LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
CAPÍTULO
5
DIOS
ES TODO, O NO ES DIOS.
Dios
es omnipotente, omnisciente, omnipresente y eterno.
O
no es Dios.
47.
Dios todo lo puede, todo lo sabe y está en todas partes.
Además,
Dios es eterno, para Dios no hay pasado, ni hay presente, ni hay porvenir. Para Dios, según Jesús, todos vivimos al
tiempo, puesto que no tiene tiempo, es eterno.
Esta verdad, que Dios es todo poderoso, ha sido desconocida por los
cristianos cautivos, que han nacido secuestrados espiritualmente, con un velo
de falacias en sus mentes, durante dos mil años, pues sin darse cuenta, creen
que Dios no es todo poderoso, aunque de labios para afuera dicen que Dios sí es
todo poderoso, pero solo de labios para afuera. Los cristianos creen que Luzbel
se rebeló en contra de Dios y creen que está en las escrituras sagradas
(Ezequiel 28:14-16). Con esos engaños,
los cristianos pierden totalmente el conocer a Dios en su esencia, pues Dios es
todo poderoso, o si no es todopoderoso, entonces no es Dios.
Si
una sola obra o suceso de la creación hubiera sucedido sin que el Padre,
previamente, lo hubiera autorizado, sin que el Padre previamente lo supiera, o
sin que el Padre la presenciara, entonces Dios en verdad no sería todo
poderoso, no lo sabría todo y no estaría en todas partes, por lo tanto, no
sería Dios, habría otros seres tan poderosos como Dios, capaces de
resistírsele, capaces de desafiar a Dios y sobrevivir. Estaría Dios sujeto a que le sucedieran cosas
que no esperaba y además sucederían hechos ocultos a Él, con lo cual se
demostraría que Dios no sería entonces eterno
Dios
en verdad es omnipotente, omnisciente, omnipresente y eterno, menos para
aquellos miles de millones de seres humanos, a quienes Luzbel y su hijo, el
falso profeta Pablo, han engañado, dejándolos prisioneros en la Gran Babilonia
espiritual, pues creyeron en las falaces enseñanzas de la trinidad
usurpadora. Dios autoriza todo lo que
sucede, incluso ha autorizado las falacias de la trinidad usurpadora, para así
conceder el necesario libre albedrío a los hijos de Dios, los seres humanos.
48. Jesús enseñó que el
Padre es más que justo.
Todo
el bien y todo el mal que sucede sobre la Tierra a todos los seres humanos
primero es autorizado en el trono del Padre.
Luego de esta predestinación inicial, los seres humanos gozamos de una
gran libertad, pues los seres humanos decidimos cómo reaccionar, o qué hacer,
en medio de esas circunstancias previamente establecidas sin errores, por Dios,
para todos los seres humanos, uno por uno.
Los seres humanos decidimos nuestro propio destino porque el Padre así
lo previó, lo decidió, lo autorizó, puesto que somos sus hijos, hechos a su
semejanza, libres, creadores, no creados.
Dios
a nadie le pone pruebas y circunstancias que sean superiores a sus
fuerzas. Cuando una persona dice que una
circunstancia fue superior a sus fuerzas y que por ello se traumatizó, perdió
el control, o se volvió hacia la maldad, siempre habrá millones de seres humanos
a los que les sucedió esa misma situación y no se desmoronaron, ni perdieron el
control de sí mismos, ni se desviaron hacia el mal, por las mismas circunstancias. nadie, el día del juicio le podrá echar la
culpa a los demás, del mal que decidió hacer, nadie podrá decir que fue forzado
por las circunstancias, a desmoronarse, a descontrolarse, o a reaccionar
haciendo el mal.
nadie,
sobre la Tierra, podrá echarle culpas a Dios el día del juicio, por las
circunstancias en que nació, por las circunstancias que le correspondió vivir,
sino que, por el contrario, brillarán tanto la misericordia y la justicia de
Dios ese día del juicio, que, sin tener que ser convencidos por argumentos,
todos los seres humanos, sabiendo en su interior el juicio de Dios sobre sus
obras, sin excepción, doblarán sus rodillas reconociendo la justicia, la
magnanimidad y la misericordia de los designios de Dios. El Padre es más que justo, puesto que es
misericordioso, según enseñó Jesús. El Padre no nos hace justicia, sino que nos
perdona muchas maldades y errores, no nos cobra todo el daño que hicimos en el
universo. Según Jesús, la misericordia
se gloría de ser superior al juicio.
49.
El Padre no tiene, ni tendrá rivales, ni oponentes.
El
Padre, siendo omnipotente, omnipresente y omnisciente, no tiene enemigos, el
Padre no tiene opositores, el Padre no tiene siervos rebeldes, ni siquiera uno,
ni siquiera Luzbel. Al padre nada le falla,
el Padre no se descuida, el Padre no comete errores. Nadie se le puede dañar o torcer al Padre, a
menos que el Padre lo haya previsto. El
Padre no es presa de conspiradores que, ocultos a su presencia y lejos de su
saber, tramen rebeliones en contra de Él.
Nadie puede rebelarse en contra de la voluntad de Dios y sobrevivir, a
menos que Dios prevea que así debe ser, pues nadie es tan poderoso, tan sabio y
tan grande como Dios. Nadie es rival de
Dios, nadie se opone a Dios, nadie hace obras fuera de la voluntad de
Dios. Nadie es semejante a Dios. Nadie es imprescindible al lado de Dios. El Padre todo lo sabe, el Padre todo lo
ve. Nada hay en el universo que el Padre
no vea, nada hay en el universo que el Padre no sepa, absoluta mente nada. El Padre en ningún momento deja de ver todo
el universo, en su todo y en sus partes, por diminutas que nos parezcan. El Padre Está en todas partes. El Padre todo lo ocupa. El Padre está en todo el universo infinito,
pero el Padre también está en todas las partes de ese universo. Por lo tanto, en el Padre está el universo
mismo
Según
Jesús, el Padre ya sabe cómo sucedió toda la historia humana, el Padre ya sabe
cómo nos fue a todos y a cada uno de nosotros en nuestras pruebas. Según Jesús, el Padre ya sabe si fuimos
vencedores o si fuimos vencidos. Según
Jesús, el Padre ya hizo el juicio final, el Padre ya vivió el juicio final,
desde el principio de todos los tiempos, desde la eternidad, porque para el
Padre el tiempo no existe. Para el Padre
todos los seres humanos vivimos al mismo tiempo, según enseñó Jesús, que es el
único que puede dar a conocer al Padre.
Para Jesús, igual que para el Padre, nadie puede ser su oponente, su
rival, pues nadie está a su altura.
Jamás se le oyó decir a Jesús que Luzbel era su oponente. Jamás los demonios, al estar en la presencia
de Jesús le decían que era su oponente, sino su amo y le obedecían sumisos en
todo.
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