LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
CAPÍTULO
4
JESÚS
NO HA REGRESADO AL MUNDO.
(Ni
una sola vez ha regresado. Ni siquiera ha regresado en espíritu.)
39.
Jesús no ha regresado al mundo ni una sola vez.
Desde
que Jesús se fue, de la presencia de sus discípulos, no ha venido al
mundo. Ni Jesús volverá al mundo, hasta
el día del juicio final. Jesús avisó que
muchos vendrían en su nombre, diciendo que Jesús se les había aparecido, que
Jesús había estado aquí o allá, que venían en nombre de Jesús, que Jesús en
persona los había enviado a cumplir alguna misión. Pablo, es el primero de
ellos y el más importante, es grandioso en esto. Pero Jesús, a nadie se ha
aparecido después de su partida ese día, en medio de sus discípulos, y a nadie
se aparecerá (incluido Pablo), tal cual lo dijeron los dos ángeles (hechos 1:
9-11).
Como
Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitado y antes de irse, por
eso Pablo dijo que Jesús se le había aparecido a Pablo también, después de irse
Jesús. Pero como Pablo no podía decir que Jesús se le había aparecido en carne,
entonces fue que dijo Pablo, que descendió un rayo del Cielo, y que ese rayo le
dijo que era Jesús, y todos dan por hecho que fue en espíritu, en forma de rayo
de luz, que supuestamente se le apareció Jesús a Pablo para obligarlo a ser
cristiano, derribándolo, intimidándolo y apabullándolo. Jesús a nadie obliga a
ser cristiano ni lo amenazaría con dejarlo ciego si no le obedece.
No
se puede pasar por alto el hecho que Jesús nunca viene en espíritu solo, como les
dijo a sus discípulos cuando creían ver un espíritu “y Él les dijo: ¿Por qué
estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y
mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne
ni huesos como veis que yo tengo. Y cuando dijo esto, les mostró las manos y los
pies” (Lucas 24:38-40). Jesús dejó su espíritu en los cuatro evangelios, pero
la segunda venida de él será el día final, Él no se le apareció a Pablo.
40.
Jesús enseñó que vendrían muchos diciendo haberlo visto.
Jesús
advirtió que no le creyeran a los que dijeran que habían visto a Jesús, ni fueran
tras ellos. Incluyendo en esta advertencia general, que no le creyeran a Pablo,
aunque no mencionó ni un solo nombre, sino que dijo una frase para todos. Pero
como Pablo fue el primero que lo dijo y fue tan espectacular, lo excluyen de
esa lista de Jesús.
El
día de la segunda venida de Jesús, será el día final de la Tierra. Él dijo que
la segunda venida suya a la Tierra será tan de improviso y tan sin anunciar,
que será como un relámpago. Jesús no dijo
que será un relámpago, sino que será tan rápido y tan de improviso “como un
relámpago que fulgura desde un extremo a otro”.
Pablo
dijo que Jesús vino con forma de relámpago, le pegó y se le identificó como
Jesús. Que el relámpago lo derribó, lo encegueció, lo amenazó y se le impuso.
Que el relámpago, por las malas, lo hizo trabajar dentro del cristianismo
(Hechos 9: 3-8). Pero es que Jesús a nadie obliga a reconocerlo como Mesías. El
primero que dijo que Jesús había bajado del Cielo en espíritu, para enviarlo a
cumplir la más grande misión, la de ir a los gentiles fue Pablo. Pablo fue el primero que dijo que Jesús había
vuelto a la tierra y que solo él, Pablo, lo había visto y había dialogado con
Jesús. Este detalle es muy importante para entender quien realmente es Pablo.
41.
Jesús insistió en que a Él nadie lo iba a ver en Espíritu.
Jesús
fue repetitivo y claro, cuando estaba en la Tierra, en medio de sus seguidores,
al decir que nadie, absolutamente nadie, de los seres humanos, volverá a verlo,
ni en carne, ni en espíritu, ni siquiera una sola vez, hasta que venga, por
segunda vez, día en el cual él finalizará la etapa de la vida de los humanos
sobre la tierra.
Cuando
Jesús le dijo a Tomás, delante de todos, que tocara las heridas abiertas de los
clavos en las manos y en los pies, y tocara también Tomás la herida abierta de
la lanza en el costado de Jesús, porque Jesús vino en carne y resucitó en
carne, no en espíritu, lo hizo Jesús para que entendiéramos que Jesús no iba a
venir en espíritu (Juan 20: 27-28). Para
que comprobara que Jesús no había resucitado en espíritu, Porque, según Jesús,
«el espíritu no tiene carne, ni tiene huesos, como tenía Jesús» (Lucas 24:
36-43)
No
puede haber dos espíritus de Dios diferentes, entre el espíritu de Jesús y el espíritu
que llaman “santo”. No puede haber
diferencia, ni la más mínima, entre esos dos espíritus “santos”, pues son el
mismo espíritu. Por esto es por lo que
Jesús vino en la carne y no se aparece en espíritu, puesto que serían dos espíritus
santos sobre la Tierra, y no uno solo.
Jesús envió su propio espíritu con el cual habló aquí en la Tierra, el espíritu
que Jesús le entregó al Padre, en la cruz.
42.
El espíritu de Jesús no se puede ver, es letras, palabras, verbo.
Pues
es espíritu por excelencia. El espíritu de
Jesús no tiene un cuerpo, solo el cuerpo del Hijo de Dios ha sido su cuerpo
natural. Todo el que vio a Jesús, vio al
espíritu de Jesús. Todo el que oyó a Jesús, oyó al espíritu de Jesús. Mientras vuelve Jesús a la Tierra, por
segunda y última vez, el espíritu enviado por el Padre en nombre de Jesús
permanece sobre la Tierra, guiando a los discípulos de Jesús hacia la
verdad. Permanece, en formas de letras
de los cuatro evangelios guiando a los que no se dejen confundir por el
espíritu de Pablo, (en letras de epístolas) regado por los millones seguidores
suyos sobre la Tierra.
Podemos
ver seres humanos, en los cuales reposa por momentos el espíritu de Jesús. Podemos ver seres humanos, inspirados en
algún momento por el espíritu de Jesús, pero no nos es dado ver al espíritu de
Jesús. El espíritu descendió sobre Jesús
en forma de paloma, pero, aunque la paloma no se entró en Jesús, el Espíritu si
estaba en Jesús. Cuando el Espíritu de
Jesús descendió sobre los discípulos de Jesús como lenguas de fuego, se veía el
fuego, pero no se veía el espíritu de Jesús. Cuando se presentó el espíritu de
Jesús, el día de pentecostés, los presentes sintieron un fuerte viento, pero el
viento no era el espíritu de Jesús, sino una señal que lo precedía.
Cuando
una persona tiene mucho del espíritu de Jesús es mucho menos esa persona,
desaparece, los demás no notan que está menguando y los pueblos no ven que la
persona está ahí, pero es nadie. Por eso no se nota mucho la acción del
espíritu de Jesús. El que lo recibe mengua, desaparece. Nadie es el receptor
final del Jesús.
43.
Primero viene la carne y luego es dado el espíritu de Jesús.
Igual
que recibió la vida Adán en el Paraíso, primero la carne y luego el espíritu,
así se forma el cristiano también, pero ahora nacido del agua y del Espíritu,
en el verdadero paraíso, en el huerto espiritual de las enseñanzas de Jesús. Todo cristiano cree en el nombre de Jesús,
que es el hijo de Dios y cree en las enseñanzas de Jesús, que lo guían a
reconocer cuales son las enseñanzas del espíritu de Jesús.
Jesús
no vino en espíritu, ni resucitó en espíritu, Jesús vino en carne, resucitó en
carne y en carne ascendió al Cielo, pero sus enseñanzas, sus palabras, ese
viento sagrado que salía de sus labios, son espíritu y son vida, según enseñó
Jesús (Juan 6:63). Al solo sonido de las
palabras de Jesús, obedecía todo el universo, y los primeros en postrarse y
obedecerle a Jesús, aquí en la Tierra, eran los demonios, pues siendo
espíritus, reconocían al espíritu dominador.
En
el antiguo testamento se lee que Dios Padre hizo al hombre a su imagen y
semejanza, se lee que Dios primero hizo al hombre de carne y luego le sopló, le
infundió el espíritu. Así mismo sucedió
en el cristianismo, el Padre primero envió a Jesús en la carne, y luego envió al
espíritu de Jesús.
44.
Nadie, además de Jesús ha subido al cielo.
Cuando
el apóstol Juan escribió el libro de las revelaciones, el Apocalipsis, dijo
claramente, no que subió al cielo, ni en cuerpo, ni en espíritu, sino que todo
lo que escribió fue una visión y en esa visión Jesús le habla. Juan dice que es una visión, no que en algún
momento Jesús vino a Juan en espíritu o que Juan se presentó delante de Jesús,
allá en su trono. Y si algún ser humano
sobre la Tierra hubiera podido decir que habló con Jesús ese era Juan, su
discípulo de más confianza, pero Juan mentiría si dijera que Jesús habló con él
después de irse al Cielo Jesús. El libro
de las revelaciones del Apocalipsis es el libro de una visión de Juan. En verdad Jesús no ha descendido todavía a la
Tierra y, por consiguiente, a Jesús nadie lo ha visto desde que se fue.
Pablo
faltó a la verdad, cuando dijo que Jesús, “en espíritu”, descendió a hablar con
él. Pero no contento con esto, también faltó
a la verdad, cuando dijo haber subido al Cielo, inventando un supuesto tercer
Cielo, y faltó a la verdad al decir que no sabía si había subido en cuerpo o en
espíritu. Faltó tres veces a la verdad. Pablo
adulteró, para sus seguidores, la verdad inalterable de Jesús, que dice que nadie
puede ver a Jesús antes de su segunda venida. Para ver a Jesús tendría que
haber subido al Cielo. Y Jesús dijo que hay un abismo imposible de cruzar entre
los humanos y el cielo (Lucas 16:23-31). Ese privilegio que a nadie le fue
dado, de ver u oír a Jesús antes de su próxima venida, fue usurpado por primera
vez, con un falso encuentro, de Pablo con Jesús, y luego fue usurpado, miles de
veces, con falsos encuentros con Jesús y millones de falsas idas de humanos al
Cielo, luego que Pablo dijo haber ido al Cielo.
45.
Todo ojo verá a Jesús cuando vuelva por segunda vez.
Ese
supuesto Jesús que descendió del cielo como un rayo, que encegueció y derribó Pablo,
es una mentira de Luzbel, autorizado desde el Cielo, para poner a prueba a los
cristianos de todos los tiempos. Ese Luzbel
que vio Jesús descender desde el Cielo como un rayo y que cayó sobre Pablo,
definitivamente no era Jesús y menos era el espíritu de Jesús, descendido del cielo
(Lucas 10:18).
Todo
ojo verá a Jesús cuando vuelva por segunda vez.
Ese día las naciones no estarán felices, según Jesús, ni harán fiesta,
ni lo alabarán, sino que, según las enseñanzas de Jesús, se lamentarán todas
las tribus de la Tierra y los que traspasaron las enseñanzas de Jesús (Mateo
24:30). Todos los engañados por Pablo, se lamentarán, pues no le creyeron
solamente a Jesús y a sus doce apóstoles, sino que, engañados, siguieron y
adoraron las enseñanzas humanas de Pablo, como palabras de Dios. Según las escrituras sagradas, más que un día
de alegría, ese será un día de llanto y de crujir de dientes, para la mayoría
de los seres humanos, inclusive para la gran mayoría de los cristianos.
46.
Entonces nadie puede ver al Padre, ni al hijo, ni al espíritu de Jesús, hoy.
Suena
extraño, pero así es. Es necesario saber lo que a nadie le fue concedido tener
en el cristianismo, para que tengamos bien presentes las obras que nadie puede
hacer en el cristianismo. Es
imprescindible entender que nadie ve al Padre, porque es demasiado grande para
que un ser humano pueda verlo. También
es imprescindible entender que nadie ve al hijo, porque se fue y no volverá,
hasta la consumación de los tiempos. Además, es imprescindible entender que nadie
ve al espíritu de Jesús, porque es espíritu, y solo podemos ver seres humanos
inspirados momentáneamente por sus palabras, que son ese espíritu de Jesús.
Aunque
sea mucho el engaño, autorizado desde lo alto para poner a prueba a todos, aunque
millones de seres humanos, engañados por sí mismos, digan que vieron al Padre,
o que vieron al Hijo, o que vieron al espíritu de Jesús, lo obvio es que se
dejaron llevar ligeramente por el error. Fue tanta la influencia de la prueba
de Pablo que no se dieron cuenta que estamos solos con las palabras que dejó
Jesús a ver qué hacemos con ellas. Las personas no van a decir que fueron
engañados por otros, al contrario, van a entender que se engañaron a sí mismos
con los errores de otros. La prueba es tal que nadie la va a superar. Es decir,
los que la superen se habrán negado, serán nadie y nadie los notará.
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