y se autodenominaban Dios era Jesús yendo al pasado y apareciéndoseles.  Ahora se sabe que Jesús dijo que nadie había visto jamás a Dios hasta que él vino a la tierra, y le creemos a Jesús que dijo que solo el que lo ha visto a Él ha visto a Dios.  Y Jesús no se equivoca, pero los hombres sí se equivocan. Por eso dice la escritura que Abraham creyó a Dios y esa, que realmente era una injusticia, la de tratar de asesinar a su hijo, por demás indefenso, para obedecer al supuesto Dios creador de la vida, le fue contada como todo lo contrario, le fue contada como una obra de justicia.
Porque Abraham creyó que era Dios el que se le presentó como un ser superior y le había dicho que matara a su hijo, para que le demostrara amor al creador de la vida.  Ningún hombre que vaya a asesinar a su hijo en nombre de Dios será visto alguna vez como un enviado de Dios, como el patriarca de un verdadero pueblo de Dios, como alguien sensato, como alguien con amor, sino todo lo contrario, como un enfermo, como un equivocado, como un peligroso asesino demente, digno de estar encerrado en un manicomio. 
El Dios de la vida no manda a asesinar para ser adorado.  Solamente Luzbel manda a asesinar para ser adorado, porque Luzbel es homicida.  Eso es evidente.  Abraham estaba siendo engañado en ese momento y ese engaño está puesto para ver si tú, igual que Abraham, te engañas. Solo que Abraham fue justificado porque el engaño era invencible para Abraham.  Pero luego de venir Jesús y enseñar tantas verdades, ya la justificación de la ignorancia quedó abolida por la verdad.  Por eso dijo Jesús que los judíos eran hijos de Luzbel, no de Abraham, y dijo Jesús que todos los que vinieron antes de él, en nombre de Dios eran ladrones y salteadores.
¿Isaac se dejó agarrar fácil y de dejó amarrar confiado para ser asesinado?  ¿Isaac vio que su Padre estaba haciendo algo bueno, algo de Dios? ¿Isaac vio que su padre Abraham era muy sabio en ese momento y que él, Isaac había nacido para ser sacrificado, igual que el primogénito de Dios, el Mesías? Porque este sacrificio de Isaac es un símbolo del sacrificio del primogénito de Dios, sacrificado por Dios, que en Jesús se sacrificó a sí mismo en la parte humana, justamente para que los hombres no mataran más en nombre de Dios, contrario a los engaños de Luzbel, infiltrado en las escrituras, para poner a prueba las almas de todos los seres humanos.

120. La lucha de Jacob y el ángel (Génesis 32: 25-33).
La noche antes de que Jacob entrara de nuevo en la Tierra prometida, con temor, por la amenaza de su hermano Esaú, de que lo mataría por haberle robado la primogenitura. Esa noche, sin saber cómo ni de donde, la escritura dice que, muy entrada la noche, Jacob luchaba con un ángel misterioso, luchaba contra su oponente y ese oponente debía bendecirlo, antes de entrar en la Tierra prometida.  Ese ángel tenía que bendecirlo, pues sin su bendición Jacob no podía entrar en la Tierra prometida, necesitaba Jacob la autorización de ese ángel. 
Se suponía que ese ángel sabía la orden de Dios de bendecir a Jacob en todo y más en lo de su primogenitura.  Lo raro es que ese “ángel de Dios” se oponía a que Jacob entrara en su promesa, no lo quería bendecir, y en eso, según parece, obedecía a Dios el ángel.  ¿Cuál es el ángel creado por Dios, que nos impide entrar en el paraíso, a todos los seres humanos y sin cuyo permiso nadie puede entrar?  Su nombre es Luzbel, ángel de Dios, que obra para probarnos, obedeciendo órdenes de Dios. 
El ángel, como cosa muy extraña en un ángel, le suplicaba a Jacob que lo soltara, pues Jacob lo tenía agarrado por los brazos, exigiéndole que lo bendijera para poder entrar en la tierra prometida, y ya venía la luz del sol y ese ángel no podía ver la luz del sol.  El único ángel de la oscuridad es Luzbel, ahí se está revelando su verdadera identidad.  Pero además Jacob le decía que le dijera su nombre y ese ángel de Dios, le decía que no le podía revelar su nombre.  También el único ángel que en un momento dado no puede darnos a conocer su verdadero nombre es Luzbel.  Ahí se ve camuflado Luzbel, está de incógnito, no puede revelar su identidad, no puede ver la luz del sol, es el encargado de tratar de impedir la entrada de todo ser humano al reino de los Cielos, al Paraíso, a la Tierra prometida, el ángel de la prueba, el ángel que nos obliga a ser perfectos, pues si no lo somos, nos impide la entrada al reino de los Cielos.
A nadie deja entrar Luzbel al Cielo, obedeciendo sumisamente, órdenes directas de Dios todo poderoso.  Solo el que se niegue a sí mismo, el que crucifique su ser, el que crucifique su carne y mueran sus pasiones, solo ese entra al Cielo, porque ese ángel Luzbel fue puesto a la entrada de la tierra prometida para que a nadie deje entrar.  Todo aquel que se niegue no es alguien, por lo tanto, es nadie y nadie entra al Cielo, por lo que el que se niegue, ese sí entra.
En realidad, nadie es fuerte contra Dios, por lo que el ángel trató de engañar a Jacob, pues le cambió su nombre, que quería decir tramposo, por el nombre de Israel, que supuestamente quiere decir, fuerte contra Dios.  Es todo un absurdo que alguien pueda ser fuerte contra Dios, nadie es fuerte contra Dios, nadie tiene derecho a entrar a la fuerza al Cielo.  Tal vez Jacob si fue fuerte contra ese ángel, puesto que todo hombre puede vencer a ese ángel probador, engañador, usurpador, que cumple órdenes de Dios.  Todo aquel que venza sobre ese ángel, también entrará al cielo, y el que no salga vencedor de ese ángel no podrá entrar tampoco al Cielo. Todo aquel que lo vence negándose no es alguien, es nadie, por cuanto se cumple que por siempre y para siempre a nadie dejará entrar Luzbel al Cielo.

121. ¿Es manso un hombre que asesina en un arrebato de ira? (Números 12:3).
Hay un pecado que es de muerte y dice Juan que, por ese pecado de muerte, no dice él que se ruegue, dando a entender que después de hecho, ya no vale la pena rogar, ya nada se puede hacer.  ¿Y cuál es el pecado de muerte, sino dar la muerte?  (1ª Juan 3:15). 
En la escritura dice que el hombre más manso sobre la tierra era Moisés. Eso a todas luces no es verdad. No era ni manso ni humilde, como dice en algunas traducciones. Moisés era soberbio en grado sumo y muy violento, sanguinario, acostumbrado a asesinar personas, eso es lo que dice la escritura. ¿Qué engaño les hizo creer a los israelitas que el violento arrebato era mansedumbre?  Lo abyectos líderes religiosos manipulan las predicaciones para que reas todo lo contario a esto. No por siempre la humanidad se tragará entero todo lo que le dicen. Al fin de su vida, Moisés había dado muerte a millones de personas.
Estaban tan engañados por Luzbel los profetas del pueblo de Israel, que de grandes asesinos de millones de los enemigos del pueblo de Israel, como Moisés y David, asesinos de grandes batallas, que asesinaron a diestra y siniestra, tanto a los pueblos enemigos, como a muchos de sus hermanos israelíes, los profetas decían que, según el Señor, ellos eran los seres humanos más mansos sobre la tierra.  La mansedumbre de ellos dos es elogiada en las escrituras, no una vez sino varias veces.  Muchas otras virtudes se pueden alabar de ellos dos, pero a todas luces la mansedumbre no era su virtud, en esto también se ve en las escrituras el engaño de Luzbel, en la exaltación de los homicidas como los seres humanos más mansos.

122. ¿Samuel obedecía sumiso a la invocación de una hechicera?
Si Samuel era de verdad un profeta de Dios durante su vida y si en verdad, en ningún instante de su vida fue profeta de Luzbel, ¿Qué hacía luego de muerto, emergiendo su espíritu al ser invocado, por voluntad de Saúl, en la hoguera de una bruja, obedeciendo a la invocación de una hechicera, alguien supuestamente abominable para Samuel?  ¿No es eso algo en sí mismo absurdo?  ¿Cómo tragan tan entero los que leen?  ¿No te están diciendo las mismas escrituras que pienses?  ¿No te están alertando las mismas escrituras que debes profundizar más?  ¿Por qué una hechicera tenía el poder de llamar a Samuel y el espíritu de Samuel obedecía sumiso y aceptaba la invocación de una bruja?  ¿No tiene un contra sentido tal colaboración de poderes supuestamente opuestos y enemigos a muerte?  ¿Samuel no tenía poder para oponerse a la invocación de esa bruja?  ¿Cómo, siendo un profeta de Dios obedece a la invocación de una hechicera, siendo los hechiceros abominación para los profetas de Dios? ¿Cómo se aparece, como si nada fuera de lo normal estuviera sucediendo? ¿Cómo se le aparece Samuel a Saúl en la casa de una hechicera, siendo como era Samuel, tan fuerte de carácter y tan opuesto a las cosas que no eran correctas, si no es porque fue engañado y también, como Moisés, trabajó para Luzbel?  ¿No hay algo de extraño en eso?  ¿Siendo Samuel un profeta solo de Dios, se presta para tráfico de hechicerías?  ¿No es muy revelador esto?  ¿Cómo puede uno tragarse entero semejante detallito, semejante camello?  ¿Será que no hay discernimiento? 
¿Cuántos de los vecinos de Israel murieron asesinados a manos de los Israelitas, por orden de las profecías de Samuel?  ¿A cuántos seres humanos mataron tranquilamente Saúl y David, por cuenta de las palabras proféticas de Samuel? Luzbel estaba bien infiltrado arriba en los dirigentes, en el pueblo de Israel, en el pueblo de Dios, en el pueblo del creador de la vida, y estaba autorizado por Dios.  El probador los hacía equivocarse en materia muy grave.  Engañó Luzbel, en materia de vida o muerte, a los más grandes profetas de Israel (Juan 8: 44).

123. ¿Hay sabiduría en Salomón al ordenar asesinar para descubrir una verdad?
No es sabiduría de Dios ordenar asesinar a un niño, para descubrir una verdad, como lo hizo el rey Salomón, del cual decían que era supuestamente muy sabio.  Esa es una sabiduría oscura, sabiduría de tinieblas, que emerge del alma de un asesino.
Salomón ordena jugar con la vida de un niño para conocer una verdad.  Igual que se jugó con la vida de un niño, el día del sacrificio de Isaac.  Ese día también unos adultos (Abraham y el ángel que se le apareció diciéndole que era Dios) estaban supuestamente descubriendo una verdad, pero estaban irrespetando el derecho a la vida de un niño.  Supuestamente Dios pidió el asesinato de Isaac para descubrir si Abraham le era leal. Eso es todo ilógico, puesto que Dios toso lo sabe.
No transmiten respeto por la vida, sino desprecio por la vida, puesto que no les importaba matar niños para saber la verdad. Tanto el rey Salomón, supuestamente muy sabio y ese supuesto Dios que exigía a su siervo que asesinara a su hijo para que le demostrara amor, todo eso era un total absurdo.  Y la orden de asesinar a esos dos niños fue dada de verdad. Esas dos órdenes vienen de la oscuridad, no vienen de la luz. Solo a un asesino se le ocurre matar.  A quien respeta la vida no se le ocurre como una opción matar.  Ni siquiera en juego.  No es una opción. Si ese rey, supuestamente sabio, hubiera tenido una gran sabiduría verdadera, esa sabiduría lo hubiera llevado a finalizar bien su propia vida, y no fue así. Salomón terminó muy mal, según está escrito. Si hubiera sido sabio, esa sabiduría lo hubiera protegido de terminar tan mal. 
El importante el día del juicio del rey Salomón sobre las dos mujeres, era el niño, cuya maternidad se disputaban las dos mujeres, el importante del relato no era el rey, engreído con su propia sabiduría, enceguecido con sus manos manchadas de sangre humana.  La verdadera sabiduría estaba en la mujer que prefirió perder a su hijo y no que ese despiadado rey lo matara.  La verdadera sabiduría no estaba entonces en el rey asesino.  El rey fue astuto como una serpiente, pero perverso y malo, y eso no es sabiduría.  De la sabiduría hace parte imprescindible el respeto total a la vida humana. Así de infiltrado está Luzbel en las escrituras. Así clava su espada en las mentes para ponerlas a prueba hasta el fondo.

124. Luzbel en el Cielo, en la reunión de los hijos de Dios.
Estaban los hijos de Dios reunidos y allí estaba también Luzbel, tranquilo entre ellos.  Así empiezan los dos primeros capítulos del libro de Job, en las escrituras (Job 1:6-12) (Job 2:1-7).  El lugar natural de Luzbel es estar entre los hijos de Dios, según el libro de Job.  Dios y Luzbel hablan bien, sin odio, ninguno de los dos tiene problemas por la presencia del otro.  Hablan como amo y siervo sumiso.  En el Cielo no se arma una guerra de ángeles al estar Luzbel en la presencia de Dios.  Hay armonía en la relación de Dios y su ángel Luzbel.  No hay odio, no hay rebeldía, Dios no ejerce autoridad sobre Luzbel a la fuerza, ni Luzbel le obedece a regañadientes, ni murmurando, ni blasfemando contra Dios.  Ni sucede que Luzbel espera un descuido de Dios para hacer algo en contra de la voluntad de Dios.  Ni siquiera cuando supuestamente está lejos de Dios, paseándose Luzbel por la Tierra, hace obras que Dios no le haya autorizado hacer previamente.  Son amo y siervo en una perfecta relación, como corresponde con todos los siervos de Dios. Los demonios se postraban con naturalidad delante de Jesús, no obligados, ni maldiciendo, pues Jesús es la autoridad natural para ellos. 
Que Luzbel diga lo contrario a los seres humanos, para inducirlos a rebelarse en contra de Dios. Decirles que es rebelde a Dios, que está por fuera de la voluntad de Dios, lo camufla con una identidad que Luzbel no tiene, la falsa identidad de rebelde, pues Luzbel fue creado mentiroso.  Dios le dio ese poder de engaño a Luzbel sobre las naciones, a las cuales Luzbel controla, obviamente las controla con engaños, con errores y con falacias. Luzbel no creó el mundo, ni creó el poder de las naciones, Luzbel no recibió ese poder de parte de un Luzbel más grande, lo cual es imposible (Lucas 4: 6), sino que ese poder le fue concedido de parte de Dios, para probar a todos los seres humanos. Todo lo que le fue concedido, es lo que hace Luzbel, no puede hacer más de lo que le fue concedido, ni puede hacer menos, y lo hace una y otra vez, por siglos. Miles de millones de seres humanos caen en sus lazos, en sus redes, en sus falacias, debido a la orden y previa autorización de Dios.  A Luzbel le fueron entregados por Dios todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, puesto que le dijo a Jesús que todo este poder y su gloria le daría, porque a él había sido dado, y a quien Luzbel desea, se lo concede tener.
Las tradiciones falaces enseñan que Luzbel no hace la voluntad de Dios, que Luzbel no tiene parte con Dios, que Luzbel no tiene tratos con Dios, que Luzbel supuestamente no dependería de Dios.  Pero todo ese poder y su gloria no le fue dado por otro ser malvado más grande que Luzbel, sino por Dios.  Y no le fue entregado por Dios ese gran poder sobre las naciones a Luzbel, porque Luzbel haya engañado a Dios, ni porque Luzbel haya obligado a Dios, o porque Luzbel se los haya ganado a Dios, en alguna competencia, o en alguna apuesta, o en alguna batalla celestial. 
Nadie más que Dios, (en orden a que se cumpla la voluntad divina), le podía otorgar ese poder a Luzbel, en el universo de Dios.  A Luzbel le fue dado todo ese gran poder, no se lo robó, no lo obtuvo por sí mismo, no se lo inventó, sino que le fue dado por Dios, para que tuviera los medios suficientes y necesarios, para cumplir su misión probadora de seres humanos, ordenada desde el trono de Dios.  Por tanto, Luzbel está oculto ahí en las escrituras detrás del disfraz de rebelde, que necesita tener, para poder tentar a todos los seres humanos.

125. ¿Un poder engañoso puede venir de parte de Dios?
La historia del profeta Micaías (1° de reyes capítulos 22 y 23), en la que Acab, el rey de Israel recibe una profecía engañosa, pero no de parte de Luzbel, sino de parte de Dios, parece un absurdo, una contradicción. Un espíritu de engaño salió del trono celestial, para engañar, no a los profetas de Baal, sino a todos los profetas de Dios, a que le digan al rey Acab, que salga a batalla contra el rey de Siria, que controla la tierra de Ramot de Galaad, y en esa batalla muera el rey Acab, pues Dios ha decidido que el rey debe morir ese día, por causa de las heridas recibidas en esa batalla. 
Por más que el profeta Micaías, le reveló al rey Acab esta verdad del espíritu engañoso enviado por Dios, no le creyó el rey. No le creyó a pesar de que algunos de los profetas engañados confirmaron la versión de Micaías, que todos los profetas de Israel habían sido engañados por orden de Dios. Esto sucedió pues Dios desde su trono había decretado que el espíritu engañoso que Él, Dios, enviaría, engañaría de todas formas al rey Acab, y conduciría irremediablemente a la muerte a Acab. A pesar de las profecías verdaderas de Micaías y la rectificación de algunos de los profetas engañados, el rey Acab no le creyó al profeta, sino que ordenó que lo pusieran preso, hasta que el rey volviera supuestamente sano y salvo de la batalla. Y salió Acab a batalla ese día, seguro que Dios había puesto en sus manos al rey de Siria, según los engañados profetas del pueblo de Israel le habían avisado. Ese día Acab, el rey de Israel fue asesinado, pues los profetas fueron engañados desde el trono de Dios, por orden de Dios. 
Por lo tanto, o se equivocan las escrituras, escribiendo que alrededor del trono celestial, Dios tiene espíritus engañosos, dispuestos para tratar de engañar, para probar a los seres humanos, cosa que nadie esperaría de Dios. O se equivocan los que dicen que todas las escrituras son perfectas y allí no hay engaños, que Luzbel no está camuflado, oculto en las mismas escrituras, autorizado por Dios, para ponernos a prueba, a ver nuestras almas que actitud y que decisiones toman frente a estas revelaciones. 
Si de parte de Dios no vienen espíritus engañosos, entonces en las escrituras hay errores, como este del espíritu engañoso en los profetas de Israel, y por lo tanto hay engaños. Las dos opciones dan el mismo resultado: que Luzbel puede venir del cielo de parte de Dios para ponernos a pruebas con engaños. Esto posibilita que Luzbel caiga del cielo como un rayo, haciéndose pasar por Jesús, para decirle a Pablo que es Jesús a quien él persigue. Y luego, Luzbel puede inspirar a Ananías a orar por Pablo, para que recobre la vista. En este caso Dios envía un espíritu engañoso a poner a prueba a los habitantes de la tierra. Prueba enviada de lo alto para todo aquel que dice creer en Jesús. La última y más sutil de todas las pruebas.
Los que desconocen los atributos de Dios, que todo lo sabe, que todo lo puede, que está en todas partes y que está por encima del bien y del mal, no pueden aceptar que Dios haya enviado ese espíritu engañoso. No deducen que Dios envió a Luzbel, que Dios eligió a Judas Iscariote que Dios también autorizó el engaño de Acab, y que Dios ideó el envío de Pablo adentro del cristianismo, a enseñar palabras humanas que han sido adoradas como palabras de Dios, por más de dos mil largos años. Luzbel y Pablo han seducido a las naciones como lo ha previsto Dios desde lo alto.
Todos esos espíritus engañosos descendieron del cielo, no subieron del infierno. Y ya sea que se haya equivocado la escritura, por lo que entonces habría en ella ese supuesto error de un espíritu engañoso que vine de parte de Dios, o ya sea que se hayan equivocado los doctores de la ley, los teólogos, al tomar los engaños como verdades, entonces la conclusión es la misma, que Luzbel y su hijo Pablo sí son hallados ahí en las escrituras, engañando a los seres humanos, con la autorización de Dios para que todos, con la excepción de nadie, seamos puestos a prueba.  Es necesario tener en cuenta que Dios está por encima del bien y del mal.  Dios no está sujeto a Juicio.
Ese día del espíritu engañoso que descendió sobre todos los profetas de Israel, de parte de Dios mismo, el rey Acab, estaba disfrazado de hombre común, para que no lo reconocieran y así evitar ser asesinado.  A pesar de estar el rey Acab disfrazado de hombre común, sin sus vestiduras reales, ese día un soldado del ejército enemigo, disparó una única flecha al aire.  Ese día esa flecha, que descendió del Cielo, se clavó al azar en el pecho del rey Acab, a pesar de que estaba disfrazado, y el rey Acab murió por una orden de Dios, ejecutada fielmente por un espíritu engañoso, emanado del trono de Dios, que engañó a todos los profetas del pueblo de Dios, menos al profeta Micaías. El espíritu engañoso descendió y también la flecha descendió. Por eso, cuando Jesús decía que veía a Luzbel descender desde el cielo como un rayo, estaba diciendo lo mismo que pasó ese día de la muerte del rey Acab. La flecha descendió como un rayo al hijo de perdición que era el rey Acab, igual que Luzbel descendió, como un rayo sobre el hijo de perdición, Pablo. Descendió el rayo directamente del cielo con la misión de probarnos a todos, autorizado por Dios, y con poderes.  Todo esto lo dice Jesús con solo decir que Luzbel descendía del Cielo. 
Pablo es el que da testimonio de este supuesto encuentro con Jesús en una supuesta y falsa segunda venida de Jesús, ya que Jesús se había ido al Cielo diciendo que no volvería sino el día del juicio.  Obviamente ese día del rayo, Pablo no viajaba con cristianos al lado, que dieran fe de esa anormal segunda venida de Jesús, puesto que le temían a Pablo, porque él odiaba a muerte al espíritu de Jesús, blasfemaba contra el Espíritu de Jesús de los cristianos. Por eso fue por lo que descendió sobre él, y no sobre otro, el falso espíritu directamente del Cielo.  No es firme el testimonio de Pablo al decir que habló con Jesús en una venida adicional a la Tierra, puesto que da testimonio de sí mismo (Juan 7:18). Y no es firme el testimonio de Ananías, puesto que este hecho de la más alta trascendencia lo debía ratificar no Ananías, sino los doce apóstoles de Jesús.  No es más que un espíritu engañoso enviado del Cielo, para poner a prueba a todos los habitantes de la Tierra.

126. Si un ser luminoso se aparece y te dice que es Dios, le crees.
Si oyes una voz que te habla de la nada, y te dice que es Jesús, tú le crees a esa voz lo que te diga.  Si esa voz te dice que es Dios, crees que es Dios, a menos que le creas a Jesús, que previamente te ha alertado sobre esas voces y sobre esos seres luminosos que se aparecen, diciendo Jesús que muchos vendrían en su nombre, que dirían que son Jesús que volvió a la Tierra y se le apareció a un ser humano, cuando Jesús no volverá sino hasta cuando venga con poder a juzgar a todo el género humano. 
Si se te aparece un ser luminoso, con poderes y te dice que es Dios, pasas todo el resto de tu existencia seguro de que hablaste con Dios, que Dios se te apareció, a menos que Jesús, te enseñe y le creas que nadie ha visto jamás a Dios, sino solamente los que vieron a Jesús, porque el Padre es imposible de ver, crees que solo el que ha visto a Jesús ha visto al Padre, nadie más
¿Cómo reconocer entonces la verdad en medio de las falacias?  Solamente conociendo la voluntad perfecta de Dios, solamente conociendo las enseñanzas de Jesús, las de los cuatro evangelios de Jesús y creyéndole a esas enseñanzas, por encima de toda autoridad humana, puedes saber cuándo hay verdad y cuando no, en el que te habla, aunque se te aparezca como un ser luminoso y te diga que es Jesús y mediante dos o tres milagros, te hagan creer a ti que en verdad se apareció Jesús. 
Para luego, por medio tuyo, le hagan creer a todos los demás cristianos de la tierra y de todos los tiempos, que Jesús volvió a la tierra para hablar con un hombre, haciendo una excepción, después de que les dijo a los doce apóstoles que no volvería hasta el final de los tiempos a juzgar a toda la humanidad. Después de que se fue a la vista de ellos, y se despidió de ellos doce.  Además, según está escrito, dos ángeles confirmaron en ese momento que ese Jesús que ellos habían visto subir al Cielo, no volvería sino hasta el día final a juzgar a toda la humanidad.
El poder de Luzbel llega hasta descender del cielo, autorizado por Dios y decirles a los hombres a los que se les aparece: yo soy Jesús el que contigo habla (Hechos 9: 5).  Hasta allá llega el poder de Luzbel, poder que le fue dado por Dios, no le fue dado a Luzbel todo ese poder por otro Luzbel más grande.  Si Luzbel no pudiera hacer eso de hacerse pasar por Dios y hablarnos como si él, Luzbel, fuera Dios, no lograría engañar a miles de millones de seres humanos, no habría tal prueba autorizada de parte de Dios.



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