LIBRO IV: LOS REPRESENTANTES DE JESÚS


LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LIBRO IV:
LOS REPRESENTANTES DE JESÚS.


CAPITULO 16
LOS DOCE APÓSTOLES,
son los representantes de Jesús.

200. ¿Son once, doce, o trece?
Ese poderoso engaño, de tratar de destruir el número cerrado de los doce fundamentos del muro que rodea a la nueva Jerusalén, de tratar de violar las doce piedras sagradas del efod de Dios, engaño destinado a probar a todas las almas humanas sin excepción, fue avisado desde el antiguo testamento, como símbolo de lo que sucedería en la nueva alianza. 
Está escrito que el número cerrado de las doce tribus, representadas por los doce hijos de Jacob (Israel), que son las doce piedras del altar del templo y las doce piedras del efod, ese número cerrado fue atacado por Luzbel, cuando puso en algunos de ellos el designio de asesinar a su hermano, José.  José no murió, pues se hubiera perdido su descendencia, se hubiera roto el número cerrado de doce, predestinado desde la fundación del mundo.  Pero como José, realmente se perdió, al volverse egipcio, Jacob le juró a José, que sus dos hijos, Efraín y Manasés, heredarían cada uno media tribu, tomando su lugar, para que no se perdiera su descendencia, ni su heredad entre los hijos de Israel.  Por lo tanto, eran trece tribus, con las de Efraín y Manasés, pero en realidad eran doce
Algo semejante sucedió con los doce apóstoles, que son los doce hijos espirituales de Jesús, el nuevo pueblo de Israel, el del Espíritu, el de la nueva alianza.  Sucedió que uno de ellos estaba predestinado a perderse. Judas, un previo hijo de perdición, ya siervo de Luzbel, elegido por Dios para tal fin. Si Dios podía elegir entre los del lado oscuro, para ese ministerio traidor, sabía bien a quién llamar.
Cuando Jesús fue llevado al Cielo, lo primero que hicieron los once apóstoles, fue reunirse, e invocar al espíritu de Jesús, para que eligiera, entre dos que ellos habían seleccionado. Los eligieron entre cientos de discípulos, que aparte de los doce, habían seguido a Jesús, desde el principio de su ministerio, hasta el día que fue elevado al Cielo a la vista de ellos. Eran también, testigos de su resurrección, pues era absolutamente necesario que todos los doce apóstoles de Jesús fueran testigos del ministerio y muerte de Jesús, hasta su resurrección y su ascensión a los Cielos (Hechos 1:20-26).
Pablo no pudo cumplir estos requisitos necesarios para ser apóstol verdadero, ni pudo cambiarlos.  No fue testigo del ministerio de Jesús en la tierra, ni fue testigo de la muerte y de la resurrección de Jesús, ni fue testigo de su ida al cielo, para volver solo el día final.  Por eso, tenía que tratar de destruir el número cerrado de los doce apóstoles. Después de tanto manejo del número con Judas, Barsabás y Matías, estaba preparada la posible entrada de Pablo al número de los doce, como un treceavo, como un aborto, como Pablo dice de sí mismo (1ª corintios 15:8-9).
El espíritu de Jesús, para volver a cerrar el número sagrado de los doce apóstoles, de los doce fundamentos de la nueva Jerusalén, eligió a Matías, lo eligió para que ocupara el lugar que Pablo trataría de usurpar años más tarde. Quedó cerrado para siempre, con la elección de Matías, el número de los doce, para que nadie pudiera infiltrarse entre ellos.
Los doce apóstoles son irreemplazables. Nadie, además de ellos doce, es apóstol verdadero de Jesús.  Ni siquiera aquellos más de cien discípulos y seguidores de Jesús, que fueron testigos de su ministerio y de su resurrección, pueden ser llamados apóstoles. Matías fue elegido de entre ese gran grupo de discípulos, seguidores de Jesús.
A pesar de Jesús haber enviado a todos sus seguidores a predicar el reino de Dios, a pesar de haber enviado a setenta y dos de sus discípulos de dos en dos a sanar y predicar, estando él en la Tierra, así y todo, solamente los doce pueden ser llamados apóstoles, nadie puede ser un treceavo apóstol.

201. El doce costó la sangre de millones de humanos.
Fueron muchos los siglos que tardó en formarse ese número cerrado.  Fue mucha la sangre derramada a nivel mundial, tanto de los israelitas, como de sus enemigos, para que ese número, manchado de sangre por las falacias de Luzbel, que los incitaba a asesinar personas en nombre del Dios de la vida, quedara grabado en la historia de la humanidad. 
Fue derramada la sangre de millones de seres humanos, según se lee en el antiguo testamento, y en la historia de las guerras mundiales, donde se ha pretendido borrar de la faz de la tierra el número cerrado de las doce tribus de Israel. Un rio de sangre humana con la que quedó escrito, imborrable, en la historia de la humanidad, ese número sagrado y cerrado de las doce tribus de Israel, que son las doce puertas de entrada a la nueva Jerusalén, que son las doce piedras preciosas del pectoral del sumo sacerdote terrenal, llamadas por su nombre propio piedra por piedra, pero que también son los doce cimientos del muro que rodea y protege a la nueva Jerusalén, la Cuidad eterna, la ciudad de Dios, que desciende del Cielo. 
Piedras preciosas del pectoral y fundamentos del muro que son los doce apóstoles de Jesús.  Durante miles de años murieron millones de personas, para que ese número sagrado y cerrado, quedara grabado con sangre indeleble en la historia de la humanidad. Así se escribió esta la historia, con sangre. Y Jesús la firmó con su sangre.

202. Nadie sobre de los doce.
Ni en sabiduría, ni en autoridad, ni en gobierno, absolutamente nadie está por sobre los doce apóstoles de Jesús. Y nadie está a la par de ellos doce. Dijo Jesús: yo en ellos y tú, Padre, en mí, para que sean uno, así como nosotros somos uno, y vean mi gloria que tú me diste (Juan 17:20-22).  Nadie además de Jesús, entre todos los seres humanos, puede poner la autoridad de sus palabras, por encima de las palabras y enseñanzas de los doce ni puede decir que sus enseñanzas valen lo mismo que las de los doce. 
Nadie puede burlarse de ellos doce, nadie puede desestimarlos a ellos doce, nadie puede ignorarlos a ellos doce, si desea hallar la verdad.  Todo aquel que siga el ejemplo de Pablo, desestimando a los doce apóstoles, pierde el cristianismo, se extravía del sendero.  Pablo ha dicho de sí mismo, por dos mil largos años, que él es apóstol, con una autoridad superior a la de los doce, y por aparte de los doce, y que por lo tanto él, no tiene que sujetarse a los doce. Luego dice que se sujeta por voluntad propia, con lo cual parece que acepta la autoridad de los doce. Pero en realidad estaba haciendo con esto, que los seres humanos crean que los doce son inútiles, inoperantes, innecesarios.  Está diciendo que uno puede pasar por alto a lo doce apóstoles. Esa es una de sus estrategias, para probar a todos los habitantes de la Tierra.
Nadie sobre la tierra ha tenido, o ha recibido de parte de Dios, lo que a los doce apóstoles les fue dado.  Entre esos doce, jamás ha sido hallado Pablo.  Ellos doce recibieron las enseñanzas de Jesús mismo, en persona, manifestado para esos doce apóstoles, durante tres años seguidos, en los cuales fue su único Maestro. Nadie además de ellos doce ha tenido ese Maestro en esa forma, ni ha sido elegido por ese Maestro en esa forma, ni ha sido llamado por ese Maestro, con el nombre de apóstol.  Durante tres años El Maestro los protegió, los sostuvo y les ayudó en todo.

203. Jesús no hizo su voluntad al elegir a esos doce.
Fue el Padre de Jesús, el que los eligió a ellos doce. Ese Padre ya sabía quiénes eran los doce.  Ya sabía que iba a suceder, con todos y cada uno de ellos doce.  El Padre sabía de la infiltración de Pablo, necesaria y autorizada por Él. Cuando Jesús los llamaba, era el Padre el que se los señalaba para que lo hiciera. Fue el Padre quien eligió a los doce. Nadie es el nombre verdadero del treceavo apóstol de Jesús, nadie puede serlo legítimamente.  Podemos decir que el Padre a nadie eligió y Jesús llamó a nadie además de estos doce. Incluso, cuando Jesús llamó a Judas, ya sabía todo sobre él.
Entre los doce llamados no está Pablo, pues no pertenece al número de los doce y no es el treceavo apóstol. Judas y Pablo tienen una relación de causa y efecto, de señal y señalado. Judas es señal elegida por Jesús para ayudar a entender la misión de Pablo. El Padre dejó la señal de Judas.  Se tomó el trabajo de presentar, en medio de su primera iglesia de doce a Judas, el cual al final fue removido y remplazado por el apóstol Matías, según voluntad de lo alto (Hechos 1: 15-26).  Dando a entender, que Pablo, aunque autorizado desde el Cielo, para su misión exterminadora, probadora, será removido de su puesto de usurpador, el día señalado por Dios, al final de los tiempos. Porque en verdad toda la humanidad sabrá la verdad sobre la identidad de Pablo, solo al final de los tiempos, como lo dijo el mismo Pablo en sus epístolas, que al final todos seríamos transformados, que al final se manifestaría el misterio de la iniquidad (2ª Tesalonicenses 2:2-17).

204. ¿Los doce son eternos?
Los doce apóstoles son las doce piedras preciosas, del efod del sumo sacerdote eterno.  Estas doce piedras preciosas no son un simple número de piedras preciosas indeterminadas, pues todas, una por una tiene un nombre propio, igual que los doce apóstoles de Jesús tienen nombre insustituible (Éxodo 28:15-29). 
Los doce apóstoles son los fundamentos del muro que rodea a la nueva Jerusalén, que es eterna y viene del Cielo de parte de Dios.  Esos doce cimientos de la nueva Jerusalén, los apóstoles, son inmutables, son eternos, descienden del Cielo.  Si la nueva Jerusalén es eterna, los doce cimientos de su muro son eternos, y esos cimientos eternos son los doce apóstoles de Jesús, según dice el libro del apocalipsis. 
Si la nueva Jerusalén desciende del cielo de parte de Dios, sus doce cimientos, los doce apóstoles, descienden con ella, del cielo de parte de Dios.  No son doce seres humanos cualquieras, no son doce seres humanos aparecidos de la nada.  Son doce reyes, doce piedras en el pectoral de Dios. Son doce seres especiales, doce seres elegidos por Dios, desde el principio de los tiempos, pero puestos en la Tierra y presentados como pescadores y publicanos, igual que el Cristo fue presentado como un carpintero.  Ellos han sido menospreciados, al igual que su Maestro celestial ha sido menospreciado, lo cual fue previamente anunciado por Jesús que sucedería.

205. Reconocer a los doce viene del Padre.
Reconocer a los doce apóstoles de Jesús no es dado por la inteligencia humana.  Lo normal es que los seres humanos los menosprecien, debido al velo sutil tejido por las enseñanzas de Pablo.  El que reconozca a los doce apóstoles en su justo valor, no es porque la carne ni la sangre le haya revelado el valor sagrado y eterno del número y de los nombres de los doce apóstoles. Es porque el Espíritu de Jesús le está revelando la verdad y está pasando por encima de las enseñanzas de Pablo. Aquel Pablo que pretendió ser reconocido como el treceavo apóstol, cuyas enseñanzas son muy difíciles de desestimar, por lo sutil de su falacia.
Si no se tienen, no solamente el número, sino también el nombre de uno por uno, de los doce apóstoles, y si no se reconocen, uno por uno, se pierde Jesús, se pierde la legitimidad, se pierde el muro de la entrada a la nueva Jerusalén.  Se está en poder de los engaños de Pablo.
Todo ser humano que se haya dejado engañar por las sutiles seducciones de las enseñanzas de Pablo, menospreciará la autoridad de los doce apóstoles de Jesús. No les dará su verdadero lugar de reyes con trono, con corona, con autoridad y poder de juzgar en el cristianismo y creerá que ellos no son únicos, sino que hay muchos más apóstoles mejores y más sabios que esos doce apóstoles, y hará énfasis en que los doce apóstoles eran unos humildes pescadores ignorantes, tal como los ha tratado por dos mil años Pablo.

206. Miles de millones los han menospreciado.
Ni los doce apóstoles en grupo, ni uno solo de los doce, son cuestionables, no se les puede desacatar. Ellos doce, y nadie además de ellos doce, son la esencia misma del cristianismo. Son la Iglesia primera, son la iglesia primitiva, la iglesia perfecta. La única Iglesia que tuvo como Sacerdote, Ministro, Maestro y Pastor, a Jesús en cuerpo y alma. Por lo cual es perfecta sin importar los defectos humanos de los doce apóstoles de Jesús.  En ellos doce y en nadie además de ellos doce, Jesús fundamentó su Iglesia.
Pero millones de lectores los han menospreciado, debido a las enseñanzas de Pablo, que delante de toda la humanidad, durante dos mil años, en sus escritos, los ha despreciado. Pablo los ha ignorado, los ha enfrentado, los ha desafiado y los ha regañado a ellos doce, como si no fueran los que son.  Toda persona que lee el nuevo testamento lee el menosprecio brutal hacia los doce apóstoles de Jesús, escrito en varias partes de las epístolas de Pablo. 
Toda esta campaña de desprestigio la hizo muy sutilmente Pablo, no la hizo abiertamente, para que no se notara. Solo se ve la campaña sistemática de desprestigio cuando los seguidores del evangelio estudian a fondo las enseñanzas de Jesús.  Los lectores desprevenidos, que creen sin reservas en las tradiciones, que no se atreven a cuestionar lo que viene en las tradiciones, no perciben que Pablo está enseñando a los demás seres humanos a irrespetar a los doce apóstoles de Jesús. No ven que Pablo está induciendo a los seres humanos ingenuos, a irrespetar las decisiones de Jesús y su autoridad.

207. Son doce reyes.
El poder de todos y de cada uno de los doce apóstoles de Jesús es único, nadie más lo puede tener. Tienen una autoridad absoluta en nombre de Jesús.  Son uno con Jesús, porque Jesús lo estableció así, Jesús los autorizó así. Su autoridad no procede de ser perfectos, o todo poderosos, sino de haber sido autorizados por Jesús.  De ahí viene la palabra autoridad, de ser autorizado por el que tiene todo el poder en el Cielo y en la Tierra.
Ese poder de los doce apóstoles, esa autoridad, es infalible y es intransferible a otros seres humanos, contrario a lo que creen los miles de millones de equivocados, que dicen que ese poder y esa autoridad ha ido pasando, a través de las generaciones, hasta el día de hoy, en los supuestos sucesores de algunos de los doce apóstoles.  Ellos doce han gobernado la Iglesia de Jesús, desde hace dos mil años y jamás su poder, su reinado, su autoridad se desvanecerá.  Ellos doce no están pintados en una pared, ni son adornos del cristianismo, son verdaderos reyes y jueces de toda la humanidad, son los únicos doce gobernadores de Jesús, nada más y nada menos.

208. Los doce vieron a Jesús en cuerpo.
De los doce se despidió Jesús, y ellos lo vieron subir al Cielo, después de decirles que volverá al final de los tiempos a juzgar a la humanidad.  El Señor Jesús subió al Cielo, a la vista de ellos.  Jesús se despidió de ellos y luego no ha descendido, ni en cuerpo ni en espíritu, a hablar con otras personas, o perseguidores, o profetas, para enviarlos por aparte a misiones especiales.
Jesús, no bajaría del Cielo, ni en carne ni en espíritu, luego de haberse ido, en presencia de los doce, sin que ellos lo supieran o fueran informados por Él.  ¿Qué importancia tiene esto? Es importante recordarlo, porque Pablo (y muchos más seres humanos) han dicho que Jesús se apareció, ya fuera en espíritu, o en carne. Miles han dicho que Jesús habló con ellos, que los envió a una misión, por lo cual se sabe que mienten.
Los doce no vieron el Espíritu de Jesús.  Nadie puede ver el espíritu de Jesús.  Jesús no se aparece en espíritu, puesto que Jesús es Dios transformado en carne, es el cordero, que fue degollado, y por eso resucitó en carne. Así, degollado y resucitado, ha estado, está y estará, por toda la eternidad, delante del trono de Dios, en medio de los cuatro vivientes.
De la Trinidad, Jesús es el Hijo, Jesús es la carne.  Jesús es el cuerpo del Espíritu santo, y a su vez el Espíritu santo es el espíritu de Jesús.  La única forma de ver el cuerpo del Espíritu de Jesús es viendo el cuerpo de Jesús. No hay otra forma de ver al Espíritu de Jesús, sino viendo a Jesús.  Nadie puede ver al Espíritu de Jesús en cuerpo, sino es viendo a Jesús, a quien vieron los doce. 
El Espíritu de Jesús es enviado a los seres humanos por su portador, que es Jesús, pero el Espíritu de Jesús no es visible, es verbo (palabras escritas y habladas).  Por tanto, cuando Pablo, dice que lo vio, luego de haberse ido Jesús al Cielo, miente. Cuando dice que oyó a Jesús y le habló a Jesús, también miente.





CAPITULO 17
APÓSTOLES INFILTRADOS


209. Judas infiltrado por Dios Padre.
No fue que el padre, siendo supuestamente injusto con judas, decidió su perdición, sino que antes de ser elegido para ser llamado al grupo de los doce apóstoles, ya judas se había perdido para siempre. El Padre no iba a condenar a una persona que previamente no se hubiera condenado ya, que no fuera un hijo de perdición antes de ser llamado. El padre ya sabía que judas se iba a suicidar, ya sabía que Judas no tenía posibilidad de entrar a su reino. Judas había de ser un asesino, antes de ser llamado. Jesús lo sabía también. Si ellos dos no superan eso, ninguno de los dos sería Dios.
Jesús no hacía su voluntad, sino que siempre, sin excepción alguna, hacía la voluntad del Padre. Por lo tanto, el Padre le dio la orden a Jesús, de infiltrar a Judas, entre los doce, como una señal, como un símbolo del verdadero traidor, el falso apóstol infiltrado en el número sagrado y cerrado de los doce, Pablo.  Judas es como un anuncio de este otro hijo de perdición, que iba a infiltrarse, por orden de Luzbel, pero contando con la previa autorización de Dios. El propósito de infiltrar a Judas y a Pablo es poner a prueba las almas de todos.
Cuando Jesús llamó a Judas, ya sabían que ese llamado sería el sello final de la condenación de Judas Iscariote.  Pero Jesús y el padre no dañaron a Judas Iscariote, sino que Judas Iscariote ya era hijo de perdición, ya había elegido su propia perdición antes de ser llamado, con sus obras. Pues de no ser así, el Padre hubiese elegido a otro que ya fuese hijo de perdición.  Así mismo Pablo había elegido odiar al cristianismo y ser el primer asesino de los apóstoles y seguidores de Jesús.  A Pablo no lo volvieron falaz, ni Jesús, ni el Padre, ya Pablo era el que era.

210. Judas señal sobre el anticristo.
Judas es símbolo de Pablo, que también, sin ser del número de los doce, había de infiltrarse luego de la partida de Jesús, desde el principio del cristianismo. Se infiltró para hacer la guerra espiritual a los doce apóstoles, desde adentro mismo de la Iglesia y desde la dirección de la Iglesia. Se infiltró para vencerlos por un tiempo limitado, según el designio y los tiempos previamente establecidos desde lo alto.
Judas ocupaba un alto cargo, entre el número los doce llamados directamente por Jesús, (manejaba el dinero) y por eso fue por lo que nadie sospechó, que fuera precisamente Judas, el que iba a ser el traidor, el hijo de la perdición, que Dios había puesto camuflado, oculto, entre los doce.
Nadie se esperaba esa estrategia magistral de Dios, de llamar a un traidor al grupo de los doce, sin ser de los doce, dejando sin revelar el nombre del doceavo verdadero, el nombre de Matías, hasta después de haberse ido Jesús.  Así también con el supuesto apóstol Pablo, nadie se esperará, por la altísima importancia del personaje, que él sea el anticristo, el usurpador.  Nadie se esperaba una estrategia tan extraña de parte de Dios.
En varios elementos coinciden la elección de Judas y la de Pablo.  Van a decir algunos seres humanos que esta estrategia es muy retorcida, pero no es verdad, porque Dios todo lo hace como desea, y nosotros hemos de aprender sus designios, estar muy atentos a sus señales, y seguir sus senderos “estrechos”. Entonces no es estrategia retorcida, es sendero estrecho con recovecos.
Judas Iscariote y Pablo, pretendieron ser del número sagrado de los doce apóstoles de Jesús, pero los dos, en verdad son hijos de perdición.  Judas, el primer hijo de perdición, es una señal puesta por Dios y después removida, para que todos aquellos que deseen hallar la verdad, sepan que, entre los doce, con la previa autorización de Dios Padre, se iba a infiltrar un hijo de perdición, sin ser del número sagrado de los doce apóstoles de Jesús. Se iba a infiltrar un falso apóstol, Pablo, para prueba de la fe de todos los seres humanos, pero al igual que con judas Iscariote, cuando le llegue su tiempo habrá de ser removido. 

211. Un rayo caído del Cielo trajo a Pablo.
Pablo dijo que era Jesús el que había descendido del cielo, como un rayo y se le había aparecido, para obligarlo por la fuerza a ser cristiano. Esto es algo imposible. Pablo dijo que lo derribó, lo encegueció, lo sometió, lo redujo y lo obligó a dejar de perseguir cristianos. Pablo dijo que lo obligó a ser un líder cristiano sin respeto de su decisión.  En realidad, tiene todos los elementos para decir que era Luzbel el que había descendido del Cielo, como un rayo y obrando prodigios. Jesús dijo que veía a Luzbel, no ascender del infierno, sino descender poderoso, desde el Cielo, como un rayo (Lucas 10: 18).
Jesús dijo esto para avisarnos a los cristianos sobre la suplantación que hizo Luzbel de su persona, autorizado desde el Cielo, para probar a todos los seres humanos.  Suplantación que usó Luzbel para darle vida a Pablo, en la persona de uno de sus siervos, uno de los hijos de perdición, el encarnizado perseguidor de los primeros cristianos. Aquel que perseguía a muerte a los doce apóstoles de Jesús y a sus seguidores, aquel que cuidaba complacido, los vestidos de los asesinos de Esteban, el diacono (Hechos 7:58 y 8:1).
Dijo Jesús que veía a Luzbel como un rayo para que los cristianos pudiéramos unir esa exclamación de Jesús con el rayo que derribó y encegueció a Pablo ((Hechos 9:1-18). ¿Qué tal si Jesús no nos hubiera dejado esa señal celestial, cuando dijo esa frase suelta, casi misteriosa, diciendo que veía a Luzbel descender desde el cielo como un rayo? Esa frase de Jesús es una llave esperando ser usada a su debido tiempo.
Se sobreentiende que Luzbel descendió del cielo autorizado por Dios (Job 1:6) (Job 2:7). Sucedió para que ese espíritu de engaño (1° de Reyes 22: 1-38), llevara al pueblo de Dios a la cautividad de la Gran Babilonia. Las cadenas de la cautividad son las enseñanzas del falso profeta que, siendo israelita, tenía también la ciudadanía romana (Pablo).  Se sobreentiende que todo esto sucedió por designio de Dios, no contra la voluntad de Dios.  Nada de lo que sucede sobre la faz de la Tierra, sucede sin la previa autorización de Dios.

212. Ese rayo no le cayó a cualquier humano inocente.
Ese rayo, no le cayó a cualquier israelita, con ciudadanía romana. No le cayó por azar a un ingenuo.  No le pegó a uno cualquiera, desprevenido que pasaba camino de Damasco. Ni le pegó a uno del grupo de los fariseos. Le pegó al más apto para ese trabajo. Pablo se complacía profundamente en el exterminio y en el asesinato de los cristianos (Hechos 8:3) (Hechos 9:1-2). Pablo ya era el primer y más famoso anticristo. Ese rayo le cayó justamente al que le podía caer, a un siervo de Luzbel, a alguien que odiaba a muerte al cristianismo. Por lo que también odiaba a muerte a Cristo y odiaba a muerte a su Espíritu. 
Un ser humano puede que no sea cristiano, o que crea que el cristianismo esta errado, incluso puede ser que a un ser humano le disguste el cristianismo. Pero algo muy, pero muy diferente, es ser las primicias del mal, ser el primer y el más apasionado exterminador de cristianos, alguien que respiraba odio hacia el cristianismo. Eso es blasfemar contra el Espíritu de Jesús en su estado máximo, puesto que el cristianismo está guiado por el espíritu de Jesús. 
Si la blasfemia contra el Espíritu de Jesús jamás tendrá perdón, (Marcos 3:29) (Lucas 12:10), entonces es imposible que alguien que haya blasfemado de esa manera contra el Espíritu de Jesús, sea siquiera un apóstol de Jesús. Y menos, que Jesús se haya tomado el trabajo de volver a la Tierra, a hablar con el gran blasfemo de la bestia, ya perdido eternamente, para hacerlo el más grande de los apóstoles de Jesús, contrario a lo que les había dicho a los doce.
Ese rayo de perdición le cayó al que previamente había decidido ser el primer perseguidor y asesino de los cristianos.  A aquel que por dos mil años ha escrito nombres de blasfemia, en la frente de la ramera (iglesias que siguen a Pablo). Esa ramera que está sentada encima de la bestia (Roma), se embriaga con la sangre de los santos y de los mártires de Jesús (Apocalipsis 17: 1-6). El falso profeta, que hace que los habitantes de la tierra se extravíen y adoren sus enseñanzas humanas como si fueran palabras de Dios. Lo cual es la suprema blasfemia, usurpando el lugar de Dios, llegando a ser la abominable desolación de las enseñanzas de un hombre, en el lugar de las enseñanzas de Dios.

213. Jesús no entregó el cristianismo al enemigo del Espíritu Santo. 
Jesús al enemigo le permitió crear una realidad paralela, una opción muy parecida pero diferente, una alternativa. Jesús entregó el cristianismo a los doce y a nadie además de ellos doce. Jesús avisó que era necesario que las personas fueran probadas a ver si en verdad creían. Esta de Pablo es a prueba enviada del Cielo. Los doce sembraron el cristianismo y no se pusieron a atacar cuanta frase se decía errónea. Ellos estaban en lo suyo y Pablo por su lado presentaba enseñanzas humanas como palabras de Dios, a ver quién se deja llevar.
Jesús no hubiera puesto al primer y mayor asesino de cristianos, al primer perseguidor encarnizado de los doce apóstoles, al exterminador, al que los odiaba a muerte, con la misión del más importante cristiano de todos los tiempos. Como desde su puesto de usurpador, Pablo hace que lo vean hoy los cristianos de las naciones. Eso no lo hizo Jesús. Fue Luzbel el que introdujo a Pablo, autorizado desde lo alto para probar a todos los habitantes de la Tierra.
Miles de millones de cristianos de todas las denominaciones y sectas, cada que mencionan las enseñanzas, de las epístolas de Pablo, dicen que fue Dios mismo el que habló. Ante sus enseñanzas hacen tal reverencia, como que están ante las enseñanzas de Dios. Eso no lo hizo Jesús, ni perdió tiempo hablando de ello. Ahí están el sendero estrecho de Jesús y el camino amplio de Pablo para que cada uno vaya por donde le plazca. Dos senderos en la misma iglesia. Dos iglesias en la misma iglesia.

214. El Espíritu de Jesús a nadie ha derribado o enceguecido. 
Jesús no hubiera obligado a Pablo a seguirlo, Jesús no hubiera derribado y enceguecido a Pablo, para obligarlo, quisiera o no quisiera, a decidir convertirse en cristiano.  Los cristianos que conocen a Jesús, los que son de la verdad, saben bien que jamás Jesús obliga a un hombre a salvarse o a trabajar para Él.  Jesús respeta la libertad de todo ser humano, porque Jesús nos libera.  Jesús es todo lo contrario que ese rayo diabólico, visto por Jesús, descendido desde el mismo Cielo, pues Jesús es la libertad.
El espíritu de Jesús no derribó a Pablo.  El espíritu que derriba a las personas es el espíritu de Pablo. El espíritu que hace que las personas pierdan la luz de sus ojos, al perder la conciencia. El espíritu que los enceguece momentáneamente. El que hace que las personas pierdan la fuerza, que pierdan la energía, que caigan sin control al piso. Ese es el mismo espíritu falaz que cayó sobre Pablo, lo derribó y lo encegueció.  Es un espíritu que quita, que tumba, que derriba.  Pero el espíritu de Jesús da luz, ilumina la visión, da vida, da fortaleza, da control de sí mismo al ser humano. Nada quita al cristiano, el cual no pierde las fuerzas, ni pierde la conciencia, derribado en el piso, sino todo lo contrario.
¿Por qué, ingenuamente, reciben a cualquier espíritu como venido de parte de Dios?  «Escudriñad los espíritus, a ver si de verdad son de Dios, porque muchos falsos espíritus han salido a escena en el mundo» enseñaba Juan, el apóstol preferido de Jesús, desde el siglo primero. Los seres humanos temerán llamar falso apóstol a Pablo. Temerán decir que las palabras de Pablo no son la palabra de Dios. Más temerán decir que las enseñanzas de Pablo no son del espíritu santo.  Temerán por estar extraviados de la verdad, por no conocer las enseñanzas de Jesús, temerán diferenciar el espíritu falso, que les trae Pablo.  Lo que más temían, que era blasfemar en contra del espíritu santo y por eso no se atrevían a diferenciar los espíritus, eso es lo que les vino, la condenación, por recibir el espíritu falaz, y en ello, blasfemar del verdadero espíritu de Jesús.

215. Una blasfemia real contra el espíritu santo.
Quien reciba a Pablo, como un apóstol de Jesús, como uno de los gobernadores de Jesús, como un profeta verdadero de Dios, y quien diga que las enseñanzas de Pablo son palabras de Dios, son un quinto evangelio, blasfema en contra del verdadero espíritu de Jesús. 
Cuando alguien en verdad tiene el espíritu de Dios, no duda ni un instante en llamar verdadero a lo verdadero y falso a lo falso.  Al pan lo llama pan, y al vino lo llama vino. Jamás llamará palabra de Dios, a simples palabras y opiniones de hombres. 
Si el cristiano recibe las enseñanzas de Pablo, como simples palabras de un ser humano, sujeto a errores y pasiones, como todos nosotros, puede ver en Pablo a un ser humano grande en inteligencia y un ser humano grande en sabiduría, con bastantes enseñanzas verdaderas.  Verlo así no le hace daño al creyente; es más, puede disfrutar de las grandes verdades que le fueron reveladas a ese ser humano.  Pero si un creyente cree que todas las enseñanzas de ese profeta son palabras de Dios, entonces ese creyente es un idólatra. Todo aquello que tanto teme al no tomar partido entre Jesús y Pablo se les va a venir de repente el día del juicio. Por no querer blasfemar en contra del Espíritu santo, terminaron blasfemando contra él.

216. El puesto del treceavo para nadie siempre.
Los doce apóstoles terminaron siendo los doce seres humanos más cultos que jamás ha habido y que jamás habrá sobre la faz de la Tierra, puesto que nadie además de ellos doce recibió de Jesús esas enseñanzas unidas a esa autoridad que Jesús les dio. 
Nadie puede ser el treceavo apóstol.  Nadie es tan importante.  El puesto del treceavo apóstol ha estado reservado, desde la eternidad, para nadie. Es decir, está reservado para todo aquel que se niegue de verdad a sí mismo, y al negarse llegue a ser nadie.  Ese ha sido, es y será el treceavo apóstol, nadie.  Todo aquel que se niegue de verdad a sí mismo, todo aquel que de verdad crucifique su carne, sus deseos, de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, como ya no es alguien, es nadie.  Para ese ser humano, para el que se niegue, para el que crucifique su carne y sus deseos, para el que sea nadie, Jesús ha dejado este honor y este tesoro de ser el treceavo apóstol, de ser uno con los doce, con Jesús y con el Padre. Para nadie más.
Llegará el día en que millones de seres humanos, se nieguen de verdad a sí mismos, y entonces tomen su cruz y claven en ella su propia carne y sus deseos.  Por fin ocuparán la Tierra personas que se nieguen de verdad, personas que le crean a Jesús y a sus doce apóstoles, y cumplan de verdad la voluntad del Padre, de negarse a sí mismos. Como sí se negaron Jesús y sus doce apóstoles, que eran uno con Jesús y con el padre por su negación. 
Negación que no pudo tener Pablo, pues tenía que afirmarse a sí mismo, para probar y tratar de extraviar a los cristianos. Pablo le enseño a afirmarse a sí mismos, a hacer la caridad en público y hasta pregonarla. Les enseñó a sus cristianos a hablar mucho de sí mismos. 
Pero por muchos que sean todos juntos los que sí se nieguen a sí mismos de verdad, según enseñó Jesús, y no se nieguen aparentemente, como enseñó Pablo; por muchos que sean, los que sí se nieguen de verdad, siempre todos juntos serán nadie, como Jesús y los doce verdaderos eran nadie. Por lo tanto, el puesto del treceavo apóstol por siempre y para siempre, será para nadie.

217. Si Jesús hubiera llamado a Pablo.
Todo sería perfecto, todo sería verdadero en Pablo, si Jesús hubiera llamado a su grupo cerrado de apóstoles a Pablo, cuando Jesús y Pablo estaban en la Tierra, compartiendo el mismo sol y la misma tierra en Jerusalén. pero no lo hizo, pues vivían senderos muy diferentes. 
Si el Señor hubiera deseado que alguna persona en especial, contemporánea de Jesús, casi de su misma edad, además de los doce apóstoles, fuera su apóstol, lo hubiera llamado. Estando Jesús, en la Tierra, le hubiera enseñado personalmente, lo hubiera presentado a sus representantes, los doce apóstoles, y lo hubiera revestido de autoridad delante de ellos, y ellos lo hubieran presentado al mundo como el treceavo. El pectoral del sumo sacerdote tendría otra piedra preciosa y los cimientos del muro que rodea a la nueva Jerusalén serían trece, no doce. Jesús lo hubiera presentado a los doce, con mayor razón si se trataba de ese enemigo al que, según Pablo, le constituyó supuestamente Jesús como su apóstol, por aparte y por sobre la autoridad de los doce apóstoles. 
Entonces ese tal supuesto apóstol no hubiera tenido que pasarse su vida dando testimonio de sí mismo, como las epístolas dan cuenta de ese hablar y testificar de sí mismo, de Pablo, por lo que su testimonio no es verdadero. Porque Jesús enseñó a estar alerta sabiendo, que el que de sí mismo da testimonio, no es veraz, sino que busca su propia gloria, pero el que busca la gloria del que lo envió, ese es veraz y no hay en él injusticia.
El Señor nombró a sus doce representantes y no les iba a quitar esa autoridad luego, desautorizándolos delante de un perseguidor de cristianos, que lo que deseaba era asesinarlos a ellos. Y si no lo podía hacer, matándolos en la carne, entonces deseaba vencerlos en el espíritu, dividiendo su número, destruyendo su número cerrado y desprestigiándolos.  Ellos doce estaban dando su vida, ellos estaban poniendo la cara por el cristianismo, con valor, delante de los perseguidores, delante de ese, el mayor perseguidor, siervo de Luzbel, Pablo.  El Señor no los iba a desautorizar.
Si el Señor hubiera deseado que alguna persona fuera su apóstol, lo hubiera presentado entonces como reemplazo de Judas Iscariote. Jesús no tendría desde la eternidad a Matías en el número cerrado de sus doce apóstoles. Estaría predestinado Pablo, aunque fuera muy perseguidor, fariseo y ciudadano romano, reuniendo en sí mismo las dos señales de los antagonistas de Jesús, ser fariseo y ser Romano.  Si el Padre se lo hubiera señalado a Jesús, para que lo llamara al grupo de los doce, Jesús lo hubiera hecho, aunque fuera enemigo.
Muchos dirán que Pablo, según dice la escritura, era muy joven cuando Jesús llamó a sus doce apóstoles. Si el Padre hubiera, en su voluntad deseado que Pablo fuera del número de los doce apóstoles de Jesús, el problema de la juventud no sería problema alguno para aquel Dios que es todo poderoso, sencillamente Pablo, hubiera tenido la edad necesaria, si el Padre hubiera deseado tenerlo entre los doce. Marcos, el evangelista también era tan joven como Pablo, y era de los seguidores de Jesús y, así y todo, no se atrevió a autodenominarse apóstol. 

218. Pablo mártir en Roma, igual que Pedro.
El eje de la historia se ha desplazado varias veces. Primero estaba en Egipto. Allí tuvo que ir el pueblo de Israel a ser preparado en asuntos de lo alto. Estaba establecido que de Egipto saldría su hijo (Mateo 2:15). Luego el eje se desplazó a Jerusalén donde fue crucificado Jesús y con la diáspora huyeron todos a los pueblos vecinos. Luego se desplazó a Roma, que siempre ha sido el antagonista elegido por Jesús (Lucas 20:25). Desde Roma se ha divulgado hacia todos los confines de la Tierra el cristianismo de Pedro y el de Pablo.
En su estrategia más poderosa, sutil y elaborada, tenemos un Pablo, falso apóstol, mártir en Roma, por el nombre de Jesús.  Si no tiene toda esta preparación y presentación Pablo, no lograría engañar por dos mil años a tantos miles de millones de seres humanos. Si Pablo no da su vida en Roma por el nombre de Jesús, y no queda en la historia al lado de Pedro, no puede tomar espiritualmente a Roma. Como sí la tomó Pedro. Pablo en Roma es el falso profeta que hace milagros y prodigios delante de la bestia, y le fue dado hacer la guerra espiritual a los santos y vencerlos mientras pasan los tiempos de las naciones (Apocalipsis 13:12-14 y 19:20).
Durante dos mil años todas las naciones, llenas de mentes preparadas e inteligentes, han sido extraviadas, del cristianismo con falacias sutiles y con grandes prodigios, con grandes señales y con grandes milagros. Engañados y nadie parece darse cuenta, exceptuando un resto de rebeldes a esa impostura descomunal. Exceptuando a los portadores de la verdad, los cuales, por obediencia a esa verdad, han guardado un silencio ordenado desde el trono mismo de Dios, mientras pasa el tiempo de la prueba para las naciones.

219. Desde el primer siglo se formó la niebla.
Cuando lees sobre las tinieblas, te formas la idea de oscuridad total, pero no es así. Las tinieblas no son la oscuridad de las mentes, sino una neblina que deja ver algo de la verdad, pero no se puede ver toda la verdad. No se está a oscuras, la persona cree que ve. La neblina es un velo mental que no deja ver bien. Es más peligrosa la neblina que la oscuridad, pues en la oscuridad la mente busca la luz, en las tinieblas no.
Viene la luz al mundo y luego viene la neblina de las enseñanzas de Pablo. Jesús rasgó el velo del templo y Pablo lo volvió a coser. Desde el primer siglo se tendió de nuevo el velo de neblina sobre las naciones.  Pablo les hizo creer que las enseñanzas del anticristo eran la oscuridad, que con ellas atentaría contra Cristo al final. Algunos de los doce apóstoles de Jesús, advirtieron repetidas veces en sus escritos, que el anticristo, sin ser de los doce apóstoles, salió de entre los doce, y que esto sucedió para que se manifestase que no todos son de los verdaderos.
Pablo, disfrazado de apóstol, extravió a la inmensa mayoría de los que lo siguen, diciéndoles que el anticristo se manifestaría solo al final de los tiempos.  Falacia que las naciones le creyeron a Pablo dejando de lado advertencias de Jesús y de sus doce apóstoles, entre ellos Juan, que dijo que sabían que el gran anticristo estaba, haciendo su ministerio de iniquidad en la Tierra, desde el primer siglo.
Durante dos mil años y hasta el día del juicio de Dios sobre las naciones, Pablo estará extraviando a las naciones, interponiéndose entre Jesús, con sus doce de un lado, y las naciones del otro lado.  Pablo ha sido adorado, Pablo ha sido elevado a los altares, sus palabras son de Dios según las naciones.  Valen lo mismo las palabras de Pablo, que las palabras de Jesús, para las naciones. Al recibir las palabras de Pablo como si fueran de Dios, han sido y serán idólatras.
Esa Roma de Pablo, donde las tinieblas espirituales tienen secuestrada a la verdad de Jesús, es la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esa Roma de Pablo, que con sus rituales y sus hechicerías extravió a todas las naciones, extravió a los cristianos de todas las denominaciones que surgieron de Roma.  Todos los que creyeron haber salido de Roma, que es la Gran Babilonia, siguieron en manos de las enseñanzas de Pablo, en realidad no han salido de Babilonia, siguen secuestrados, siguen cautivos, bajo las tinieblas y no lo saben.

220. ¿Por qué el Espíritu de Jesús no detuvo a Pablo?
Pudo haberle pasado a Pablo, lo mismo que le sucedió a Ananías y a Safira, cuando trataron de engañar al Espíritu de Jesús, que perdieron de inmediato la vida, en presencia de Pedro, en presencia de los cristianos, y fueron puestos como escarnio público. 
Pero en realidad Pablo no era un cristiano seguidor de los doce apóstoles de Jesús, sino por el contrario, era el primer anticristo, el más ardoroso asesino de los cristianos, el estandarte de todos los que odiaban al Espíritu de Jesús.  Por lo que Pablo no recibió al Espíritu de Jesús, sino a Luzbel que descendía del cielo autorizado para engañarlo, para obligarlo contra su voluntad a convertirse en cristiano, o si no lo dejaría ciego, violando el libre albedrío de Pablo.  
Pablo estaba tirado en el piso, derribado por un poderoso rayo que lo obligaba a ser cristiano, eso que Pablo tanto odiaba, pero por coacción fue obligado. Algo que Jesús jamás haría a ser humano alguno. Por eso es por lo que a Pablo no le sucedió lo mismo que a Ananías y Safira.

221. ¿Los doce dejaron que Pablo se infiltrara?
Dejaron que se infiltrara a sabiendas de que al final solo se cumpliría la voluntad de Dios, ni más ni menos. Sabían que ninguno que fuera de la verdad, se engañaría a sí mismo con las estrategias de Pablo.  Es imposible que un ser humano que sea de la verdad sea engañado, no importa cuántos sean los engaños y no importa que tan sutiles sean los engaños, y no importa que tan graves, o tan grandes sean los engaños.  Tampoco importa en lo más mínimo que tan antiguos sean los engaños. 
Pablo es sutil en sus engaños y ellos doce son igual de sutiles para señalar las diferencias.  Se trata de una batalla de altura espiritual y de profundidad espiritual.  Pablo no va a inducir a engaño sino a los que están destinados para ser engañados, es decir, casi toda la humanidad. A los que sigan a Jesús, nadie es capaz de inducirlos a error.  Esta verdad de que nadie puede engañar a los elegidos, a los que eligieron la verdad, a los que son de la verdad, solamente la entienden los elegidos, los que son de la verdad.  Los seguidores de Pablo creen que a los elegidos los pueden extraviar los que inducen a error, se oye decir que a los elegidos los engañará Luzbel por un tiempo, lo cual es totalmente absurdo (Mateo 24:24).
Para los doce apóstoles y para los seguidores de Jesús, el gran anticristo nada puede hacer en su contra, absolutamente nada; y por eso es innecesario sacarlo de la Iglesia, en la cual ocupa el muy necesario puesto de acusador y de probador.  Pablo tiene poder en los que no siguen a Jesús (gran parte de la humanidad). 
Toda alma será probada a ver si no es de la verdad.  Esta es la razón por la cual ha habido tan grave y profundo silencio por dos mil años, de parte de los siervos de Dios. Conocedores de una verdad tan profunda, tan peligrosa e importante, como es la identidad secreta de Pablo.  Un silencio sagrado de dos mil años.  Una prueba a todo ser humano.  Van dos mil años y han sido masacradas miles de millones de almas humanas, que han sido ejecutadas en silencio por los probadores.

222. Pocos conocerán la identidad secreta de Pablo.
Igual que solamente Juan y Pedro, en la última cena con Jesús, conocieron la identidad secreta del primer falso apóstol, la verdadera identidad secreta de Judas Iscariote, siervo de Luzbel, (Juan 13:21-27) así mismo una minoría de los cristianos de toda la tierra sabrán la verdadera identidad secreta de Pablo, el segundo falso apóstol. 
Desde antes de consumarse la entrega, la traición, en el huerto de los olivos, Juan y Pedro supieron que se trataba de Judas el que había de traicionar a Jesús. Pero guardaron silencio y respetaron el secreto que Jesús les había permitido conocer antes de la traición. Así también, una minoría de los cristianos, conocerán la resolución del misterio de Pablo, el segundo traidor, y su identidad secreta, mucho antes de que sea manifestado, desenmascarado a las naciones, al final de los tiempos. Pero igual será un secreto a voces entre los que saben.

223. Al final sabrán la verdad.
Solo al final de los tiempos, todos los habitantes de la Tierra enmudecerán, por la sorpresa y por el temor de ver como se engañaron a sí mismos. Habían seguido en pos de un simple ser humano, del cual dijeron que sus palabras eran de Dios, haciendo idólatras a todos sus seguidores, hijos de la gehena del fuego, iguales que él, todos unos anticristos como Pablo. 
Ese mismo Pablo, predijo de sí mismo, que en un instante seríamos todos trasformados por la verdad, cuando eso es lo que sucederá, en el instante que sea revelada la verdadera identidad secreta de Pablo.  Entonces, al final de los tiempos, el día del juicio final, el día de las bodas del cordero, cuando sea revelado el misterio de la iniquidad, cuando sea removida la máscara de Pablo, cuando puedan ver al que siempre estuvo invisible a sus ojos engañados, entenderán y se lamentarán.
Muchos de los que todo el tiempo fueron respetados como amigos del cristianismo, y muchos de los que aparentemente eran dirigentes del cristianismo, se verán realmente como enemigos del cristianismo, como saboteadores del cristianismo, como saqueadores del cristianismo. No que lo hicieran a sabiendas, sino que, engañados, trabajaron para Luzbel y su hijo Pablo.  A todos ellos Jesús les va a decir que no los conoce, que se aparten de Él, obradores de iniquidad, muy a pesar de que hayan hecho muchos y muy grandes milagros, señales y profecías en su nombre.





CAPITULO 18
PEDRO MÁS JUAN
Dos estrategias complementarias.


224. Jesús acercaba a Pedro, Santiago y Juan.
Jesús estableció, adentro de su Iglesia personal, adentro de su primera Iglesia, adentro de la Iglesia de sus doce apóstoles, a un pequeño grupo de tres apóstoles, llamados Pedro, Santiago y Juan. A ellos dio más informaciones, y les reveló situaciones de las cuales les prohibió hablar a ellos tres, hasta que Jesús no se hubiera ido a su Reino, según se halla en los evangelios. 
Por ejemplo, el día que Jesús se transfiguró delante de ellos tres aparte de los demás, se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.  Jesús le advirtió a Pedro, a Santiago y a Juan, que a nadie le revelaran lo que habían visto y oído, en la trasfiguración «hasta que el hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos». Era una revelación de la más alta importancia, una revelación que influye en muchos temas del cristianismo, del cristianismo no adulterado por las enseñanzas de Pablo, el falso apóstol, el falso profeta. 
También el día de la última cena, Jesús le reveló a Juan y por su intermedio a Pedro, la identidad secreta del traidor, cuando todos los demás, entre los doce, creyeron que Jesús había enviado a Judas Iscariote, a que preparara la pascua, o a que comprara algunos víveres.  Esto debido a que Judas, era muy importante entre los doce, pues Judas era el tesorero de Jesús, el que administraba los bienes de Jesús. Aunque Judas era un siervo de Luzbel, destinado a perderse, ninguno pensaba que el traidor sería ese personaje tan importante en el grupo de los doce. 
Al establecer responsabilidades y misiones especiales, en Pedro, Santiago y Juan, Jesús no hace injusticia. Por ninguna razón se debe presuponer que los doce todos iban a tener las mismas responsabilidades y la misma revelación.

225. Relaciones de Jesús con Pedro y Juan.
El paso de los siglos sobre la iglesia de Jesús ha dejado al descubierto que Pedro y Juan, representan dos etapas en El cristianismo, dos estrategias complementarias.  Dos estrategias para que los seguidores, al entenderlas, puedan ser vencedores, cuando sean asaltados y atacados en su fe. Estas dos estrategias se oponen a las dos estrategias secretas, también complementarias, que tiene el lado oscuro, que son los engaños de Luzbel y Pablo. Ellos dos se confirman y se apoyan en sus falacias el uno al otro.
Jesús reconoció que Pedro lo amaba más que los demás (Juan 21: 15), para que lo tuviéramos bien en cuenta, y no creerle a Pablo en sus epístolas pisoteando la autoridad de Pedro y su sabiduría de. El amor es sabiduría pura, por eso, según Jesús, Pedro que era el que más amaba a Jesús, obviamente estaba inspirado de una alta sabiduría. en lo referente al reino de los Cielos. Pedro fue el primero que reconoció que Jesús es el Mesías, y dice el evangelio que eso se lo reveló el Padre. Pablo está lejos de esa autoridad y trata, con sus enseñanzas, de desprestigiar a Pedro. 
Si para Jesús, Juan era su preferido, eso no es un adorno, no es un capricho, ni una frase exagerada. Es una señal de la más alta importancia, pues para los seguidores de Jesús, las enseñanzas de Juan han de ser las preferidas, para eso hizo Jesús esta señal.  Para que los seguidores del sendero vean primero las enseñanzas y escritos de Juan. Siendo ese punto de vista el principal al tratar de conocer a Jesús.
Estas relaciones entre Pedro, Jesús y Juan no son detalles sin importancia, son decisiones de Jesús, que definen la autoridad y misiones, de Pedro y Juan entre los doce.  Estas referencias no son tenidas en cuenta entre las naciones, porque las naciones han estado engañadas, extraviadas, seducidas, por las enseñanzas de Pablo, que los menosprecia en sus escritos.  A Pablo le fue dado hacer la guerra a los doce apóstoles y vencerlos, en las almas y en los corazones de los seres humanos, que, engañados, los menosprecian.

226. Pedro hace las bases de la iglesia y Juan la construye.
Pedro es el formador de la piedra de base en las naciones (Mateo 16: 18), y Juan es el constructor del templo.  A Juan el ángel le dio una caña de medir, para levantar el templo de Jerusalén, que estaba destruido (Apocalipsis 10:11 a 11:3).  El templo de la Jerusalén espiritual, que es las enseñanzas de Jesús, está destruido por la cautividad de esa verdad en Babilonia. El templo está pisoteado y traspasado por los engaños y las enseñanzas de Pablo. 
Les fue dado a Pablo y a Roma, en un solo hombre, con doble identidad de fariseo y romano, hacerles la guerra espiritual a los doce apóstoles de Jesús y vencerlos, llevándolos secuestrados en espíritu, hacia las enseñanzas de Pablo. Le fue dado llevarlos cautivos, incluyendo a Pedro, mientras el imperio romano espiritual se extiende por todo el mundo, con la verdad de Jesús como su rehén, atada con los lazos sutiles de las enseñanzas del césar romano, Pablo.
Cuando se cumplan los tiempos de las naciones y sea atado el falso profeta (Pablo), la verdad estará tan perfecta como siempre en los cuatro evangelios, esperando a sus lectores. Entonces se inicia el tiempo de Juan, el milenio. Cuando sea removido Pablo por mil años, se verá el templo de Jesús tan perfecto como siempre ha sido. Todo a su tiempo. Pablo era como el andamiaje requerido en toda construcción. Al tiempo se retira y queda el diseño original de la construcción.

227. Hombres de piedra, más aliento de vida.
Hoy hay sobre la tierra hombres de piedra, hombres de Pedro. Hay muñecos de barro, igual que con la creación del primer hijo de Dios en el paraíso. Fue formado primero de un muñeco de barro y luego el Señor le infundió aliento de vida. Así entre los hijos de Jesús, hoy hay hombres con un corazón de piedra (Pedro), esperando el aliento de vida (Juan). Que es las palabras que habló Jesús, cuando por fin sean recibidas sin añadirles palabras de hombres (Pablo).  Pedro es cuerpo de piedra.  Por eso en Roma se ven grandes monumentos de estatuas de piedra, eso no es casualidad, sino todo lo contrario, es coincidencia, porque coincide con su propia esencia.  Hoy Roma está poblada de estatuas de piedra, sin corazón, sin vida. 
Jesús en su estrategia doble, tiene a un Pedro que es el cuerpo de los Hijos de Dios, y tiene a un Juan, que es espíritu, es águilas. Juan es palabras del Hijo de Dios, Juan es palabras de Jesús, Juan es conocer a Jesús en la totalidad de sus enseñanzas, sin mezclas de enseñanzas humanas. Sobre la piedra que es Pedro, Juan mide el templo (Apocalipsis 10:11 a 11:3). En la doble estrategia del Espíritu de Jesús, Juan se levanta sobre Pedro, sobre la piedra de base, que ha formado Pedro durante dos mil años.
Juan se levanta con el verbo de Dios, con la verdad, con las enseñanzas de Jesús, pero sin las enseñanzas humanas de Pablo.  No se levanta Juan contra la piedra, no se levanta Juan contra Pedro, Juan se levanta para tomar las medidas del templo y erigir las columnas del templo.  Juan se levanta sobre la piedra, pero deja de lado el atrio exterior del templo, que fue entregado a las naciones, que fue entregado al imperio romano espiritual, que fue pisoteado por las enseñanzas de Pablo. Que ha sido pisoteado por dos mil largos años por las naciones enceguecidas, que hollarán la ciudad santa, que es la verdad de Jesús, la hollarán mientras pasan los tiempos de las naciones (Apocalipsis 11:2).

228. Dos etapas en Dios y en el hombre.
Jesús es la carne y su Espíritu es el Espíritu santo. Los dos son Dios y son las dos etapas de la revelación de Dios, vivientes al tiempo en un solo ser, en el Cristo.  Dios Padre se da a conocer de los seres humanos enviando a Jesús con su espíritu adentro. Se va Jesús y el Padre envía espíritu de Jesús, en nombre de Jesús. Dios creó al hombre en dos momentos, semejantes al hijo y al Espíritu de Jesús.  Por eso dice la escritura que Dios primero formó un muñeco de barro y luego le infundió el espíritu de vida y lo llamó hombre. 
También todo ser humano se forma en dos etapas, primero nace un cuerpo humano que siente, como sienten los animales, pero a los meses, ese ser recibe el lenguaje, y al hablar y pensar con el lenguaje, el ser tiene conciencia de su existencia.  También por eso el hombre nace de mujer, pero luego debe nacer del espíritu.  Siempre se ve una constante de creación en dos etapas, en lo humano y en lo divino.
Estas dos etapas tienen semejanza con la dentadura, que es por donde el cuerpo se alimenta y a la vez por donde las palabras salen, por lo que parece ser que toda la vida reside en la boca del ser humano.  A todo ser humano primero le da Dios una dentadura pequeña, provisional, mientras crece y se desarrolla su cuerpo, y cuando ya está preparado su cuerpo, esa dentadura se cae sola y es reemplazada por una nueva dentadura, permanente, fuerte y acorde con su cuerpo desarrollado.
Así mismo Jesús le dijo a Pedro que lo seguiría muy pronto, pero también al mismo Pedro, le dijo Jesús que Juan permanecería hasta su venida.  Pedro es provisional, mientras crece la Iglesia, mientras es atacada por Pablo y sus semejantes, que la convierten en una ramera idólatra, en una iglesia de hombres lobos que aúllan su adoración a las palabras de un hombre. La iglesia que se deja llevar en pos de las enseñanzas de seres humanos, como si fueran palabras de Dios
Pero luego, al amanecer del tercer día, que es el amanecer del tercer milenio, viene Juan, que es la madurez de la Iglesia. Cuando la iglesia deja de ser ramera, deja de prostituirse en pos de las enseñanzas de hombres, deja de creer que los grandes hombres (Pablo) pueden hablar palabras de Dios.  Con Juan la Iglesia es fuerte, no hay falsos apóstoles, como Pablo, infiltrados en la Iglesia, que la puedan extraviar, porque ya los cristianos no le añaden palabras humanas, a las palabras de Jesús y sus doce apóstoles. 
A nadie además de Jesús adoran los de la Iglesia del milenio. El periodo de los engaños de Luzbel y los engaños de Pablo se da mientras la Iglesia es niña, con Pedro, cuando la iglesia está sujeta a los extravíos de los maestros de la palabra. Pero durante el milenio de Juan, ni Luzbel ni Pablo tienen poder, entre los que sean tenidos por dignos de vivir en el milenio.  Ha llegado el reino y la autoridad de la palabra de Jesús a la tierra, para reinar sin imponerse durante mil años.

229. Pedro y Juan representan las dos alianzas.
Hay un pueblo de Israel de la carne y un pueblo de Israel de espíritu.  El Padre previó dos alianzas en el pueblo de Dios.  Primero formó el pueblo de carne, el pueblo de Israel, que son los descendientes de las doce tribus de Jacob, que es Israel. Cuando eso su alianza estaba grabada en su carne con cuchillos de piedra, la ley de Dios estaba grabada en Piedras. Y fue grabada dos veces, porque Moisés tuvo que subir dos veces al monte para recibir la ley escrita en dos tablas de piedra.
Dios luego formó su pueblo del espíritu, con su alianza grabada en los corazones, el Israel espiritual, que es el pueblo formado por todos los cristianos de la Tierra, descendientes espirituales de los doce apóstoles de Jesús.  En el Israel espiritual las leyes de Dios también están grabadas en piedra, puesto que los hombres de piedra, por Pedro, reciben las enseñanzas de Jesús sin añadirles palabras de hombres. Pero le es dado a Pablo extraviar a las naciones con sus seducciones. Le es dado al pueblo de Dios que decidan si desean ser idólatras, si desean hacerse becerros de oro, si desean adorar diciendo que son de Dios, palabras de hombres, como las enseñanzas Pablo. En Pedro el pueblo de Dios tiene la verdad grabada en la piedra y en Pablo, tienen a Aaron y su becerro de oro.
El pueblo de Israel vivió dos etapas importantes en su definición como pueblo de Dios. Porque uno es el que le da forma e identidad al pueblo (Moisés). Pero otro líder es el que entra al pueblo a su tierra prometida, a su reino de los Cielos (Josué).  Así mismo se da en el cristianismo, con Pedro formando una gran base, una gran piedra de base. Y luego viene Juan, para tomar las medidas del templo de Dios sobre esa base. Y con palabras escritas sobre esa piedra santa, reconstruir el templo de Dios, que estaba arrasado por las naciones. Pisoteado por jaurías de hombres lobos romanos aullando blasfemias, al decir que las enseñanzas de Pablo eran palabras de Dios.

230. Semejanzas de José y Juan entre los doce.
Otros dos hombres ungidos de Dios con semejanzas, en las dos alianzas del pueblo de Dios, son José el preferido de Jacob, en el Israel de la carne, y Juan el preferido de Jesús, en el Israel del espíritu.  Igual que José desapareció de entre sus hermanos en Egipto, Juan despareció del gobierno de la iglesia de Jesús. Pedro, semejante a Rubén, se hacía cargo de todo lo referente a los hermanos, en ausencia de Juan. Juan fue separado de su lugar entre los doce por un tiempo y luego vuelve. Como José, que volvió a sus hermanos. Juan debe volver a profetizar, a medir el templo, a esperar al Maestro el día de su venida. 
José y Juan, se fueron de los doce, desaparecieron, pero ambos volvieron a aparecer para ser los dirigentes del pueblo de Dios.  Ambos eran el preferido de Israel, Jacob, Israel de la carne y el preferido de Jesús, el Israel del Espíritu.  Ambos tuvieron doble herencia, pues en Israel, el primogénito siempre tiene doble herencia.  José heredó a través de sus hijos, dos medias tribus y por su lado. Juan debe volver a profetizar, a medir el templo de la verdad de Jesús, arrasado por las enseñanzas de Pablo. Sea como sea que la manifestación de Juan llegue a hacerse realidad, Jesús dijo que juan permanecerá hasta la venida del Señor y Jesús no se equivoca, ni habla por hablar, ni exagera.
Juan vuelve. Igual que volvió Elías, en otro Juan (el bautista). Cada que Jesús viene lo recibe un Juan. En la primera venida lo recibió Juan bautista. En la segunda Juan, no se sabe en qué persona, pero será Juan.

231. Pedro más Juan: dos Iglesias en una.
Hay dos iglesias en una: la ramera y la virgen, la de Pablo, y la de los doce apóstoles. En la iglesia real, Jesús creó también dos Iglesias que se complementan la una a la otra. 
Primero se deja ver muy definida la Iglesia de Jesús según Pedro, la iglesia de las naciones, la iglesia ramera. La iglesia donde se siguen las palabras de Jesús y las de Pablo a la vez. Es la iglesia que ha reinado durante dos mil años, sobre miles de millones de hombres lobos, que han aullado, sin saberlo, su adoración a un lobo romano disfrazado de oveja israelita. Esta iglesia se va resquebrajando debido a los errores de las palabras de Pablo, que siguen como palabras de Dios.
Luego de dos mil años, se deja ver la Iglesia de Jesús según Juan. La iglesia virgen, la iglesia que reconoce que solamente Jesús es Dios, aquel Jesús que bajó en carne a la tierra, por lo que solamente Jesús habló palabras de Dios.  La iglesia con Juan es la que respeta a todos los grandes líderes, los aprecia, los ama, como a Pablo, pero no adora sus enseñanzas, no acepta que todas las palabras de hombres, por grandes que hayan sido, que en algún momento hablaron o escribieron inspirados por el Espíritu de Jesús, son palabras de Dios. Esta iglesia es el porvenir de la humanidad, que ya está preparada para la verdad.

232. La iglesia en Pedro es horizontal y en Juan es vertical.
La base de piedra se extiende con Pedro a todos los confines de la Tierra, en la gran iglesia que Pedro llamó la Gran Babilonia, llevando a todos las enseñanzas de Jesús. Pero en la piedra todas las escrituras y palabras tienen igual valor y autoridad. Es de piedra porque las palabras de Jesús (Dios), no valen más que las de los hombres (Pablo). Aún no tiene vida debido a ese error temporal. No hay autoridad, es horizontal, cualquiera puede hablar palabras de Dios. El Mesías es menospreciado, pisoteado y humillado por los seguidores de Pablo. Ellos ni se dan cuenta de esto.
La Iglesia vertical se levanta con Juan, reconoce el principio de autoridad de las palabras y enseñanzas de Jesús, sobre toda otra palabra o enseñanza de cualquier profeta y de cualquier tiempo.  Luego de la autoridad suprema de Jesús, en orden descendente de autoridad, están las palabras y enseñanzas de los doce apóstoles. Al final, descendiendo, están las enseñanzas de todos los demás seres humanos, con igual valor, todos, sin excepción.  Aquí las palabras de Pablo no valen lo mismo que las de Jesús, que es Dios.  Ni siquiera valen como palabras de Dios las de Moisés y Elías, que estaban el día de la trasfiguración, ayunaron cuarenta días, como Jesús y que, como Jesús, de ellos dos no se conoce que tuvieran una tumba en la tierra. Las palabras de todos los seres humanos valen lo mismo, solo son opiniones. Cuando alguien habla la verdad es solo eso, la verdad. No es palabras de Dios.
Si tuviéramos que elegir de entre todos los seres humanos a los más grandes, sin lugar a duda, serían Moisés y Elías. Sin embargo, nadie pretende que sus enseñanzas sean palabras de Dios mismo.  Todos sabemos que Elías hombre era semejante a nosotros, lo mismo que Moisés. Pablo no estuvo en la trasfiguración, no ayunó cuarenta días, fue decapitado y sepultado. Pero los seres humanos, por tradición, aceptan sus enseñanzas como si fueran las palabras mismas de Dios (2ª Timoteo 3:16-17). Pablo, un mortal, con muchos errores y soberbias, en sus enseñanzas insinúa, que todas las escrituras tienen igual valor. Es en esas falacias que las escrituras se vuelven horizontales, ofendiendo al Mesías, cuyas palabras en verdad son iguales a las de nadie en valor y en autoridad. No es santificado el nombre de Jesús cuando los extraviados dicen que las enseñanzas de un ser humano son palabras de Dios mismo en persona, palabras eternas.

233. Pedro y Juan escribieron sobre las iglesias elegidas.
Continuando con las dos estrategias, Pedro es enviado a las naciones y Juan a las iglesias elegidas. Jesús inicialmente envió a sus discípulos a predicar su evangelio con la advertencia explícita de que no fueran a Jerusalén, ni tomaran camino de los gentiles, sino que fueran a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Estas son la dispersión, a la diáspora, que eran los Judíos que vivían en el Asia menor (Mateo 10:5-6).Las iglesias elegidas por Jesús, según consta en los evangelios, en las epístolas de Pedro y Juan, en el apocalipsis y en el libro de los hechos de los apóstoles, fueron las iglesias del Asia menor, del ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.
Pedro desde Roma, a la cual llamó Babilonia, señaló cuales eran las Iglesias elegidas, “según la presciencia de Dios Padre” (1ª Pedro 1:1-2). Pedro da cuenta de la elección de las Iglesias del Asia menor, cuando desde Roma, escribía para los cristianos de esas Iglesias, y se despide diciendo que él saluda a los cristianos del Asia menor,  saluda a las ovejas perdidas de la casa de Israel, que se habían asentado en su mayoría en el Asia menor la diáspora, la dispersión.  Este saludo especial lo escribía Pedro desde la iglesia de Roma, participe de que la elección reposaba en las Iglesias del Asia menor (1ª de Pedro 5:13).
Juan escribe desde una de las iglesias elegidas y así la llama, “elegida”, pero además las llama por sus nombres de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiátira, Sardis, filadelfia y Laodicea en el Apocalipsis. Entre las elegidas no estaba la iglesia de Roma (Babilonia), antes, por el contrario, esa fue elegida para ser la oponente de la verdad, la ramera que adora las falaces enseñanzas de Pablo, como si fueran palabras de Dios, la secuestradora del pueblo de Dios.

234. “la iglesia de Babilonia participe de vuestra elección.”
Algunos han traducido por siglos, diciendo que, en esa frase, de saludo a las Iglesias elegidas del Asia menor, Pedro dice que la iglesia que está en Babilonia también fue elegida como las del Asia menor (1ª de Pedro 5:13).  Traducen que la iglesia de Babilonia es elegida como las otras elegidas.  Lo cual es imposible, puesto que La iglesia de Roma representa a todas las iglesias del mundo. El tema de las elegidas es para tenerlas en cuenta aparte de todas. Roma las representa a todas. Por tanto, es imposible elegirlas a todas. Se pierde la esencia de ser elegida. No es “elegida igual que vosotras”, sino: “partícipe de que vosotras sois las elegidas” allá con Juan, esperando que pasen los tiempos de las naciones con Pablo.
Juan en el apocalipsis, describe a la Gran Babilonia, (Pedro le puso ese nombre), como la Gran enemiga, como la antagonista del cristianismo, que se ha bebido la sangre de todos los mártires de Jesús.  Pero para que se dieran los tiempos de Pablo al frente de la Iglesia ramera, para que se dieran los tiempos de las naciones, ha sido ocultada por designio de Dios, temporalmente la verdad sobre Babilonia.
Esos traductores, que dicen que Babilonia es elegida como las del Asia menor, sin saberlo, trabajaron para Pablo, ayudando a desaparecer la importancia del tema de las iglesias elegidas. Pablo, para “su evangelio”, necesitaba que las iglesias elegidas no se notaran, puesto que Jesús las eligió para apartarlas de la Roma que acepta como de Dios las palabras de Pablo.

235. El Espíritu impidió Pablo entrar en Asia.
Esa es la razón de las dos estrategias, dejar que una parte sea cuidada por Juan sin la influencia de Pablo, oculta a la vista de las naciones, por un tiempo y dos tiempos y medio tiempo. Pablo quiso entrar a predicar al Asia menor, pero recibió orden expresa del Espíritu de Jesús, de no predicar allí (hechos 16: 6).  luego dice Pablo, haber recibido una conveniente visión de un varón macedonio, para que fuese a predicar allí.  ¿Por qué el Espíritu de Jesús le prohibió a Pablo predicar en el Asia menor, si justamente es ahí donde estaban asentadas las iglesias llamadas “elegidas” en el Apocalipsis y en la epístola de Pedro?  Le fue prohibido por el Espíritu de Jesús, a Pablo, predicar en Asia menor, en Turquía, y no pudo inicialmente entrar en Éfeso, la ciudad donde Juan estaba al frente de la iglesia. 
¿Realmente se manifestó el Espíritu de Jesús, para decirle a Pablo que no entrara al Asia menor? Pablo al final, durante sus viajes, entró al Asia menor y predicó durante más de dos años, según está escrito, y se armaron escándalos en Éfeso y en otros lugares del Asia menor, por cuenta de Pablo, para que fuera evidente que había estado allí predicando.  Si Pablo entró en el Asia menor desobedeciendo la advertencia del Espíritu de Jesús, o si después le fue permitido, eso no está escrito, pero sí leemos el mensaje advirtiendo que a Pablo no le era posible entrar y afectar con sus enseñanzas a las iglesias elegidas.

236. Los primeros no son los primeros según Jesús.
En la primera etapa del cristianismo, la de Pedro, se ha llevado durante dos mil años el nombre de Jesús hasta los confines de la Tierra. Pero las enseñanzas de Pablo han impedido durante esos dos mil años, que sea conocida la verdad de Jesús en su totalidad. No porque falten verdades, sino porque le añadieron palabras de hombres, las cuales adoran como palabras de Dios.
En la segunda etapa del cristianismo, la del apóstol Juan, es reconocida libremente la verdad sin añadiduras humanas.  Los primeros no son los primeros.  En la etapa de Juan, Luzbel y Pablo no tienen poder, porque ha terminado la etapa romana.  Los siguientes personajes de Israel, que siendo primeros no fueron primeros, son una señal de Dios sobre la transición entre Pedro y Juan.
Adán: fue el primer hombre, y fue creado predestinado por Dios, para que cayera en los engaños de Luzbel, para que luego viniera el segundo Adán, que es Jesús, el verdadero hijo de Dios, para traer el equilibrio según la voluntad de Dios, de concedernos el libre albedrío, que nos hace semejantes a Dios.  El verdadero Adán es Jesús, el segundo Adán.
Caín: fue el primer hijo de Adán, pero asesinó a su hermano Abel, y con eso se perdieron para siempre, tanto Abel, que no tuvo descendencia, como Caín.  Por lo que el verdadero heredero de Adán, con miras a la creación de la historia de la humanidad, fue set, el cual invocaba el nombre de Dios, según dice la escritura.  En el tercer hijo de Adán, en Set, está la descendencia de la humanidad.
Enoc: fue un ser humano recto a los ojos de los hombres, el séptimo desde Adán, que anduvo en rectitud delante de la presencia de Dios durante 365 años, y Dios se lo llevó.   No está escrito que Enoc murió.  Pero aun así Enoc no fue Mesías, Enoc no dejó enseñanzas, Enoc solo fue una primicia fugaz, pues para el Padre aún no había llegado el tiempo del Mesías.  También podemos decir que una cosa es andar rectamente ante Dios, según el punto de vista humano,  pero otra muy diferente es ser cien por ciento fiel a la voluntad de Dios, según el punto de vista del Padre, lo cual solo se dio en Jesús (Génesis 5: 22). Si Enoc hubiera sido perfecto, como se lee, haría inútil la venida de Jesús.
Abraham: fue el elegido por Dios para que de su semilla naciera el pueblo de Dios, Abraham fue el Padre tanto de los hijos de Ismael, como de los hijos de Isaac.  De Abraham realmente nacieron esos dos pueblos, enemigos para siempre, pero el padre real del único pueblo de Dios no fue Abraham.  Ni siquiera fue su hijo Isaac, El padre del único pueblo de Dios fue Jacob, el nieto de Abraham, tercero en la línea de descendencia. De Jacob Dios formó una tribu con cada uno de los doce hijos.  Con las doce tribus, Dios formó el pueblo de Dios.  El pueblo de Dios no es el pueblo de Abraham, puesto que incluiría a los ismaelitas, incluiría a todos los hijos de Abraham, que eran ocho en total: Ismael, Isaac, Zamrán, Jocsán, Medán, Madián, Jesboc y Sue.  Sería un pueblo de ocho tribus, por lo que el Mesías elegiría entonces ocho apóstoles y Jesús sería llamado el Abraham espiritual y el pueblo sería llamado el pueblo de Abraham, no el pueblo de Israel.  El pueblo de Dios tampoco es el pueblo de Isaac, puesto que incluiría a los edomitas.  El pueblo de Dios se llama el pueblo de Israel. Jacob es Israel. El pueblo de Jesús no es el pueblo del Abraham espiritual, ni es el pueblo del Isaac espiritual, el pueblo de Jesús es el pueblo del Israel espiritual.  Los dos primeros no fueron los primeros.
Ismael: Ismael realmente fue el primogénito de Abraham, el verdadero hijo mayor de Abraham, el hijo de Agar la sierva de Sara, la esposa de Abraham.  Sara autorizó a su sierva darle hijos a Abraham, no fue un engaño, ni fue una petición de Abraham o de Agar, sino que la concepción de Ismael fue la voluntad de Sara.  Pero no fue en Ismael que el Señor mantendría la promesa de un pueblo para Dios, sino en Isaac, que realmente no era el primogénito y, aun así, no siendo el primero, la bendición y la primogenitura le fueron dadas al que no era el primero.
Esaú: (Génesis 25: 23) Desde el vientre de su madre, Esaú venía predestinado por la palabra de Dios, que había profetizado que el hijo mayor de Isaac serviría a su hermano menor, que el primero, también en ellos, no sería el primero, ni tendría las bendiciones de la primogenitura, que una vez más el último era el primero.  Jacob tomó la primogenitura de su hermano, no le fue dada, la robó con engaños, y así y todo el pueblo de Dios tomó su nombre.  Era posiblemente más honesto Esaú que Jacob, pero ni aún por la honradez los primeros fueron primeros.
Rubén: El primogénito de los doce hijos de Jacob, en cuya tribu no se dio la dinastía del Mesías.  Ni siquiera la tribu de Leví, que era el segundo hijo de Jacob, fue la tribu elegida, sino que fue elegida la tribu de Judá, que era el tercer hijo de Jacob. Esa fue la tribu elegida, ese fue el heredero elegido por Dios.
Leví: Lo normal y lo que todos pensarían, es que el Mesías, viniera a la Tierra en medio de la familia de alguno de los sacerdotes de la tribu de Leví.  Se suponía que ellos eran mejor vistos a los ojos de Dios y mejor reconocidos delante de la presencia de Dios. Por estar más en el estudio de la palabra de Dios. Porque ellos vivían todo el tiempo en la oración, en las labores de adorar a Dios. Le ofrecían a Dios los sacrificios de todo el pueblo, y se suponía que, si era verdad que Dios era el que había elegido a la tribu de Leví, a través de la tribu de Leví, Dios enviaría la mayoría de sus mensajeros. Y por consecuencia, el Mesías vendría en el seno de la tribu de Leví.  El que Dios, al reducirse a su forma de Mesías, hubiera elegido a José y a María, una familia de la tribu de Judá constituye un antecedente importante para entender que, no una sino muchas veces, Dios estaba avisándonos que los primeros no son los primeros, para que abramos los ojos y estemos alertas, ante todos los personajes que nos sean presentados como los primeros.
José: Era el hijo más amado de Jacob, era el primogénito de la mujer que Jacob más amaba. Aquella que, habiendo pedido de primera Jacob, le fue suplantada. Aquella que, siendo la primera, le fue dada de última. Aquella por la cual Jacob, el engañador, fue, a su vez, engañado por su tío Labán.  Además, José el primogénito del corazón de Jacob, había sido destinado a reinar sobre sus hermanos, José era el que tenía los sueños y José también era un vidente.  Aquel a quien Dios le revelaba muchas verdades, que para los demás estaban ocultas.  A los ojos humanos, ese hijo de Jacob, José, era el número uno de los hijos de Jacob. Todo ser humano daría por hecho que el Mesías vendría entre la descendencia de José. Pero para la dinastía del Mesías, Dios Padre tenía los ojos puestos en la tribu de Judá. José, para Dios, no era el primero ni, aunque hubiera heredado doble tribu.
Moisés: Fue el primer gran líder del pueblo de Israel. Cuando ya los doce hijos de Jacob no eran igual que al principio, una familia grande y numerosa. Sino que, durante la cautividad en Egipto, habían llegado a ser un pueblo tan numeroso que sobrepasaban el medio millón de individuos.  Cuando Jesús fue juzgado y asesinado por los príncipes y por los sacerdotes del pueblo de Israel, ellos eligieron entre Jesús y Moisés. Eligieron entre los dos grandes líderes que les hablaron de parte de Dios. Pero el verdadero líder no fue el primero, Moisés, sino el último, Jesús. En la ley de Moisés confiaban a ciegas los hijos de Israel, pero la verdadera ley perfecta, no fue la ley de Moisés, sino la de Jesús, que fue después de la ley de Moisés.
Moisés fue el libertador del pueblo de Israel, los liberó de la esclavitud de Egipto. Moisés fue el que los sacó de Egipto, con mano poderosa, y los guio por cuarenta años, en el desierto.  Pero a Moisés no le fue permitido por Dios, entrar a la Tierra prometida. Fue a otro, que no era el primero, a Josué, a quien le fue concedido ese gran honor de entrar al pueblo de Israel en la tierra prometida.  Los primeros no son los primeros una vez más.
Saúl: Fue el primer rey de Israel, pero fue desechado por Dios, estando aún vivo. Por lo que Dios ungió al verdadero primer rey de Israel, a David, de cuya dinastía vendría el Mesías.  David respetaba la vida del primer rey de Israel. Respetaba la vida de Saúl, aunque el espíritu de Saúl no fuera bueno y tratara de matar a David.  Pero David no le tocaba ni un pelo a Saúl, solo esperaba el momento en que Dios decidiera hacer justicia.  Siempre hubo un primero que no era primero, en toda la historia del pueblo de Israel, y en todas las personas que rodeaban al Mesías, y en todas las enseñanzas que rodeaban a las enseñanzas del Mesías, hubo unas primeras enseñanzas que no eran perfectas, por eso decía Jesús que todos los que vinieron antes de Él, eran ladrones y salteadores.
David: Fue el primer gran rey de Israel, y de su descendencia era José, el padre terrenal de Jesús, pero así y todo David no brilló por tener una gran sabiduría. Ni el Señor le permitió a David, hacerle un templo, porque sus manos estaban manchadas de sangre inocente (1ª de Juan 3:15).  Al final de sus días David se alejó de la protección del Señor, se alejó de vivir de acuerdo con los preceptos y ordenanzas del Señor. Y a pesar de que los profetas anunciaban al Mesías como un nuevo David, estaba David lejos de parecerse siquiera al Mesías de Dios.
Absalón: Era el primer hijo de David, era fuerte, era el más opcionado heredero del trono de David. Supuesto heredero de las promesas del Señor. Supuesto heredero de la dinastía que recibiría al Señor. Pero a pesar de ser el preferido de David, Dios no lo había elegido para ser el continuador de la dinastía del Mesías. Y muy por el contrario, la vida de Absalón fue azarosa, marcada por muchas injusticias.
Juan bautista: Era el portador, sin saberlo él, de la segunda parte del espíritu de Elías. De aquellas dos partes que pidió el profeta Eliseo, cuando tomó el manto de Elías, antes de que Elías fuese llevado al Cielo.  Según Jesús, entre los nacidos de mujer, no ha habido profeta más grande que Juan el bautista, pero el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.  Juan el bautista, que es Elías, que volvió, es el más grande profeta de la antigua alianza, pero ni siquiera es comparable, con el más pequeño del Reino de los Cielos. Por tanto, en Juan el bautista, en Elías, se revela que la primera alianza, la alianza de Abraham, la alianza de la carne, que fue la primera alianza, en verdad no era la primera alianza, sino que la primera, en verdad era la de Jesús. Y ninguno de los de la primera alianza pudo entrar al reino de los Cielos, según Jesús.
Los Fariseos y los saduceos: En realidad no eran tribus de las doce del pueblo de Israel, sino que eran las dos escuelas teológicas más importantes en el pueblo de Israel. Eran los primeros en el estudio y en el conocimiento de la ley y los profetas. Cualquiera supondría que el Mesías, cuando se presentara en Israel, iba a ser aprobado por los escribas, e iba a ser aprobado por los fariseos, y por los saduceos. Cualquiera supondría que, a su vez, el Mesías los iba a reconocer a ellos como verdaderos intérpretes de la ley. Y que, por tanto, el Mesías sería un fariseo o un saduceo más. Que al aglutinar en El a todos los maestros y teólogos del pueblo de Israel, se unirían en uno solo y se resolverían en paz todas la diferencias teológicas que había entre ellos.
Pero no solamente no reconocieron al Mesías los fariseos y los saduceos. Sino que el Mesías se convirtió en un problema para ellos, le tuvieron gran temor. El Mesías no siguió los preceptos y enseñanzas de los fariseos, o los de los saduceos.  Ellos aborrecieron al Mesías, lo odiaban a muerte, rechinaban los dientes ante su presencia, o ante sus enseñanzas.  Para el Mesías no eran los primeros, ni los que se iban a salvar, ni los que iban a ser justificados. Justamente los seres humanos que los fariseos y los saduceos despreciaban, por ser ignorantes de su teología, por ser publicanos, o por ser pecadores de la carne, para el Mesías estaban primeros e iban a ser justificados a los ojos de Dios.  Los últimos han sido, son y serán los primeros. Estrategia de lo alto.
Pablo: como anticristo, se anticipó, para poder seducir una humanidad engañada, que no lo esperaba.  Pablo escribió que el esperado anticristo se manifestaría al final de los tiempos, para que los cristianos no desconfiaran de él. Porque en verdad él era el gran anticristo. Por eso, en Pablo se cumple que estando desde el principio, parecía estar al final de los tiempos. El que parecía de último, realmente estaba de primero. Pablo parece ser el número uno entre todos los cristianos, pero no se negó a sí mismo, es más pequeño que el más pequeño en el reino de los Cielos.
Pedro y Juan: Cuando Jesús les decía a sus discípulos, que los primeros no serían primeros, estaba declarando la sabiduría misma con la que Dios había creado todo. Hablaba Jesús de siglos de historia del pueblo de Israel,  escrita durante miles de años. Escrita con guerras, con sangre, y con grandes sacrificios. Para que todo aquel que estudie la palabra de Dios, pueda entender que en todos los niveles de sus verdades y en todos los tiempos, los primeros no son los primeros.
Pedro fue el primero a quien envió Jesús a las naciones, lo envió a apacentar sus ovejas.  Luego Jesús le avisó a Pedro, que pronto sería sacrificado por el nombre de Jesús. Que sería removido de su cargo, en el cual no permanecería hasta la segunda venida de Jesús. Y que Juan permanecería hasta el día de la segunda venida de Jesús.  Pedro parece ser el primero, pero en verdad Juan, aquel a quien Jesús más amaba, siendo el segundo, el olvidado, el desaparecido, estando en silencio durante dos mil años, es hoy el primero.





CAPITULO 19
BABILONIA DE PEDRO
¿Por qué Pedro eligió a Roma?


237. A Dios lo de Dios y al césar lo del césar.
Jesús estableció esto de darle a Dios lo que es de Dios y darle al césar lo que es del césar.  El antagonista elegido por Jesús es el césar.  Fue delante del césar que se inclinaron todos los dirigentes del pueblo de Israel, diciendo que no tenían más rey que al césar.  La Roma de Pedro, y no la Roma del césar espiritual (Pablo), es el verdadero pueblo de Dios. Pueblo cautivo por dos mil años, pueblo secuestrado, como estrategia aceptada por Pedro, en la Roma de Pablo.
No es una virgen la iglesia de Roma, es una ramera, pero ahí en Roma, está la verdad, la gran verdad de los apóstoles de Jesús, está en Pedro a quien tienen secuestrado, y Pedro lo sabe y acepta este sacrificio, ordenado del cielo, para bien de la creación de los hijos de Dios.  Pedro es la piedra de base que se extiende por toda la Tierra. Por eso aceptó ser secuestrado en Roma por dos mil años.  En Pedro vive la buena Roma, que es la que eligió el sendero estrecho y la puerta angosta.  La mala Roma es la Roma de Pablo, la que eligió el camino amplio y la puerta ancha de las enseñanzas de Pablo.
Esa Roma de Pablo es la ramera embriagada, con la sangre de los santos de Jesús. Con la sangre de Pedro y con la sangre derramada por los demás mártires, a los cuales ha vencido espiritualmente Pablo, por dos milenios, con sus enseñanzas. Está ebria esa ramera al servicio de Pablo. Ebria con la sangre espiritual de todas las incontables almas masacradas con las enseñanzas de Pablo. Las almas son masacradas en silencio. No se levanta bullicio, ni llanto escandaloso, no huele a sangre, no hay cadáveres putrefactos.

238. Roma no es la virgen, es la ramera.
Pablo en Roma tiene a la verdad secuestrada, la tiene prisionera, pues los seres humanos, seducidos, se extravían en pos de sus palabras. Reciben las enseñanzas de Pablo como si fueran las palabras de Dios, iguales según ellos, en toda autoridad, valor y eternidad, a las palabras de Jesús. Esa es la abominable desolación en el lugar que no debe.
La iglesia romana es la amante, la concubina de Pablo, aquella que está ebria de sus enseñanzas. Esa iglesia que cabalga la bestia que es Roma, se ha bebido la sangre de millones de almas de seres humanos.  La iglesia del césar espiritual en Roma pisotea la verdad. Esa Roma son los gentiles que pisotearán el atrio entregado a ellos, extraviados por las enseñanzas de Pablo. 
A la iglesia de Pablo, (que es el mismo falso profeta), le fue dado del Cielo hacerle la guerra a la mujer, a la Iglesia virgen y pura, a la Iglesia de los doce apóstoles de Jesús. Le fue dado a la iglesia de Pablo, hacer la guerra a los santos y vencerlos, uniéndole a la Iglesia virgen, las palabras de Pablo. Así ha suplantado esa iglesia ramera, a la Iglesia virgen verdadera, aquella a quien tiene cautiva, prisionera. Pero la iglesia virgen, vuela lejos con sus dos alas de águila(Juan) para ser protegida mientras pasan los tiempos de la ramera.

239. Es bestia porque no se le puede domar.
No se le llama bestia al imperio romano porque necesariamente sea malo, se llama bestia porque es un organismo espiritual viviente, demasiado grande e imposible de controlar del todo, nadie lo puede domar, por eso es una bestia.  La bestia es el lenguaje romano y sus siete hijos, que son las siete lenguas romances, más el derecho romano, que son las leyes romanas, que han conquistado a todos los pueblos, con el paso de los siglos, más la religión romana.  Ellos tres son todos entidades espirituales, son palabras, son verbo.  Ellos constituyen la bestia espiritual indomable. Tres veces el seis.
La religión romana es el más grande poder espiritual del orbe.  Por eso, la manifestación más poderosa de esa bestia indomable y grande, además del lenguaje y las leyes romanas, es la religión romana. La religión romana, dividida en tres, (católicos, ortodoxos y protestantes), cabalga a esa bestia. Es Jezabel y está ebria de la sangre espiritual de miles de millones.
Todos están aún en Roma, aunque algunos crean haber salido de esa Gran Babilonia. Están todos presos de las hechicerías de la ramera y de las mentiras del falso profeta (Pablo), que ha conseguido seducirlos con sus engaños por dos mil largos años.  No pertenecen a la gran Babilonia todos los cristianos, por su sumisión al obispo de Roma, sino por su sumisión a las falaces enseñanzas de Pablo.  Porque todo el Cristianismo, desde el primer siglo, estaba contaminado de las sutiles desviaciones de difícil inteligencia, de Pablo. Aquel que, siendo Israelita, también era ciudadano romano, y tiene a todo el cristianismo seducido, cautivo, prisionero en Roma, su ciudad, un lobo romano disfrazado de oveja israelita.
La bestia conquista al mundo, autorizada desde el Cielo, elegida desde el Cielo para conquistar a todos los pueblos. Elegida para ser la antagonista espiritual de los cristianos de toda la Tierra.  La religión romana, el derecho romano y los lenguajes latinos, que hacen la bestia, no son en sí mismos malos.  La maldad de la bestia está en la mujer que la cabalga ebria de la sangre de los mártires y de los santos de Jesús. Esa mujer ramera es la iglesia de Pablo, que suplantó a la verdadera Iglesia, la de los apóstoles de Jesús. Y ambas iglesias están en Roma, la falsa está usurpando el lugar que no debe y la verdadera está prisionera.

240. En Babilonia el anticristo tiene autoridad. 
Pablo ese ese Nabucodonosor, rey de Babilonia, que tomó cautivo al pueblo de Dios. En la iglesia de Roma (Babilonia), uno que no es Dios, un ciudadano romano, ha sido elevado a la categoría de Dios. Es adorado, como adoraban al César. Por siglos, al leer las epístolas de Pablo, los cristianos, al terminar rezan que esto que leyeron es palabra de Dios.  Adorar a un hombre es ser idólatras. 
La de hoy es una iglesia ramera porque está con el Cristo y también está con las enseñanzas de Pablo. Aceptando las enseñanzas de un simple ser humano, como si fueran verdaderas palabras de Dios.  Es una iglesia idólatra porque adora, como sagradas, todas las palabras y enseñanzas de un simple ser humano. Uno que en algunos momentos de su vida y en algunas de sus enseñanzas, fue inspirado por el Espíritu de Jesús. Pero solamente en algunos momentos y en algunas enseñanzas, como todos los demás cristianos.
En toda la Tierra, bajo la influencia de la iglesia de Roma, con todas las denominaciones disidentes, todos los días, se enseñan algunas pocas palabras de Jesús, mezcladas con antiguo testamento, y enseñanzas de Pablo. Están amparadas por una frase (2ª a Timoteo 3: 16-17), que proclama un supuesto igual valor de todas las escrituras y de todas las palabras y enseñanzas que se leen en el conjunto de libros llamado, la Biblia.  Sutil tropezadero ese, de la supuesta igualdad sagrada, de las palabras de todos los profetas, haciéndolas palabras de Dios todas. Error inducido por Pablo en sus epístolas.

241. Pedro zarandeado en Roma por el anticristo.
Aquí halla razón de ser la frase de Jesús, cuando le predice a Pedro que será zarandeado por Luzbel, como se zarandea el trigo. pero Pedro, una vez convertido, convierta a sus hermanos (Lucas 22:31-34).  Estas enseñanzas de Jesús dan a entender que Pedro había de ser llevado afuera del sendero, luego de haberse ido Jesús. Pedro había de ser llevado cautivo por las enseñanzas de Pablo. Pero Pedro ha de convertirse con todos los suyos de nuevo a Jesús, y a nadie además de Jesús.  También halla razón la otra frase de Jesús, cuando le dice a Pedro que otro lo va a ceñir y lo va a llevar a donde Pedro no quiere ir, al cautiverio (Juan 21:18). Ese otro que lo iba a ceñir era Pablo.
Es de vital importancia entender lo que le quiso decir Jesús a Pedro con eso de convertido.  Es decir: tú, una vez salido de la cautividad de babilonia, ayuda a que todos abandonen a Babilonia. Que en sentido espiritual también se llama Egipto.  El pueblo del Israel espiritual, cautivo en el Egipto espiritual, cautivo en la Babilonia espiritual, con el paso de los milenios, se hizo un pueblo numeroso como las estrellas del Cielo y como las arenas del mar.  Pedro dejó llevar al pueblo de Dios al nuevo Egipto de Pablo, según el Espíritu de Jesús guiaba a Pedro.  La base, que se extiende a todas las naciones, que es Pedro, lleva el verbo de Jesús, mezclado con las enseñanzas de Pablo, que contienen verdades sublimes y sutiles errores (falacias).

242. Mil años en Babilonia son igual a un día.
No son palabras escritas por azar las que ellos, los apóstoles de Jesús dejaron escritas.  Jesús los autorizó en todo lo que dijeran en su nombre, cada palabra de uno solo de ellos doce, es la creación de la historia misma de la humanidad. Una palabra de ellos doce, puede valer milenios de historia. Como la frase de Pedro, que para Dios mil años son igual que un día.  El verbo es creador. 
Un día es igual que mil años, para Dios, según las enseñanzas de Pedro (2ª Pedro 3:8), uno de los despreciados doce apóstoles de Jesús. Pedro, le dio el nombre de Babilonia a Roma (1ª Pedro 5:13).  Un milenio es un día para Dios, y van dos milenios, dos días, desde que Jesús se fue y no ha vuelto. Jesús volverá el día el día del juicio final, antes no serás visto por la humanidad. Estamos en el amanecer del tercer día, porque estamos iniciando el tercer milenio. Jesús resucitó al amanecer del tercer día, Jesús no resucitó a los tres días, ni Jesús resucitó a las setenta y dos horas cumplidas. 
Los descendientes de los doce apóstoles de Jesús están secuestrados en la Gran Babilonia.  Igual que los convertidos del pueblo de Dios que vivían en Roma, en los primeros siglos, durante las persecuciones. Estaban en Roma y no eran romanos, ni tenían que ver con su idolatría, ni con su culto al césar. Así mismo está secuestrado el pueblo de Dios que vive en la gran Babilonia del espíritu, durante la tiranía de dos mil años de Pablo, en la religión romana. Estamos en los tiempos de las tinieblas, adorando las palabras de Pablo. El pueblo de Dios está secuestrado en la Roma espiritual, tal cual estuvo el pueblo de Israel en Babilonia. No saldrán de Babilonia hasta tanto dejen de adorar las falaces enseñanzas de Pablo como si fueran palabras de Dios.

243. La sangre de los mártires derrotó a Roma.
Esa sangre de los mártires de las persecuciones romanas fue la derrota espiritual de Roma (Babilonia). Esa sangre de cristianos, que fue derramada porque ellos tuvieron valor y ellos no negaron su fe. Ellos no aceptaron adorar a un hombre como si fuera Dios. Esa sangre derramada, derrotó a Roma, la que se creía invencible.  La gran Roma de la carne, la loba, la madre de todos los hombres lobo. Esa Roma fue derrotada por la sangre de unos cuantos mártires, que se dejaron asesinar sin pelear, todo por no reconocer que un hombre, el césar, era dios, por no adorar al césar como Dios.
Sangre de los mártires de Jesús, con la cual se embriaga la ramera de hoy, la Roma espiritual de hoy, la Babilonia de hoy. Roma se robó esa sangre para su gloria y su vanidad. La concubina del césar espiritual, Pablo, la que le es infiel a Jesús. La que va en pos de maestros humanos, inducida por las enseñanzas de Pablo. La que ha convivido por dos milenios con las enseñanzas de Pablo, adorándolas cuando las reconoce supuestamente como “palabras de Dios”.
Roma muere, pero el cristianismo sobrevive, cuando la ramera no esté más sobre la Tierra, desviando a los hijos de Dios, con las enseñanzas de Pablo, cuando no se adore más al césar romano espiritual, como si fuera dios, al creer que sus enseñanzas humanas son palabras de Dios.

244. ¿El mal y el bien, juntos en Roma, igual que en el Paraíso?
A todo ser humano le es propuesto el mal y el bien, el error y la verdad. Nadie está libre de esta prueba de su mente, para que toda persona elija su propio destino.  Con Pablo, llega el error primero a las naciones dentro del cristianismo. Mientras las personas no lo vean como posibilidad de error, ni siquiera piensan que lo es.  Si la verdad y la perfección le son presentadas primero a la mente humana, el error y la imperfección ni siquiera serán considerados por las mentes. Así que para que el error tenga una oportunidad en las mentes debe ser presentado antes que la verdad. El error es presentado no como error sino como verdad.
Igual que sucedió en el paraíso. Al hombre el es presentado el bien y el mal, en el cristianismo, sigue el mismo dilema. Pero la gran mayoría da por hecho que al llegar al cristianismo no le será propuesto el mal, solo el bien. Allí es donde la falacia halla su más sutil expresión. Está la iglesia ramera, la que acepta como de Dios las palabras de Pablo y está la iglesia virgen, la que solo acepta como palabras de Dios las de Jesús. La virgen está secuestrada por la ramera. Las dos iglesias en una. Muy difícil de delimitarlas. La línea que las divide es negarse a aceptar palabras humanas como palabras de Dios.
Luzbel y Pablo, es la estrategia dispuesta para que podamos elegir, para que tengamos varias opciones, varias voces entre las cuales escuchar y podamos seguir la que deseemos. Luzbel ha creado a su “apóstol” y lo ha guiado hacia Roma, al lado del apóstol Pedro. Todos terminan eligiendo entre la puerta amplia con Pablo y la puerta estrecha con Pedro. Así se perfecciona el libre albedrío de todos. La puerta y el camino amplios no son el mundo. En el mundo no hay este camino a Dios. Cuando Jesús dijo entrad por la puerta estrecha se refería a evitar entrar por las propuestas de Pablo.

245. La cautividad espiritual terminará en paz.
Todos los del pueblo de Israel que trataron de salir de la cautividad de babilonia por sus fuerzas fracasaron. Está escrito que solo por voluntad celestial se terminaría la cautividad de Babilonia.  A su debido tiempo Ciro fue elevado a ese alto cargo (desde lo alto). Ciro le dio la libertad en paz al pueblo de Israel.  Así supo el pueblo de Israel que no saldrían de allí por voluntad propia.  Esta cautividad se dio para que los seguidores de Jesús sepan cómo es la cautividad de la gran Babilonia espiritual.
Pedro sabía que al Rey de Israel allí le sacaron los ojos, y comió el resto de su vida, en la misma mesa del rey de Babilonia. Pero estaba preso, cautivo, como todo el pueblo de Israel.  Pedro sabía que igual que el rey de Israel, él estaría con Pablo, el rey de la Babilonia espiritual. Pedro sabía que Pablo lo tendría humillado, menospreciado. Pedro se dejó llevar cautivo. Pablo sabía que luego de un tiempo, cuando Babilonia se extendiera a todos los pueblos, Dios daría libertad a su pueblo. Pablo sabía que luego viene la reconstrucción del templo de la verdad. Dañado por adorar las enseñanzas de Pablo. 
Así lo entendió Pedro, y por eso anunció que el pueblo de Jesús debía estar cautivo en Roma, y se fue sumiso a vivir secuestrado espiritualmente en Roma (1 Pedro 5:13).  Pedro sabía cuál era el final de toda la historia del cristianismo sobre la Tierra. Por eso, al final de los siglos, Pedro fue el que terminó invadiendo a Roma, y dejándose secuestrar de Pablo y usó a Pablo, para el propósito que Dios había establecido sobre las naciones.

246. La Gran Babilonia dividida en tres partes.
Los lectores del apocalipsis esperan ver a Roma quebrada en tres luego de un cataclismo. Pero roma es dividida en tres en el espíritu.  El imperio romano, en el espíritu, es el lenguaje romano, más el derecho romano y además la religión romana.  La religión romana, ella sola es la gran Babilonia. La religión romana es la ramera que cabalga sobre el imperio romano. Es la ramera ebria de la sangre de los mártires de Jesús pues acepta las palabras de hombres como palabras de Dios. El principal de los adorados es Pablo, el césar romano espiritual.
Roma es la gran ciudad que domina sobre el vasto imperio romano espiritual. Esas tres partes hacen ver al imperio romano dividido en tres entidades espirituales, porque todas esas tres partes, el lenguaje, el derecho y la religión, son palabras, son verbo, son lenguaje, son el verbo del gran imperio romano espiritual.
La tercera parte del imperio romano, la religión romana, que es la Gran Babilonia, además quedó dividida en otras tres partes, según la vio en visión el apóstol Juan, en el apocalipsis.  Le religión romana de hoy, se ha fragmentado durante los siglos, en tres religiones paralelas y complementarias. Ellos son los cristianos Católicos, los cristianos ortodoxos y los cristianos de la reforma protestante.  Estos tres grandes grupos tienen la verdad de Jesús, pues tienen los cuatro evangelios de Jesús. En verdad se basan en los cuatro evangelios de Jesús. Pero están fosilizados, los tres grupos están petrificados, son como de piedra, por Pedro. Su vida es como la de las semillas, en espera de despertar, tienen vida latente. Están adormecidos, debido a las enseñanzas de Pablo, las que ingenua y fatalmente han aceptado como palabras de Dios.

247. La verdad estaba preparada para la cautividad en Babilonia.
“El que está destinado para la cautividad, a la cautividad irá, y que el que está destinado a morir por la espada, por la espada morirá. Ahí está la paciencia y la fe de los santos”(Apocalipsis 13:10). El cristianismo estaba predestinado para la cautividad en Roma. Estaba predestinado a que nadie pudiera salir de la religión romana, sin perder la verdad, sino cuando de dieran los tiempos establecidos por Dios.
Dice la escritura que muchos israelitas trataron de escapar de Babilonia, por su propia fuerza. Pero nadie pudo salir antes del tiempo decretado por Dios.  Todos los que pretendieron evadirse de Babilonia, fracasaron.  Todo eso sucedió no por capricho, sino como aviso a todos los cristianos. Por miles de años han estado cautivos, de las palabras de Pablo, romano, israelita y fariseo.  La cautividad del cristianismo en la Babilonia espiritual ha sido padecida mientras se cumple el plazo dado por Dios a las naciones, para que lleguen a conocer su nombre.
La cautividad de los doce apóstoles de Jesús y su iglesia secuestrada por las enseñanzas Pablo (el anticristo), ya está por terminar. En la Babilonia del pueblo de Israel, cuando se cumplieron los tiempos, el rey Ciro, mandó a llamar a Zorobabel, gobernador de los judíos y también hizo llamar a Josué, sumo sacerdote de Israel. Cuando ellos dos se presentaron delante de Ciro, él les dijo que podían tomar de los tesoros de Babilonia cuanto necesitaran para reconstruir el templo de Jerusalén. El templo había sido arrasado durante la cautividad, quedaban solo quedaban los cimientos del templo, su piedra de base, su “Pedro” de ese entonces.
Ciro, les dijo que el Dios de ellos lo había puesto ahí para ayudarles en esa misión. Para que salieran en paz y pudieran reconstruir el templo. Para que ocuparan de nuevo su tierra. El pueblo de Israel había llegado al final de su larga cautividad. Ciro les ofreció a Zorobabel y a Josué, la protección de los ejércitos de Babilonia, para que pudieran llevar término la misión. Esta tarea les fue encomendada por el rey de Babilonia, por orden de un Dios al cual el rey Ciro no conocía.  El Dios de Israel, ungió en Babilonia, a un rey pagano para que liberara en paz al pueblo de Israel.  Todos estos sucesos, según Pedro, el grande, no el menospreciado por Pablo, han de darse en el cristianismo, cautivo ahora en Roma, en la Gran Babilonia espiritual (1 Pedro 5:13).

248. El Espíritu de Jesús usó a Roma.
La usó como el que usa un caballo para viajar por todas las naciones (Apocalipsis 10: 6-7).  El latín es el lenguaje del imperio.  El latín era una lengua muerta, pero era usada en los rituales religiosos de la iglesia romana, durante dos mil años.  Ese latín tuvo siete hijos, que son las siete cabezas de la bestia, que son las siete lenguas romances. Donde esas lenguas romances estén, en medio de los pueblos, ahí está el imperio romano espiritual. Donde el derecho romano sea usado, ahí está el imperio romano espiritual. Donde sea seguida una religión de origen romano, ahí está el imperio romano espiritual.
¿Qué quiere decir el espíritu de Jesús con esto de los tiempos?  ¿Por qué un tiempo y dos tiempos y medio tiempo, es lo mismo que cuarenta y dos meses, es lo mismo que tres años y medio, y es lo mismo que mil doscientos sesenta días y todas son medidas de tiempo de igual valor?  Es un tiempo determinado por Jesús. Un tiempo medido para que el error, el engaño y el mal tengan la oportunidad de proponerle a los seres humanos unas enseñanzas diferentes a las enseñanzas de Dios, aunque a todas luces parezcan palabras de Dios. 
Si para Dios mil años son igual que un día, según enseñó Pedro, entonces podemos pensar que como van dos milenios, van transcurridos dos tiempos, de esos de Dios. Van dos días de Dios. Estamos en el amanecer del tercer día. Y al amanecer de tercer día resucitó Jesús. Por lo tanto, la verdad de Jesús, pisoteada, mancillada, traspasada por las naciones puede muy bien ver de nuevo la luz. Ya sin que sea traspasada, pisoteada, por las naciones que se han extraviado, en pos de las enseñanzas de Pablo. Las han aceptado como palabras de Dios.
Según los tiempos del apocalipsis, se terminan los dos tiempos de las naciones, para empezar el tercer tiempo. El milenio en el cual los seres humanos aceptarán las enseñanzas de Jesús como únicas palabras de Dios. Será el milenio de la plenitud del cristianismo. El milenio en que gobernará sobre la Tierra Jesús con sus enseñanzas verdaderamente sagradas y su nombre en verdad será santificado. No será más pisoteado por las multitudes de los adoradores de las enseñanzas de Pablo. Así se ve que Roma fue usada para aglutinar los pueblos a su alrededor y luego venir el milenio de plenitud. Pedro es el artífice de tan magistral uso de Roma para extender la piedra de base a todos los pueblos.

249. La verdad de los doce no ha sido dañada.
La pura verdad de Dios, la verdad virgen, la verdad sin mancha, está en las escrituras. Pero realmente no es reconocida, ni es aceptada entre los cristianos de las naciones gentiles. Porque los seres humanos se extravían del sendero de las enseñanzas de Jesús, por las enseñanzas de Pablo. Él, con maña, infiltró errores entre sus enseñanzas, escritas como verdades del Cielo. Las respaldó con las señales y prodigios, que le fue dado hacer delante de los hombres. Solo así podía extraviar a todas las naciones. No era fácil seducir a las naciones durante estos largos dos mil años.  
A pesar de esta trama hábilmente tejida, el templo de la verdad de Jesús está limpio y sin manchas ni contaminaciones ni suciedades. Está abierto para los que de verdad deseen entrar. Está en las escrituras. Está en la teoría, mientras pasan los tiempos de las naciones. Está vivo en los cuatro evangelios y en las enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús, autorizados desde el cielo. Solo en los cuatro evangelios y en los doce, vive la verdad, con la más grande autoridad que haya sido dada a ser humano alguno sobre toda la tierra.

250. ¿Pedro no escribió un evangelio?
Pedro no escribió un evangelio directamente, pero su secretario, Marcos, reunió en un evangelio lo que predicó Pedro en Roma sobre la vida y las obras de Jesús de Nazaret, el hijo de Dios.  De Marcos dijo Pedro que era su hijo espiritual.  Marcos, aunque no era uno de los doce apóstoles de Jesús, era uno de los seguidores de Jesús. Y estando en el huerto de los olivos, la noche de la traición de Judas y del arresto de Jesús, cuando los soldados del sanedrín trataron de capturar a Marcos, este se les zafó, soltando su manto y huyendo desnudo, según está escrito en el evangelio de Jesús, según Marcos
Dicen las escrituras, que Marcos inicialmente acompañó en sus predicaciones a Pablo, pero hubo tan gran disgusto y desacuerdo y exacerbación pública entre ellos dos, que Marcos abandonó a Pablo, juntándose luego a Pedro y acompañándolo por el resto de sus días. Llegando a ser secretario personal de Pedro, su hijo espiritual, el portador de su testimonio. Puesto que Pedro había de quedar cautivo por siglos en la Gran Babilonia, rehén espiritual de Pablo, por orden de Dios. 
Por ser prisionero espiritual de Pablo, Pedro delegó en Marcos la tarea de redactar un evangelio, donde dejar por escrito los hechos y las enseñanzas del hijo de Dios.  El rechazo público de Marcos hacia Pablo es una de las señales claras dejadas para los que desean hallar la verdad interna del cristianismo. Para confirmar la identidad secreta de Pablo el anticristo.  Marcos se separó de Pablo, a quien servía, con gran disgusto notorio a todos los que los rodeaban, pero guardó silencio sobre sus razones y motivos y terminó sirviendo a Pedro, según está escrito.
Marcos y los cientos de discípulos, que siguieron a Jesús durante su ministerio, que le sirvieron Jesús, que lo amaban, que fueron testigos de su muerte y de su resurrección, no recibieron de Jesús el nombre de apóstoles, puesto que habían de ser solamente doce apóstoles sobre toda la Tierra y en todos los tiempos, ni uno más, ni uno menos.  Todo el que ha pretendido ser apóstol, se ha hecho delante del trono de Dios anatema, aunque a los ojos de los hombres sean tenidos en mucho, pero la verdad al final será dicha.






CAPITULO 20
DOBLE ESTRATEGIA DE JESÚS CON JUAN
Juan es el preferido de Jesús,
Es el primogénito espiritual de Jesús,
Por lo que le concedió una doble herencia.

251. La doble estrategia de Jesús con Juan.
La primera parte de la estrategia de Jesús con el apóstol Juan, era hacer una señal a todos los seguidores de Jesús, sobre la persona de Juan. Pues si Juan es el preferido de Jesús, por consecuencia debe ser el preferido de todos los seguidores de Jesús. Lo cual tiene efectos inmediatos en la verdad del cristianismo.  Todo discípulo de Jesús, al entender esta señal de preferencia de Jesús por Juan, debe estar muy pendiente de que es lo que va a escribir Juan y que va a suceder con el apóstol Juan.
Todo cristiano ha de preguntarse por qué razón Juan desapareció, aparentemente, de la dirección del cristianismo, y al frente de la iglesia han estado, por dos mil años, Pedro, en compañía de su secuestrador espiritual, Pablo.  Todo cristiano, deseoso de hallar la verdad, no va a dejar frases de Jesús con respecto a Juan, su discípulo preferido, sin tener muy en cuenta. Aunque a veces parezcan frases sueltas, frases sin una razón de ser muy directa. 
Si la primera parte de la estrategia de Jesús es que Juan sea el preferido de los cristianos, la segunda parte de la estrategia es que Juan debe proteger a la verdadera iglesia, escondida, mientras pasan los tiempos de las naciones. Para que Juan, luego de esos tiempos, vuelva y reconstruya el templo de la verdad, que había sido pisoteado y traspasado por los adoradores de las enseñanzas de Pablo.

252. Al ser el preferido, Juan es el primogénito espiritual de Jesús.
La estrategia de Jesús con Juan, son dos estrategias diferentes también. El apóstol Juan tiene doble porción de Espíritu, doble herencia espiritual, por ser el primogénito espiritual de Jesús.  Hay que recordar que en el pueblo de Israel el primogénito recibía doble herencia. Por esto el profeta Eliseo al pedir su herencia antes de despedirse del profeta Elías pidió doble porción de su espíritu. Pero no era espíritu el doble de fuerte, sino dos veces Elías. Por eso de ahí en adelante los profetas avisaban que Elías había de volver. Y le preguntaban a Juan Bautista si él era Elías, pero Juan lo negaba porque desconocía que sí era Elías. Pero Jesús les decía a los suyos que Juan bautista era Elías, la otra porción que pidió el primogénito Eliseo.
Así mismo, Juan el apóstol preferido de Jesús, era el primogénito espiritual de Jesús. Con todas las consecuencias que a nivel espiritual esto conlleva, pues su herencia entre los apóstoles de Jesús es doble, es como si fuera dos medios apóstoles. Es como si fuera dos medias tribus espirituales. Como las dos medias tribus de José el hijo preferido de Jacob.  Es decir que el espíritu de Juan estará con Jesús al principio y también ese mismo espíritu de Juan su discípulo preferido, estará, permanecerá. Según dijo Jesús, estará hasta el final, para recibirlo el día que vuelva Jesús por segunda vez. 
José, el primogénito de la mujer que Jacob amaba, también era vidente, recibió por herencia dos medias tribus. Igual que Eliseo, era vidente. Igual que Juan el bautista era vidente. Igual que Juan el apóstol es vidente.  En todos los involucrados en ser parte de las dobles herencias de los primogénitos de Israel, vemos que fueron premiados además con ser videntes del Espíritu de Dios.
Juan es aquel que más responsabilidades, más autoridad y más herencia había de recibir, aquel que debíamos tener más en cuenta nosotros, aquel que deberíamos leer primero.  En efecto, Juan, de los doce apóstoles de Jesús, es aquel en quien reside el espíritu de profecía. Desde el principio del cristianismo, hasta el final, hasta el apocalipsis, los escritos del apóstol Juan son los más determinantes del Cristianismo. Solo que, con la autorización de Dios, que todo lo sabe y todo lo puede, las enseñanzas de Pablo, hasta hoy no han dejado conocer a Juan y a Pedro todavía, como ellos verdaderamente son.

253. La doble porción de Juan, no es un capricho.
No es que Jesús fuera injusto o por tener preferencias. Jesús decidió tener tres apóstoles de más confianza, y de entre los tres Jesús decidió amar más a Juan y hacer manifiesta esa preferencia entre los doce.  Así mismo Jesús dejó claro entre los doce que reconocía que Pedro lo amaba más que todos los demás. Jesús sabía por qué lo hacía. Estaba en todo su derecho de que sus apóstoles todos no tuvieran igual responsabilidad o autoridad.  Es todo lo contrario, a un capricho o a una injusticia. Es una estrategia especial, secreta por un tiempo, mientras pasan los tiempos de las naciones. Mientras pasan los tiempos oscuros de la supremacía de Pablo. De la cautividad del pueblo de Dios en Roma, en la patria de Pablo, en la Gran Babilonia espiritual. 
La primera parte de la estrategia de Jesús con Juan era hacerlo su preferido, es decir, su primogénito espiritual. Y la segunda parte de la estrategia empieza cuando Jesús le entrega a Juan la custodia de su Madre, María, símbolo de la Iglesia virgen, sin manchas, símbolo de la novia del cordero. Se la entrega al primogénito.  Esta estrategia empieza cuando se la entrega en la cruz, haciendo de María y de Juan una unidad indivisible. Tal como Jesús lo expresó en la cruz: «He ahí a tu hijo, he ahí a tu madre».

254. Jesús revelaba secretos importantes a Juan.
Juan era el apóstol que estaba más cerca del Maestro, el apóstol que le preguntaba las revelaciones más secretas, y los otros apóstoles, incluido Pedro, le pedían a Juan que le preguntara algunos secretos al Maestro. En la última cena Juan estaba recostado delante del pecho de Jesús, no estaban sentados a la mesa, estaban recostados, a la usanza de la época.  Juan, durante esa última cena, para señal que debemos atender con especial interés, era el apóstol que estaba más próximo a Jesús. Estaba recostado y su cabeza quedaba delante del pecho de Jesús. Por eso Pedro le hizo señas que le preguntara a Jesús por la identidad del traidor infiltrado entre los doce apóstoles, el cual resultó ser Judas. Es deducible, que con esas mismas señas avisa a Pedro apenas Judas toma el pan mojado. En ese momento solo Juan y Pedro sabían que Judas era el traidor.
Juan es aquel con quien llegó Jesús a identificarse en tan especial forma que, en la cruz, antes de morir, le dijo a su madre, que ese era su hijo, y le dijo a Juan que esa era su madre.  Este gesto es un hecho de gran trascendencia, que determina y define toda la historia del cristianismo.  Jesús, durante su vida, descrita en los cuatro evangelios, había dicho que la Iglesia, es decir los que oyen sus enseñanzas y las ponen por obra, son su madre y sus hermanos (Mateo 12: 46-50) (Marcos 3: 31-35) (Lucas 8: 19-21). 
En el apocalipsis, la visión de la virgen, que va a parir al Mesías, tiene una corona de doce estrellas en su cabeza. Es la iglesia de los doce apóstoles de Jesús.  Estas son señales de Jesús, de que lo que realmente le estaba confiando, como última voluntad en la cruz a Juan. Era tanto su madre María, como también la Iglesia.  Es necesario estar muy atentos a las señales que Jesús dejó, para que el buscador de la verdad no sea conquistado por las enseñanzas de Pablo, a quien Jesús no le confió la iglesia. Pablo fue atraído por Pedro, para que Juan pudiese resguardar a la verdad virgen, pura.

255. ¿Jesús entregó la iglesia a Juan?
En el apocalipsis, hay una señal que puede confirmar que Jesús le entregó verdaderamente la Iglesia a Juan y no a Pedro. Dice que apareció en el Cielo una señal “grande y maravillosa”. Una mujer revestida del sol, con la luna debajo de sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza.  Estaba encinta y gritaba por los dolores y las angustias del parto. Pero apareció en el Cielo otra señal como antagonista: Un enorme dragón, de color rojo encendido, que tenía siete cabezas y diez cuernos y una diadema en cada cabeza.  Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del Cielo, y las arrojó sobre la Tierra. 
Cuando la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se plantó delante de ella, para devorar a su hijo tan pronto como naciera.  Ella dio a luz un hijo varón, que gobernará a todas las naciones con puño de hierro.  Pero ese hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono.  Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil dos cientos sesenta días (Apocalipsis 12: 1-6). Cuando el dragón se vio arrojado a la Tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al Mesías.  Pero a la mujer se le dieron las dos alas de la gran águila para que volara al desierto, al lugar donde sería sustentada durante un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la vista de la serpiente.  La serpiente, persiguiendo a la mujer, arrojó por sus fauces agua como un río, para que la corriente la arrastrara. Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la Tierra su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado por sus fauces.  Entonces el dragón se enfureció contra la mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús (Apocalipsis 12: 13-17).
Juan es el águila que protege a la mujer lejos de la bestia y del falso profeta (Apocalipsis 4: 7). Es este Juan, el que permanece, y al que le fue entregada la madre de Jesús, justo antes de morir Jesús en la cruz. Para que Juan protegiera a esa mujer, a esa Iglesia, mientras pasan los tiempos de las naciones. Las cuales tratarán de pisotear las enseñanzas de Jesús y a los que de verdad las siguen, para lo cual se han confabulado los príncipes de la Tierra. han dado su respaldo a la bestia (iglesia romana) y al falso profeta (Pablo), que han seducido y extraviado a las naciones.  La virgen, la novia del cordero, requiere ser protegida aparte, durante un tiempo, mientras pasa la cautividad espiritual de la Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esa es la usurpadora, la hechicera, contraria a la Iglesia virgen que se desposará con el cordero.
Si a Pedro le dio el Señor la ramera. Si a Pedro no le dio el Señor a su madre, no se la entregó para que la cuidara. Si la madre de Jesús, María, se la dio el Señor en persona a Juan, entonces la iglesia la tiene Juan.  Pedro es la base, la piedra sobre la cual será edificada la iglesia. Y Juan, que es el águila, trae esa Iglesia del lugar espiritual secreto, donde le fue dado esconderla, mientras pasan los tiempos de las naciones. La trae después de estos tiempos sombríos de Pablo, y hace nido con ella sobre la roca, sobre las naciones. 
Entonces es válido esperar que la virgen no esté en Roma, pero sí se va a aparecer. La mujer con la corona de doce estrellas en su cabeza es la Iglesia de los doce apóstoles de Jesús. La única Iglesia en la cual Jesús en carne y sangre fue el Pastor, el ministro, el sacerdote. En la cual el mismo Jesús ofreció a Dios Padre, el sacrificio de su propia carne y sangre.  Esa mujer también, a la vez, es la madre del Mesías.  En una sola persona están las dos identidades, haciendo de ella otra primogénita de todas las mujeres, con doble herencia.  Ella, María, es la mujer fiel, es la contraparte de la ramera, de babilonia, la infiel.

256. Las naciones son el rio que trata de ahogar la verdad.
Las naciones enceguecidas, son El río que salió de la serpiente para ahogar la palabra de Dios (ver apocalipsis 12: 15-17). Las naciones, con sus príncipes, sus doctores de la ley, sus maestros, sus dirigentes, todos, seducidos y extraviados. Siguiendo a ciegas a dos señores opuestos, siguiendo al Cristo y a Pablo a la vez.  Los dirigentes han terminado por hacer que los creyentes traspasen a Jesús, aceptando como palabras de Dios, las enseñanzas de simples seres humanos, entre ellos Pablo. Siendo ese el río de enredos y engaños que salieron de la boca del dragón, de la serpiente, para tratar de ahogar en ellos las enseñanzas de Jesús y de sus doce apóstoles.
Siendo esta la más grande prueba a la que ha sido sometida la humanidad. La prueba que más almas humanas ha hecho perecer. Es la abominable desolación en el lugar que no debe. Es la prueba que no estaban esperando los seres humanos: ser engañados por Pablo, aquel en quien confiaron. Para terminar, haciéndolos traspasar las enseñanzas que salieron de los labios de Jesús, que es Dios.
Sin darse cuenta, los gobernantes, los maestros de la palabra, los sabios, los eruditos, todos, igual que hace dos mil años, se han confabulado para menospreciar a Jesús, el Mesías. Se han unido para enseñar a las generaciones, que un ser humano común y corriente, como Pablo, tiene el mismo valor de ser enviado de Dios, de haber hablado palabras de Dios.  Sin saberlo, se han confabulado para asesinar, extraviándolas, las almas de miles de millones de seres humanos que pusieron su confianza en ellos.

257. Juan dará testimonio de Jesús una vez más.
Juan ha de volver a profetizar (Apocalipsis 10:11). Entonces hablará verdades que estaban en las escrituras, verdades que estaban anunciadas en las palabras de Jesús. Pero que los cristianos no las percibían, porque sus ojos estaban vendados. Tenían un velo en sus mentes, porque estaban extraviados con las enseñanzas de Pablo y con los engaños de Luzbel. Esa supuesta rebeldía de Luzbel, que Pablo respaldaba en sus epístolas.  Los seres humanos que han seguido las enseñanzas de Pablo, que han adulterado el cristianismo, yéndose en pos de la voz de Pablo, no se esperaban esta sorpresa de parte de Jesús. No se esperaban esta estrategia secreta, destinada a dar armas de victoria, a su debido tiempo, a los hijos espirituales de los doce apóstoles de Jesús. Para que pudieran burlar y evadir los engaños secretos y sutiles, tanto los de Luzbel como los de su hijo, Pablo, camuflado de apóstol.  Juan vuelve y abre las puertas de la verdad. Las personas que buscan la verdad tendrán su oportunidad en ese momento de salir de las enseñanzas de Pablo. De no recibirlas como palabras de su Dios, sino como palabras de humano.







LIBRO IV
CAPITULO 21
LAS ALMAS VUELVEN.
Juan vive miles de años.
(Juan 21: 22-23)



258. Esta generación no pasará hasta que todo se cumpla (Mateo 28: 18).
¿Pero qué quiso decir Jesús con esto que no pasará esta generación? Ya van dos mil años y miles de millones de seres humanos que han nacido, han vivido, y luego han muerto sobre la faz de la Tierra. ¿Se equivocaría entonces Jesús?  Por ningún motivo se trata de un error de Jesús.  Jesús no se equivoca. Jesús no habla por hablar. Jesús no exagera.  La palabra que dio Jesús sobre que esta generación no pasará hasta que todo se cumpla, es verdad. Esta generación no ha pasado, esta generación ha estado aquí en la Tierra estos dos mil años.  Esto implica empezar a considerar que las almas están, que las almas vuelven. Así como volvió el alma de Elías en Juan Bautista y él no lo sabía. Para esto sucedió esa transmigración de esa alma.
Obviamente, para poder creerle a Jesús, que esta generación toda estará hasta el día del juicio, no le hemos creído a la epístola a los hebreos sus enseñanzas, que dan a entender que para el hombree la venida a la tierra es solo una vez, que las almas no pueden volver (Hebreos 9:27).  Realmente lo que ese autor, pretendió hacer fue destruir las enseñanzas de Jesús. Ha sembrado sutiles errores, como ese que todo ser humano muere una vez y luego viene el juicio.  Las naciones se han dejado seducir y extraviar, tal como fue anunciado en las escrituras, por los apóstoles de Jesús.

259. Algunos estarán vivos en la tierra hasta el día del juicio final (Mateo 16:28).
Jesús enseñó que algunos de los que estaban con él, hace dos mil años, no probarán la muerte hasta que vean venir el reino de Dios.  En el primero que piensa uno es en el apóstol Juan. Según Jesús, Juan permanecerá hasta la única segunda venida de Jesús.  Pero según la enseñanza de Jesús, no solo Juan permanecerá, sino algunos, (no se sabe cuántos, ni cuáles) permanecerán vivos hasta la segunda venida de Jesús. 
Se sabe que a Pedro le dijo Jesús que no permanecería, sino que tendría que dejar su tienda, como el mismo Pedro lo confirmó en sus epístolas (2ª Pedro 1:14).  Pedro no es uno de los que permanecerá, pero eso no quiere decir que Pedro haya fracasado, solo que no es uno de los que permanecerán. Es necesario que el tiempo de Pedro termine.  Pedro ha estado dos tiempos, dos mil años, luego viene el milenio de Juan y luego viene el medio tiempo.
Estas enseñanzas de Jesús, sobre la permanencia de las almas en la vida, fueron desestimadas por la epístola a los hebreos, cuando enseña que para el hombre está dado venir una sola vez a la tierra y luego es juzgado (Hebreos 9:27).  En esa enseñanza el autor (sea quien sea), dañó para sus seguidores la enseñanza de Jesús sobre la permanencia y el regreso de algunas almas.  El autor de esa epístola (Hebreos) que los cristianos creen que es infalible palabra de Dios, cortó para los suyos este valioso conocimiento. Sin el cual no se puede entender la justicia de Dios, que aparentemente permite que muchos que hacen iniquidad, no reciben su paga aquí en la Tierra. Pero si tenemos en cuenta que las almas permanecen y pueden volver, entonces se entiende cómo las almas vienen a pagar el mal que hicieron y a recibir bonificaciones por el bien que hicieron.

260. Los que matan los cuerpos no pueden matar las almas (Mateo 10:28).
Jesús enseñó no temer a los asesinos y a los homicidas, que pueden matar los cuerpos de los seres humanos, pero las almas no pueden matarlas. Hay que temer solamente a aquel que sí puede enviar el cuerpo y las almas humanos a la gehena.   Con esta enseñanza Jesús da a entender que las almas no mueren y que la verdadera muerte es la muerte del alma, la segunda muerte, la muerte del día del juicio final.  Todas las almas están vivas porque para Dios, que no tiene tiempo, todas las almas viven en el mismo tiempo, por tanto, para nada es imposible que Jesús haya dicho que Juan permanecerá hasta su segunda la venida.

261. Jesús dijo que la muerte es un sueño.
Jesús dijo que él puede despertar personas de ese sueño que es la muerte.  Jesús despertó a Lázaro de su sueño, de su muerte y lázaro volvió a la vida (Juan 11:11).  Jesús despertó a una niña muerta, que era la hija de Jairo, y todos se reían de Jesús pues sabían que la niña estaba muerta, pero para Jesús ella dormía.  Cuando Jesús la llama, ella despierta (Mc 5:39). Jesús despertó del sueño de la muerte al hijo de la viuda de Naím.
Jesús dice que las almas humanas son como esas vírgenes que despertaron para recibir a su novio el día de la boda.  Estas enseñanzas de Jesús han sido dejadas de lado por los maestros de la ley, pues le han dado fe a las enseñanzas de la epístola a los hebreos, que dice que solo hay una vez para las almas aquí en la tierra (Hebreos 9:27).  Tan fuerte ha sido la seducción de una simple epístola, que ha extraviado a toda la cristiandad, según fue anunciado por Jesús. 
Si la muerte es un sueño, y las almas no mueren hasta el día del juicio final, entonces, contrario a las enseñanzas de la epístola a los hebreos, las personas pueden volver a despertar de ese sueño, y con mayor razón si Jesús las despierta para cumplir una misión divina, como es el caso de Juan, que permanece hasta la segunda venida de Jesús. Y como fue el caso de Juan Bautista, portador del espíritu de Elías, aunque el mismo juan bautista lo ignoraba.

262. Jesús tiene las llaves de la muerte (Apocalipsis 1:18).
Jesús enseñó que a él le fue dado por el Padre todo el poder en el Cielo y en la Tierra (Mateo 28: 18).  Jesús también enseñó que, al tener todo el poder, le fueron dadas las llaves de la muerte y del hades.  Por lo tanto, al decir Jesús que no pasará esta generación hasta que todo se cumpla, está haciendo uso de su poder total y absoluto, que nadie además de Él posee.  Jesús detuvo en la vida la generación que estaba presente en el siglo primero.  Jesús está revelando algo muy grande sobre la vida de las almas.
Algo que Pablo, y el autor de la epístola a los hebreos, impidieron que los cristianos de las naciones conocieran.  Jesús, con todo su absoluto poder está enseñando que las almas no mueren sino hasta la muerte del juicio final, se desprende de estas enseñanzas de Jesús que supuestamente todos han estado aquí desde hace dos mil años.

263. El que a cuchillo mata, a cuchillo muere.
Jesús fue el que enseñó que el que a cuchillo mata a cuchillo muere.  Jesús enseñó que el que tome la espada, a espada morirá.  Según Jesús, nadie que cometa una injusticia o un crimen, aunque lo haga en secreto o sea un gobernante, se quedará impune. Está el ejemplo del profeta Elías, quien en un momento de celo y de ira degolló a los ochocientos cincuenta profetas de Baal, aquellos profetas que alimentaba Jezabel, la reina de Israel, reina idólatra, reina por tanto adúltera espiritualmente, reina ilegítima.  Siglos después, Elías, siendo Juan en ese momento, es degollado por petición de una reina de Israel, una reina ilegítima, adúltera, mujer de Filipo, que era amante de Herodes, hermano de Filipo.  Por eso fue que Jesús también enseñó que lo que queramos que nos hagan los seres humanos, se lo hagamos nosotros a los humanos, porque eso es el resumen de toda la ley de Dios y las enseñanzas de los profetas.  Aún para Elías hubo la consecuencia de sus obras, siendo quién era.  Elías degolló y fue degollado.  Elías degolló a esos ochocientos cincuenta profetas de Baal, que estaban al servicio de una reina de Israel ilegítima, porque era adoradora de ídolos, pero cuatrocientos años después, otra reina de Israel, también ilegítima, porque era la esposa del hermano de Herodes, mandó degollar a Elías.  Si eso se hizo en Elías, ¿Que no se hará en los demás hombres?
Esa es la única forma en que puede entenderse la gran justicia de Dios, que estaba oculta tras el velo falaz de las enseñanzas de Pablo, pero que al dejarlas de lado se ve claro como la luz del sol, que Dios a nadie dejará impune, aunque aparentemente pasen sin castigo los crímenes de los gobernantes, que mueren con honores, además de los crímenes de tantos asesinos, que estaban ocultos, pues toda alma, al permanecer, según Jesús, vuelve y tiene que pagar o recibir beneficios según sean sus obras, y esa alma sufre igual que aquellos a quienes hizo sufrir, sin saber que vino a esta tierra a pagar o a recibir bonificaciones, como consecuencia de las obras de bien o de mal que hizo.  Nada está oculto a los ojos de Dios y nada se queda sin su justa, exacta y precisa recompensa.  Lo que hagas a los hombres, eso te harán.  Juan bautista murió degollado, porque Elías había degollado.  Juan el evangelista vuelve y hace lo que le fue encomendado desde hace dos mil años, aunque ello esté oculto a los extraviados seguidores de Pablo y del autor desconocido de la epístola a los hebreos, y les creen a sus falacias de que las almas no pueden ni permanecer ni volver, a eso vino Pablo con todos los suyos, a seducir y extraviar a las naciones, y vaya que lo han conseguido, tal cual lo anunció Jesús.

264. Pedro estaba destinado a la cautividad.
El que está destinado a la cautividad, a la cautividad irá. “Y el que esté destinado a morir por la espada, a espada morirá.  En esto consisten la paciencia y la fe de los santos, el que tenga oídos para oír, que oiga” (Apocalipsis 13: 9-10).  Los que están destinados a la cautividad o a la espada, no lo están por capricho de Dios.
Algunos lo están porque lo que siembres eso cosecharás.  El más importante ejemplo de esto es el de Juan bautista, que fue degollado, porque Elías había degollado.  No es un capricho de Dios, que juega con las vidas y a unos les da bienes de toda clase, mientras que a otros los condena a nacer de padres drogadictos, madres prostitutas, hijos de ladrones y asesinos, niños que son violados, o asesinados, sin que aparentemente Dios los proteja o le importe su desgracia, como si hubieran sido condenados por un azar siniestro desde antes de nacer.
Pero no todas las personas que sufren alguna desgracia son porque están pagando algo. Pues algunos vienen destinados a sufrir, para que en ellos se manifieste la gloria de Dios.  Los discípulos le preguntaron a Jesús sobre el hombre que había nacido ciego, y llevaba ya treinta y nueve años ciego, si era que él había cometido algún pecado o estaba pagando algo malo que hicieron sus padres.  Jesús les contestó que ese hombre había nacido ciego para que se manifestara en él la gloria de Dios (Juan 9:3). 
Así mismo se puede decir de Jesús que estaba destinado a la cruz, no por sus pecados, sino por los de todo el mundo.  Esteban estaba destinado a morir apedreado por una multitud al mando de un tal Saulo de Tarso, un fariseo asesino.  Pedro fue destinado por Jesús para ir a la cautividad de la gran Babilonia. Cautivo de Pablo. Mientras pasan “los tiempos de las naciones” y es restaurada la verdad que había sido pisoteada. Las enseñanzas de Pablo y las del "desconocido" autor de la epístola a los hebreos, taparon con un fino velo invisible, estas verdades de Jesús sobre la vida de las almas. Sobre su permanencia en la Tierra y sobre la posibilidad de volver las almas.

265. Dios es Dios de los que están vivos, no de los muertos.
Dios no es Dios de muertos, sino que es Dios de vivos, según enseñó Jesús.  Jesús enseñó que Dios es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, porque para Dios todos vivimos al tiempo (Mateo 22: 31-32) (Lucas 20: 37-38).  Para Dios no hay tiempo, para Dios no hay un ayer, un hoy, un mañana, pues Dios es eterno.  Por eso es por lo que el Padre y Jesús ya saben “cómo les fue a todos los humanos” en esta vida, pues para ellos dos ya se dio el juicio final.  Dios no está pendiente de lo que va a suceder en el porvenir. Para Dios todo sucede en un instante llamado eternidad.  Ya sabe Dios quien se salvó y quien se condenó a sí mismo con su libre albedrío.
También Jesús dice que Él es la resurrección y la vida. Que aquel que crea en Jesús no morirá para siempre. Y todo aquel que vive y cree en Jesús, aunque esté muerto, vivirá.  Dice el apocalipsis, que los hombres buscarán la muerte, y la muerte huirá de ellos. Jesús hablaba en el monte de la transfiguración, con Moisés y Elías, vivos, delante de Pedro, Santiago y Juan. 
Todas esas enseñanzas de Jesús, sobre la permanencia de las almas, han sido desestimadas, por los seguidores de las enseñanzas del "desconocido" autor de la epístola a los hebreos.  Para su propia perdición se engañaron las naciones, se dejaron seducir de las palabras unos simples seres humanos, como Pablo. Se fueron más allá de de las enseñanzas de Jesús. Traspasaron a Jesús por creerle al autor de la epístola a los hebreos.

266. Jesús enseñó sobre portadores de espíritus.
“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso y no encuentra reposo. Entonces dice: 'Volveré a mi casa de donde salí'; y cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada.  Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de aquel hombre resulta peor que el primero.  Así será también con esta generación perversa" (Mateo 12: 43-45). 
Algunos espíritus son bondadosos, pero otros son perversos, según enseñó Jesús. 
Jesús expulsó siete espíritus de la magdalena, y el endemoniado de Gerasa tenía una legión de espíritus. Además, el espíritu de Elías vivía en Juan el bautista, sin que Juan supiera que él era Elías.  Se entiende entonces que los espíritus que habitan en seres humanos son espíritus de otros seres humanos. No espíritus puros malignos, ni espíritus de animales, ni espíritus de plantas, son espíritus de seres humanos.  Según Jesús es normal que los humanos sean portadores de espíritus, portadores de almas.  Los espíritus moran en personas que les son afines por sus obras. Por tanto, si alguien obra el bien, portará espíritus obradores del bien, pero si alguien obra lo malo, portará espíritus afines a sus obras. Pero ¿Dónde moran los espíritus? ¿En los cuerpos o en las mentes?

267. Los apóstoles no terminaran de recorrer las ciudades de Israel.
Jesús enseñó que cuando a sus discípulos los persiguieran en una ciudad, huyeran a otra ciudad. Y si en esa los persiguen, huyan a una tercera ciudad. Que no acabarían de recorrer las ciudades de Israel antes de que viniera el hijo del hombre (Mateo 10:23). 
Van dos mil años, las ciudades del Israel espiritual se han multiplicado, con la expansión de la gran Babilonia, la que lleva cautivo al pueblo de Israel espiritual la roma que recibe las palabras de Pablo como palabra de Dios.  Jesús no ha vuelto, y sus apóstoles murieron hace siglos.  Pero Jesús no se equivocó, cuando dijo que ellos no terminarían de recorrer las ciudades de Israel antes de que Jesús vuelva por segunda vez.
Hay que hallar en las enseñanzas de Jesús la verdad de la vida de las almas y como es su permanencia en la tierra, aunque los cuerpos mueran.  En el cristianismo contaminado por las enseñanzas de Pablo y por la epístola a los hebreos, son despreciadas muchas de estas enseñanzas de Jesús.  Por eso, después de dos mil años, hay mucha confusión entre las naciones, que ignoran a fondo las enseñanzas de Jesús. Pues les fueron reemplazadas por las epístolas de Pablo y del autor de la epístola a los hebreos.  Es verdad que los doce no han terminado de recorrer las ciudades de Israel. Pero para entenderlo es necesario no adorar como de Dios las enseñanzas de Pablo y de sus seguidores.

268. Nada hay encubierto que no llegue a revelarse.
Jesús enseñó que nada hay escondido que no llegue a descubrirse.  Parecería que Jesús se equivocó, porque muchos seres humanos se fueron a la tumba con secretos, de obras buenas. Y también secretos de crímenes, que aparentemente se quedaron impunes, sin castigo, sin saber quién fue el autor.  Pero si es verdad que las almas no mueren, si es verdad que nada se queda oculto y si es verdad que nada se queda sin su recompensa, buena o mala, en esta Tierra, entonces es porque es verdad que algunas almas no se van. Por lo que se entiende que las personas pagan el mal y reciben premios, por el bien que hicieron, aunque de momento está oculto a sus ojos.
Los que se deleitan en la maldad ignoran esta ley de Jesús. Pues sabrían que tarde o temprano, así sea siglos después, recogerán todo aquello que sembraron (Mateo 10:26).  Por eso se ve en esta Tierra tanta aparente injusticia de Dios, cuando a muchos les suceden males inexplicables, mientras que algunos otros todo les sale aparentemente bien. 
Si no fuera por las palabras de Pablo y la epístola a los hebreos, el pueblo sabría la verdad. Los paganos y los impíos se abstendrían de muchos males, y todos los seres harían mucho bien. Puesto que nada se queda sin su recompensa.  El probador, el falso profeta Pablo y sus seguidores, han de recoger el fruto de su trabajo. Los seguidores de Pablo no van a poder decir que los engañaron, sino que ellos mismos se engañaron con palabras humanas que recibieron como palabras de Dios.

269. Cuando Jesús venga por segunda vez, todo ojo le verá.
Dice el apocalipsis, que el día que venga el Señor, de improviso, con poder y majestad, sobre las nubes del Cielo, todo ojo le verá. Y lo verán los que le traspasaron. Y se lamentarán todas las tribus de la Tierra.
Al decir que todo ojo le verá, no está diciendo que todos los ojos que estén en esos momentos sobre la Tierra le verán. Está diciendo que todos los ojos de todos los humanos le verán ese día. Ese día todos los ojos humanos estarán sobre la tierra y sabrán que siempre estuvieron. Para que todo ojo le vea es necesario que sin que haya una resurrección masiva previa, ostensible, todos estemos aquí, y el Señor se presente a la hora menos pensada. Para Dios todos estamos vivos hasta la muerte del alma, porque no somos cuerpos sino almas. 
Y al decir que se lamentarán todas las tribus de la Tierra, son todas. No excluye a los cristianos, dice todos.  Todo ojo le verá y todo ojo se lamentará de alguna manera. Pero los que recibieron como de Dios las palabras de Pablo se lamentarán aún más.

270. Jesús eligió a Juan para que lo reciba en su venida.
Todas las palabras que habló Jesús se han de cumplir, aunque en principio parezcan imposibles para los seres humanos.  La segunda parte de la estrategia de Jesús con el apóstol Juan, llega a consumarse completamente cuando Jesús le dijo a Pedro, que si Él, Jesús, deseaba que Juan permaneciera hasta que Jesús viniera, así se cumpliría. Con lo cual estaba decretando que así sería. Pues Jesús no hablaba por hablar. Ni Jesús hablaba por jugar. Ni mucho menos Jesús hablaba por adornar las palabras. Ni por ver que gesto hacían, o que iban a contestarle, las personas que lo oían. Además, Jesús no se equivoca. 
Toda palabra hablada por Jesús es verbo vivo, es verbo creador, es verbo celestial.  Jesús no dijo que el apóstol Juan no moriría, no dijo Jesús que el cuerpo de Juan viviría miles de años. Sino que Jesús dijo que el alma de Juan permanecería hasta que Jesús volviera, después de los milenios que ya han pasado. No hablaba Jesús, al decir que Juan permanecería hasta su venida, que Juan en cuerpo y alma permanecería. Sino solamente hablaba Jesús del alma de Juan.
Pasó semejante que, con el otro Juan, el bautista, el del antiguo testamento, que dijo Jesús que era el portador de la segunda parte del espíritu de Elías. Ese Juan bautista era Elías. Pero cuando los judíos le preguntaban si él era Elías, contestaba sin dudar que no lo era. Porque para Juan bautista estaba oculto que era Elías. No porque Juan bautista tuviera el cuerpo de Elías. Sino porque era el portador del alma de Elías.  Juan bautista era Elías, pero él ignoraba que era Elías. Pero a los ojos de Dios, Juan bautista y Elías eran la misma persona, por el alma, porque para Dios la carne no es lo que nos hace personas, sino el alma. El alma que no muere, sino hasta el día del juicio final.
De los dos juanes, tanto de Juan el bautista, como de Juan el evangelista, sus almas permanecieron en la Tierra más allá de la vida de sus cuerpos. Esas almas estuvieron en más de un cuerpo. Sus almas atravesaron los siglos, vivas aquí en la Tierra. Sus almas, es decir, esas personas, hicieron trabajos para Dios. Cumplieron misiones en un siglo y volvieron a hacerlo siglos después. Justo los dos comisionados de preparar la venida de Jesús en sus dos venidas.  Ambos, por coincidencia celestial tienen el nombre de Juan.

271. ¿Juan ha permanecido dos mil años en la Tierra?
¿Cómo puede ser esto? ¿Después de dos mil años, ese mismo Juan está entre nosotros y ni él ni nosotros lo conocemos?  ¿Dónde estará el apóstol Juan ahora?  ¿Cuál cuerpo ocupa su alma?  ¿Qué lenguaje habla?  Tal vez, (al igual que Juan el bautista), este Juan ignora que es Juan, hasta que se revele lo que tenga que hacer para Jesús en momentos dados de la historia. Así como el bautista ignoraba que era Elías, este Juan, estará en la Tierra y no sabe que es portador del alma de Juan el apóstol. Quien sabe quién reciba a Jesús En su segunda y no sepa que es Juan.
Según las enseñanzas de Jesús, este Juan ha permanecido en silencio y en secreto, al cuidado del verdadero cristianismo, al cuidado de la virgen, que se va a desposar con el cordero. Ha pasado el espíritu de Juan desapercibido por todas las naciones, a la espera del tiempo señalado para él por Jesús. 
Un Juan recibió a Jesús la primera vez que vino y un Juan va a recibir a Jesús la segunda vez que venga.  Dos Juanes reciben a Jesús en sus dos venidas. Y esos dos Juanes tienen doble porción de espíritu, tienen el don de ser videntes. Y de los dos Juanes es la segunda porción de espíritu la que recibe a Jesús. En las únicas dos veces determinadas por el Padre para que Jesús, el cordero que está delante del trono, venga a la Tierra a cumplir su misión celestial.

272. Juan debe aparecer con un librito abierto.
Juan recibió ese librito abierto, de las manos de un ángel y se le dijo: “Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos y lenguas” (Apocalipsis 10:11).  Con esa profecía, Juan debe reconstruir el templo de las verdades de Jesús y sus doce apóstoles, que fue destruido por Pablo, con sus enseñanzas.  Las verdades que se dirán sobre el cristianismo no serán diferentes a las enseñanzas de Jesús y su doce apóstoles. Solo que ya no serán más reverenciadas las enseñanzas de Pablo, como palabras de Dios. Y esa sola diferencia hará que los cristianos vean la luz de la palabra de Dios. No la verán como un reflejo que ven unos prisioneros, en una cueva de ignorancia, por causa de unas falacias que vendan sus ojos. Sino que estarán frente a frente ante la presencia de Dios en sus cuatro evangelios, en sus escrituras sagradas. Verán la luz, no un reflejo engañoso.  No solo le es dado un librito abierto, sino que Juan recibe la orden de volver a profetizar, volver a enseñar la verdad de Jesús, la verdad traspasada.

273. Juan debe medir la verdad de Jesús.
También dice el Apocalipsis, que a Juan le fue dada una caña de medir que usaban los constructores de ese tiempo. Se le ordenó que midiera el templo de la verdad, que había sido destruido. Le fue dado a Juan, de las manos del ángel, el poder de medir las verdades, diferenciándolas de las aparentes verdades. Y le fue dado a Juan, al descubrir para los cristianos la verdad pura, sin añadiduras, el poder de reconstruir el Templo de la verdad de Jesús. Templo que había sido profanado y pisoteado, por las naciones seducidas por las enseñanzas de Pablo. Viene la reconstrucción del templo por Juan. La cautividad del pueblo de Dios en la Gran Babilonia espiritual, seducidos por las enseñanzas de Pablo ha de terminar con Juan volviendo y midiendo la verdad. 
Le fue dicho a Juan, que no midiera el atrio exterior del templo de la verdad de Jesús. Porque había sido entregado a los gentiles. Había sido entregado el atrio exterior a la Gran Babilonia, dado a Pablo el césar romano espiritual. (Al atrio del templo del pueblo de Israel, podían entrar los gentiles, más no podían entrar al templo).  Le fue dicho a Juan, que los romanos, los lobos, al comando de Pablo, pisotearían la ciudad santa, que es la verdad de Jesús. Le fue dicho a Juan que los hijos de la loba (Roma), los hijos de la ramera pisotearían el templo sagrado de la verdadera palabra de Dios. Pisotearían la ciudad santa, por un tiempo determinado, llamado los tiempos de las naciones.  Un tiempo de la niebla, en el cual han reinado ya por dos mil años, el engaño y la impostura de recibir como de Dios las palabras de Pablo.
Realmente había un gran secreto bajo las catacumbas romanas. Un secreto guardado debajo de la gran piedra de base sobre la cual Jesús levantará su templo.  La revelación del secreto, sobre la verdadera identidad de Pablo, abre las puertas de las catacumbas romanas, a las multitudes que desean conocer bien a Jesús de Nazaret.  Miles de millones de personas desearon escuchar palabras que dieran luz, sobre la gran confusión de las naciones. Porque no alcanzan a entender la verdadera justicia de Dios, debido a las palabras de Pablo plantó desde el principio del cristianismo.  Las multitudes no pueden entender el cristianismo, porque la iglesia que reciben al nacer, con el paso de los siglos ha tenido demasiadas contradicciones innegables.  Las gentes se salen de la fe porque están llenos de dudas y de preguntas sin solución.
Siempre se supo que, en las criptas de la Roma espiritual, en las catacumbas espirituales, estaban enterrados grandes secretos. Además, siempre se supo esos secretos que trasformarán en un instante, con solo ser revelados, la historia del cristianismo. Siempre se supo que se revelarían grandes traiciones secretas, inesperadas e insospechadas.  Y es la verdad lo que suponían. Pero no esperaban oír que el verdugo de los seres humanos era aquel en quien más habían confiado. No sabían cómo fue que Pablo, entró en la huerta, sembró cizaña y Jesús dio la orden de dejar crecer la cizaña hasta el día de la cosecha.




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