LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LIBRO I
LA TRINIDAD SEGÚN JESÚS
CAPITULO 1
EL PADRE, JESÚS Y EL
ESPÍRITU DE JESÚS.
1. Jesús fue el que dio a conocer la trinidad
celestial.
Cuando
Jesús descendió, desde su trono Celestial hasta la Tierra, según Él dijo, hace
dos milenios, enseñó que El Padre, el Hijo y el espíritu de Jesús, son tres
personas diferentes. Antes de Jesús, nadie había hablado así de Dios. Porque nadie
conocía a Dios en verdad aún, según Jesús. Por esto dice el evangelio según
Juan, que hasta que llegó Jesús nadie había visto a Dios y, que nadie además de
Jesús, es quien lo ha dado a conocer (Juan 1:18). Ese evangelio de Jesús
también dice que todos los que vinieron antes de Él eran ladrones y salteadores
(Juan 10:8). Es decir: impostores. No se refería a personas ajenas al pueblo de
Israel, sino a todos los que vinieron hablando en nombre de Dios, antes de
llegar Jesús. Todos, con la excepción de nadie. Aquí puede uno pensar en los
nombres de todos los líderes del pueblo de Israel, o en todos los ángeles que
se les presentaron, diciendo que eran Dios mismo, mas no lo eran. Por esto
mismo les decía Jesús a los judíos que ellos no eran hijos de Dios, sino hijos de
Luzbel (Juan 8:44).
También
advirtió Jesús, en varias de sus enseñanzas, que, aunque definitivamente el
Padre es el mayor de ellos tres, sin lugar a duda, ellos tres, estando juntos,
o estando separados, son el mismo ser, son el mismo Dios, a los ojos de los
seres humanos. Los tres son Dios y los
tres son uno. Tanto el Padre, como el
Hijo y también el Espíritu de Jesús, son Dios, ya sea estando uno de ellos, o
estando dos de ellos, o estando los tres, juntos o separados, son Dios.
El
Padre, el Hijo y el espíritu de Jesús, nos fueron presentados así por Jesús, llamado
el Hijo unigénito de Dios Padre, porque solo así podemos conocer verdaderamente
a Dios los seres humanos, según enseñó Jesús, que es quien sabe el por qué da a
conocer a Dios, en esa forma muy suya y original, de ser ellos tres personas, y
ser a la vez un Dios único. Esto no fue una enseñanza de Pablo, ni del antiguo
testamento, ni de teólogo alguno de estos dos mil años. nadie, además de Jesús
enseñó esto.
2. Nadie
además de Jesús da a conocer a Dios.
Muchos
dicen que dan a conocer a Dios, pero entre los cristianos, nadie además de
Jesús, da a conocer a Dios verdaderamente, entre todos los seres humanos,
porque nadie además de Jesús, es el Dios verdadero para todos los seres humanos,
según Jesús. Entre los miles de profetas
de todas las religiones, nadie además de Jesús se atrevió a decir que Él es
Dios. Que Él es el creador mismo, en persona. Todos hablan de que recibieron
inspiración, que se les manifestó la divinidad, pero nadie además de Jesús se
atrevió a decir: “Yo soy el creador del universo, manifestado a ustedes”. En
esto de dar a conocer a Dios, nadie es imprescindible además de Jesús, pues
solamente Dios puede dar a conocer a Dios.
Pero los seres humanos, así sean muy grandes y poderosos profetas, como
Pablo (el anticristo), no pueden por sí mismos dar a conocer a Dios, si no es a
través de Jesús.
3. La
trinidad se dio a conocer a través de doce.
Los
únicos seres humanos que pueden hablar con autoridad en nombre de Jesús son los
doce apóstoles de Jesús. nadie, además de
ellos doce, ha recibido una autorización así (Mateo 18:18). Autorización es
autoridad. Hay que recordar que Pablo no es de los doce, no tiene título real
de apóstol, ni tiene esa autoridad. Según
dijo Jesús, El Padre, el Hijo
y el Espíritu de Jesús, decidieron darse a conocer de toda la humanidad, a
través de doce seres humanos. Los doce
apóstoles de Jesús son doce seres humanos comunes y corrientes, que fueron
tomados aparte por Jesús, durante tres años.
Jesús los nombró con ese nombre de apóstoles, solo a ellos doce y a nadie
además de ellos doce. Con ese título de apóstoles lo diferenció de todos sus
cientos de seguidores y discípulos. A
ellos doce los instruyó sobre el reino de los Cielos y sobre la suprema
voluntad de Dios. Pero a diferencia de los demás seguidores y discípulos, entre
los cuales estaban familiares de Jesús, les confirió a los doce la autoridad de
hablar en nombre de Dios en la Tierra. Solo a ellos doce y a nadie además de
ellos doce, dados a conocer con sus nombres propios. Ellos constituyen un
número cerrado de personas insustituibles, desde la eternidad (Apocalipsis
21:14). Esos doce hombres representan el
verdadero puente, el contacto verdadero y autorizado entre Dios y los hombres,
representan ese contacto sin errores, esa revelación pura, ese contacto
perfecto entre Dios y los hombres, según Jesús.
4.
El número cerrado de doce.
El
hecho de que este número sea cerrado, no se pueda abrir, no se puedan restar,
ni añadir personas a este grupo, inició con el número de los doce hijos de
Jacob, que son las doce tribus del pueblo de Israel, y se confirmó con las doce
piedras del pectoral del sumo sacerdote del Pueblo de Israel, las doce piedras
en el pecho del sumo sacerdote son el pueblo, no son trece piedras, ni son
trece tribus, ni son trece apóstoles. nadie
puede ser el trece.
Hay
similitud en el número de los doce apóstoles de Jesús, con las doce tribus de
Israel. Jesús dijo ser el Israel espiritual y Jacob es el Israel de carne, el
de la Tierra. Los doce apóstoles que Jesús eligió a sabiendas incluían a uno
que no era de los doce, judas, que luego se suicida y para reemplazarlo se
presentan dos, Matías y Barsabás. Echan suertes y es elegido Matías, para
volver a cerrar el número. Lo mismo sucede con José, que se convierte en
egipcio, y para volver a cerrar el número de las doce tribus, José, con Jacob
antes de morir, logra que Jacob reciba en el seno de las tribus a sus dos
hijos, Efraím y Manasés, como dos medias tribus, no como dos tribus, para que
los doce siguieran siendo por siempre los doce. En ambos casos el número tiende
a romperse, quedan once, se presentan dos, y al final es cerrado en doce
perfecto.
Ya
había indicios, sobre que sería un número cerrado de doce el de los apóstoles.
Doce los voceros humanos autorizados desde el Cielo. Doce los de las palabras
absolutas, incuestionables e inapelables. Doce los seres humanos del contacto
perfecto, sin errores, con Jesús. Los doce únicos representantes de Jesús,
aparte de todos los que, como Pablo (magistralmente), pretendieron unirse con
estrategias diversas a ese grupo cerrado, durante dos mil años.
Según
Jesús, Dios todo poderoso, descendió en persona a la tierra y eligió a doce
israelitas, a los que Él llamó apóstoles, para darse a conocer de toda la
humanidad. Les dio el título único de
apóstoles a ellos doce, elegidos entre los cientos de discípulos, siervos y
seguidores de Jesús. Ellos a sí mismos
no se denominaron apóstoles. Todos los que se han tratado de infiltrar en ese
grupo, como Pablo, han tenido que denominarse a sí mismos: “apóstol”. Los doce
son, desde la eternidad, (según Jesús) doce únicos cimientos del muro que rodea
a la nueva Jerusalén, la ciudad espiritual de Jesús, que desciende del Cielo de
parte de Dios, donde mora siempre la presencia de Dios, cuyo templo es Jesús, el
cordero mismo (Apocalipsis 21:14). No hay trece cimientos de la ciudad
espiritual de Jesús, “que desciende de lo alto”. Ni hay trece puertas de esa misma
ciudad, sino que las puertas son doce, y tienen los nombres de las doce tribus
de Israel. Los doce apóstoles, entonces, están íntimamente unidos en la cuidad
de la nueva Jerusalén con las doce tribus de Israel. Los doce apóstoles son los
doce únicos cimientos del muro que rodea a la ciudad, y las doce tribus son las
doce únicas puertas de ese mismo muro de entrada a la ciudad. Adentro de la
ciudad está Jesús, el cordero. El trece queda por fuera. De nadie es la treceava
tribu de Israel y nadie es el treceavo apóstol de Jesús.
Cuán
importante es nadie en esta historia. No se ve, pero es imprescindible entender
su lugar. Si aceptamos que el doce es un número inalterable, un número eterno,
un número “descendido del Cielo”, por lo tanto, todo aquel que pretenda ser el
trece, está forzando la estructura creada.
Por lo tanto, Pablo está por fuera de ese número, nadie puede ocupar el
treceavo lugar allí.
5.
Solamente las enseñanzas de los doce son incuestionables.
El
único y exclusivo caso en el cual, todas las palabras y todas las enseñanzas de
unos seres humanos, absolutamente todas sus palabras, fueron autorizadas y
avaladas previamente por Jesús, como provenientes de su Espíritu, desde antes
de ser habladas y escritas esas palabras y esas enseñanzas, fue en los doce
apóstoles. Les dijo Jesús a ellos doce, no a todos los creyentes, ni a todos
sus discípulos y seguidores, ni a los sucesores de algunos de los doce, sino
solamente a ellos doce y a nadie además de ellos doce, que todo lo que ellos
doce ataran en la Tierra, sería atado en el Cielo, y todo lo que ellos doce
desataran en la Tierra, sería desatado en el Cielo. La autorización (autoridad), dada a los doce
apóstoles es total, absoluta, incuestionable y exclusiva. Es una carta en
blanco que les dejó firmada para que ellos hablaran en su nombre.
Jesús
dijo que las palabras de sus doce apóstoles, a partir de la venida del Espíritu
de Jesús sobre ellos, se convertirían en ley, en palabra firme, en bases y
fundamentos del cristianismo mundial. Ese cristianismo es la Jerusalén
espiritual. Ellos doce son, nada más y nada menos, que los testigos oficiales
de la aparición de Jesús, descendido desde el trono de Dios, (Hechos 1:
15-26). Ellos doce son la primera
iglesia de Jesús. A partir de ellos doce
se formó todo el cristianismo. Cualquier
cristiano es necesariamente testigo de Cristo, de su divinidad, de su
resurrección, y de que volverá a juzgar a toda la humanidad, pero solamente hay
doce apóstoles de Jesús. Ni uno solo de los cristianos y discípulos, nadie
además de ellos doce, puede llamarse a sí mismo, o hacerse llamar, apóstol de
Jesús y nadie, además de ellos puede pretender tener la autoridad de Jesús en
el cristianismo.
6. Hasta en los más grandes profetas se hallan graves
errores.
Los
profetas de la antigüedad vieron muchas visiones, verdaderas en gran parte, y
los seres humanos han tomado, por siglos, las palabras de esos profetas, como
palabras que Dios habló. Hoy en día se han multiplicado por millones los profetas,
y ven visiones verdaderas.
Cuando
Jesús hablaba de unas profecías del antiguo testamento, profecías muy puntuales
sobre el Mesías, que se habían cumplido, no estaba diciendo que todo lo que
esos profetas del pueblo de Israel habían profetizado, era verdad de Dios
eterna, absoluta, e inobjetable. Ni estaba diciendo que, por ello, esos
profetas tenían la salvación asegurada. Sino que Jesús decía que, en esas
profecías puntuales, verdaderas, entre muchas otras no acertadas, ellos fueron inspirados
por el Espíritu de Jesús. Jesús no necesitaba decir que en otras profecías no
habían acertado. Él solo estaba resaltando que ya había sido profetizada su
venida y su pasión, por hombres comunes.
Jesús,
sin que le hayan prestado mucha atención estos dos milenios, enseñó que la
mayoría de los profetas de todos los tiempos, no trabajaron solamente para
Dios, sino que además de sí trabajar a veces para Dios, también profetizaron
muchas veces para Luzbel, sin saberlo (Juan 8: 38-45) (Judas 1:9).
Según
el propio Jesús, a muchos de los siervos de Dios, admirados por la humanidad durante
miles de años, poderosos y visionarios, que pretenderán entrar al Cielo, Él les
dirá que no los conoce, que son hacedores de maldad. Les dirá esto muy a pesar
de que ellos profetizaron en nombre de Jesús y en nombre de Jesús hicieron
muchos milagros y fueron columnas y pilares de la historia del Pueblo de Dios
(Mateo 7:22-23) (Juan 1:18).
El
día del juicio sobre toda la humanidad rebosará de sorpresas, en cuanto a los líderes,
jueces, reyes, teólogos, maestros de la palabra de Dios, que serán arrojados a
las tinieblas exteriores. No serán arrojados debido a sus aciertos, sino debido
a que con sus errores ayudaron a que se extraviaran los seres humanos. Ellos
realmente creían que eran verdaderos siervos de Dios, y por eso le contestan en
el juicio, antes de ser arrojados, que ellos profetizaron en su nombre, y en su
nombre hicieron milagros. Pero dice Jesús que traspasaron las enseñanzas de Él.
Ese día se lamentarán los que lo traspasaron (apocalipsis 1:7). Ellos se
engañaron a sí mismos con las magistrales falacias sobre Luzbel que creen
hallar en las escrituras, y con las falaces enseñanzas del hijo de Luzbel,
Pablo.
La
prueba más simple, directa y clara, de los errores de “todos” los profetas del
pueblo de Israel, es que todo ser humano que vaya en pos de la verdad entiende,
adentro de su mente, sin lugar a duda que, aunque hayan dicho por siglos lo
contrario, el Padre, el creador de la vida, jamás ha autorizado a hombre alguno
a asesinar a otros seres humanos, y menos en nombre de Dios. Ni siquiera Dios
estaba de acuerdo cuando exterminaban a los enemigos del pueblo de Israel. Pero
los profetas todos, grandes y pequeños, engañados, les decían a los reyes y
jueces de Israel, que era Dios mismo el que los enviaba a masacrar a sus
enemigos.
En
las palabras del antiguo testamento, quedan los ríos de sangre derramada en
nombre del Dios de la vida, como testimonio de algo que jamás ha debido hacerse
por parte del pueblo de Israel, por parte de sus profetas y sus dirigentes. Y
mucho menos, han debido tratar de legalizar dichas masacres y dichos
asesinatos. Asesinato es asesinato, cométalo el que lo cometa, por grande que
sea el ejecutor, por gobernante que sea, es asesinato. Estas objeciones para
“creer sin cuestionar”, han sobrevivido gracias a las hordas de ateos que han
atacado por dos milenios, esa fe ciega en las palabras de los profetas. Los
ateos, sin darse cuenta ellos mismos, han salvaguardado las verdades eternas,
en este y otros casos muy puntuales. Hay que decir que todos aquellos que
alzaron sus voces para reclamar contra este brutal adefesio de asesinar en
nombre de Dios, han sido guardianes y garantes de la verdad en la que no han
creído. Han servido para depurar la tarea de los buscadores. Ellos tenían que
estar aquí.
7.
Por ignorancia han sido idolatrados los profetas.
En
verdad podemos creer que los profetas recibieron el Espíritu de profecía de parte
de Dios, mas no todas las profecías que leemos en ellos vienen de Dios. Es muy
difícil saber si una profecía viene o no de un espíritu de engaño, si lo dicho
por el profeta es fruto del deseo de su mente. En verdad los profetas no tienen
comunicación directa con lo alto. Para nada es necesario creer que todas las
palabras y enseñanzas de un profeta, sean palabras perfectas, sus palabras no son
absolutas e incuestionables. En la propia escritura vemos inmensos profetas
enviando a un rey a asesinar humanos. Y, en algunos casos como Samuel, cuando Saúl
no asesinó al rey derrotado, desobedeciendo la orden previa del profeta, el
mismo Samuel, se levantó y ejecutó ese violento asesinato en nombre de Dios. Podemos
decir que en los profetas hallamos lo más sublime y también lo más vil del ser
humano, conviviendo en la misma persona.
Pero
el hecho de que los grandes profetas se hayan equivocado en algunas de sus
profecías, no quiere decir que las grandes profecías sobre el Mesías, que los
profetas escribieron, sean falsas, sino que los fanáticos no los ven humanos,
no los ven falibles. Los profetas son humanos y tienen errores. Son pecadores,
no son perfectos. El hecho de recibir una revelación en un momento dado no los
hace superiores, ni, mucho menos, los hace infalibles. Pero las personas en su
ignorancia los idolatran. La humanidad se ha engañado creyendo que todas las
palabras de los profetas son verdad. El problema es reconocer la verdad en
medio de errores.
Por
esa ignorancia de los seres humanos hacia los errores de los profetas, por ese
culto idolátrico hacia las personas de los profetas, es por donde Luzbel y su
hijo, el anticristo Pablo, se han infiltrado, miles de veces, a desviar a miles
de millones de seres humanos, por miles de años, desde los patriarcas del
pueblo de Israel, hasta nuestros días. Han jugado con las ilusiones y con las
emociones de miles de millones impunemente hasta ahora. Millones de veces,
espíritus mentirosos se han hecho pasar por el Espíritu de Dios, y han entrado
en profetas que de antemano sí habían profetizado verdades de Dios. Por lo que
ha habido siempre grandes profetas con algunas de sus profecías erradas (1ª de
Reyes 22: 1-38).
8. Los engaños son los que no han sido
descubiertos.
Todos
los millones de engaños que en estos dos mil años ya fueron descubiertos, que
ya se sabe que no son verdad, no son engaños, pues ya se sabe la verdad, ya se
sabe que son errores y engaños. Por lo
tanto, si Jesús habló de engaños, no pocos, sino muchos, es porque no fueron
descubiertos, es porque pasaron como venidos de Dios, pasaron los siglos
aceptados por las muchedumbres y aceptados por los líderes, como si hubieran
sido palabras del Creador, o de Jesús, o de su Espíritu, durante estos dos mil
años.
Miles
de millones de cristianos son engañados en nombre de Jesús, es inevitable, pues
parece que así fue decidido por Dios, que todo ser humano sea probado a ver si
reconoce la voz, las palabras, las enseñanzas de la verdad, en medio de las
apariencias. nadie está exento de esta prueba, pues somos dioses, según Jesús,
debemos hallar la sabiduría y la verdad por nosotros mismos, con la injerencia
de nadie.
Los
engaños vienen desde Luzbel, en el antiguo testamento, y vienen desde su hijo
Pablo, en el nuevo testamento. Los
engaños son el espíritu de ellos dos. Su arte es la falacia. Los engaños son
las enseñanzas falsas que aún no se ha descubierto que eran engaños, esos son
los muchos engaños, no pocos engaños, y engañan a muchos, no engañan a pocos. Engañan
por igual a doctos e iletrados. Aquellas enseñanzas que a todas luces parecen
verdaderas, pero en realidad son falsas, son las falaces enseñanzas, esos son
los engaños. Muchos han venido en nombre
de Jesús, engañados por Luzbel y por su hijo Pablo (el anticristo), y creyendo
trabajar para Jesús, trabajan para el error, y a su vez esos muchos engañan a
muchos.
Esos
muchos espíritus impostores, que fueron anunciados por Jesús y por algunos de
sus doce apóstoles, vinieron y se quedaron en la Tierra, engañando impunemente,
durante miles de años, a miles de millones de almas, no por su propio poder, no
como si a Dios no le importara, no como si Dios lo ignorara. Jesús denunció la impostura de muchos espíritus,
no porque fuera inevitable para Dios combatirlos, sino porque eran una prueba
de parte de Dios (Mateo 7:22-23). Esos
millones de espíritus impostores han logrado engañar a miles de millones de
almas, no porque Dios, que es todopoderoso, fuera incapaz de controlarlos, sino
que esos espíritus impostores fueron autorizados por Dios, para poner a prueba
a todas las almas humanas, absolutamente a todas las almas humanas, con la
excepción del alma de nadie. Toda alma debe elegir entre la verdad, el error
disfrazado de verdad y el error. Ese es el fruto del árbol de la ciencia del
bien y del mal. Por más enemigo de lo espiritual que sea un ser humano, siempre
estará eligiendo lo que cree que es verdad y señalando a los demás lo que cree
que es error. Esa es la más alta prueba de toda mente.
La
dura prueba a la que esos engaños someten a toda la humanidad, esa prueba que
vino sobre toda la Tierra, extraviando a la humanidad, es una orden de
Dios. Esa prueba asesina las mentes al
elegir ellas los errores como verdades. Es tal la masacre de almas, que dice
que es como un mar, que es como una gran vendimia de uvas y la sangre de los
vendimiados llega hasta los frenos de los caballos (Apocalipsis 14:20). Todo
sucede en silencio, no se oyen lamentos de los asesinados, ni repugna el olor
fétido de la sangre derramada descomponiéndose, porque no mueren los cuerpos
sino las almas, en el impresionante proceso de la creación de los dioses. Los
muertos siguen vivos y no se dan cuenta que murieron al elegir los errores como
verdades. Son los muertos vivientes deambulando por toda la Tierra.
9. Jesús autorizó las enseñanzas de los doce
como sin error.
Desde
antes que hablaran ellos doce en nombre de Jesús, antes que algunos de ellos
escribieran a toda la humanidad, Jesús avaló las enseñanzas de los doce apóstoles,
supuestamente elegidos desde la eternidad, y llamados por Jesús para ser los
testigos oficiales suyos, delante de todos los seres humanos. Ese es el único y exclusivo caso, en que
todas las palabras de unos seres humanos fueron de antemano autorizadas por
Jesús, como la mismísima voz de su Espíritu.
En el resto de los seres humanos, todas las palabras de nadie son
absolutas, inapelables e incuestionables.
En
este exclusivo grupo, de los doce apóstoles, es donde Pablo sabía que tenía que
tratar de infiltrarse, con prodigios y engaños. Pues por fuera de ese grupo de
los doce, no tendría ni la más mínima autoridad para seducir y tentar, a todos
los cristianos, para tratar de extraviarlos de la sabia verdad, con sus falaces
enseñanzas, y con los prodigios que le fue dado hacer delante de la bestia. (Apocalipsis
13:14) (Romanos 15:19)
Hay
que aclarar que Jesús no avaló todas las palabras que los doce apóstoles
hablaron durante su vida pasada. Jesús
avaló las palabras que los doce apóstoles hablaron y enseñaron, luego de haber
sido autorizados por Él y confirmados con la venida del Espíritu de Jesús sobre
ellos. Cuando los doce apóstoles estaban
en la Tierra con Jesús, incluso hasta el día mismo de la subida de Jesús al
Cielo, Él los estaba corrigiendo de sus errores, una y otra vez, estaba
enseñándoles, pues el Espíritu de Jesús aún moraba en Jesús y las palabras de
ellos doce no eran aún absolutas, se necesitaba que además de ser del número
cerrado y exclusivo de los doce apóstoles de Jesús, también haber recibido el
Espíritu de Jesús.
10. Doce bases eternas del muro de la nueva
Jerusalén.
Alrededor
de la nueva Jerusalén, la ciudad de Jesús, que desciende del Cielo y es eterna,
hay un gran muro, construido con piedras preciosas, rodeándola, protegiéndola,
guardándola. El muro de la nueva Jerusalén no es la Ciudad misma, porque la
ciudad es el cordero, según dice la escritura, pero el muro hace la parte
exterior de esa Ciudad de Dios.
Y
en cada uno de los únicos doce fundamentos eternos del muro de la nueva
Jerusalén, desde la eternidad, está grabado el nombre de, uno por uno, los doce
apóstoles de Jesús. Por tanto, se ha de
leer el nombre de Matías allí, no el nombre de Judas, ni el de Pablo. Si sus
nombres están escritos en las bases del muro que rodea a la nueva Jerusalén, y
esta es eterna, suponemos que esos nombres están ahí desde la eternidad
(Apocalipsis 21:14).
Son
doce cimientos de ese muro, ni uno más, ni uno menos. No son trece cimientos,
no puede haber un treceavo cimiento, un treceavo fundamento, una treceava
base. Pablo es un falso apóstol, es el
más falso profeta de todos los falsos profetas, es el más impostor de todos los
impostores, es el seductor de las naciones, es el usurpador del puesto de los
apóstoles de Cristo en el cristianismo.
11. Los doce son las piedras del pectoral
celestial de Jesús.
El
pectoral del sumo sacerdote del Israel del antiguo testamento, aunque es
perecedero y terrenal, no fue creado al azar, sino que fue tomado de un modelo
eterno ya existente en el Cielo, en el Israel espiritual. (Sobre que a moisés
le mostraron unos modelos: Éxodo 25:40, 26:30. Números 8:4). El pectoral terrenal es semejanza de un
pectoral supuestamente eterno. Es un pectoral con doce piedras preciosas
talladas e incrustadas en un efod.
No
es hecho de doce piedras cualquieras, sino que todas son piedras preciosas
diferentes y llamadas por sus nombres propios, tal cual son los doce apóstoles
de Jesús. No se podía quitar una de esas gemas y poner otra clase de gema en su
lugar. Cada gema tenía su nombre. Tampoco son doce piedras preciosas, pero en
bruto, sin tallar y sin pulir, sino que son doce gemas talladas, enseñadas por
Jesús durante tres años, e inspirados por el Espíritu de Jesús.
Por
eso el sumo sacerdote terrenal, debía llevar un pectoral alrededor de su pecho,
donde reside su espíritu, como lleva por toda la eternidad su pectoral de los
doce apóstoles, el sumo sacerdote, Jesús de Nazaret. El pectoral de Jesús no es
Jesús, sino que el pectoral de doce piedras preciosas está a su alrededor. Los
doce apóstoles de Jesús no son Jesús, pero son los doce que fueron elegidos
desde la eternidad para que lo rodearan a Él.
El
pectoral del sumo sacerdote Jesús, es el mismo muro de la nueva Jerusalén,
porque la ciudad de la nueva Jerusalén es el cordero. No hay trece piedras en
el pectoral, ni hay trece cimientos en el muro de la nueva Jerusalén, ni Pablo
es del número de los doce apóstoles de Jesús, ni fue enseñado por Jesús, ni fue
inspirado por el Espíritu de Jesús en todas sus enseñanzas.
En
el pectoral espiritual del sumo sacerdote, Jesús, el pectoral de doce gemas,
están los nombres de los doce apóstoles de Jesús, pero no se lee el nombre de
Pablo. Si el nombre de Pablo no está en ese muro de la nueva Jerusalén, mucho
menos está en ese pectoral.
12.
Apóstoles de Jesús son:
Pedro.
Santiago.
Juan.
Andrés.
Mateo.
Tomás.
Felipe.
Bartolomé.
Simón
el cananita.
Santiago
el hijo de Alfeo.
Judas
(no el Iscariote)
Matías.
Y
nadie, además de ellos doce, puede llamarse apóstol de Jesús.
Tan
es esto así de verdadero, que Matías fue tomado del grupo grande de más de cien
discípulos que eran muy asiduos, eran muy cercanos a Jesús, eran discípulos
directos de Jesús y eran testigos del ministerio, y de la resurrección de
Jesús, como lo eran los doce, como era María, la madre de Jesús, como lo era
María magdalena, como lo eran los familiares de Jesús. Pero nadie de ese grupo
privilegiado, abusó del nombre de apóstol, ninguno de esos testigos de primer
orden, osó llamarse a sí mismo apóstol.
Entre
esos doce nombres, de las doce piedras preciosas del pectoral de Jesús, sumo
sacerdote, que son los mismos nombres de los doce fundamentos del muro de la
nueva Jerusalén, no están ni el nombre de Judas Iscariote, ni el nombre de
Pablo.
Pablo
no es apóstol, es el anticristo camuflado, el falso profeta, el seductor de las
naciones, el impostor, el usurpador, el más grande y famoso de todos los
anticristos, cuyo engaño, astuto y sutil, ha durado dos mil años, sin ser
descubierto por las naciones. Es el más magistral
de todos los falaces que han habitado el planeta Tierra.
13.
Jesús es hallado solamente en cuatro evangelios.
En
ninguna otra parte de toda la Tierra es hallado el verdadero Jesús, el enviado
del Cielo. A pesar de que los doce son las piedras del efod y son las bases del
muro de la nueva Jerusalén en ellos doce no de halla Jesús. Ellos doce te
llevan a Jesús el de los cuatro evangelios. Esos cuatro evangelios,
aparentemente fueron escritos aquí en la Tierra, por Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. Las enseñanzas de los doce apóstoles
de Jesús, de los cuales no hace parte Pablo, están alrededor del Jesús de los
cuatro evangelios y te llevan directo a Jesús.
Así es como todo cristiano verdadero ve las sagradas escrituras, los
cuatro evangelios, en medio de los cuales está el cordero, y alrededor de ellos
los escritos de los doce apóstoles de Jesús.
Pero Pablo, a pesar de sus sutiles y poderosos engaños, con sus vastas
epístolas y enseñanzas falaces sembradas en medio de cientos de enseñanzas
sublimes y verdaderas, no te lleva, ni te llevará, ni puede llevar a ser humano
alguno, directo a Jesús. Mucho menos, Pablo
escribió evangelio alguno sobre Jesús, como en sus epístolas mentirosas dice de
su supuesto Evangelio, al cual ni siquiera llama evangelio de Jesús, porque en
realidad es un falso evangelio que da testimonio de Pablo y ensalza a Pablo y
alaba a Pablo, y por eso lo llama “mi evangelio”. Jesús no es hallado en las extensas epístolas
y enseñanzas de Pablo, sino que por el contrario los cristianos se extravían de
Jesús, en algunos puntos de difícil inteligencia de esas falaces enseñanzas,
puesto que esas trampas están rodeadas de muchas verdades sublimes.
14. Solo a través de Jesús se puede dar a conocer
a Dios.
Aparte
de los doce apóstoles de Jesús, revestidos con la autoridad de ser los voceros
oficiales y autorizados de Él aquí en la Tierra, nadie también puede dar a
conocer a Dios por sí mismo. Cualquier ser humano, ya sea grande o pequeño,
ignorante en el mundo o erudito, lo puede dar a conocer, siempre y cuando lo haga
unido fiel mente a las enseñanzas de Jesús, que están en los cuatro evangelios,
pues Jesús y nadie además de Jesús es el sendero a Dios. Según Jesús. Toda la presentación verdadera
de Dios a los seres humanos proviene de Jesús y de nadie además de Jesús. Pues Jesús, es el único nombre sobre la
Tierra y bajo el Cielo, dado a los seres humanos, en que podemos conocer a
Dios. Dios no está en objetos materiales, ni en rituales, y Jesús es Dios,
según Jesús. No hay profetas que lo hayan dado a conocer sin dar a conocer a
Jesús. Ni hay revelaciones de Dios a los hombres sin Jesús. Según Jesús.
Nadie
es tan importante sobre la Tierra, como para que pueda decir que era necesario
añadir una enseñanza suya a las enseñanzas de Jesús, lo cual han hecho por
siglos los seguidores de Pablo, con sus epístolas. Ignoran que Jesús con nadie comparte su gloria. nadie puede decir que a Jesús le sobró una
enseñanza. O que le hizo falta una enseñanza a Jesús, sin la cual un ser humano
no pueda llegar a la verdad total, llegar al Padre, llegar al Cielo, llegar a
la nueva Jerusalén. Por lo anterior, se
deduce que la verdad total no era añadirles a las enseñanzas de Jesús, las
enseñanzas que supuestamente le habrían faltado, (como las de Pablo) que
supuestamente serían enseñanzas importantes e imprescindibles para la salvación
de las almas, pues a Jesús no le faltó ni una sola enseñanza. Sino que la verdad total es reconocer que las
naciones le añadieron enseñanzas de hombres a las enseñanzas de Jesús,
traspasaron a Jesús, con lo cual impidieron que el Espíritu de Jesús guiara a
los cristianos a la verdad total.
15. Si un ser humano lee solamente los cuatro
evangelios.
Si
una persona, lee solamente los cuatro evangelios, y no lee más libros en toda
su vida, ese ser humano sí conoce a Jesús (Dios) directamente. Y ese conocer a Dios, poniendo por obra esas
enseñanzas, como si fuera un sendero para recorrer, le es suficiente a ese ser
humano para llegar a la salvación dada por Jesús, aunque no lea las enseñanzas
de los doce apóstoles de Jesús, ni lea a uno tan solo de los miles de teólogos
con alto grado de fidelidad y bajo grado de infidelidad. Pues Jesús es el único
sendero, Jesús es suficiente, por lo que las enseñanzas de nadie les hacen
falta a las enseñanzas de Jesús. Si un
ser humano, lee solamente los cuatro evangelios, y no lee más en toda su vida,
el Espíritu de Jesús, que vive en esos cuatro evangelios, lo lleva directamente
hacia la verdad total, no necesita de enseñanzas de seres humanos, ni de
maestros humanos.
Las
enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús no nos llevan a conocer al Padre,
sino que esas enseñanzas rodean a las enseñanzas de Jesús, así como los doce apóstoles
de Jesús rodean a Jesús, son su pectoral de doce piedras preciosas y así como
el muro de la nueva Jerusalén, sin ser la nueva Jerusalén, rodea a la ciudad
celestial, la eterna, siendo eterno también su muro. Las enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús,
en verdad son absolutas, son inapelables y son incuestionables, pero también
hay que reconocer que si un ser humano no lee esas enseñanzas de los doce apóstoles
de Jesús, pero sí lee los cuatro evangelios de Jesús, según Mateo, Marcos,
Lucas y Juan, ese ser humano ya está en el camino, ya conoce a Dios. Por eso sucedió, que cuando algunos de los
discípulos de Jesús, le dijeron que habían visto a unos que estaban arrojando
demonios en el nombre de Jesús, pero que como no eran de su grupo, se los
habían impedido, entonces Jesús les ordenó que no se los impidieran, porque
ninguno que obre un milagro en nombre de Jesús, hablará luego mal de Jesús.
Si
un ser humano lee muchos libros, de muchos teólogos con alto grado de
fidelidad, si ese ser humano lee profecías verdaderas, lee también escritos de
siervos de Dios y lee las enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús, pero
desafortunadamente ese ser humano no pudo leer, o no consiguió que le leyeran,
los cuatro evangelios, donde están por toda la eternidad las enseñanzas de
Jesús, ese hombre aún no ha llegado a donde Jesús, no ha llegado a la verdadera
presencia de Dios, ni ha podido adorarlo.
Pues ese hombre aún no conoce a Dios directamente, no conoce el sendero,
ese ser humano ha oído hablar del sendero, pero no ha pisado en el sendero.
16.
El cristianismo es como un sendero de luz.
El
cristianismo no es un proceso, ni es un sistema teológico, ni es una religión.
La religión que hoy hay está formada por las añadiduras que les hacen a los
cuatro evangelios, principalmente las epístolas de Pablo. Ahí sí hay una
religión. El cristianismo son las enseñanzas de Jesús, el sendero son las
enseñanzas del Cristo, que es Jesús y las enseñanzas de nadie además de esas. nadie además de Jesús es el Cristo, nadie
además de Jesús es el verdadero sendero.
En esas enseñanzas de Jesús están las señales y las instrucciones para
nacer de nuevo, para ser hijos de Dios, para tener la vida eterna. Todo paso que uno dé conforme a esas
enseñanzas de Jesús, toda decisión que un ser humano tome conforme a esas
enseñanzas de Jesús, que están en los cuatro evangelios, da ese paso en Jesús
mismo, lo da en el único sendero luminoso de Dios. Si un ser humano se sale del sendero y sigue
las enseñanzas de teólogos, como Pablo, nada tiene, traspasó a Jesús. El ser humano tiene luz mientras está en el
sendero, si se sale del sendero está en las tinieblas, hay luz, pero las nubes
no dejan ver. En cuanto ese humano pueda
volver al sendero vuelve a estar iluminado.
Si
el cristianismo fuera un proceso, el ser humano sería poseedor de la luz del
cristianismo, no la perdería. Si el
cristianismo fuera un proceso, aunque un cristiano se saliera del sendero,
tendría la luz propia acumulada en el proceso, pero como es un sendero, todo
aquel que se salga un instante del sendero de luz, anda rodeado de nubes. Sin el sendero no puede ver más allá. nadie además de Jesús es el camino. Si no es por intermedio de la fe en Jesús y
en nadie además de Él y en sus enseñanzas, no viene el verdadero Espíritu de
Jesús a morar en los seres humanos y a guiarlos hacia la verdad total. nadie además de Jesús envía el Espíritu de
Jesús, y nadie además del Espíritu de Jesús los guía hacia la verdad
total.
Jesús
mismo fue el que dijo que sería contado entre malhechores y que todos,
absolutamente todos, los que vinieron antes de Él, como enviados de Dios, eran
ladrones y eran salteadores. Por eso, aunque millones de seres humanos,
engañados y confundidos por sutiles ardides, los oyeron y siguieron sus
caminos, para su desventura, las ovejas reales de Jesús, no se dejaron
confundir y no los oyeron, porque las ovejas de Jesús oyen a nadie, a ningún
ser humano, además de Jesús, en este sendero al Padre. Aquí se entiende la
importancia de nadie en el cristianismo. nadie es más importante que los demás
en este sendero de luz.
17. Es imprescindible añadir las enseñanzas de nadie
a las de Jesús.
Es
indispensable entonces tener bien en cuenta a ningún ser humano, para seguirlo
hacia el Padre, ir en pos de nadie, además de Jesús, dejarse deslumbrar por nadie
además de Jesús, porque es indispensable saber que, entre los humanos, nadie
además de Jesús es Dios, es Cristo, es Mesías, es el enviado de Dios Padre.
Es
absolutamente necesario en el cristianismo, tener siempre presente que nadie es
imprescindible, además de Jesús, para conocer verdaderamente a Dios, tanto al
Padre, como al Hijo y al Espíritu de Jesús. Porque solamente haciendo así, los
falsos profetas, entre ellos el supremo impostor Pablo, no pueden interponerse
entre Dios y los seguidores de Jesús. El
ser humano que invoque al Padre celestial, sin invocar a Jesús, por más profeta
y por más milagroso que sea, ese no es de Jesús, sino que es del anticristo
(Pablo). Nadie es así de importante en
el cristianismo.
Si
a toda hora, en todo momento, todo el tiempo, no le añades las enseñanzas de
ningún ser humano, las enseñanzas de nadie, a las enseñanzas de Jesús, allá en
el lugar sagrado, en el templo y en el altar de tu alma, entonces los falsos
profetas, por millones, como una plaga de langostas, dirigidos e instruidos por
las seductoras enseñanzas del anticristo (Pablo), no te dejarán llegar al
conocimiento de Dios, te engañarán, te desviarán, estarás errando y creerás
estar ante la presencia de Dios sin estarlo.
Porque añadirle las palabras y
enseñanzas de ningún ser humano, las enseñanzas de nadie, a las palabras y
enseñanzas de Jesús, es totalmente imprescindible para poder llegar a la verdad
total, que es lo mismo que entrar de lleno a la plaza de la gran ciudad, a la
plaza de la nueva Jerusalén, a la palabra viva de Dios.
18. El cuidado de no aceptar usurpadores.
Los
verdaderos profetas no se interponen entre Dios y los hombres. En esto también diferenciamos a los profetas
verdaderos, de los falsos profetas, en que los falsos profetas y apóstoles,
pretenden usurpar, con sus enseñanzas, las enseñanzas de Jesús, interponiéndose
entre Jesús y los cristianos, como lo está el anticristo (Pablo). Aparentemente, los astutos falsos profetas,
no enseñaron a los cristianos a dejar de lado a Jesús, incluso le dan la gloria
a Jesús, en algunas de sus enseñanzas, pero en otras enseñanzas le roban,
descaradamente, la gloria a Jesús. ("sed imitadores míos como yo los soy
de Cristo" 1 Corintios 11:1. ver también: 1 Corintios 4:16, Filipenses
3:17). Por lo que, dos mil años después, ahí están esas sutiles enseñanzas,
interponiéndose, usurpando, ensuciando y pisoteando el lugar santo, que es la
palabra viva de Dios. Sus enseñanzas, los ponen en su lugar.
Pablo pretendió para sí ser el treceavo
apóstol, porque necesitaba para su nefasta misión probadora de seres humanos, usurpar
ese puesto de autoridad total y de privilegio, que a nadie le fue concedido
tener, de ser el treceavo apóstol. Por lo que con prodigios, argumentos,
falacias y engaños, se apropió del título de apóstol, dado por Jesús a los doce
cimientos del muro de la nueva Jerusalén, a las doce piedras de su pectoral
eterno, diciendo Pablo a sus seguidores, que él es el treceavo apóstol.
Pueden decir que cuando Jesús llamó a sus
doce apóstoles, Pablo era muy joven, y por ello no era apto para ser apóstol
del número de los doce, según parece por las escrituras. Pero no era un problema
para el Padre haber puesto a Pablo en la tierra en una edad semejante a la edad
de los demás apóstoles de Jesús. Si el Padre, de verdad, hubiera deseado, por
un solo instante, que Pablo fuera un apóstol de Jesús, Pablo hubiera sido del
número de los doce, pues el Padre todo lo puede. Pablo ni siquiera fue llamado
por Jesús, para pertenecer al numeroso grupo de sus cientos de discípulos y
seguidores, que no fueron llamados apóstoles por Jesús, entre los cuales hasta
había jóvenes, como Marcos, el que huyó, dejando su ropa en las manos de los
soldados que apresaron a Jesús, en el huerto de los olivos.
En
el tiempo que Jesús estaba sobre la tierra, Pablo estaba también en Israel,
pero no oyendo a Jesús, sino por el contrario, haciéndose un fariseo
recalcitrante. Era un joven aprendiz, de un maestro mediocre del pueblo de
Israel, llamado Gamaliel, que era un maestro fariseo, sobrevalorado en las
epístolas de Pablo, para poder engañar a los gentiles con Gamaliel, haciéndoles
creer que sabía mucho de la ley de Dios y de la verdad de Dios. Pero Gamaliel,
ese supuesto gran maestro del pueblo de Dios, ni siquiera reconoció quien era
Jesús, como si lo reconocieron Nicodemo y José de Arimatea. Tampoco Gamaliel se
convirtió al cristianismo de los apóstoles, por lo que, en el cristianismo
verdadero, ese tal maestro Gamaliel, en verdad nada vale.
Pedro y los otros diez apóstoles, se
reunieron para pedirle al Espíritu de Jesús, que los guiara a señalar al
elegido como apóstol, según la voluntad de Dios, luego de suicidarse el falso
apóstol Judas, para que el número de doce permaneciera cerrado. Era
absolutamente necesario para ellos, según su autoridad, emanada del Espíritu de
Jesús, que el elegido hubiera estado con Jesús durante todo el tiempo de su
ministerio y que también pudiera ser testigo directo de la resurrección de
Jesús, y que además hubiera recibido el Espíritu de Jesús el día de
pentecostés. Esas eran unas condiciones sin las cuales nadie podía ser del
número cerrado de los doce apóstoles de Jesús. No creáis a cualquier espíritu,
sino escudriñad los espíritus a ver si son de Dios. (1a de Juan 4:1)
19. El que siga a los doce a donde Jesús
llega.
El
que siga a los doce, llega a Jesús sin ser desviado; y el que siga a Jesús, al
Padre llega sin ser desviado. Pero
Pablo, diciendo que lleva a los seres humanos a donde Jesús, en verdad también
los lleva a adorar a Pablo. Por ese
trabajo tan sutil, de elaborado engaño de Pablo, hoy en día, en toda la Tierra,
donde se adora a Jesús, entre todos los católicos, entre todos los ortodoxos y
entre todos los de la reforma protestante, también se dice que todas las
palabras de Pablo son palabras que Dios habló.
Y las epístolas de Pablo, han logrado pasar dos mil años como si fueran
verdaderas palabras de Dios. Pero justamente ese es su problema, que a la vez
se ve claramente que ha quedado interpuesto entre Dios y los hombres, ha
quedado al lado de Jesús, es seguido, sus palabras son tomadas como si fueran
las mismísimas palabras de Dios. El que
estudie las escrituras hoy sin el velo de las falaces enseñanzas de Pablo, ve
que los humanos van es hacia Pablo, que no son guiados hacia Jesús, ni llegan
al Padre.
20. El Padre, Jesús y sus doce, todos son
uno.
Realmente
son uno por la negación de Jesús y por la negación de los doce apóstoles. Son
uno por su sumisión total de todos a la voluntad del Padre. Solo así ese
Espíritu de Jesús los une en verdad.
Jesús rogó al Padre, por todos aquellos que crean en Él (en Jesús), por
las enseñanzas de los doce apóstoles. Jesús no rogó por los que crean en las
enseñanzas de alguno otro ser humano. Jesús no rogó por lo que crean en las
enseñanzas de Pablo. Jesús se negó a sí
mismo, y los doce apóstoles se negaron a sí mismos, se hicieron nadie. Así se
hicieron uno con Jesús y con el Padre por la negación de sus voluntades. Todo aquel que se niegue a sí mismo que
deponga su voluntad, para hacer la voluntad del Padre expresada en las
enseñanzas de Jesús y en las enseñanzas de los doce apóstoles, ese, como ya no
es alguien, como es nadie, llega a ser uno con Jesús.
Ser
nadie es algo que obviamente Pablo no pudo ser, porque no se podía negar a sí
mismo. Pablo tenía que hacer todo lo contrario de negarse, él se tenía que
afirmar, ser muy llamador de la atención, para poder atraer a los cristianos
hacia su persona. Cuando los habitantes de la ciudad de Listra trajeron bueyes
para sacrificarlos delante de Pablo, porque vieron uno de sus milagros, él se
opuso rotundamente, diciendo que él era un simple ser humano. Pero en sus
epístolas, Pablo incita muchas veces a sus lectores a que lo idolatren, a que
sean imitadores de él, como si imitaran a Cristo. Pablo no les decía que fueran imitadores de
Cristo. Pablo le escribe a uno de sus
discípulos que no tenga temor de dar testimonio de Jesús y de él, de Pablo, que
era su maestro, porque Pablo pretendía ser un puente entre Cristo y los
cristianos.
Pablo
hace lo uno y hace lo otro con sutileza, da gloria a Jesús y a la vez quita, en
otras enseñanzas, la gloria a Jesús. Por eso fue por lo que terminó engañando a
las naciones por dos mil largos años. Si
Pablo se negaba a sí mismo, desaparecía como gran maestro, no podría ejercer su
ministerio extraviador de los seres humanos. Pablo tenía que llamar mucho la
atención de los humanos hacia su persona, para poder distraer a los cristianos,
que tenían la atención puesta en Jesús. Mientras que los doce apóstoles y Jesús
sí se negaron a sí mismos, Pablo se tenía que afirmar. Esta diferencia solo la
puede notar aquel que esté tratando de negarse a sí mismo. Por eso no es notada
por las naciones que son como un mar efervescente de egos.
21.
Nadie, además de Jesús, “merece” ser adorado por los cristianos.
Las
palabras de nadie, además de las de Jesús, merecen ser tenidas como palabras de
Dios, porque entre todos los humanos, nadie además de Jesús es Dios. El que siga a Pablo y acepte que esas epístolas
humanas son palabras de Dios, lo cual es adoración, no sigue a Jesús, ni sigue
al Padre, ni conoce a Dios. Esas
palabras de Jesús son la enseñanza que en verdad desciende de lo alto, son la
enseñanza que da el Espíritu de Jesús.
Todo aquel que sea de la verdad, todo aquel que conozca verdaderamente a
Dios, es decir, todo aquel que conozca a Jesús, tal cual es (Dios), se aleja de
las enseñanzas de Pablo en silencio. Deja que todos sean probados, sin arrancar
esa cizaña, aunque se dé cuenta que millones de seres humanos estén confundidos
con sus milagros y estén engañados y seducidos por sus enseñanzas falaces,
encubiertas entre sus muchas enseñanzas verdaderas. Todo aquel que desee adorar
a Dios, ha de tener el cuidado de adorar también las palabras de nadie. Solo
así se asegura de no adorar humanos, de no adorar palabras humanas como
palabras de Dios.
22.
Nadie además de Jesús da el espíritu de Jesús.
El
ser humano que reciba el Espíritu de Jesús fue porque se lo regaló Jesús. nadie
además de Jesús puede dar el Espíritu de Jesús.
No es que alguien pueda dar el Espíritu de Jesús y no lo haga, es que nadie,
además de Jesús, puede Darlo.
Pablo
no trae el Espíritu de Jesús, sino que trae el espíritu de Pablo disfrazado de
Espíritu de Jesús, con mucha astucia. Pablo da el espíritu del anticristo,
camuflado de espíritu de Jesús impersonal, no unido al Espíritu de Jesús. Como
si ese Espíritu fuera independiente de Jesús. Tiene que hacerlo así porque nadie
además de Jesús puede dar el espíritu de Jesús. No es por alguna otra razón. También
viene disfrazado de espíritu obrador de prodigios, un espíritu que tumba, que
derriba a los seres humanos, como fue derribado Pablo, un espíritu que les
quita la fuerza a los seres humanos y les hace perder la conciencia y la luz de
los ojos, como encegueció a Pablo. Un falso espíritu “no de Jesús”,
aparentemente santo, enviado por el tentador para probarnos, autorizado por el
Padre de Jesús.
Dios
es Jesús, y las palabras de Jesús son el espíritu de Jesús. Jesús y sus
palabras dan a conocer al enigmático Padre. Jesús también enseñó que son tres
Dioses en Él. Y enseñó que sus palabras, sus enseñanzas, son su espíritu, el
único Espíritu de Dios (Jesús) que puede haber. No hay otro Espíritu “Santo”
diferente de las palabras de Jesús. Por lo que nadie, además de Jesús puede dar
el Espíritu de Jesús. Pablo enseña a
llamar al Padre: “Dios” (de forma impersonal, difusa), cuando Jesús enseñó que
se llama el “Padre de Jesús”. Y Pablo enseñó a llamar al Espíritu de Jesús:
Espíritu “Santo”, y logra diferenciarlo, desprenderlo de las palabras de Jesús,
cuando su nombre es “Espíritu de Jesús”.
El
Padre de Jesús contiene el nombre de Jesús y el Espíritu de Jesús contiene el
nombre de Jesús. Por lo que los tres tienen el nombre de Jesús. Único nombre
dado a los hombres para conocer a ese enigmático ser llamado Dios.
LA
VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LIBRO
I
CAPITULO
2
EL
PADRE ES EL MAYOR DE LOS TRES,
AUNQUE
LOS TRES SON UNO.
Jesús
fue el que enseñó así sobre la trinidad.
23. Jesús enseñó que lo envió el Padre, que es
mayor que él.
Jesús
enseñó que él (como ser humano), es la única parte del Padre, que nosotros los
humanos, podemos conocer. Cuando Jesús, (que
dice que él es Dios hecho hombre), descendió de su trono en el Cielo, y habló
con los hombres aquí en la Tierra, enseñó que Dios Padre es tan grande, es tan
incomprensible para nuestras mentes, almas o espíritus, que nadie, ningún
humano, puede verlo, o conocerlo, o hablar con Él. Por lo que Dios Padre se redujo a sí mismo a
la condición de Hijo de Dios, para darnos a conocer de sí mismo, todo aquello
de Dios Padre, que para nosotros sí sea posible y sea necesario conocer.
Enseñó
Jesús que el Padre (que fue aquel que le dio las ovejas), es mayor que todos. Pero
enseñó también, que el Padre y Jesús son uno (Juan 10: 29-30), por la negación
de Jesús ante la voluntad del Padre.
Jesús no vino a hacer su voluntad, cuando descendió de su trono en el
Cielo, sino que en todo momento Jesús hacía la voluntad del Padre, que lo
envió. Según Jesús, él no es él, sino que es la voluntad del Padre y las
palabras del Padre para los humanos.
Al
reconocer Jesús que el Padre lo envió, reconoce que es mayor el Padre, y al
reconocer la absoluta sumisión de su voluntad hacia la voluntad del Padre,
Jesús reconoce la plena autoridad del Padre sobre Jesús. En esa absoluta sumisión de la voluntad de
Jesús a la voluntad del padre, está la esencia de que ellos, siendo tres, sean
uno. Jesús es uno con el Padre por las absolutas
negación y sumisión de su voluntad a la voluntad del Padre.
24.
“Todas las cosas me son entregadas de mi Padre”.
Así
enseñó Jesús, añadiendo que nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre
conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar
(Mateo 11:27). Cuando habla en estos
términos Jesús, está reconociendo que el Padre es mayor, mucho mayor, puesto
que el Padre “le entregó todas las cosas” a Jesús. Y Jesús, al recibir todo de
su Padre reconoce que no viene de sí mismo, sino que fue enviado por otro mayor
que él. Pero aun siendo el Padre mayor, el hijo es uno con el Padre por la
sujeción total del hijo a la voluntad del Padre. Porque es una emanación
perfecta y completa desde la misma esencia del que lo envió.
25.
Jesús no aceptó ser llamado bueno.
Jesús
le dijo al joven que lo llamó Maestro bueno, que no le llamara bueno, que él no
es bueno, que solamente el Padre es bueno (Marcos 10: 17-18) (Lucas 18: 18-19).
Con esto Jesús también estaba aceptando ser menor que el Padre. Todos nos preguntamos por qué razón Jesús no acepta
ser llamado bueno. Tal vez, al ser
tentado por Luzbel, al tener que tomar de los frutos del árbol de la ciencia
del bien y del mal, Jesús estaba enseñándonos que solamente el Padre está por
encima del bien y del mal. Jesús había tenido que pasar las pruebas del mal y
salir vencedor. El padre no está sujeto
a esos juicios. Es mayor el Padre según
lo enseñó Jesús.
26.
Jesús enseñó que solo el Padre conoce el día final.
También
enseñó Jesús, que el día del juicio final nadie lo conoce además del Padre. Ni
los ángeles del Cielo conocen ese día, ni siquiera el mismísimo Hijo unigénito
de Dios conoce ese día, (Mateo 24:36). Así reconoce Jesús, que, aunque el
Padre, el Hijo y el Espíritu de Jesús son Dios mismo todos tres, el Padre, sin
duda, es mayor que los otros dos que envió. Y que esa condición no impide que
el Padre, el Hijo y el Espíritu de Jesús, sean el mismo Dios, sean uno solo,
puesto que el Hijo y el Espíritu de Jesús le están sujetos en todo al Padre. Y
ellos dos son aquello que el Padre desea dar a conocer de sí mismo a los
humanos.
27.
Sentarse a la diestra de Jesús, no es decisión de Jesús.
Jesús
fue el que enseñó, que estar a la diestra de Jesús en su Reino, es decisión del
Padre, no de Jesús (Mt 20: 20-23).
Cuando la madre de los hijos de Zebedeo, vino a Jesús para pedirle que
le concediera que sus dos hijos, (ya que Jesús los apreciaba tanto), se
sentaran, el uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús, en su Reino,
Jesús le dice a la madre de Santiago y de Juan, que esa decisión Él no la puede
tomar, porque el conceder esto, está reservado para El Padre, y que el Padre ya
ha tomado esa decisión desde la eternidad, con lo cual también sabemos que el
Padre es mayor que el hijo y mayor que el Espíritu de Jesús.
28.
En el huerto de los olivos, Jesús le suplicaba al Padre.
Le
suplicaba que si era posible apartara de él esa copa de tormento que veía
venir, pero que no se hiciera su voluntad sino la voluntad del Padre(Mateo 26:
39 y 42) (Marcos 14:36) (Lucas 22:42). Definitivamente para Jesús, el Padre era
muy, pero muy superior. Y por voluntad propia le estaba sujeto en todo, para ser
siempre uno con el Padre. Por esa
sujeción absoluta, es que se sabe que Jesús era uno con el Padre. Si en algo
Jesús hiciera su voluntad, así como nosotros hacemos nuestra voluntad, entonces
ya no serían uno, sino dos.
29.
El día de su muerte, Jesús reconoce que el Padre es mayor.
Jesús, en la cruz, antes de expirar, le preguntaba al Padre que por
qué lo había abandonado (Marcos 15:34)
(Mateo 27:46). Pero con total confianza Jesús se entregaba en las manos
de su Padre, para ir a la muerte. Diciendo al Padre que en sus manos entregaba
su Espíritu. Poniéndose a disposición incondicional del Padre. Jesús estaba
reconociendo que el Padre es mucho mayor que el hijo y que el hijo y el padre
uno solo son, por esa total sumisión de la voluntad de Jesús a la voluntad del
Padre.
30.
Aunque es menor que el Padre, Jesús sí es Dios.
Jesús
es Dios mismo hecho hombre, reducido por su propia voluntad, a la condición de
hombre, pues Jesús le confirmó esto a Felipe, cuando Felipe le dijo que le
mostrara al Padre, y Jesús le respondió que solo aquel ser humano que ha visto
a Jesús ha visto al Padre. nadie más ha
visto al Padre, solo aquel que ha visto a Jesús ha visto a Dios Padre, porque
al Padre nadie lo ha visto, y Jesús y el Padre, aunque sea mayor el Padre, uno
solo son, por la sumisión absoluta de Jesús a la voluntad del Padre. Solamente en la persona de Jesús y en la
persona de nadie además de Jesús, a través del Espíritu de Jesús y a través del
espíritu de nadie además del Espíritu de Jesús, se ha dado, se da y se dará a
conocer el Padre omnipotente, omnipresente y omnisciente, a los seres
humanos. (Juan 14: 6-11)
31.
Jesús da a conocer al Padre por medio de su Espíritu.
Jesús
enseñó que nadie, además de él, ha dado a conocer al Padre. También enseñó que da
a conocer al Padre por medio del Espíritu de Jesús. (Juan 3: 13) (Juan 14:
6-11). Enseñó Jesús que nadie además de
Jesús, entre los humanos, ha dado a conocer al Padre, porque nadie además de
Jesús conoce al Padre, ya que nadie, además de Jesús viene del Padre. Esa,
según Jesús, es la gran importancia de creer del todo en nadie además de Jesús.
El
que crea del todo en nadie, además de Jesús, no será engañado por la trinidad
usurpadora, que son Luzbel, su hijo, Pablo, más el espíritu aparentemente
santo, que dan ellos a sus seguidores, el espíritu falaz en sus escritos. Trinidad que pretende conocer a Dios y venir
de parte de Dios para dar a conocer a Dios
Jesús
enseñó que el Espíritu de Jesús da a conocer al Padre, y que el Padre, por
medio del Espíritu de Jesús, lleva a reconocer en Jesús a Dios mismo. Solo aquel ser humano a quien el Padre, por
medio del Espíritu de Jesús, la identidad de Jesús como el Cristo, solo ese
humano conocerá a Jesús como el Padre mismo, hecho hombre.
32.
Nadie, además de Jesús, es el sendero al Padre.
A
través de Jesús y de nadie además de Jesús, todo ser humano conocerá al Padre y
llegará a la verdad total (Mateo 11:27).
Nadie, además de Jesús, entre todos los seres humanos, ha visto al
Padre, por lo tanto, nadie, además de Jesús da a conocer al Padre. El que conoce a Jesús también conoce al Padre
(Juan 14: 6)
Pablo,
en sus epístolas, dice ser un camino al Padre y dice dar el Espíritu de Jesús.
Pablo trata de usurpar, con mucha sutileza, este lugar del Cristo, de ser el
único camino al Padre. Lo hace Pablo invocando directamente al Padre algunas
veces en sus escritos. Terminan sus seguidores creyendo que Pablo es un camino
igual que Jesús hacia el Padre. Por ejemplo: Pablo, en sus epístolas dice haber
subido al Cielo, dice haber llegado hasta un tercer Cielo, cuando Jesús en sus enseñanzas,
como la del pobre Lázaro, dice que hay un abismo entre el Cielo, el infierno y
la Tierra, y nadie puede pasar ese abismo (Juan 3: 13) En otras enseñanzas
Jesús dice que nadie ha subido al Cielo sino el que bajó del Cielo, el hijo del
hombre, que está en el Cielo.
LA
VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LIBRO
I
CAPITULO
3
EL
PADRE ENVIÓ A JESÚS Y AL ESPÍRITU DE JESÚS.
33.
El Padre decide cuales seres humanos lo conocerán.
Según
Jesús, el Padre decide, previamente, muchas circunstancias de las vidas
humanas. El Padre es el que decide en
cual nación, en cual cultura, en cual religión y en cual tiempo, nace todo ser
humano, y eso no es casualidad, no es azar. Es coincidencia, porque coincide
con el plan del creador. Miles de
millones de seres humanos jamás oirán hablar de Jesús, el hijo de Dios, por
decisión del Padre, que los envió a nacer afuera del pueblo de Dios, en otros
pueblos, que el Padre creó y dispuso sobre la tierra, según su soberanía.
El
Padre envió a su Hijo único, una parte perfecta de sí mismo, para que todo
aquel que crea en Jesús, tenga vida eterna, comparta con Dios la
eternidad. Pero nadie puede reconocer
por sí mismo que Jesús es Dios, nadie puede creer en el nombre y en las enseñanzas
de Jesús, como enviado único del Padre, si el Padre, que envió a Jesús, no
envía también a ese ser humano a donde Jesús (Juan 6: 37, 44 y 65). No es potestad del hombre reconocer que Jesús
es Dios, es el Padre quien les revela la verdadera identidad de Jesús, a
quienes el Padre desea revelarlo. Nadie
además del Padre puede revelarnos que Jesús es el Cristo, el Mesías, el
enviado. Pablo no puede ni podrá.
34.
Jesús enseñó que millones serían enviados a Él de todas las naciones.
Que
vendrían a Él desde todos los confines de la Tierra. Vendrá a Jesús, lo mejor de las naciones,
enviados todos hacia Jesús, por el Padre. Pero no vendrán a Jesús los que los
seres humanos creen que son los mejores, sino los que el Padre decida llamar. El Padre es el que envía a los seres humanos
hacia Jesús, no es potestad humana, reconocer a Jesús como único enviado de
Dios.
Los
israelitas, creían que era potestad humana y le pedían a Jesús que les
comprobara que él era aquel Mesías que ellos estaban esperando. Si el Mesías es su superior, ninguno que lo
sea, les va a demostrar quién es. Antes, por el contrario, les va a exigir que
lo reconozcan ellos a él, sí son los suyos. Jesús no tenía por qué, demostrarle
a su pueblo, ni a los sumos sacerdotes, ni a los escribas, ni a los fariseos,
que Él era el Mesías. Sino que ellos, tendrían necesariamente que reconocerlo. Por eso Jesús siempre se oponía a darles
pruebas de su divinidad, con evidente disgusto.
Todo aquel que es de la verdad, reconoce al creador de la verdad sin que
se lo tengan que demostrar, oye la voz de Jesús como divina y no reconoce como
de Dios las palabras que no son de Jesús.
35.
El espíritu que Jesús envía es su propio Espíritu, el espíritu de Jesús.
Cuando
Jesús habla de espíritu de Jesús, no dice un nombre sino una cualidad del
espíritu del que habla. Dice que es santo, no que ese sea su nombre. El nombre
del espíritu es: espíritu de Jesús. Jesús enseñó que el Padre enviaría el Espíritu
de Jesús en su nombre (Juan 14:26 y 15:26).
Lo enviaría solamente cuando Jesús se fuera de este mundo y que estaría
hasta el día final, cuando Jesús, en carne, vuelva y retome su espíritu.
Pero
Jesús también enseñó que él enviaría al espíritu de Jesús, una vez se hubiera
ido a su trono. Parece algo confuso que diga que el Padre lo envía en su nombre
y que diga que él lo va a enviar. Lo envía el Padre en nombre de Jesús y lo
envía Jesús en nombre del Padre. Porque el Padre y Jesús uno solo son. Al ser enviado por el Padre el espíritu de
Jesús, a petición de Jesús y en nombre de Jesús, entonces, es Jesús quién lo
envía a los seres humanos.
El
espíritu de Jesús que Jesús envía es su propio espíritu, el espíritu sin medida
que el Padre le dio, el Espíritu con el que Jesús habló y enseñó aquí en la
Tierra, el Espíritu que entregó en las manos del Padre un instante antes de
expirar. Ese espíritu, mora por siempre
en los cuatro evangelios y de ellos sale a regar la tierra con la palabra de
Dios. Por eso dice que permanece hasta la venida segunda de Jesús. El que
reciba otras palabras diferentes a los cuatro evangelios, como el espíritu de
Jesús, se engaña a sí mismo.
36. Un solo nombre para Dios.
El
nombre de Jesús es el mismo nombre del Padre. No existe nombre alguno para los
seres humanos, que pueda contener la esencia del Padre, que pueda nombrar al
Padre, sino el nombre de Jesús. Es el
único nombre que en sí mismo puede contener la esencia del Padre, y es el único
nombre que el Padre reconoce como suyo propio, cuando es invocado por un ser
humano. Al nombrar a Jesús, nombramos al
Padre y también invocamos al espíritu de Jesús. No es necesario llamarlo Jesús
el cristo, ni Jesús de Nazaret. El solo nombre de Jesús es suficiente para que
tanto el Padre, como el espíritu de Jesús, sepan que se trata de ellos tres. Es
el único nombre que en sí mismo, sin descripción, ni sobre nombre, ni ante
nombre, llega a su dueño y es aceptado en lo más alto. El nombre de nadie es
igual al de Jesús.
Jesús
dio a conocer a su Padre. Y nadie además de Jesús puede dar a conocer al
Padre. Jesús es el Hijo unigénito del
Padre y nadie además de Jesús lo es. Por eso Jesús no se refería a Jehová o
Yahvé, como los Israelitas lo invocaban, sino que Jesús hablaba de su Padre,
porque solamente lo podemos conocer como el Padre de Jesús. El nombre de nadie,
además del nombre de Jesús, ha estado unido al nombre de Dios, desde el
principio de todos los tiempos. El
nombre de nadie, además del nombre de Jesús, será reconocido en el Cielo y en
la Tierra por todos los seres humanos, buenos y malos, justos e injustos,
salvos y condenados, como el único nombre de Dios, el único nombre ante el cual
responden tanto Jesús, como el Padre de Jesús y el espíritu de Jesús.
No
hay otro nombre sino el nombre de Jesús, sobre la tierra y bajo el sol, en
quien podamos trascender al más allá (almas allá). Ni hay otro nombre sobre la Tierra para
denominar a Dios, según Jesús. Jehová o
Yahvé no es un nombre, sino que es la condición de ser “el Señor” que ellos
desconocían. El Padre es innombrable, un
nombre no puede llamarlo a Él, ni puede describirlo, ni puede contenerlo. Los Israelitas llamaban a su Dios YHVH, que
no es un nombre propio, sino solo cuatro consonantes usadas para decir: «El
Señor». Jesús es “ese Señor”.
El
espíritu “santo” tampoco tiene nombre propio, pues él es los pensamientos del
Padre expresados por la boca de Jesús, que no expresaba sus propios
pensamientos. Es el espíritu que el Padre envía en nombre de Jesús, por tanto,
su único nombre es el nombre de espíritu de Jesús. Tanto el Padre de Jesús, como el Espíritu de
Jesús, tienen el nombre de Jesús unido a ellos.
Al nombre de nadie, además del nombre de Jesús, responde el plenamente
Padre de Jesús y también responde plenamente el espíritu de Jesús. “Lo que pidáis en mi nombre os será hecho”,
enseñó Jesús (Juan 14:13 y 15:7). El
nombre de Jesús es el nombre sobre todo nombre.
El nombre de Jesús es el único nombre verdadero de Dios (trino).
37.
Hora de honrar el nombre: “Jesús”.
El
eje del cristianismo es Jesús, el Cristo, y nadie además de Jesús, ese es el
eje del cristianismo. El nombre de
cristianismo dice de los adoradores del Cristo, no se llama con el nombre del
Padre de Jesús, ni se llama con el nombre del espíritu de Jesús, puesto que no
tienen nombre diferente al nombre de Jesús. Si no con nadie unido a Jesús, no
hay cristianismo, pues nadie además de Jesús nos da a conocer al Padre y nos
envía el espíritu de Jesús. Es
imprescindible nadie unido a Jesús, para poder tener a Jesús. Y el que tiene a Jesús tiene al Padre, que lo
envió.
Ni
aún el pueblo de Israel tenía al Padre, hasta que vino Jesús. Por eso fue por lo que Jesús les dijo a los
judíos, que todos los que vinieron antes de Él eran ladrones y salteadores
(Juan 10:8). Les dijo también que ellos,
los judíos, no eran hijos de Abraham, sino hijos de Luzbel, que Luzbel no se
había mantenido en la verdad, porque no hay verdad en Luzbel, y que nadie había
visto jamás a Dios, sino que el hijo unigénito es, quién lo da a conocer (Juan
8:44). El nombre de nadie vale todo lo que vale el nombre de Jesús. Pero en las naciones es honrado el nombre de
profetas y el nombre de falsos profetas, como si tuvieran el mismo valor del
nombre de Jesús.
Ha
sido desatada, desde hace dos mil años, una descomunal masacre de almas. Todos
los que nacen son llevados al poderoso engaño de las magníficas enseñanzas de Pablo,
por orden de lo alto para la gran prueba final.
Pablo sedujo a las naciones, y la gran mayoría de los cristianos adora y
sirve a Jesús y a Pablo también. Reverencian el nombre de Pablo, como si
tuviera igual valor que el nombre de Jesús.
Cuando leen las enseñanzas de Pablo, con toda ingenuidad, dicen que están
leyendo palabras de Dios, con lo que lo ascienden a la misma altura de
Jesús. Ni siquiera se dan cuenta que al
tomar como palabras de Dios esas palabras, están adorándolo como a Dios en sus
mentes. Algún día se hará justicia al nombre de Jesús, será honrado su nombre,
al lado del nombre de nadie. Ya está
pronto el día de la verdad.
38.
¿Cuándo estás en la presencia de Dios?
¿En
dónde puede ser hallado, sin lugar a duda, el espíritu que envió Jesús? ¿En dónde está el Dios que quedó sobre la
Tierra cuando Jesús se fue? Ese Dios único
está en las palabras de los cuatro evangelios de Jesús, en ninguno otro lugar
se deja conocer Jesús. Las palabras de
Jesús son el mismísimo espíritu de Jesús, son el espíritu que moraba en Jesús
sin medida.
Cuando
un ser humano lee los cuatro evangelios está delante de la misma presencia de
Dios, está ante el Espíritu que dejó Jesús.
En los cuatro evangelios todos los seres humanos pueden hacer contacto
perfecto con Dios. En ninguna otra parte
de toda la Tierra, se da ese contacto puro y perfecto, en la misma presencia de
Dios.
Cuando
un ser humano guarda en su memoria las enseñanzas y las historias que nos dejó
el espíritu de Jesús en los cuatro evangelios, ese ser humano está en unidad
con Jesús, está comulgando con Jesús, está comiendo el cuerpo y la sangre de Jesús,
está comiendo el pan y bebiendo el vino de la última cena. El ser humano que guarda en su memoria, los
evangelios, las enseñanzas de Jesús, guarda a Jesús adentro de sí, come el
cuerpo y la sangre divinos, bebe la sangre de Jesús, en la copa en que él la
sirvió para que la bebiéramos, en los cuatro evangelios, bebe la sangre sagrada
en el mismísimo santo grial. Los cuatro
evangelios son el espíritu de Dios, son el testimonio de Jesús, son el verbo
eterno.
CAPÍTULO
4
JESÚS
NO HA REGRESADO AL MUNDO.
(Ni
una sola vez ha regresado. Ni siquiera ha regresado en espíritu.)
39.
Jesús no ha regresado al mundo ni una sola vez.
Desde
que Jesús se fue, de la presencia de sus discípulos, no ha venido al
mundo. Ni Jesús volverá al mundo, hasta
el día del juicio final. Jesús avisó que
muchos vendrían en su nombre, diciendo que Jesús se les había aparecido, que
Jesús había estado aquí o allá, que venían en nombre de Jesús, que Jesús en
persona los había enviado a cumplir alguna misión. Pablo, es el primero de
ellos y el más importante, es grandioso en esto. Pero Jesús, a nadie se ha aparecido
después de su partida ese día, en medio de sus discípulos, y a nadie se
aparecerá (incluido Pablo), tal cual lo dijeron los dos ángeles (hechos 1:
9-11).
Como
Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitado y antes de irse, por
eso Pablo dijo que Jesús se le había aparecido a Pablo también, después de irse
Jesús. Pero como Pablo no podía decir que Jesús se le había aparecido en carne,
entonces fue que dijo Pablo, que descendió un rayo del Cielo, y que ese rayo le
dijo que era Jesús, y todos dan por hecho que fue en espíritu, en forma de rayo
de luz, que supuestamente se le apareció Jesús a Pablo para obligarlo a ser
cristiano, derribándolo, intimidándolo y apabullándolo. Jesús a nadie obliga a
ser cristiano ni lo amenazaría con dejarlo ciego si no le obedece.
No
se puede pasar por alto el hecho que Jesús nunca viene en espíritu solo, como les
dijo a sus discípulos cuando creían ver un espíritu “y Él les dijo: ¿Por qué
estáis turbados, y por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y
mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne
ni huesos como veis que yo tengo. Y cuando dijo esto, les mostró las manos y los
pies” (Lucas 24:38-40). Jesús dejó su espíritu en los cuatro evangelios, pero
la segunda venida de él será el día final, Él no se le apreció a Pablo.
40.
Jesús enseñó que vendrían muchos diciendo haberlo visto.
Jesús
advirtió que no le creyeran a los que dijeran que habían visto a Jesús, ni fueran
tras ellos. Incluyendo en esta advertencia general, que no le creyeran a Pablo,
aunque no mencionó ni un solo nombre, sino que dijo una frase para todos. Pero
como Pablo fue el primero que lo dijo y fue tan espectacular, lo excluyen de
esa lista de Jesús.
El
día de la segunda venida de Jesús, será el día final de la Tierra. Él dijo que
la segunda venida suya a la Tierra será tan de improviso y tan sin anunciar,
que será como un relámpago. Jesús no
dijo que será un relámpago, sino que será tan rápido y tan de improviso “como
un relámpago que fulgura desde un extremo a otro”.
Pablo
dijo que Jesús vino con forma de relámpago, le pegó y se le identificó como
Jesús. Que el relámpago lo derribó, lo encegueció, lo amenazó y se le impuso.
Que el relámpago, por las malas, lo hizo trabajar dentro del cristianismo
(Hechos 9: 3-8). Pero es que Jesús a nadie obliga a reconocerlo como Mesías. El
primero que dijo que Jesús había bajado del Cielo en espíritu, para enviarlo a
cumplir la más grande misión, la de ir a los gentiles fue Pablo. Pablo fue el primero que dijo que Jesús había
vuelto a la tierra y que solo él, Pablo, lo había visto y había dialogado con
Jesús. Este detalle es muy importante para entender quien realmente es Pablo.
41.
Jesús insistió en que a Él nadie lo iba a ver en Espíritu.
Jesús
fue repetitivo y claro, cuando estaba en la Tierra, en medio de sus seguidores,
al decir que nadie, absolutamente nadie, de los seres humanos, volverá a verlo,
ni en carne, ni en espíritu, ni siquiera una sola vez, hasta que venga, por
segunda vez, día en el cual él finalizará la etapa de la vida de los humanos
sobre la tierra.
Cuando
Jesús le dijo a Tomás, delante de todos, que tocara las heridas abiertas de los
clavos en las manos y en los pies, y tocara también Tomás la herida abierta de
la lanza en el costado de Jesús, porque Jesús vino en carne y resucitó en
carne, no en espíritu, lo hizo Jesús para que entendiéramos que Jesús no iba a
venir en espíritu (Juan 20: 27-28). Para
que comprobara que Jesús no había resucitado en espíritu, Porque, según Jesús,
«el espíritu no tiene carne, ni tiene huesos, como tenía Jesús» (Lucas 24:
36-43)
No
puede haber dos espíritus de Dios diferentes, entre el espíritu de Jesús y el espíritu
que llaman “santo”. No puede haber
diferencia, ni la más mínima, entre esos dos espíritus “santos”, pues son el
mismo espíritu. Por esto es por lo que
Jesús vino en la carne y no se aparece en espíritu, puesto que serían dos espíritus
santos sobre la Tierra, y no uno solo.
Jesús envió su propio espíritu con el cual habló aquí en la Tierra, el espíritu
que Jesús le entregó al Padre, en la cruz.
42.
El espíritu de Jesús no se puede ver, es letras, palabras, verbo.
Pues
es espíritu por excelencia. El espíritu de
Jesús no tiene un cuerpo, solo el cuerpo del Hijo de Dios ha sido su cuerpo
natural. Todo el que vio a Jesús, vio al
espíritu de Jesús. Todo el que oyó a Jesús, oyó al espíritu de Jesús. Mientras vuelve Jesús a la Tierra, por
segunda y última vez, el espíritu enviado por el Padre en nombre de Jesús
permanece sobre la Tierra, guiando a los discípulos de Jesús hacia la
verdad. Permanece, en formas de letras
de los cuatro evangelios guiando a los que no se dejen confundir por el
espíritu de Pablo, (en letras de epístolas) regado por los millones seguidores
suyos sobre la Tierra.
Podemos
ver seres humanos, en los cuales reposa por momentos el espíritu de Jesús. Podemos ver seres humanos, inspirados en
algún momento por el espíritu de Jesús, pero no nos es dado ver al espíritu de
Jesús. El espíritu descendió sobre Jesús
en forma de paloma, pero, aunque la paloma no se entró en Jesús, el Espíritu si
estaba en Jesús. Cuando el Espíritu de
Jesús descendió sobre los discípulos de Jesús como lenguas de fuego, se veía el
fuego, pero no se veía el espíritu de Jesús. Cuando se presentó el espíritu de
Jesús, el día de pentecostés, los presentes sintieron un fuerte viento, pero el
viento no era el espíritu de Jesús, sino una señal que lo precedía.
Cuando
una persona tiene mucho del espíritu de Jesús es mucho menos esa persona,
desaparece, los demás no notan que está menguando y los pueblos no ven que la
persona está ahí, pero es nadie. Por eso no se nota mucho la acción del
espíritu de Jesús. El que lo recibe mengua, desaparece. Nadie es el receptor
final del Jesús.
43.
Primero viene la carne y luego es dado el espíritu de Jesús.
Igual
que recibió la vida Adán en el Paraíso, primero la carne y luego el espíritu,
así se forma el cristiano también, pero ahora nacido del agua y del Espíritu,
en el verdadero paraíso, en el huerto espiritual de las enseñanzas de Jesús. Todo cristiano cree en el nombre de Jesús,
que es el hijo de Dios y cree en las enseñanzas de Jesús, que lo guían a
reconocer cuales son las enseñanzas del espíritu de Jesús.
Jesús
no vino en espíritu, ni resucitó en espíritu, Jesús vino en carne, resucitó en
carne y en carne ascendió al Cielo, pero sus enseñanzas, sus palabras, ese
viento sagrado que salía de sus labios, son espíritu y son vida, según enseñó
Jesús (Juan 6:63). Al solo sonido de las
palabras de Jesús, obedecía todo el universo, y los primeros en postrarse y
obedecerle a Jesús, aquí en la Tierra, eran los demonios, pues siendo
espíritus, reconocían al espíritu dominador.
En
el antiguo testamento se lee que Dios Padre hizo al hombre a su imagen y
semejanza, se lee que Dios primero hizo al hombre de carne y luego le sopló, le
infundió el espíritu. Así mismo sucedió
en el cristianismo, el Padre primero envió a Jesús en la carne, y luego envió al
espíritu de Jesús.
44.
Nadie, además de Jesús ha subido al cielo.
Cuando
el apóstol Juan escribió el libro de las revelaciones, el Apocalipsis, dijo
claramente, no que subió al cielo, ni en cuerpo, ni en espíritu, sino que todo
lo que escribió fue una visión y en esa visión Jesús le habla. Juan dice que es una visión, no que en algún
momento Jesús vino a Juan en espíritu o que Juan se presentó delante de Jesús,
allá en su trono. Y si algún ser humano
sobre la Tierra hubiera podido decir que habló con Jesús ese era Juan, su
discípulo de más confianza, pero Juan mentiría si dijera que Jesús habló con él
después de irse al Cielo Jesús. El libro
de las revelaciones del Apocalipsis es el libro de una visión de Juan. En verdad Jesús no ha descendido todavía a la
Tierra y, por consiguiente, a Jesús nadie lo ha visto desde que se fue.
Pablo
faltó a la verdad, cuando dijo que Jesús, “en espíritu”, descendió a hablar con
él. Pero no contento con esto, también faltó
a la verdad, cuando dijo haber subido al Cielo, inventando un supuesto tercer
Cielo, y faltó a la verdad al decir que no sabía si había subido en cuerpo o en
espíritu. Faltó tres veces a la verdad. Pablo
adulteró, para sus seguidores, la verdad inalterable de Jesús, que dice que nadie
puede ver a Jesús antes de su segunda venida. Para ver a Jesús tendría que
haber subido al Cielo. Y Jesús dijo que hay un abismo imposible de cruzar entre
los humanos y el cielo (Lucas 16:23-31). Ese privilegio que a nadie le fue
dado, de ver u oír a Jesús antes de su próxima venida, fue usurpado por primera
vez, con un falso encuentro, de Pablo con Jesús, y luego fue usurpado, miles de
veces, con falsos encuentros con Jesús y millones de falsas idas de humanos al
Cielo, luego que Pablo dijo haber ido al Cielo.
45.
Todo ojo verá a Jesús cuando vuelva por segunda vez.
Ese
supuesto Jesús que descendió del cielo como un rayo, que encegueció y derribó Pablo,
es una mentira de Luzbel, autorizado desde el Cielo, para poner a prueba a los
cristianos de todos los tiempos. Ese Luzbel
que vio Jesús descender desde el Cielo como un rayo y que cayó sobre Pablo,
definitivamente no era Jesús y menos era el espíritu de Jesús, descendido del cielo
(Lucas 10:18).
Todo
ojo verá a Jesús cuando vuelva por segunda vez.
Ese día las naciones no estarán felices, según Jesús, ni harán fiesta,
ni lo alabarán, sino que, según las enseñanzas de Jesús, se lamentarán todas
las tribus de la Tierra y los que traspasaron las enseñanzas de Jesús (Mateo
24:30). Todos los engañados por Pablo, se lamentarán, pues no le creyeron
solamente a Jesús y a sus doce apóstoles, sino que, engañados, siguieron y
adoraron las enseñanzas humanas de Pablo, como palabras de Dios. Según las escrituras sagradas, más que un día
de alegría, ese será un día de llanto y de crujir de dientes, para la mayoría
de los seres humanos, inclusive para la gran mayoría de los cristianos.
46.
Entonces nadie puede ver al Padre, ni al hijo, ni al espíritu de Jesús, hoy.
Suena
extraño, pero así es. Es necesario saber lo que a nadie le fue concedido tener
en el cristianismo, para que tengamos bien presentes las obras que nadie puede
hacer en el cristianismo. Es
imprescindible entender que nadie ve al Padre, porque es demasiado grande para
que un ser humano pueda verlo. También
es imprescindible entender que nadie ve al hijo, porque se fue y no volverá,
hasta la consumación de los tiempos. Además, es imprescindible entender que nadie
ve al espíritu de Jesús, porque es espíritu, y solo podemos ver seres humanos
inspirados momentáneamente por sus palabras, que son ese espíritu de Jesús.
Aunque
sea mucho el engaño, autorizado desde lo alto para poner a prueba a todos, aunque
millones de seres humanos, engañados por sí mismos, digan que vieron al Padre,
o que vieron al Hijo, o que vieron al espíritu de Jesús, lo obvio es que se
dejaron llevar ligeramente por el error. Fue tanta la influencia de la prueba
de Pablo que no se dieron cuenta que estamos solos con las palabras que dejó
Jesús a ver qué hacemos con ellas. Las personas no van a decir que fueron
engañados por otros, al contrario, van a entender que se engañaron a sí mismos
con los errores de otros. La prueba es tal que nadie la va a superar. Es decir,
los que la superen se habrán negado, serán nadie y nadie los notará.
CAPÍTULO
5
DIOS
ES TODO, O NO ES DIOS.
Dios
es omnipotente, omnisciente, omnipresente y eterno.
O
no es Dios.
47.
Dios todo lo puede, todo lo sabe y está en todas partes.
Además,
Dios es eterno, para Dios no hay pasado, ni hay presente, ni hay porvenir. Para Dios, según Jesús, todos vivimos al
tiempo, puesto que no tiene tiempo, es eterno.
Esta verdad, que Dios es todo poderoso, ha sido desconocida por los
cristianos cautivos, que han nacido secuestrados espiritualmente, con un velo
de falacias en sus mentes, durante dos mil años, pues sin darse cuenta, creen
que Dios no es todo poderoso, aunque de labios para afuera dicen que Dios sí es
todo poderoso, pero solo de labios para afuera. Los cristianos creen que Luzbel
se rebeló en contra de Dios y creen que está en las escrituras sagradas
(Ezequiel 28:14-16). Con esos engaños,
los cristianos pierden totalmente el conocer a Dios en su esencia, pues Dios es
todo poderoso, o si no es todopoderoso, entonces no es Dios.
Si
una sola obra o suceso de la creación hubiera sucedido sin que el Padre,
previamente, lo hubiera autorizado, sin que el Padre previamente lo supiera, o
sin que el Padre la presenciara, entonces Dios en verdad no sería todo
poderoso, no lo sabría todo y no estaría en todas partes, por lo tanto, no
sería Dios, habría otros seres tan poderosos como Dios, capaces de
resistírsele, capaces de desafiar a Dios y sobrevivir. Estaría Dios sujeto a que le sucedieran cosas
que no esperaba y además sucederían hechos ocultos a Él, con lo cual se
demostraría que Dios no sería entonces eterno
Dios
en verdad es omnipotente, omnisciente, omnipresente y eterno, menos para
aquellos miles de millones de seres humanos, a quienes Luzbel y su hijo, el
falso profeta Pablo, han engañado, dejándolos prisioneros en la Gran Babilonia
espiritual, pues creyeron en las falaces enseñanzas de la trinidad
usurpadora. Dios autoriza todo lo que
sucede, incluso ha autorizado las falacias de la trinidad usurpadora, para así
conceder el necesario libre albedrío a los hijos de Dios, los seres humanos.
48. Jesús enseñó que el
Padre es más que justo.
Todo
el bien y todo el mal que sucede sobre la Tierra a todos los seres humanos
primero es autorizado en el trono del Padre.
Luego de esta predestinación inicial, los seres humanos gozamos de una
gran libertad, pues los seres humanos decidimos cómo reaccionar, o qué hacer,
en medio de esas circunstancias previamente establecidas sin errores, por Dios,
para todos los seres humanos, uno por uno.
Los seres humanos decidimos nuestro propio destino porque el Padre así
lo previó, lo decidió, lo autorizó, puesto que somos sus hijos, hechos a su
semejanza, libres, creadores, no creados.
Dios
a nadie le pone pruebas y circunstancias que sean superiores a sus
fuerzas. Cuando una persona dice que una
circunstancia fue superior a sus fuerzas y que por ello se traumatizó, perdió
el control, o se volvió hacia la maldad, siempre habrá millones de seres
humanos a los que les sucedió esa misma situación y no se desmoronaron, ni
perdieron el control de sí mismos, ni se desviaron hacia el mal, por las mismas
circunstancias. nadie, el día del juicio
le podrá echar la culpa a los demás, del mal que decidió hacer, nadie podrá
decir que fue forzado por las circunstancias, a desmoronarse, a descontrolarse,
o a reaccionar haciendo el mal.
nadie,
sobre la Tierra, podrá echarle culpas a Dios el día del juicio, por las
circunstancias en que nació, por las circunstancias que le correspondió vivir,
sino que, por el contrario, brillarán tanto la misericordia y la justicia de
Dios ese día del juicio, que, sin tener que ser convencidos por argumentos,
todos los seres humanos, sabiendo en su interior el juicio de Dios sobre sus
obras, sin excepción, doblarán sus rodillas reconociendo la justicia, la
magnanimidad y la misericordia de los designios de Dios. El Padre es más que justo, puesto que es
misericordioso, según enseñó Jesús. El Padre no nos hace justicia, sino que nos
perdona muchas maldades y errores, no nos cobra todo el daño que hicimos en el
universo. Según Jesús, la misericordia
se gloría de ser superior al juicio.
49.
El Padre no tiene, ni tendrá rivales, ni oponentes.
El
Padre, siendo omnipotente, omnipresente y omnisciente, no tiene enemigos, el
Padre no tiene opositores, el Padre no tiene siervos rebeldes, ni siquiera uno,
ni siquiera Luzbel. Al padre nada le
falla, el Padre no se descuida, el Padre no comete errores. Nadie se le puede dañar o torcer al Padre, a
menos que el Padre lo haya previsto. El
Padre no es presa de conspiradores que, ocultos a su presencia y lejos de su
saber, tramen rebeliones en contra de Él.
Nadie puede rebelarse en contra de la voluntad de Dios y sobrevivir, a
menos que Dios prevea que así debe ser, pues nadie es tan poderoso, tan sabio y
tan grande como Dios. Nadie es rival de
Dios, nadie se opone a Dios, nadie hace obras fuera de la voluntad de
Dios. Nadie es semejante a Dios. Nadie es imprescindible al lado de Dios. El Padre todo lo sabe, el Padre todo lo
ve. Nada hay en el universo que el Padre
no vea, nada hay en el universo que el Padre no sepa, absoluta mente nada. El Padre en ningún momento deja de ver todo
el universo, en su todo y en sus partes, por diminutas que nos parezcan. El Padre Está en todas partes. El Padre todo lo ocupa. El Padre está en todo el universo infinito,
pero el Padre también está en todas las partes de ese universo. Por lo tanto, en el Padre está el universo
mismo
Según
Jesús, el Padre ya sabe cómo sucedió toda la historia humana, el Padre ya sabe
cómo nos fue a todos y a cada uno de nosotros en nuestras pruebas. Según Jesús, el Padre ya sabe si fuimos
vencedores o si fuimos vencidos. Según
Jesús, el Padre ya hizo el juicio final, el Padre ya vivió el juicio final,
desde el principio de todos los tiempos, desde la eternidad, porque para el
Padre el tiempo no existe. Para el Padre
todos los seres humanos vivimos al mismo tiempo, según enseñó Jesús, que es el
único que puede dar a conocer al Padre.
Para Jesús, igual que para el Padre, nadie puede ser su oponente, su
rival, pues nadie está a su altura.
Jamás se le oyó decir a Jesús que Luzbel era su oponente. Jamás los demonios, al estar en la presencia
de Jesús le decían que era su oponente, sino su amo y le obedecían sumisos en
todo.
CAPÍTULO
6
CREÍAN
VER A DIOS, PERO VEÍAN UN ÁNGEL.
50.
¿A quién vieron todos los que dijeron haber visto a Jesús?
¿A
quién vieron, entonces, los muchos que dijeron que habían hablado con Jesús y
que además dijeron que Jesús les había dado instrucciones y que Jesús los había
enviado? ¿Quién es ese ángel que se hace
pasar por Jesús? y ¿Por qué Dios se lo permite?
¿Ese ángel usurpa el lugar de Jesús a espaldas de Dios, o lo hace
autorizado por Dios? ¿Sucederá algo a
espaldas de Dios? ¿Sucederá una mínima
obra que Dios no haya autorizado primero en su universo sin fin? ¿Habrá algún mínimo rincón del universo de
Dios que no esté bajo su absoluto control?
¿Descenderá Luzbel del Cielo a la Tierra, a hacerse pasar por Jesús, sin
la autorización de Dios Padre? ¿Por qué
desciende Luzbel del Cielo a la Tierra, si se supone que el Cielo está vedado
para Luzbel? ¿Por qué no dijo Jesús que
veía a Luzbel subir del infierno a la tierra?
¿A quién vieron entonces, todos los seres humanos, que antes de venir
Jesús, y después de haberse ido Jesús, dijeron haber visto a Dios cara a cara y
dijeron que Dios les había hablado? La
respuesta es obvia.
51.
¿Qué han visto de Dios los seres humanos?
De
Dios los seres humanos solo han visto a Jesús (según Jesús). Pero además han
visto ángeles venir en nombre de Dios, diciendo que son Dios, o permitiendo que
los seres humanos creyeran estar en la presencia de Dios. En muchos de los casos en que los humanos
dijeron haber visto a Dios, en realidad estaban viendo una visión, adentro de
ellos mismos, en sus mentes, que es donde se producen las visiones,
independiente de si son ciertas o no.
Además, algunas de esas veces, estaban viendo una visión de Luzbel, que
no ha dejado de ser uno de los obedientes ángeles de Dios, estaban viendo al
probador, al que nos pone a prueba, a ver si sabemos la verdad en nuestras
almas. Estaban viendo al acusador,
haciéndose pasar por Dios, o haciéndose pasar por alguno de los otros ángeles
de Dios, con el conocimiento previo de Dios desde la eternidad y con su autorización. Porque Dios todo lo sabe y, por lo tanto,
Luzbel ha descendido del Cielo mismo, autorizado por Dios, para suplantarlo
para poner a prueba a todas las almas humanas con la excepción del alma de
nadie. Solamente los seres humanos que
vieron a Jesús, los que lo oyeron, lo que hablaron con Él, en verdad vieron a
Dios, oyeron a Dios, hablaron con Dios, nadie más lo ha visto, nadie más ha
estado en la presencia de Dios.
52.
Luzbel se ha presentado como Dios, autorizado por Dios.
Todo
lo que Luzbel hizo, lo hizo autorizado por Dios (1° de reyes 22: 1-38). Porque si a Luzbel no le autoriza Dios mismo,
el hacerse pasar por Dios, suplantar a Dios y hacer prodigios, no lograría
Luzbel poner a prueba a los hijos de Dios.
Por esto es por lo que dice Jesús que veía a Luzbel descender desde el Cielo,
porque venía de la presencia de Dios, autorizado por Dios todo poderoso, para
hacer su trabajo de probador. Es que
nada sucede sin la autorización de Dios sobre la Tierra. Era absolutamente necesario, dentro de los
planes de Dios, para que toda alma humana sea puesta a prueba desde el
principio de la creación, que Luzbel se presentara como Dios, se hiciera pasar
por Dios, a ver quiénes la verdad, diferenciándola de aparentes verdades.
Si
Luzbel no hubiera sido autorizado previamente por Dios para probar a los seres
humanos haciéndose pasar por Dios, y Luzbel obrara de esa forma por fuera de la
voluntad de Dios, entonces habría otro ser diferente a Dios, con igual poder
que Dios, o con un poder fuera del dominio de Dios, por lo que Dios no lo sabría
todo, ni tendría todo el poder, ni estaría en todas partes, por lo cual no
sería Dios.
53.
Pruebas escritas de la suplantación de Luzbel.
Las
pruebas de las suplantaciones de Luzbel han permanecido escritas por siglos, en
las escrituras que son llamadas la sagrada Biblia. En esas escrituras están descritas, como un
testimonio milenario, las numerosas pruebas y evidencias, de las veces que los
hombres hablaron en nombre de Dios, pero en realidad daban enseñanzas y órdenes
de Luzbel, servían a Luzbel (Judas 1: 9).
Están, por siglos y siglos, escritas en el antiguo testamento, las
pruebas de como Luzbel, haciéndose pasar por Dios, los ponía a hacer el mal,
como asesinar seres humanos en nombre de Dios, y ellos no se dieron cuenta que
el Dios verdadero jamás los pondría a asesinar a otros seres humanos en nombre
de Dios. La gran cantidad de asesinatos y masacres de pueblos enteros, en
nombre del Dios de la vida, dan un testimonio que será bien apreciado con el
paso de los tiempos. Por ningún motivo pondría Dios a sus hijos a asesinar
persona alguna, ni siquiera los pondría a asesinar a sus enemigos. Con ninguna
justificación el creador enviaría a ningún ser humano a matar a otro. Todo aquel que sea de la sabiduría, entiende,
en lo más profundo de su alma, que la vida humana nadie la puede tomar sin
perder la entrada al Cielo (1ª de Juan 3:15).
Luzbel
es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad
no estaba en él, según Jesús. Todo
homicidio es deseado y ordenado por Luzbel. Asesinar seres humanos sucede todos los días
sobre la Tierra, y el todo poderoso lo sabe y no detiene a los asesinos.
Asesinar no es obra de los hijos de Dios, sino de los hijos de Luzbel. El más grande engaño de Luzbel hacia el
pueblo de Israel fue el inducirlos a matar en nombre de Dios
Por
ese grande error diabólico, de asesinar personas en nombre de Dios “los siervos
de Dios”, fue que Jesús, el hijo unigénito de Dios, vino en nombre de Dios y se
dejó quitar la vida, para enseñarnos a dar la vida y no quitarla, y mucho menos
en nombre de Dios. De Jesús viene esa
enseñanza que nadie además de Él pudiera dar, cuando dijo que no tengan miedo a
los que matan el cuerpo, pues el alma nadie, además de Jesús, la puede matar.
54.
Pruebas de la suplantación en el nuevo testamento.
También
en el nuevo testamento, hay pruebas escritas de la suplantación diabólica. Está escrito que Luzbel reclamaba a Moisés
como su siervo, mientras que el arcángel Miguel también lo reclamaba como
siervo de Dios, es decir trabajó engañado para Luzbel mientras trabajaba para
Dios. Por eso se ve que mientras Dios le decía que no matara, Luzbel le decía
que asesinara a millones de personas, para entrar a la tierra prometida (Judas
1:9) (Deut 2:34) (Deut 3:5-6) (Deut 7:2) (Deut 20:16-18). Por ese fatal error, de asesinar personas en
nombre de Dios, personas que Dios no mandó asesinar, es que Moisés no pudo
entrar a la tierra prometida, en el reino de los Cielos (Deut 4:21-22). El arcángel Miguel no insultaba a Luzbel,
mientras contendía con él, sobre el cuerpo de Moisés, sino que decía: “que el
Señor te reprenda oh satán.”
Están
escritas las pruebas, de las veces que Luzbel se hizo pasar por Jesús, como el
día que descendió del cielo como un rayo, para derribar y enceguecer al primer anticristo:
Pablo. Luzbel descendió del Cielo,
descendió con poder de hacer prodigios, y además descendió autorizado por Dios,
que todo lo ve, todo lo sabe y todo lo puede (Hechos 9:3-5).
En
el nuevo testamento quedaron escritas en sus epístolas, todas las veces que el
espíritu de Pablo, puso lazos y trampas a los cristianos, para ponerlos a
prueba, a ver si se dejaban engañar por enseñanzas de hombres y las recibían
como palabras de Dios, solo porque Pablo hizo milagros, a pesar de las
advertencias de Jesús, que decían que el día del juicio, no pocos, sino muchos,
profetas y hacedores de milagros, serán arrojados a la gehena del fuego.
No
todos los que hicieron prodigios, los hicieron por ser siervos de Dios, sino
que, por el contrario, la gran mayoría de los que hicieron milagros también
eran siervos de Luzbel, y muchos de ellos lo ignoraban, porque eran siervos del
Cristo, y siervos engañados de Pablo, a la vez.
La gran mayoría de los profetas, maestros, padres y pastores, serán
arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes,
aunque hayan obrado milagros en nombre de Jesús (Mateo 7: 21-23).
55.
¿Nada sobra en las escrituras?
Los
relatos, las veces que habló Luzbel haciéndose pasar por Dios, las profecías
con errores, con las que se engañaron tantos, es prueba para el porvenir, todo
quedó escrito, no fue olvidado. Los engañados, en realidad, no le creyeron a
Jesús y a sus doce apóstoles. Lo que
buscaban aquellos que a sí mismos se engañaron con las enseñanzas de Pablo,
eran sus propios intereses, no pensaron que era importante negarse a sí mismos,
no le creyeron a Jesús cuando repitió tantas veces que era imprescindible
negarse, crucificar la carne.
Por
eso dijo Jesús que el Espíritu de la Verdad, que el Padre enviaría en nombre de
Jesús, convencerá al mundo de pecado, porque no creyeron en Jesús. ¿Quiénes eran los que debieron haber creído
en Jesús? ¿Los que no oyeron de
Jesús? ¿Los que Jesús no llamó? Los que no creyeron en Jesús fueron los
cristianos, que creyeron que las enseñanzas de Pablo eran palabras eternas de
Dios y se fueron tras él, hacia la cautividad de la Gran Babilonia, su falaz y
vano imperio espiritual. Esa es la explicación de esa frase de Jesús.
Hasta
los escritos de Pablo, sobre sí mismo, están en las escrituras. Está Pablo, escribiendo no con su verdadera
identidad de anticristo, sino son su identidad de apóstol Pablo, con la cual se
enmascara. El anticristo Pablo escribió
que el gran anticristo se manifestaría al final de los tiempos. Y en verdad, solo al final de los tiempos se
sabrá, para todos los pueblos, la verdadera identidad secreta del falso
profeta, el anticristo Pablo, será descubierta su verdadera cara, será desenmascarado. En ese momento, el anticristo Pablo, acusará
a todos sus seguidores, el por qué se dejaron extraviar por simples opiniones
humanas, a las cuales les dieron el valor de palabras sagradas de Dios mismo.
En ese momento todas las palabras que hoy parecen sobrar en las escrituras
revelarán el valor de su presencia en los libros llamados sagrados.
56. Grandes sorpresas guardadas en las
escrituras.
Grandes
sorpresas, que nadie esperaba, están reservadas para el final de los
tiempos. Millones de seres humanos que
son tenidos hoy por grandes santos, padres, líderes y pastores de la humanidad,
serán humillados delante de toda la humanidad, por ser revelado que, engañados,
fueron siervos de Luzbel y de Pablo. Pero
también, muchos que fueron perseguidos y murieron con sed de justicia, al final
verán la recompensa, cuando el verdadero espíritu de Jesús, que ellos
siguieron, sea reconocido, el día final.
Según
Pablo, en un instante, al final, seremos todos trasformados, porque de un
instante a otro, por la revelación de la verdadera identidad de Pablo y por la
revelación de la verdadera identidad de Luzbel como ángel sumiso de Dios, como
el probador, toda la Iglesia de Jesús, de un instante para otro, será
transformada de la ramera rebelde, adoradora de Jesús y de Pablo, en, fiel a
Jesús y a nadie además de Jesús.
57.
Jesús dijo a los judíos, que eran hijos de Luzbel.
Jesús
dijo que los israelitas no eran hijos de Dios, sino de Luzbel. Obvio, Luzbel se
hizo pasar por Dios y los indujo a hacer barbaridades en nombre de Dios.
Despojaron, asesinaron, violaron, masacraron pueblos, y todo lo hicieron,
inducidos por sus profetas, que les decían que adoraban a Dios si destruían la
vida. Jesús les dijo que Luzbel (padre de ellos) es homicida desde el principio
y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en Luzbel. Según enseñó Jesús, cuando Luzbel habla la
mentira, habla de lo suyo propio, porque Luzbel es mentiroso y Luzbel es el
padre de la mentira. Luzbel no se creó a
sí mismo mentiroso, homicida y padre de la mentira. Fue creado así por Dios.
Luzbel, a su vez, es el padre del personaje llamado Pablo. Que, coincidiendo
con la otra trinidad, es el hijo, el que ha usurpado el lugar Jesús y ha hecho
que las naciones digan que sus epístolas son palabras de Dios. Ha sido adorado
en ello.
Pero
no fue que Luzbel se volvió mentiroso por su propia cuenta, saliéndose del
control de Dios, sino que así, tal como lo definió Jesús, padre de la mentira,
fue creado Luzbel por Dios, para probar a los seres humanos. Luzbel es llamado por Jesús el padre de la
mentira, también por contraposición a Dios Padre, que es el padre de la verdad,
y el Padre de Cristo. Luzbel es el padre
de la mentira, que es su espíritu, y es el padre de Pablo. Ellos tres son la trinidad de la falacia, la
trinidad de la mentira, porque su espíritu es engañoso, es la trinidad opuesta
a la trinidad del Cielo.
Igual
que Luzbel, Pablo también es mentiroso y es homicida, exterminador de
cristianos, desde el principio. Pablo, en estos dos milenios, con sus
enseñanzas sutilmente adulteradoras de la verdad, ha asesinado no ya los
cuerpos de los cristianos, sino que ha asesinado silenciosamente, a miles de
millones de almas humanas. No hay sobre la Tierra un hacedor de masacres de
almas más grande. Pablo es el más grande asesino en serie de toda la historia
de la humanidad. Pablo, un israelita
fariseo y además un sumiso ciudadano romano, presto a apelar al César para que
juzgara su causa, donde quedó probado que su defensor no era Jesús, su
esperanza no era Jesús. Por lo que, si
los israelitas son hijos de Luzbel, los cristianos que han seguido a Pablo
también han sido hijos de Luzbel, sin saberlo. Igual que los israelitas, no lo
sabían.
58. ¿Dios creó a la
trinidad usurpadora para perfección de los humanos?
Si
aceptamos que hay un creador de todo, entonces la trinidad del mal no se creó a
sí misma. Esa trinidad del error,
trinidad de la oscuridad, trinidad de la niebla (las tinieblas), trinidad de la
ignorancia, trinidad de las apariencias, trinidad de la falacia, no se creó a
sí misma, tal cual es, no se creó de la nada, sino que fue creada por Dios,
para que los seres humanos fuéramos libres de elegir entre varias posibilidades
de vida, para que haya una trinidad que le proponga al ser humano otras variables
aparentemente válidas, para que el hombre pueda decidir, tenga el libre
albedrío. Esa trinidad es la garante del libre albedrío.
Esa
trinidad de la mentira solo actúa en las mentes humanas, no actúa en el resto
del universo. No obra la trinidad usurpadora sobre los planetas, ni sobre los
ríos, ni sobre los mares, ni sobre los animales, ni sobre las plantas, para
ponerlos a prueba. Cuando un león caza y
devora a un venado, no fue Luzbel, ni el león es malo. Cuando explota un volcán o cuando hay un terremoto,
o un huracán, Luzbel no estaba dañando la Tierra. Cuando explota un planeta y se convierte en
estrella, tampoco fue Luzbel.
¿Fue
por amor a los seres humanos, que el creador de todo creó a la trinidad
usurpadora, creando a Luzbel, el cual creó a Pablo su hijo de perdición y envía
a su espíritu falaz en las palabras de Pablo? ¿fue para que ellos tres
propongan senderos diferentes a los seres humanos? Fueron creados senderos diferentes a los
senderos de Dios, senderos falaces, senderos que parecen ser de Dios, que
parecen ser buenos, para que los hijos de Dios puedan crear su propia vida,
según deseen, hasta pudiendo ser rebeldes a Dios. Si no fuera por la creación de la trinidad
usurpadora y su influencia sobre todas las mentes humanas, los seres humanos no
seríamos creadores de nuestra propia vida.
Nos faltaría el imprescindible libre albedrío para ser hijos de Dios, no
probaríamos los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal, lo cual nos
hace semejantes a Dios. Luzbel, su hijo Pablo y sus palabras, esa trinidad que
antes no se veía, pero ahora sí, es un regalo de Dios para toda la humanidad.
59. A todos los humanos les
son ofrecidos el bien y el mal.
Aunque
no lo desee, todo ser humano prueba de los frutos del árbol de la ciencia del
bien y del mal, aquel árbol que supuestamente comieron Adán y Eva en el
Paraíso. A todo ser humano sobre la
Tierra, por orden de Dios, le es presentado tanto el bien como el mal, y todo
ser humano debe decidir qué es bien y qué es mal. Las más de las veces, el mal se disfraza de
bien, aparenta ser el bien, es falaz, haciendo que sea toda una ciencia saber
diferenciar lo bueno y lo malo. Por eso el creador la llamó la “ciencia del
bien y del mal. Hay innumerables espíritus
impostores tratando de inducir a engaño a la humanidad, y la humanidad en masa
se extravía a sí misma con ellos. Así fue anunciado por Jesús y sus apóstoles.
Son
tres las proposiciones que del árbol de la ciencia del bien y del mal, recibe
todo ser humano a la vez: El mal disfrazado de bien; también le es propuesto el
mal, tan malo como es; y finalmente también le es propuesto a todo ser humano
el bien, no se le propone el bien disfrazado de mal, porque el bien no se
disfraza de mal.
Los
ángeles que suplantaron a Dios en el antiguo testamento eran probadores
descendidos del Cielo. Esas visiones de
ángeles que vieron los patriarcas y los profetas, antes de la venida de Jesús,
estaban autorizados por Dios para hacer la tarea de probar, haciéndose pasar
por Dios, dándoles a los seres humanos órdenes que Dios no daría, unidas a
órdenes que Dios sí daría, para así dar al hombre el libre albedrío, de decidir
entre lo bueno y lo malo, libertad absolutamente necesaria para ser hijos de
Dios, superiores a los ángeles, que no viven el dilema de reconocer el bien y
el mal
Todo
ser humano tiene el dilema de reconocer por sí mismo, cuales obras son de Dios
y cuales obras no son de Dios, sino que son falacias, errores, o imposturas,
esos son los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Ni un solo asesinato es orden de Dios. Jamás algunos seres humanos, que sean hijos
verdaderos de Dios, asesinarán a otros seres humanos en nombre del Dios de la
vida, es una contradicción en sí mismo, es un absurdo. Todas las veces que los israelitas fueron enviados
por los profetas a asesinar seres humanos en nombre de Dios, todas las veces
que esos mismos profetas, con sus propias manos, asesinaron reyes y asesinaron
a sus enemigos, no era Dios el que les había hablado, sino Luzbel, haciéndose
pasar por Dios, poniéndolos a prueba, a ver si se dejaban engañar. Y cayeron en el engaño, hasta los más grandes
profetas y estudiosos de todos los tiempos, con muy contadas excepciones.
CAPITULO
7
LOS
ÁNGELES “NO” TIENEN LIBRE ALBEDRÍO.
60.
los ángeles, si pudieran, desearían tener libre albedrío.
Esta
verdad, desconocida por la mayoría de los cristianos, la confirmó Pedro, cuando
escribió que los ángeles, desde siempre y por siempre, si pudieran desear,
desearían ser como nosotros. (1ª De Pedro 1:10-12). Porque los ángeles no
tienen deseos propios, como nosotros los tenemos. Y por error, vemos a los
ángeles como somos los humanos.
Los
ángeles no pueden decidir ser buenos o malos, pues ellos son los ejecutores
directos de la voluntad de Dios, son sus soldados. Ellos son en sí mismos la
voluntad de Dios en ejecución. Al espíritu que Dios le asignó hacer el trabajo
sucio, o de infiltrado, o de demonio, a ese le corresponde hacerlo y punto. Y
esos ángeles, ni desean, ni deciden, si obedecen o no. Los ángeles, no se ponen
a pensar, que mejor hubieran querido, hacer o no hacer, esto o aquello, que les
fue ordenado desde el trono celestial. Ninguno de ellos desea la misión de otro
ángel. Ninguno desearía, que no le hubiera correspondido hacer lo que pudiera
considerar, algún trabajo desagradable.
Todo
eso sí nos sucede a nosotros, pero no a ellos. Ni uno solo, de entre todas las
miríadas de miríadas de ángeles, incluidos todos los del lado oscuro, tiene ni
el más mínimo conflicto de autoridad con Dios. Para los ángeles, entonces, no
hay objeción de conciencia; ellos, nunca, jamás, se oponen a una orden de Dios;
ellos fueron creados así. Ellos hacen lo que Dios les ordena hacer. Ellos son
los espíritus del bien y del mal, enviados por Dios a toda la Tierra. Todos los
ángeles, sin excepción, son soldados perfectos; ejecutores al cien por ciento
de la voluntad de su grandioso general celestial, sea cual ella fuere. Pues ese
general celestial y solo Él, en sus tres personas distintas, Padre, Hijo y
Espíritu de Jesús, está por encima del bien y del mal.
Todo
aquel que desee, de verdad, entender mejor la palabra de Dios no olvide esto:
Él, y solo Él, (Padre, hijo y Espíritu de Jesús), está “muy por encima” del
bien y del mal. El que no lo tenga en cuenta, jamás conocerá bien la palabra de
Dios.
61.
los ángeles residen en nuestras mentes, por tanto, son menores que nosotros.
Los
humanos Tienen en sus mentes todo el tiempo, a esos ángeles del lado oscuro, y
a esos ángeles del lado de la luz, unidos, enviados a todos. Esos ángeles proponen
toda clase de deseos, que son los frutos de ese precioso árbol de la “ciencia
del bien y del mal”. Ese árbol que fue dado a probar, por Dios mismo, al hombre
en el paraíso terrenal, cuando dijo: “De este árbol no comeréis” (Génesis
2:17). Prohibiendo comer de ese árbol, puso en el hombre la posibilidad de
decidir.
Luego
apareció allí en el paraíso, un ángel del lado oscuro, obviamente, con el
consentimiento de Dios, obviamente enviado por Dios, al cual le fue dado por
Dios, hacer que naciera en todos los humanos el deseo de probar ese fruto. Ese
ángel oscuro consiguió que tuviéramos, por primera vez, el deseo de hacer nuestra
voluntad y no siempre obedecer a Dios. Por tanto, esos frutos del árbol de la
“ciencia del bien y del mal”, son nuestra esencia como humanos, son nuestro
libre albedrío, aquello que nos hizo diferentes a todo el resto de la creación,
la cual “va en paz y en orden cantando, la gloria de su hacedor.” Todo está en
perfecta armonía, menos nosotros los humanos, que tenemos ese caos de deseos en
nuestras mentes, desde que probamos, todos al nacer, los frutos, el elixir de
ese árbol divino, en el paraíso terrenal, cumpliendo el perfecto itinerario que
Dios nos había trazado, desde la creación misma.
Porque
tomar los frutos de ese árbol, tampoco sucedió en contra de la voluntad de
Dios, pues en todo el universo, nada sucede en contra de la voluntad de Dios, que
es todo poderoso, todo lo sabe, todo lo ve y está en todas partes. Esos son los
“no bien entendidos” atributos de Dios. Solo quien los tenga en cuenta siempre,
sin olvidarlos, entenderá la palabra de este Dios, que es omnipotente,
omnisciente y omnipresente. Por lo tanto, hasta en los más oscuros y en los más
ardientes rincones del infierno, Dios es el Rey absoluto, sin discusión alguna,
por siempre y para siempre. El árbol de la ciencia del bien y del mal entonces
fue creado exclusivamente para el hombre, el día que el mismo hombre, por su
propia cuenta, deseara tomar el primero de sus frutos.
62.
los ángeles y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Nosotros
los humanos “sí” éramos antes semejantes a los ángeles, éramos desconocedores
de deseos, aparte del deseo de obedecer a Dios; por lo tanto, no teníamos los
dilemas de conocer y decidir entre el bien y el mal. Así de “armoniosa” fue
toda la humanidad, hasta el instante antes de probar de ese paradisíaco árbol,
de la “ciencia del bien y del mal”, por designio de Dios, que decretó que
fuéramos como él, que fuéramos sus hijos, con libre decisión de obedecer sus
designios, o dejarlos de lado, “haciendo en ambos casos, nuestra soberana
voluntad”.
Infinitas
gracias por ese preciado don celestial, del elixir del árbol de la ciencia del
bien y del mal. Por ese bendito caos de ángeles que albergamos todos en
nuestras mentes. Por eso, cuando el hombre tomó el fruto de ese árbol, entonces
Dios dijo: “He aquí al hombre, como uno de nosotros, (Padre, Hijo y Espíritu de
Jesús), conocedor del bien y del mal”. Y dice la escritura (Génesis 3:22) que
entonces, procedió el creador, a evitar que el hombre alargara su mano, para
que no pudiera probar los frutos de ese otro único y supremo árbol, que también
fue plantado allí por Dios, “el árbol de la vida”, para que el hombre, solo
mientras tanto, no viviera eternamente.
Porque
luego, pasado el tiempo, hace apenas dos mil años, viene Jesús y lo que nos
ofrece es ese fruto exactamente: vida eterna. Nos ofrece el más preciado elixir
del paraíso. Según los designios de Dios y según los tiempos de Dios para
nosotros, Jesús nos ofrece, los frutos puros del árbol de la vida, nada más y
nada menos. Y vuelven de parte de Dios los ángeles a entretenernos en esta vida,
con todo su caos de propuestas, que están dirigidas a evitar que nos neguemos a
nosotros mismos, para poder tomar los frutos del árbol de la vida eterna.
El
primer Adán, tomó para todos nosotros, el fruto del árbol de la “ciencia del
bien y del mal”, haciendo a toda la humanidad, más divina que ninguna otra
especie de seres, incluidos los ángeles. Y Jesús, el segundo Adán, tomó en el
paraíso, para nosotros, los frutos del “árbol de la vida”. Pero por causa de
las sofisticadas falacias de Luzbel, las personas presuponen erradamente, que
fue un error probar el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Ese
árbol pudiéramos llamarlo el don maravilloso de los ángeles de la verdad y del
error. Mas, si entendemos que ese regalo, más que un castigo, fue la voluntad
celestial para con nosotros, entonces ninguno de los frutos de esos dos
paradisíacos árboles, ha sido, o será para el mal de la humanidad. Y para probar
que tenemos voluntad fuerte para tomar los frutos de los dos árboles, Dios ha
puesto a los ángeles entreteniéndonos con sus propuestas de todo tipo.
63.
El juicio final resuelve dilemas que propusieron ángeles y decidieron hombres.
El
juicio final de Jesús es tan perfecto, que nadie va a estar en desacuerdo ese
día, con el veredicto. Sin que Jesús tenga que demostrar el veredicto, cada
mente llegará por sí misma al veredicto mediante la sabiduría en todos en ese
instante. El juicio es solo sobre cómo cada uno haya usado su libre albedrío.
Un juicio sobre lo que cada uno decidió libremente, no sobre lo que no pudo
decidir. El juicio es para saber quiénes recibirán la vida infinita, con
capacidad de decisiones propias. El juicio es sobre quienes pueden tomar los
frutos del árbol de la vida, el más preciado elixir del paraíso, que nos ha ofrecido
Jesús. El juicio final de Jesús no es la premiación para las personas que no se
equivocaron, que fueron perfectas; porque nadie es perfecto, con esos ángeles,
los de la luz y los de la niebla, proponiendo tantos deseos diferentes.
Mucho
menos el juicio de Jesús es para decidir quiénes pueden volver al paraíso, en
las mismas circunstancias de antes de comer de los frutos supuesta mente
“prohibidos”. Ya es imposible deshacer ese ascenso dado a la humanidad. Ni es
un juicio para convertirnos en ángeles, puesto que no somos inferiores a los
ángeles, sino todo lo contrario.
Los
elegidos de lo alto, indignos como todos, pero elegidos por su misericordia en
el juicio entre el bien y el mal, los rescatados de ese caótico árbol, pueden
extender sus manos y tomar el fruto del árbol de la vida. El fruto de ese árbol
de la vida es un estado “humano” aún más superior al que hoy tenemos respecto a
los ángeles, el estado de hijos de Dios. La resolución del juicio final es la
suma de los dos estados: el jamás perdido estado de libre albedrío, más el
estado de vida eterna. Solo queda dar gracias por esos dos árboles.
64.
El ángel Luzbel es homicida y padre de la mentira porque fue creado así.
Cuando
Jesús dijo (Juan 8:44), que Luzbel es mentiroso y padre de la mentira, no
estaba diciendo que Luzbel se hizo mentiroso él mismo, solamente estaba
diciendo que es el padre de la mentira. Los teólogos superficiales han supuesto
que Luzbel se hizo mentiroso, pero no les dijo eso Jesús. Dios padre lo creó
mentiroso, a Luzbel solo, desde el principio, y por eso Luzbel es el padre de
la mentira. Si Luzbel se hubiera convertido a sí mismo en mentiroso,
contrariando el deseo de Dios, entonces Dios no sería todo poderoso, ni sabría
todo, ni sería el creador de todo.
La
creación de Luzbel, homicida desde el principio y padre de la mentira, es la
garantía de Dios, todo poderoso, para que los seres humanos tengamos libre
albedrío, al sernos dado un ser diferente a Dios, creado por Dios, para que le
proponga al ser humano lo imperfecto, lo antinatural, lo erróneo, en fin, lo
que Dios no le propondría.
El
mentiroso arcángel Luzbel bien pudiera ser, una de esas siete misteriosas
lámparas o candeleros, que están delante del trono de Dios Padre, vistas por
Juan en el apocalipsis, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la
Tierra. (Ver: Apocalipsis 1:4; 3:1; 4:5; 5:6). No se sorprendan entonces, que
el día del juicio final, pudieran ver que uno de esos candeleros de oro, ese
espíritu, es nada más y nada menos que el mismísimo arcángel Luzbel. Ese
arcángel oscuro y mentiroso, que fue enviado por Dios a toda la Tierra, con los
otros seis arcángeles, entre los cuales están, Gabriel, Rafael y Miguel. Luzbel
es, posiblemente, el más poderoso de los siete, junto con Miguel, su adversario
directo.
Pero
los dos arcángeles juntos, no son más poderosos que un ser humano cualquiera,
creado semejante a Dios, conocedor del bien y del mal. Ambos arcángeles fueron
enviados a toda la Tierra, a enfrentarse adentro de cada ser humano,
proponiéndole verdaderos deseos celestiales por los del arcángel Miguel y
tratar de inducirlo a errores, con deseos mentirosos, de los del arcángel Luzbel.
65.
El Padre envía ángeles a engañar seres humanos (Libro 1° de reyes cap. 22).
El
que crea que Dios Padre “no” envía espíritus a decir mentiras; el que crea que
Dios no pudo haber creado malo, desde el principio a Luzbel, lea en el libro 1º
de Reyes, el capítulo 22, versos 1 a 40, sobre el rey Acab y el profeta Miqueas
(o Micaías).
En
este relato de las escrituras “llamadas sagradas”, Dios envió un espíritu de
engaño para extraviar a todos los profetas de Israel, menos al profeta Micaías.
Y todos esos profetas de Dios, engañados por Dios mismo, convencieron al rey de
Israel, al rey de Judá y al pueblo entero, que ese día vencerían al rey de
Siria, tomarían su vida, y recuperarían Ramot de Galaad. A pesar de las
palabras de Micaías, que les decía que iba a morir el rey Acab y no el rey de
Siria, no le creyeron, y se fueron convencidos de vencer, al campo de batalla,
dejando a Micaías preso en un pozo de la ciudad. El rey Acab no iba ese día al
frente de los ejércitos de Israel, como su rey, sino disfrazado de soldado
raso, para evitar la profecía de Micaías. Pero ese día una sola flecha fue
disparada a los aires al azar, y al caer, se clavó en el pecho del rey Acab,
derribándolo, herido de muerte. El rey de Siria había dado orden de buscar y
matar solamente al rey Acab. El rey de Siria, que era enemigo del pueblo de
Dios, fue enviado por Dios mismo, a matar al rey de Israel.
Todo
ese engaño, a los profetas, a los dos reyes, al ejército y al pueblo, era para
que el rey Acab muriera en batalla; para que la sangre del rey de Israel regara
la tierra y la bebieran los perros, debido a lo perverso que había sido el rey
Acab, junto con su esposa Jezabel. Ver en apocalipsis 14:20, cómo esta sangre
derramada de Acab, es un aviso de lo que será la vendimia de la tierra al final
de los tiempos.
Antes
de suceder todo este despliegue de pueblos y ejércitos, dice la escritura, que
Dios, en medio de todos sus ángeles, preguntó quién iría a engañar a los
profetas de Israel, para que, con sus falsas profecías, enviaran al rey Acab a
esa trampa mortal, a la batalla. Obviamente, el espíritu de engaño que se
ofreció para enceguecer a los profetas era uno de los ángeles del lado oscuro,
que estaba allí en el cielo mismo, con todos sus compañeros oscuros. No fue que
lo mandaron a llamar al infierno. Ese espíritu de engaño estaba ahí tranquilo
en la presencia de Dios.
También
el espíritu de asesinato que entró en el rey de Siria obviamente era uno de los
del lado oscuro. Todos los asesinatos de la humanidad, todos los amparados por
las leyes, en todo el mundo con sus gobiernos y sus ejércitos y como ese asesinato
del rey Acab, y todos los asesinatos sin excepción alguna, han sido sugeridos a
las mentes con afinidades asesinas, por los ángeles del lado oscuro. Eso se cae
de su peso.
66.
tómelo por donde lo tome, el Padre envía ángeles mentirosos a la humanidad.
Si
es verdad esto que dice el libro 1º de Reyes 22:1-40, entonces Dios “sí” envía
espíritus (ángeles) mentirosos a la Tierra, a confundir a determinados hombres
y poblaciones enteras, grandes y pequeñas. Pero también, si no es verdad eso
que dice el “libro sagrado”, entonces ese texto es una mentira que está en la
biblia y, por lo tanto, supuestamente, viene de Dios. Tómelo por donde lo tome,
entonces la tesis de que Dios “sí” envía espíritus mentirosos a extraviar
personas, o poblaciones enteras, ha sido real.
Este
envío de espíritus engañosos aún está sucediendo en este mismo instante en toda
la Tierra. ¿En qué forma? Dios ha autorizado la formación de todas las
religiones de la humanidad, Él no frenó la formación de las que estaban
“equivocadas”, Él no impidió la vida de los supuestos creadores de “errores”,
por lo tanto, ese Dios único, es el creador a ultranza, de todas esas
religiones que Jesús ha llamado falsas, debido a que no reconocen que Él es
Dios enviado a la Tierra.
Dios
Padre es el determinador, de que haya variadas formas de llamar y adorar a
muchos dioses, aparte de Él. Si algunas de esas religiones no permanecerán
eternamente, ni son perfectas, entonces Dios ha creado esas falsedades, y las
almas de esos miles de millones de personas, que las adoraron, murieron a causa
de esas falacias que recibieron como libros sagrados. Todo ese desastre, fue
ordenado por Dios mismo, que “está muy por encima del bien y del mal”.
67.
El padre y el ángel Luzbel conversan como amo y siervo obediente.
Ese
texto de la escritura, sobre el espíritu de engaño enviado por Dios a los
“profetas del pueblo de Dios”, es fascinante, tanto, como lo son los dos
primeros capítulos del libro de Job, donde se encuentra Dios con Luzbel, en el
cielo y conversan fluidamente, como “amo y siervo fiel”, ya que jamás han
hablado, o hablarán, como enemigos o rivales. Ver Job 1:6-12 y 2:1-7. Se
entiende que Luzbel estaba en el cielo con todas sus miríadas de “ángeles
oscuros”, no iba a estar allí solo, o de incógnito.
Allí,
en lo alto, desde su trono, Dios mismo, es el que le autoriza a Luzbel,
destruir primero todos los bienes de Job, luego autoriza la muerte de todos los
hijos de Job y sus familias, y luego autoriza la pérdida de la salud de su
siervo más leal, Job. ¿Cuántos hombres, mujeres, hijos y siervos, murieron por
una simple conversación distendida entre Dios y Luzbel?
Dios
fue el que hizo eso, no fue Luzbel el que autorizó la destrucción, las muertes
y la enfermedad de Job. Luzbel solamente fue el leal ejecutor de esa suprema e
inapelable voluntad celestial. Dios no necesitaba que le demostrarán la fe de
Job, pues todo lo sabe. Ni Dios autorizó
esas muertes para demostrarle lo más mínimo a Luzbel.
¿Tal
vez eso sucedió solo para que nosotros lo leyéramos? Es potestativo de Dios
hacer lo que desee. El que no pueda creer que Dios mismo envió al anticristo,
disfrazado de grandioso apóstol Pablo, recuerde también que Dios mismo llamó al
apóstol Judas Iscariote, a sabiendas de que Judas le traicionaría y luego se
suicidaría, por esa pesada carga en su alma. Por favor, lean con independencia
de criterio, lean las enseñanzas sorprendentes, que las escrituras les tienen
preparadas, a los que desean la verdad, “pero de verdad”.
68.
En el cristianismo los ángeles mentirosos están fieles haciendo su tarea.
Cuando
las mentes llegan al cristianismo se relajan y dan por hecho que todo lo que
les dicen es verdad absoluta. Creen que ya no hay más pruebas, ni más engaños.
Pero también está sucediendo ese espíritu de engaño adentro del cristianismo,
autorizado por Dios, para que ejerzamos los humanos nuestro libre albedrío.
Cuando
los hombres creen, que las palabras de otros hombres, diferentes a Jesús, entre
ellas las Pablo, son “la palabra de Dios”, caen en un poderosísimo engaño
enviado desde el Cielo, para ponerlos a prueba. No es que todo lo que diga Pablo
sea mentira, él tiene sublimes enseñanzas verdaderas sobre Dios. Pero, aunque
diga muchas verdades, como cualquier ser humano las puede decir, y aunque las
acompañe de milagros, sus palabras jamás serán “la palabra de Dios”, solo son
palabras humanas, inspiradas por Dios, pero sujetas a error humano. En esas
palabras humanas, Pablo fue el que les dio a entender que todas las escrituras
tenían el mismo valor divino, de las palabras de Jesús (2ª a Timoteo 3:16). En
esa frase Pablo rebajó a Jesús, trató de tomar su gloria, y ni se dan por
enterados. Ese error humano, ha desviado durante miles de años, a miles de
millones de incautos.
“Veía
Jesús a Luzbel descender desde el Cielo como un rayo”. (Lucas 10:18) (Hechos
9:3-4) Descendía autorizado por Dios, para poner a prueba a todos los
habitantes de la Tierra. (Apocalipsis 12:9). Cuando, sumisos, ingenuos y
crédulos, adoran esas palabras de grandes hombres, y las llaman “palabra de
Dios”, justamente caen derribadas de lo alto sus almas, y se estrellan en el
suelo. Como cayó Saulo (Hechos 9:3-4), como también cayó el rey Acab. Adoran lo
del suelo, no adoran lo del Cielo.
Los
miles de millones de extraviados, por tan sutiles falacias, no fueron víctimas
de los engaños enviados del Cielo, junto con la palabra de Jesús, sino que son
víctimas de sí mismos, al elegir el error como verdad. Crear absolutamente todo
en el universo, tanto lo bueno, como lo malo, hace parte de los atributos de
Dios, el cual está, precisamente, muy por encima del bien y del mal. No podemos
juzgar nosotros a Dios, como si fuera un humano. Él es mucho más que humano o
ángel, y sin duda alguna, Él ha creado todo el bien y todo el mal que hay en el
universo.
69.
El ángel de engaño no emerge de las profundidades, desciende de lo alto.
Todos
creerían que el ángel rebelde está en las profundidades desde donde asciende a
veces, cuando Dios se descuida y entonces le hace daño a su creación, porque
aborrece la creación. Eso es lo que enseñan en todas las religiones cristianas
influidas por las enseñanzas de Pablo. Pero el ángel luzbel en las escrituras
está en el trono de Dios y habla con Dios como su siervo leal y obediente, su
ángel especial para los trabajos oscuros.
En
el libro de Job caps. 1 y 2, Luzbel desciende de la presencia de Dios a
perjudicar a Job con la autorización de Dios. En el relato del rey Acab y el
profeta Micaías, el espíritu de engaño desciende del trono de Dios, a engañar a
todos los profetas de Israel. En el caso de Pablo, un rayo desciende de lo alto
para derribarlo y decirle que es Jesús, que ha vuelto por segunda vez a hablar
con Pablo. Pero sabemos que ese rayo es el ángel Luzbel. Jesús dijo que veía a Luzbel
descender desde el Cielo como un rayo.
Así
como en ese pasaje del libro 1º de Reyes, aún hoy, El Padre ha enviado a Luzbel,
mentiroso, para que nos invite a salirnos del lado de Dios. Y Luzbel ha
descargado, como un rayo, su espíritu de engaño, en Pablo, para convertirlo en
el extraviador de los cristianos, el seductor de la humanidad, el más grande
artista de la falacia y del engaño. Solo para eso lo ha enviado.
70.
Los ángeles mentirosos adoran a Jesús.
Por
eso, por ser los grises, los oscuros, ángeles mentirosos, no rebeldes, sino
sujetos desde la creación, a la suprema autoridad de Jesús, era que los
demonios y los espíritus impuros, se postraban delante de Jesús y lo reconocían
como su superior, obedeciéndole en todo lo que les ordenaba, sin dudar, sin
insultarlo, sin ofenderlo, sin murmurar contra Él. (Lucas 4:41).
Mientras
que los seres humanos dudaban, estaban confundidos sobre la verdadera identidad
de Jesús, sobre si Jesús era o no era, el enviado de Dios, el esperado, el
Mesías y cuando los demonios lo decían en público, Jesús les ordenaba callar,
para que siguiera siendo motivo de decisión de los seres humanos. (Marcos
1:34).
Porque
los demonios, como verdaderos ángeles que son, saben bien quién es Jesús, su
jefe máximo; pero los seres humanos, por razón del libre albedrío, no lo saben
bien, dudan, están confundidos, precisamente por los ángeles de la luz y los de
la oscuridad, adentro de ellos, que les ponen a dudar, no les dan certidumbre
total.
Toda
duda, en todos los pensamientos humanos, nació ese día en el paraíso, al tomar
el fruto precioso, el divino elixir del “árbol de la ciencia del bien y del
mal”. La “duda metódica” es el soporte de toda investigación científica seria
humana. El método científico, es un efecto, un fruto del árbol de la “ciencia”
del bien y del mal. Por estas fascinantes dudas tan humanas, algunos
“científicos”, no todos, han terminado dudando justamente del origen
paradisíaco de la duda. Llegan a dudar a tal punto algunos, que hasta “dudan de
que dudan”.
Hasta
ese punto ha llegado el discreto trabajo, en las mentes humanas, de los ángeles
de la luz y los ángeles oscuros. Pero para todos los demonios, y para todos los
espíritus impuros, descritos en el nuevo testamento, la identidad de Jesús y su
autoridad incuestionable e incondicional sobre ellos, como ángeles oscuros,
designados oscuros por Dios, algo que no decidieron ellos, estaba fuera de toda
duda. Hay no pocas menciones en los evangelios, que hablan de la total e
incuestionada sumisión de los demonios a Jesús. Cero rebeldías. (Mateo 8:31).
71.
¿En cuál situación el libre albedrío dado por los ángeles no funciona?
Dejan
de dudar y pueden creer que Jesús es Dios, solamente aquellas personas a
quienes, por designio soberano del Padre, les sea revelada, en lo más profundo
de sus almas, la identidad de Jesús como Mesías. Jesús fue el que enseñó, que
el Padre elige a quien le revela esa verdad. El Padre elige entonces, a quien
llama a su “voz”, a su “palabra” y elige también, a quien no le deja
reconocerla (Juan 6:44 y 55) (Mateo 16:13-20).
Es
como si estas personas “llamadas”, entonces, en este punto preciso de sus
existencias, no hubieran tenido libre albedrío: fueron elegidos y llamados sin
su consentimiento previo. Afuera del cristianismo hay millones de virtuosos,
que no fueron llamados. Adentro del cristianismo hay millones de grandes
pecadores, que sí fueron llamados. Es algo ilógico para nuestras mentes. El
Padre, que está por encima del bien y del mal, elige, según su insondable
sabiduría, a quienes les abre las mentes, para que entiendan. Y de esos “muchos
llamados” a su palabra, dice Jesús, que “pocos son sus elegidos”, que muy pocos
son vencedores de las voces de los ángeles, que los ponen a dudar sobre las
palabras de Jesús, y les unen palabras de hombres, las cuales les presentan
como “palabras de Dios”. Por esto Pablo tiene un lugar importante en el
cristianismo, al tratar de proponer a los llamados a creer en las palabras de
Jesús, otras palabras que supuestamente también son la palabra de Dios.
El
que llega al cristianismo recibe las pruebas del libre albedrío, pero a un
nivel más sofisticado, más sutil. La verdad es muy parecida a la falacia y las
personas han de ser más agudas para elegir entre el bien y el mal. Aquí el
humano recibe enseñanzas sublimes de hombres, presentadas como palabras de
Dios. Enseñanzas veraces en su mayoría matizadas con unos cuantos errores y
falacias. Además, le dicen que todo lo escrito es de igual valor. Que Jesús
vale lo mismo que los profetas y lo mismo que Pablo, puesto que sus palabras
son de valor igual, son santas. Y que entre todos esos libros no hay
contradicciones y que todos esos libros son uno solo. Y nada de eso es verdad.
Pero si desea estar en el grupo debe aceptar como dogma de fe todo lo humano
que le dicen. ¿Es angustiante? No por el contrario, es más interesante, el
nivel de falacia es superior adentro de la iglesia. Así tiene que ser por orden
de Dios. A más sabiduría, más sofisticada es la prueba.
72.
Los ángeles que dicen la verdad también son garantes del libre albedrío.
No
es que los ángeles de la verdad no pongan a prueba la mente del ser humano. Las
personas tienden a creer que solo lo ángeles del lado oscuro son los que ponen
a prueba la sabiduría del alma. Todos los ángeles son probadores, puesto que no
obligan al humano a creer lo que proponen.
Decidiendo
cuales palabras son de Dios, entre las muchas que les son presentadas como
divinas, los “llamados a creer” recuperan entonces su libre albedrío, al tener
en cuenta miles de enseñanzas como de Dios, que en verdad no lo son. Las
personas que creen que enseñanzas de hombres, como las de Pablo, son palabras
de Dios, en realidad empiezan a dudar de la divinidad las enseñanzas de Jesús,
puesto que creen que Jesús es igual a cualquier hombre; que esas palabras de
Jesús son iguales a las de Pablo y que las palabras de un humano, igual de
imperfecto como todos nosotros, son dignas de ser adoradas, como la perfecta y
eterna palabra de Dios.
Porque
todas las propuestas de ángeles se presentan como iguales, entonces el elegir
qué es verdad y acertar es en sí misma la prueba. La prueba no es reconocer la
falacia, sino que, al diferenciar la verdad del error, el humano toma la
verdad. Por tanto, los ángeles del lado de la luz son tan probadores como los
ángeles del lado oscuro.
Así
se perfecciona, por designio de Dios, el libre albedrío de los llamados. Jesús
enseñó que el Padre Elige al final, a los “muy pocos,” que no se dejaron
extraviar por las fascinantes enseñanzas, de los ejércitos de engañadores,
estafadores, falaces, que fueron enviados, autorizados desde el mismísimo
Cielo, para poner a prueba a todos los habitantes de la Tierra.
73.
Cada humano acertó o erró por sí mismo, no por los ángeles.
Igual
que en el pasaje del libro de Reyes los humanos estaban recibiendo profecías
falaces (1º de Reyes 22:1-40), así mismo “la abominable desolación en el lugar
que no debe”, es las enseñanzas de hombres, como las de Pablo, siendo
recibidas, adoradas y seguidas como palabras de Dios, por miles de millones de
humanos, durante largos dos mil años.
La
verdadera gran tribulación espiritual es esa masacre descomunal, es la muerte
espiritual de miles de millones de preciosas almas de seres humanos, todos
ellos superiores a los arcángeles. Esa masacre de almas que ha pasado
silenciosa, desapercibida, como si no hubiera sucedido, hasta el día del juicio
final de Jesús sobre todos los seres humanos. Ese día todos verán que esa era
la anunciada gran tribulación, y ni se dieron cuenta. La sangre de las almas
heridas y asesinadas en la cruda batalla, que corría a cántaros, formando ríos caudalosos
e inundando valles, según lo predijo Jesús, que la sangre de la vendimia de la
tierra sería desbordante, hasta los frenos de los caballos de los verdugos; esa
sangre no era roja, ni olía a pestilencia su podredumbre cadavérica, ni se oía
el lamento agónico de los heridos en ese silencioso combate de palabras, porque
es la gran tribulación a un nivel de espíritus, no de cuerpos humanos. Esa
preciosa sangre derramada, que se ha desperdiciado, por milenios, formando
ríos, inundando valles y creando mares, es el verbo de las almas, que se
derramó en vano, en pos de palabras humanas, las cuales adoraron y las llamaron
“palabra de Dios”.
Llegará
el día en que la humanidad entienda con claridad esa gran masacre de almas
perdidas, no fue causada por los ángeles que propusieron el error, sino porque
cada uno eligió libremente la falacia como si fuera la verdad. Los que murieron
con el error ni se dieron cuenta que eran muertos vivientes sino hasta el día
del juicio final.
74.
Que el ángel Luzbel se rebeló en contra de Dios, es mentira de Luzbel.
Es
una fina y bien tramada manipulación de Luzbel, hacerles entonces deducir de la
escritura, y presuponer a la ligera, que el mismísimo Luzbel fue el que
arrastró con su cola, la tercera parte de las estrellas del Cielo, sin el
previo conocimiento de Dios y sin su previa autorización. Trate de imaginarse a
Dios viendo a la tercera parte de sus ángeles irse y no poder evitarlo, no
poder vencerlos nunca; eso es imposible, es inimaginable, pero es lo que te
enseñan en la Tierra.
Es
tal la seducción, la intención de espíritus engañosos para que los humanos se
desvíen solos y no reconozcan que el creador todo lo puede, que dejaron un
capítulo dirigido a un tal querubín, pero es el titulo que el “profeta” le dio
al rey de Tiro. (Ezequiel 28:14-19). Según el profeta, el que se ensoberbeció
fue el rey de tiro y los humanos solos se han desviado de un Dios todo poderoso
a un Dios sin fuerzas contra sus enemigos. A tal punto que el capítulo 28 de
las profecías de Ezequiel inicia diciendo: “Vino a mí palabra de Jehová,
diciendo: Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: …. Y no cambia de persona a
la cual se refiere hasta que lo llama querubín. Solo bastaron unos párrafos
para que, en bandada, por miles de millones de humanos y sus superficiales
intérpretes de las escrituras, se fueran por esas grietas del sabiduría hacía
el error.
Es
imposible que un ángel le haya quedado mal hecho al que decimos que es perfecto
en todo. Es imposible que un grupo de ángeles se hayan confabulado y tomaran la
decisión de abandonar el Cielo. El creador creó al ángel luzbel y el creador creó
los ángeles de Luzbel para luzbel y le dio autorización de tomarlos para su
trabajo. Solo así se puede entender un Dios todopoderoso, que todo lo sabe, que
está en todas partes. Esa es una mal llamada rebelión, es el delirio febril de
teólogos superficiales. Esa mal entendida “rebelión”, en verdad fue autorizada
por Dios, para que se cumpla estrictamente la voluntad de Dios. Para que haya
un ejército de ángeles oscuros, que inviten a todos los seres humanos, a hacer
lo que les venga en gana, sin pensar si es lo correcto o no.
Y
si esa mal llamada rebelión, fue necesariamente aprobada, por el omnipotente,
omnipresente y omnisciente creador, entonces no fue rebelión en verdad. Fue
todo lo contrario, fue la ejecución del magistral plan de Dios, para con los
seres humanos, para que, a través de ese ejército de ángeles oscuros, los seres
humanos tuviéramos el preciado y divino libre albedrío. Sin ese ejército de
ángeles del lado oscuro, proponiéndonos como normales, toda clase de deseos y
acciones, ajenos a la voluntad perfecta del creador, es imposible que nosotros
tengamos libertad de elección. Ellos son los garantes de nuestro libre
albedrío, lo que nos hace hijos de Dios.
75.
El Padre no pelea en contra de Luzbel y sus ángeles,
Ni
el Padre pelea contra los ángeles, ni los ángeles se enfrentan en contra de Dios.
Eso ni siquiera se les atraviesa por sus “mentes”. El Padre no pelea contra los
ángeles porque ninguno de ellos le desobedece ni en lo más mínimo. Luzbel y
todos sus ángeles adoran al creador. Ellos son la emanación directa de su
voluntad. Además, el Padre está muy fuera del alcance de Luzbel, el Padre es demasiado
superior a Luzbel y a todos sus ángeles y espíritus juntos.
La
gran batalla en el Cielo se presenta en todas las mentes humanas, en las que se
enfrentan los ángeles de la luz (Miguel), y los ángeles oscuros (Luzbel), para
lograr que cada persona les oiga sus sugerencias. Se enfrentan a nivel
espiritual, por el control de los humanos, no por el control del Cielo. Luzbel
y los suyos no aborrecen al Padre y el Padre no odia ni menosprecia a Luzbel,
sino que, por el contrario, el Padre ama a Luzbel y a todos sus ángeles, pues
el Padre a nadie odia, el Padre ama a toda su creación. El Padre se definió a
sí mismo como amor.
El
Padre creó a Luzbel como Luzbel ha sido siempre, y por tanto no tiene cuando
estar decepcionado de Luzbel. Ni mucho menos, Luzbel se le salió de sus manos.
Así como es de mentiroso Luzbel, así es como el Padre lo creó y así es como lo
usa Dios, para perfeccionar el libre albedrío de los seres humanos. Luzbel no
alcanza a hacerle daño al Padre, ni lo toca en lo más mínimo, ni daña una
mínima parte de su esencia y de su poder. El Padre jamás pierde el control de
todo el universo, incluidos el lado oscuro y el infierno.
76. La esencia del ángel Luzbel es explorar los
errores del hombre.
Solo
que es que Luzbel sí es muy, pero muy mentiroso con nosotros. A tal punto llega
su poder de engaño que se hace pasar por Dios, autorizado por Dios, a ver si le
creemos sus falacias; y vaya que ha seducido a las naciones. Esa es su esencia,
así fue creado. Ese arcángel Luzbel, les hace presuponer, equivocadamente, a
sus miles de millones de engañados, que Dios no hace presencia ni autoridad en
el infierno, que el infierno es territorio libre de la presencia de Dios,
porque disque como Dios es solamente bueno, no puede estar en el “mal” del
infierno, ni tiene autoridad allí. Es un “Dios” muy limitado el que le aceptan
al falso rebelde, Lucifer, al “ángel oscuro”.
Es
tan sagaz Luzbel, que te miente y te dice que había sido creado perfecto, pero
él decidió ser imperfecto; que había sido creado bueno, y él decidió ser malo;
que había sido creado en el Cielo, y el decidió irse al infierno. Pero es que Luzbel
ni siquiera puede decidir decir la verdad en esos temas, lo hicieron así
mentiroso, para que te invitara a ti a decidir, exactamente esas mismas
variables: ser imperfecto, ser malo, e irte al infierno. A través de los del
lado oscuro, tú entras a decidir tu vida por ti mismo.
77.
El ángel Luzbel, jamás ha tenido ni tendrá, el precioso libre albedrío.
El
principal de todos los ángeles, el más famoso de todos, el más tenido en cuenta
por nosotros, el más pensado, el más temido por los engañados seres humanos, a
pesar de su capacidad de mentirnos sobre él mismo, a pesar de hacernos creer
que él es más grande que los humanos, lo cual no es verdad; a pesar de hacernos
creer que él se rebeló en contra de Dios, y hacernos creer, que él es una
alternativa oscura para vivir nosotros rebeldes, en el supuesto “territorio
libre del infierno”; ese poderoso arcángel, no tiene libre albedrío, no puede
hacer su voluntad, no puede decidir qué hacer o no hacer.
Ni
siquiera tiene deseos propios. Justamente este ángel oscuro, que fue enviado al
paraíso, para inducir en nosotros deseos propios, aparte del deseo de obedecer
a Dios, este ángel Luzbel, no puede desear por sí mismo ni lo más mínimo. No
puede desear ser bueno, ni desear dejar de ser Luzbel, ni aborrecer el
infierno, ni arrepentirse, de vez en cuando, por todos los engañados de todos
los siglos. Es el que es y nada más. No es como los humanos, superiores a él. Y
si ese poderosísimo arcángel Luzbel o Luzbel, no se puede declarar en rebeldía
en contra de Dios, y no puede dejar de obedecerle al pie de la letra alguna
vez, dejando de mentirnos, ninguno otro espíritu o ángel, es posible que pueda
decidir, ni lo más mínimo, por sí mismo.
Por
esta razón, es que pedirles favores a los ángeles está de más. El único que
tiene poder de decisión sobre las circunstancias que nos rodean es el “jefe”,
es Jesús. Él ejecuta su voluntad a través de sus espíritus, tanto los oscuros,
como los luminosos.
78.
Los poderosos arcángeles no toman ni una sola decisión propia.
Si
Jesús no tomaba ni una sola decisión propia, si Jesús hacía solamente la
voluntad del Padre ¿entonces se puede decir que Jesús es como los ángeles?
Obvio que no lo es porque Jesús hace esto por decisión propia. Los ángeles
ninguno decide hacer la voluntad de Dios. Ellos son la voluntad de Dios en
acción.
Solo
nosotros, los seres humanos que, sin la más mínima excepción, todos probamos
los frutos del precioso árbol de la ciencia de bien y del mal; solo nosotros,
los humanos, sí podemos rebelarnos en contra de los designios de Dios, sí
podemos desear no obedecerle, sí podemos desear atacarlo; porque ese es el
designio perfecto de Dios, para nosotros; hasta el día del juicio final de
Jesús sobre toda la humanidad. Somos absolutamente libres hasta ese día, gracias
a los “ángeles oscuros” enviados por Dios.
Pero
ni siquiera los más grandes arcángeles como Miguel, Gabriel, Rafael y los demás
grandiosos arcángeles, pueden decidir, qué hacer con sus “vidas”. No pueden
decidir, por ejemplo, si desean, a veces, pasarse del todo al bando oscuro del
arcángel Luzbel, o ayudarle al oscuro de vez en cuando, pero seguir siendo
luego de la luz, como cualquiera de nosotros lo ha hecho varias veces durante
la vida. Ni son buenos o malos, por desear o no, obedecer en todo a Dios. Su
esencia misma es obedecer en todo a Dios.
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