LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LOS REPRESENTANTES DE JESÚS.
CAPITULO
16
LOS
DOCE APÓSTOLES,
son
los representantes de Jesús.
200.
¿Son once, doce, o trece?
Ese
poderoso engaño, de tratar de destruir el número cerrado de los doce
fundamentos del muro que rodea a la nueva Jerusalén, de tratar de violar las
doce piedras sagradas del efod de Dios, engaño destinado a probar a todas las
almas humanas sin excepción, fue avisado desde el antiguo testamento, como
símbolo de lo que sucedería en la nueva alianza.
Está
escrito que el número cerrado de las doce tribus, representadas por los doce
hijos de Jacob (Israel), que son las doce piedras del altar del templo y las
doce piedras del efod, ese número cerrado fue atacado por Luzbel, cuando puso
en algunos de ellos el designio de asesinar a su hermano, José. José no murió, pues se hubiera perdido su
descendencia, se hubiera roto el número cerrado de doce, predestinado desde la
fundación del mundo. Pero como José,
realmente se perdió, al volverse egipcio, Jacob le juró a José, que sus dos
hijos, Efraín y Manasés, heredarían cada uno media tribu, tomando su lugar,
para que no se perdiera su descendencia, ni su heredad entre los hijos de
Israel. Por lo tanto, eran trece tribus,
con las de Efraín y Manasés, pero en realidad eran doce
Algo
semejante sucedió con los doce apóstoles, que son los doce hijos espirituales
de Jesús, el nuevo pueblo de Israel, el del Espíritu, el de la nueva
alianza. Sucedió que uno de ellos estaba
predestinado a perderse. Judas, un previo hijo de perdición, ya siervo de
Luzbel, elegido por Dios para tal fin. Si Dios podía elegir entre los del lado
oscuro, para ese ministerio traidor, sabía bien a quién llamar.
Cuando
Jesús fue llevado al Cielo, lo primero que hicieron los once apóstoles, fue reunirse,
e invocar al espíritu de Jesús, para que eligiera, entre dos que ellos habían
seleccionado. Los eligieron entre cientos de discípulos, que aparte de los
doce, habían seguido a Jesús, desde el principio de su ministerio, hasta el día
que fue elevado al Cielo a la vista de ellos. Eran también, testigos de su
resurrección, pues era absolutamente necesario que todos los doce apóstoles de
Jesús fueran testigos del ministerio y muerte de Jesús, hasta su resurrección y
su ascensión a los Cielos (Hechos 1:20-26).
Pablo
no pudo cumplir estos requisitos necesarios para ser apóstol verdadero, ni pudo
cambiarlos. No fue testigo del
ministerio de Jesús en la tierra, ni fue testigo de la muerte y de la
resurrección de Jesús, ni fue testigo de su ida al cielo, para volver solo el
día final. Por eso, tenía que tratar de
destruir el número cerrado de los doce apóstoles. Después de tanto manejo del
número con Judas, Barsabás y Matías, estaba preparada la posible entrada de
Pablo al número de los doce, como un treceavo, como un aborto, como Pablo dice
de sí mismo (1ª corintios 15:8-9).
El
espíritu de Jesús, para volver a cerrar el número sagrado de los doce
apóstoles, de los doce fundamentos de la nueva Jerusalén, eligió a Matías, lo
eligió para que ocupara el lugar que Pablo trataría de usurpar años más tarde. Quedó
cerrado para siempre, con la elección de Matías, el número de los doce, para
que nadie pudiera infiltrarse entre ellos.
Los
doce apóstoles son irreemplazables. Nadie, además de ellos doce, es apóstol
verdadero de Jesús. Ni siquiera aquellos
más de cien discípulos y seguidores de Jesús, que fueron testigos de su
ministerio y de su resurrección, pueden ser llamados apóstoles. Matías fue
elegido de entre ese gran grupo de discípulos, seguidores de Jesús.
A
pesar de Jesús haber enviado a todos sus seguidores a predicar el reino de
Dios, a pesar de haber enviado a setenta y dos de sus discípulos de dos en dos
a sanar y predicar, estando él en la Tierra, así y todo, solamente los doce
pueden ser llamados apóstoles, nadie puede ser un treceavo apóstol.
201.
El doce costó la sangre de millones de humanos.
Fueron
muchos los siglos que tardó en formarse ese número cerrado. Fue mucha la sangre derramada a nivel
mundial, tanto de los israelitas, como de sus enemigos, para que ese número,
manchado de sangre por las falacias de Luzbel, que los incitaba a asesinar
personas en nombre del Dios de la vida, quedara grabado en la historia de la
humanidad.
Fue
derramada la sangre de millones de seres humanos, según se lee en el antiguo
testamento, y en la historia de las guerras mundiales, donde se ha pretendido
borrar de la faz de la tierra el número cerrado de las doce tribus de Israel. Un
rio de sangre humana con la que quedó escrito, imborrable, en la historia de la
humanidad, ese número sagrado y cerrado de las doce tribus de Israel, que son
las doce puertas de entrada a la nueva Jerusalén, que son las doce piedras
preciosas del pectoral del sumo sacerdote terrenal, llamadas por su nombre
propio piedra por piedra, pero que también son los doce cimientos del muro que
rodea y protege a la nueva Jerusalén, la Cuidad eterna, la ciudad de Dios, que
desciende del Cielo.
Piedras
preciosas del pectoral y fundamentos del muro que son los doce apóstoles de
Jesús. Durante miles de años murieron
millones de personas, para que ese número sagrado y cerrado, quedara grabado
con sangre indeleble en la historia de la humanidad. Así se escribió esta la
historia, con sangre. Y Jesús la firmó con su sangre.
202.
Nadie sobre de los doce.
Ni
en sabiduría, ni en autoridad, ni en gobierno, absolutamente nadie está por
sobre los doce apóstoles de Jesús. Y nadie está a la par de ellos doce. Dijo
Jesús: yo en ellos y tú, Padre, en mí, para que sean uno, así como nosotros
somos uno, y vean mi gloria que tú me diste
(Juan
17:20-22). Nadie además de Jesús, entre
todos los seres humanos, puede poner la autoridad de sus palabras, por encima
de las palabras y enseñanzas de los doce ni puede decir que sus enseñanzas
valen lo mismo que las de los doce.
Nadie
puede burlarse de ellos doce, nadie puede desestimarlos a ellos doce, nadie
puede ignorarlos a ellos doce, si desea hallar la verdad. Todo aquel que siga el ejemplo de Pablo,
desestimando a los doce apóstoles, pierde el cristianismo, se extravía del
sendero. Pablo ha dicho de sí mismo, por
dos mil largos años, que él es apóstol, con una autoridad superior a la de los
doce, y por aparte de los doce, y que por lo tanto él, no tiene que sujetarse a
los doce. Luego dice que se sujeta por voluntad propia, con lo cual parece que
acepta la autoridad de los doce. Pero en realidad estaba haciendo con esto, que
los seres humanos crean que los doce son inútiles, inoperantes,
innecesarios. Está diciendo que uno
puede pasar por alto a lo doce apóstoles. Esa es una de sus estrategias, para
probar a todos los habitantes de la Tierra.
Nadie
sobre la tierra ha tenido, o ha recibido de parte de Dios, lo que a los doce
apóstoles les fue dado. Entre esos doce,
jamás ha sido hallado Pablo. Ellos doce
recibieron las enseñanzas de Jesús mismo, en persona, manifestado para esos
doce apóstoles, durante tres años seguidos, en los cuales fue su único Maestro.
Nadie además de ellos doce ha tenido ese Maestro en esa forma, ni ha sido
elegido por ese Maestro en esa forma, ni ha sido llamado por ese Maestro, con
el nombre de apóstol. Durante tres años
El Maestro los protegió, los sostuvo y les ayudó en todo.
203.
Jesús no hizo su voluntad al elegir a esos doce.
Fue
el Padre de Jesús, el que los eligió a ellos doce. Ese Padre ya sabía quiénes
eran los doce. Ya sabía que iba a
suceder, con todos y cada uno de ellos doce.
El Padre sabía de la infiltración de Pablo, necesaria y autorizada por
Él. Cuando Jesús los llamaba, era el Padre el que se los señalaba para que lo
hiciera. Fue el Padre quien eligió a los doce. Nadie es el nombre verdadero del
treceavo apóstol de Jesús, nadie puede serlo legítimamente. Podemos decir que el Padre a nadie eligió y
Jesús llamó a nadie además de estos doce. Incluso, cuando Jesús llamó a Judas,
ya sabía todo sobre él.
Entre
los doce llamados no está Pablo, pues no pertenece al número de los doce y no
es el treceavo apóstol. Judas y Pablo tienen una relación de causa y efecto, de
señal y señalado. Judas es señal elegida por Jesús para ayudar a entender la
misión de Pablo. El Padre dejó la señal de Judas. Se tomó el trabajo de presentar, en medio de
su primera iglesia de doce a Judas, el cual al final fue removido y remplazado
por el apóstol Matías, según voluntad de lo alto (Hechos 1: 15-26). Dando a entender, que Pablo, aunque autorizado
desde el Cielo, para su misión exterminadora, probadora, será removido de su
puesto de usurpador, el día señalado por Dios, al final de los tiempos. Porque
en verdad toda la humanidad sabrá la verdad sobre la identidad de Pablo, solo
al final de los tiempos, como lo dijo el mismo Pablo en sus epístolas, que al
final todos seríamos transformados, que al final se manifestaría el misterio de
la iniquidad (2ª Tesalonicenses 2:2-17).
204.
¿Los doce son eternos?
Los
doce apóstoles son las doce piedras preciosas, del efod del sumo sacerdote
eterno. Estas doce piedras preciosas no
son un simple número de piedras preciosas indeterminadas, pues todas, una por
una tiene un nombre propio, igual que los doce apóstoles de Jesús tienen nombre
insustituible (Éxodo 28:15-29).
Los
doce apóstoles son los fundamentos del muro que rodea a la nueva Jerusalén, que
es eterna y viene del Cielo de parte de Dios.
Esos doce cimientos de la nueva Jerusalén, los apóstoles, son inmutables,
son eternos, descienden del Cielo. Si la
nueva Jerusalén es eterna, los doce cimientos de su muro son eternos, y esos
cimientos eternos son los doce apóstoles de Jesús, según dice el libro del
apocalipsis.
Si
la nueva Jerusalén desciende del cielo de parte de Dios, sus doce cimientos,
los doce apóstoles, descienden con ella, del cielo de parte de Dios. No son doce seres humanos cualquieras, no son
doce seres humanos aparecidos de la nada.
Son doce reyes, doce piedras en el pectoral de Dios. Son doce seres
especiales, doce seres elegidos por Dios, desde el principio de los tiempos,
pero puestos en la Tierra y presentados como pescadores y publicanos, igual que
el Cristo fue presentado como un carpintero.
Ellos han sido menospreciados, al igual que su Maestro celestial ha sido
menospreciado, lo cual fue previamente anunciado por Jesús que sucedería.
205.
Reconocer a los doce viene del Padre.
Reconocer
a los doce apóstoles de Jesús no es dado por la inteligencia humana. Lo normal es que los seres humanos los
menosprecien, debido al velo sutil tejido por las enseñanzas de Pablo. El que reconozca a los doce apóstoles en su
justo valor, no es porque la carne ni la sangre le haya revelado el valor
sagrado y eterno del número y de los nombres de los doce apóstoles. Es porque
el Espíritu de Jesús le está revelando la verdad y está pasando por encima de
las enseñanzas de Pablo. Aquel Pablo que pretendió ser reconocido como el
treceavo apóstol, cuyas enseñanzas son muy difíciles de desestimar, por lo
sutil de su falacia.
Si
no se tienen, no solamente el número, sino también el nombre de uno por uno, de
los doce apóstoles, y si no se reconocen, uno por uno, se pierde Jesús, se
pierde la legitimidad, se pierde el muro de la entrada a la nueva
Jerusalén. Se está en poder de los
engaños de Pablo.
Todo
ser humano que se haya dejado engañar por las sutiles seducciones de las
enseñanzas de Pablo, menospreciará la autoridad de los doce apóstoles de Jesús.
No les dará su verdadero lugar de reyes con trono, con corona, con autoridad y
poder de juzgar en el cristianismo y creerá que ellos no son únicos, sino que
hay muchos más apóstoles mejores y más sabios que esos doce apóstoles, y hará
énfasis en que los doce apóstoles eran unos humildes pescadores ignorantes, tal
como los ha tratado por dos mil años Pablo.
206.
Miles de millones los han menospreciado.
Ni
los doce apóstoles en grupo, ni uno solo de los doce, son cuestionables, no se
les puede desacatar. Ellos doce, y nadie además de ellos doce, son la esencia
misma del cristianismo. Son la Iglesia primera, son la iglesia primitiva, la
iglesia perfecta. La única Iglesia que tuvo como Sacerdote, Ministro, Maestro y
Pastor, a Jesús en cuerpo y alma. Por lo cual es perfecta sin importar los
defectos humanos de los doce apóstoles de Jesús. En ellos doce y en nadie además de ellos
doce, Jesús fundamentó su Iglesia.
Pero
millones de lectores los han menospreciado, debido a las enseñanzas de Pablo,
que delante de toda la humanidad, durante dos mil años, en sus escritos, los ha
despreciado. Pablo los ha ignorado, los ha enfrentado, los ha desafiado y los
ha regañado a ellos doce, como si no fueran los que son. Toda persona que lee el nuevo testamento lee
el menosprecio brutal hacia los doce apóstoles de Jesús, escrito en varias
partes de las epístolas de Pablo.
Toda
esta campaña de desprestigio la hizo muy sutilmente Pablo, no la hizo
abiertamente, para que no se notara. Solo se ve la campaña sistemática de
desprestigio cuando los seguidores del evangelio estudian a fondo las
enseñanzas de Jesús. Los lectores desprevenidos,
que creen sin reservas en las tradiciones, que no se atreven a cuestionar lo
que viene en las tradiciones, no perciben que Pablo está enseñando a los demás
seres humanos a irrespetar a los doce apóstoles de Jesús. No ven que Pablo está
induciendo a los seres humanos ingenuos, a irrespetar las decisiones de Jesús y
su autoridad.
207.
Son doce reyes.
El
poder de todos y de cada uno de los doce apóstoles de Jesús es único, nadie más
lo puede tener. Tienen una autoridad absoluta en nombre de Jesús. Son uno con Jesús, porque Jesús lo estableció
así, Jesús los autorizó así. Su autoridad no procede de ser perfectos, o todo
poderosos, sino de haber sido autorizados por Jesús. De ahí viene la palabra autoridad, de ser
autorizado por el que tiene todo el poder en el Cielo y en la Tierra.
Ese
poder de los doce apóstoles, esa autoridad, es infalible y es intransferible a
otros seres humanos, contrario a lo que creen los miles de millones de
equivocados, que dicen que ese poder y esa autoridad ha ido pasando, a través
de las generaciones, hasta el día de hoy, en los supuestos sucesores de algunos
de los doce apóstoles. Ellos doce han
gobernado la Iglesia de Jesús, desde hace dos mil años y jamás su poder, su reinado,
su autoridad se desvanecerá. Ellos doce
no están pintados en una pared, ni son adornos del cristianismo, son verdaderos
reyes y jueces de toda la humanidad, son los únicos doce gobernadores de Jesús,
nada más y nada menos.
208.
Los doce vieron a Jesús en cuerpo.
De
los doce se despidió Jesús, y ellos lo vieron subir al Cielo, después de
decirles que volverá al final de los tiempos a juzgar a la humanidad. El Señor Jesús subió al Cielo, a la vista de
ellos. Jesús se despidió de ellos y
luego no ha descendido, ni en cuerpo ni en espíritu, a hablar con otras
personas, o perseguidores, o profetas, para enviarlos por aparte a misiones
especiales.
Jesús,
no bajaría del Cielo, ni en carne ni en espíritu, luego de haberse ido, en
presencia de los doce, sin que ellos lo supieran o fueran informados por
Él. ¿Qué importancia tiene esto? Es
importante recordarlo, porque Pablo (y muchos más seres humanos) han dicho que
Jesús se apareció, ya fuera en espíritu, o en carne. Miles han dicho que Jesús habló
con ellos, que los envió a una misión, por lo cual se sabe que mienten.
Los
doce no vieron el Espíritu de Jesús. Nadie
puede ver el espíritu de Jesús. Jesús no
se aparece en espíritu, puesto que Jesús es Dios transformado en carne, es el
cordero, que fue degollado, y por eso resucitó en carne. Así, degollado y
resucitado, ha estado, está y estará, por toda la eternidad, delante del trono
de Dios, en medio de los cuatro vivientes.
De
la Trinidad, Jesús es el Hijo, Jesús es la carne. Jesús es el cuerpo del Espíritu santo, y a su
vez el Espíritu santo es el espíritu de Jesús.
La única forma de ver el cuerpo del Espíritu de Jesús es viendo el
cuerpo de Jesús. No hay otra forma de ver al Espíritu de Jesús, sino viendo a
Jesús. Nadie puede ver al Espíritu de
Jesús en cuerpo, sino es viendo a Jesús, a quien vieron los doce.
El
Espíritu de Jesús es enviado a los seres humanos por su portador, que es Jesús,
pero el Espíritu de Jesús no es visible, es verbo (palabras escritas y
habladas). Por tanto, cuando Pablo, dice
que lo vio, luego de haberse ido Jesús al Cielo, miente. Cuando dice que oyó a
Jesús y le habló a Jesús, también miente.
CAPITULO
17
APÓSTOLES
INFILTRADOS
209.
Judas infiltrado por Dios Padre.
No
fue que el padre, siendo supuestamente injusto con judas, decidió su perdición,
sino que antes de ser elegido para ser llamado al grupo de los doce apóstoles,
ya judas se había perdido para siempre. El Padre no iba a condenar a una
persona que previamente no se hubiera condenado ya, que no fuera un hijo de
perdición antes de ser llamado. El padre ya sabía que judas se iba a suicidar,
ya sabía que Judas no tenía posibilidad de entrar a su reino. Judas había de
ser un asesino, antes de ser llamado. Jesús lo sabía también. Si ellos dos no
superan eso, ninguno de los dos sería Dios.
Jesús
no hacía su voluntad, sino que siempre, sin excepción alguna, hacía la voluntad
del Padre. Por lo tanto, el Padre le dio la orden a Jesús, de infiltrar a Judas,
entre los doce, como una señal, como un símbolo del verdadero traidor, el falso
apóstol infiltrado en el número sagrado y cerrado de los doce, Pablo. Judas es como un anuncio de este otro hijo de
perdición, que iba a infiltrarse, por orden de Luzbel, pero contando con la
previa autorización de Dios. El propósito de infiltrar a Judas y a Pablo es poner
a prueba las almas de todos.
Cuando
Jesús llamó a Judas, ya sabían que ese llamado sería el sello final de la
condenación de Judas Iscariote. Pero
Jesús y el padre no dañaron a Judas Iscariote, sino que Judas Iscariote ya era
hijo de perdición, ya había elegido su propia perdición antes de ser llamado,
con sus obras. Pues de no ser así, el Padre hubiese elegido a otro que ya fuese
hijo de perdición. Así mismo Pablo había
elegido odiar al cristianismo y ser el primer asesino de los apóstoles y
seguidores de Jesús. A Pablo no lo
volvieron falaz, ni Jesús, ni el Padre, ya Pablo era el que era.
210.
Judas señal sobre el anticristo.
Judas
es símbolo de Pablo, que también, sin ser del número de los doce, había de
infiltrarse luego de la partida de Jesús, desde el principio del cristianismo.
Se infiltró para hacer la guerra espiritual a los doce apóstoles, desde adentro
mismo de la Iglesia y desde la dirección de la Iglesia. Se infiltró para
vencerlos por un tiempo limitado, según el designio y los tiempos previamente
establecidos desde lo alto.
Judas
ocupaba un alto cargo, entre el número los doce llamados directamente por Jesús,
(manejaba el dinero) y por eso fue por lo que nadie sospechó, que fuera
precisamente Judas, el que iba a ser el traidor, el hijo de la perdición, que
Dios había puesto camuflado, oculto, entre los doce.
Nadie
se esperaba esa estrategia magistral de Dios, de llamar a un traidor al grupo
de los doce, sin ser de los doce, dejando sin revelar el nombre del doceavo
verdadero, el nombre de Matías, hasta después de haberse ido Jesús. Así también con el supuesto apóstol Pablo,
nadie se esperará, por la altísima importancia del personaje, que él sea el
anticristo, el usurpador. Nadie se
esperaba una estrategia tan extraña de parte de Dios.
En
varios elementos coinciden la elección de Judas y la de Pablo. Van a decir algunos seres humanos que esta
estrategia es muy retorcida, pero no es verdad, porque Dios todo lo hace como
desea, y nosotros hemos de aprender sus designios, estar muy atentos a sus
señales, y seguir sus senderos “estrechos”. Entonces no es estrategia
retorcida, es sendero estrecho con recovecos.
Judas
Iscariote y Pablo, pretendieron ser del número sagrado de los doce apóstoles de
Jesús, pero los dos, en verdad son hijos de perdición. Judas, el primer hijo de perdición, es una
señal puesta por Dios y después removida, para que todos aquellos que deseen
hallar la verdad, sepan que, entre los doce, con la previa autorización de Dios
Padre, se iba a infiltrar un hijo de perdición, sin ser del número sagrado de
los doce apóstoles de Jesús. Se iba a infiltrar un falso apóstol, Pablo, para
prueba de la fe de todos los seres humanos, pero al igual que con judas
Iscariote, cuando le llegue su tiempo habrá de ser removido.
211.
Un rayo caído del Cielo trajo a Pablo.
Pablo
dijo que era Jesús el que había descendido del cielo, como un rayo y se le
había aparecido, para obligarlo por la fuerza a ser cristiano. Esto es algo
imposible. Pablo dijo que lo derribó, lo encegueció, lo sometió, lo redujo y lo
obligó a dejar de perseguir cristianos. Pablo dijo que lo obligó a ser un líder
cristiano sin respeto de su decisión. En
realidad, tiene todos los elementos para decir que era Luzbel el que había
descendido del Cielo, como un rayo y obrando prodigios. Jesús dijo que veía a
Luzbel, no ascender del infierno, sino descender poderoso, desde el Cielo, como
un rayo (Lucas 10: 18).
Jesús
dijo esto para avisarnos a los cristianos sobre la suplantación que hizo Luzbel
de su persona, autorizado desde el Cielo, para probar a todos los seres
humanos. Suplantación que usó Luzbel
para darle vida a Pablo, en la persona de uno de sus siervos, uno de los hijos
de perdición, el encarnizado perseguidor de los primeros cristianos. Aquel que
perseguía a muerte a los doce apóstoles de Jesús y a sus seguidores, aquel que
cuidaba complacido, los vestidos de los asesinos de Esteban, el diacono (Hechos
7:58 y 8:1).
Dijo
Jesús que veía a Luzbel como un rayo para que los cristianos pudiéramos unir
esa exclamación de Jesús con el rayo que derribó y encegueció a Pablo ((Hechos
9:1-18). ¿Qué tal si Jesús no nos hubiera dejado esa señal celestial, cuando
dijo esa frase suelta, casi misteriosa, diciendo que veía a Luzbel descender
desde el cielo como un rayo? Esa frase de Jesús es una llave esperando ser
usada a su debido tiempo.
Se
sobreentiende que Luzbel descendió del cielo autorizado por Dios (Job 1:6) (Job
2:7). Sucedió para que ese espíritu de engaño (1° de Reyes 22: 1-38), llevara
al pueblo de Dios a la cautividad de la Gran Babilonia. Las cadenas de la
cautividad son las enseñanzas del falso profeta que, siendo israelita, tenía
también la ciudadanía romana (Pablo). Se
sobreentiende que todo esto sucedió por designio de Dios, no contra la voluntad
de Dios. Nada de lo que sucede sobre la
faz de la Tierra, sucede sin la previa autorización de Dios.
212.
Ese rayo no le cayó a cualquier humano inocente.
Ese
rayo, no le cayó a cualquier israelita, con ciudadanía romana. No le cayó por
azar a un ingenuo. No le pegó a uno
cualquiera, desprevenido que pasaba camino de Damasco. Ni le pegó a uno del
grupo de los fariseos. Le pegó al más apto para ese trabajo. Pablo se complacía
profundamente en el exterminio y en el asesinato de los cristianos (Hechos 8:3)
(Hechos 9:1-2). Pablo ya era el primer y más famoso anticristo. Ese rayo le
cayó justamente al que le podía caer, a un siervo de Luzbel, a alguien que odiaba
a muerte al cristianismo. Por lo que también odiaba a muerte a Cristo y odiaba
a muerte a su Espíritu.
Un
ser humano puede que no sea cristiano, o que crea que el cristianismo esta
errado, incluso puede ser que a un ser humano le disguste el cristianismo. Pero
algo muy, pero muy diferente, es ser las primicias del mal, ser el primer y el
más apasionado exterminador de cristianos, alguien que respiraba odio hacia el
cristianismo. Eso es blasfemar contra el Espíritu de Jesús en su estado máximo,
puesto que el cristianismo está guiado por el espíritu de Jesús.
Si
la blasfemia contra el Espíritu de Jesús jamás tendrá perdón, (Marcos 3:29)
(Lucas 12:10), entonces es imposible que alguien que haya blasfemado de esa
manera contra el Espíritu de Jesús, sea siquiera un apóstol de Jesús. Y menos,
que Jesús se haya tomado el trabajo de volver a la Tierra, a hablar con el gran
blasfemo de la bestia, ya perdido eternamente, para hacerlo el más grande de
los apóstoles de Jesús, contrario a lo que les había dicho a los doce.
Ese
rayo de perdición le cayó al que previamente había decidido ser el primer
perseguidor y asesino de los cristianos.
A aquel que por dos mil años ha escrito nombres de blasfemia, en la
frente de la ramera (iglesias que siguen a Pablo). Esa ramera que está sentada
encima de la bestia (Roma), se embriaga con la sangre de los santos y de los
mártires de Jesús (Apocalipsis 17: 1-6). El falso profeta, que hace que los
habitantes de la tierra se extravíen y adoren sus enseñanzas humanas como si
fueran palabras de Dios. Lo cual es la suprema blasfemia, usurpando el lugar de
Dios, llegando a ser la abominable desolación de las enseñanzas de un hombre,
en el lugar de las enseñanzas de Dios.
213.
Jesús no entregó el cristianismo al enemigo del Espíritu Santo.
Jesús
al enemigo le permitió crear una realidad paralela, una opción muy parecida
pero diferente, una alternativa. Jesús entregó el cristianismo a los doce y a
nadie además de ellos doce. Jesús avisó que era necesario que las personas
fueran probadas a ver si en verdad creían. Esta de Pablo es a prueba enviada
del Cielo. Los doce sembraron el cristianismo y no se pusieron a atacar cuanta
frase se decía errónea. Ellos estaban en lo suyo y Pablo por su lado presentaba
enseñanzas humanas como palabras de Dios, a ver quién se deja llevar.
Jesús
no hubiera puesto al primer y mayor asesino de cristianos, al primer
perseguidor encarnizado de los doce apóstoles, al exterminador, al que los
odiaba a muerte, con la misión del más importante cristiano de todos los
tiempos. Como desde su puesto de usurpador, Pablo hace que lo vean hoy los
cristianos de las naciones. Eso no lo hizo Jesús. Fue Luzbel el que introdujo a
Pablo, autorizado desde lo alto para probar a todos los habitantes de la
Tierra.
Miles
de millones de cristianos de todas las denominaciones y sectas, cada que
mencionan las enseñanzas, de las epístolas de Pablo, dicen que fue Dios mismo
el que habló. Ante sus enseñanzas hacen tal reverencia, como que están ante las
enseñanzas de Dios. Eso no lo hizo Jesús, ni perdió tiempo hablando de ello.
Ahí están el sendero estrecho de Jesús y el camino amplio de Pablo para que
cada uno vaya por donde le plazca. Dos senderos en la misma iglesia. Dos iglesias
en la misma iglesia.
214.
El Espíritu de Jesús a nadie ha derribado o enceguecido.
Jesús
no hubiera obligado a Pablo a seguirlo, Jesús no hubiera derribado y
enceguecido a Pablo, para obligarlo, quisiera o no quisiera, a decidir
convertirse en cristiano. Los cristianos
que conocen a Jesús, los que son de la verdad, saben bien que jamás Jesús
obliga a un hombre a salvarse o a trabajar para Él. Jesús respeta la libertad de todo ser humano,
porque Jesús nos libera. Jesús es todo
lo contrario que ese rayo diabólico, visto por Jesús, descendido desde el mismo
Cielo, pues Jesús es la libertad.
El
espíritu de Jesús no derribó a Pablo. El
espíritu que derriba a las personas es el espíritu de Pablo. El espíritu que
hace que las personas pierdan la luz de sus ojos, al perder la conciencia. El
espíritu que los enceguece momentáneamente. El que hace que las personas
pierdan la fuerza, que pierdan la energía, que caigan sin control al piso. Ese
es el mismo espíritu falaz que cayó sobre Pablo, lo derribó y lo
encegueció. Es un espíritu que quita,
que tumba, que derriba. Pero el espíritu
de Jesús da luz, ilumina la visión, da vida, da fortaleza, da control de sí
mismo al ser humano. Nada quita al cristiano, el cual no pierde las fuerzas, ni
pierde la conciencia, derribado en el piso, sino todo lo contrario.
¿Por
qué, ingenuamente, reciben a cualquier espíritu como venido de parte de
Dios? «Escudriñad los espíritus, a ver
si de verdad son de Dios, porque muchos falsos espíritus han salido a escena en
el mundo» enseñaba Juan, el apóstol preferido de Jesús, desde el siglo primero.
Los seres humanos temerán llamar falso apóstol a Pablo. Temerán decir que las
palabras de Pablo no son la palabra de Dios. Más temerán decir que las
enseñanzas de Pablo no son del espíritu santo.
Temerán por estar extraviados de la verdad, por no conocer las enseñanzas
de Jesús, temerán diferenciar el espíritu falso, que les trae Pablo. Lo que más temían, que era blasfemar en
contra del espíritu santo y por eso no se atrevían a diferenciar los espíritus,
eso es lo que les vino, la condenación, por recibir el espíritu falaz, y en
ello, blasfemar del verdadero espíritu de Jesús.
215.
Una blasfemia real contra el espíritu santo.
Quien
reciba a Pablo, como un apóstol de Jesús, como uno de los gobernadores de
Jesús, como un profeta verdadero de Dios, y quien diga que las enseñanzas de
Pablo son palabras de Dios, son un quinto evangelio, blasfema en contra del
verdadero espíritu de Jesús.
Cuando
alguien en verdad tiene el espíritu de Dios, no duda ni un instante en llamar
verdadero a lo verdadero y falso a lo falso.
Al pan lo llama pan, y al vino lo llama vino. Jamás llamará palabra de
Dios, a simples palabras y opiniones de hombres.
Si
el cristiano recibe las enseñanzas de Pablo, como simples palabras de un ser
humano, sujeto a errores y pasiones, como todos nosotros, puede ver en Pablo a
un ser humano grande en inteligencia y un ser humano grande en sabiduría, con
bastantes enseñanzas verdaderas. Verlo
así no le hace daño al creyente; es más, puede disfrutar de las grandes
verdades que le fueron reveladas a ese ser humano. Pero si un creyente cree que todas las
enseñanzas de ese profeta son palabras de Dios, entonces ese creyente es un
idólatra. Todo aquello que tanto teme al no tomar partido entre Jesús y Pablo
se les va a venir de repente el día del juicio. Por no querer blasfemar en
contra del Espíritu santo, terminaron blasfemando contra él.
216.
El puesto del treceavo para nadie siempre.
Los
doce apóstoles terminaron siendo los doce seres humanos más cultos que jamás ha
habido y que jamás habrá sobre la faz de la Tierra, puesto que nadie además de
ellos doce recibió de Jesús esas enseñanzas unidas a esa autoridad que Jesús
les dio.
Nadie
puede ser el treceavo apóstol. Nadie es
tan importante. El puesto del treceavo
apóstol ha estado reservado, desde la eternidad, para nadie. Es decir, está
reservado para todo aquel que se niegue de verdad a sí mismo, y al negarse
llegue a ser nadie. Ese ha sido, es y
será el treceavo apóstol, nadie. Todo
aquel que se niegue de verdad a sí mismo, todo aquel que de verdad crucifique
su carne, sus deseos, de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, como ya no es
alguien, es nadie. Para ese ser humano,
para el que se niegue, para el que crucifique su carne y sus deseos, para el
que sea nadie, Jesús ha dejado este honor y este tesoro de ser el treceavo
apóstol, de ser uno con los doce, con Jesús y con el Padre. Para nadie más.
Llegará
el día en que millones de seres humanos, se nieguen de verdad a sí mismos, y
entonces tomen su cruz y claven en ella su propia carne y sus deseos. Por fin ocuparán la Tierra personas que se
nieguen de verdad, personas que le crean a Jesús y a sus doce apóstoles, y
cumplan de verdad la voluntad del Padre, de negarse a sí mismos. Como sí se
negaron Jesús y sus doce apóstoles, que eran uno con Jesús y con el padre por
su negación.
Negación
que no pudo tener Pablo, pues tenía que afirmarse a sí mismo, para probar y
tratar de extraviar a los cristianos. Pablo le enseño a afirmarse a sí mismos,
a hacer la caridad en público y hasta pregonarla. Les enseñó a sus cristianos a
hablar mucho de sí mismos.
Pero
por muchos que sean todos juntos los que sí se nieguen a sí mismos de verdad,
según enseñó Jesús, y no se nieguen aparentemente, como enseñó Pablo; por
muchos que sean, los que sí se nieguen de verdad, siempre todos juntos serán nadie,
como Jesús y los doce verdaderos eran nadie. Por lo tanto, el puesto del
treceavo apóstol por siempre y para siempre, será para nadie.
217.
Si Jesús hubiera llamado a Pablo.
Todo
sería perfecto, todo sería verdadero en Pablo, si Jesús hubiera llamado a su
grupo cerrado de apóstoles a Pablo, cuando Jesús y Pablo estaban en la Tierra,
compartiendo el mismo sol y la misma tierra en Jerusalén. pero no lo hizo, pues
vivían senderos muy diferentes.
Si
el Señor hubiera deseado que alguna persona en especial, contemporánea de
Jesús, casi de su misma edad, además de los doce apóstoles, fuera su apóstol,
lo hubiera llamado. Estando Jesús, en la Tierra, le hubiera enseñado
personalmente, lo hubiera presentado a sus representantes, los doce apóstoles,
y lo hubiera revestido de autoridad delante de ellos, y ellos lo hubieran
presentado al mundo como el treceavo. El pectoral del sumo sacerdote tendría
otra piedra preciosa y los cimientos del muro que rodea a la nueva Jerusalén
serían trece, no doce. Jesús lo hubiera presentado a los doce, con mayor razón si
se trataba de ese enemigo al que, según Pablo, le constituyó supuestamente
Jesús como su apóstol, por aparte y por sobre la autoridad de los doce
apóstoles.
Entonces
ese tal supuesto apóstol no hubiera tenido que pasarse su vida dando testimonio
de sí mismo, como las epístolas dan cuenta de ese hablar y testificar de sí
mismo, de Pablo, por lo que su testimonio no es verdadero. Porque Jesús enseñó
a estar alerta sabiendo, que el que de sí mismo da testimonio, no es veraz,
sino que busca su propia gloria, pero el que busca la gloria del que lo envió,
ese es veraz y no hay en él injusticia.
El
Señor nombró a sus doce representantes y no les iba a quitar esa autoridad
luego, desautorizándolos delante de un perseguidor de cristianos, que lo que
deseaba era asesinarlos a ellos. Y si no lo podía hacer, matándolos en la
carne, entonces deseaba vencerlos en el espíritu, dividiendo su número,
destruyendo su número cerrado y desprestigiándolos. Ellos doce estaban dando su vida, ellos
estaban poniendo la cara por el cristianismo, con valor, delante de los
perseguidores, delante de ese, el mayor perseguidor, siervo de Luzbel, Pablo. El Señor no los iba a desautorizar.
Si
el Señor hubiera deseado que alguna persona fuera su apóstol, lo hubiera
presentado entonces como reemplazo de Judas Iscariote. Jesús no tendría desde
la eternidad a Matías en el número cerrado de sus doce apóstoles. Estaría
predestinado Pablo, aunque fuera muy perseguidor, fariseo y ciudadano romano,
reuniendo en sí mismo las dos señales de los antagonistas de Jesús, ser fariseo
y ser Romano. Si el Padre se lo hubiera
señalado a Jesús, para que lo llamara al grupo de los doce, Jesús lo hubiera hecho,
aunque fuera enemigo.
Muchos
dirán que Pablo, según dice la escritura, era muy joven cuando Jesús llamó a
sus doce apóstoles. Si el Padre hubiera, en su voluntad deseado que Pablo fuera
del número de los doce apóstoles de Jesús, el problema de la juventud no sería
problema alguno para aquel Dios que es todo poderoso, sencillamente Pablo,
hubiera tenido la edad necesaria, si el Padre hubiera deseado tenerlo entre los
doce. Marcos, el evangelista también era tan joven como Pablo, y era de los
seguidores de Jesús y, así y todo, no se atrevió a autodenominarse
apóstol.
218.
Pablo mártir en Roma, igual que Pedro.
El
eje de la historia se ha desplazado varias veces. Primero estaba en Egipto.
Allí tuvo que ir el pueblo de Israel a ser preparado en asuntos de lo alto.
Estaba establecido que de Egipto saldría su hijo (Mateo 2:15). Luego el eje se
desplazó a Jerusalén donde fue crucificado Jesús y con la diáspora huyeron
todos a los pueblos vecinos. Luego se desplazó a Roma, que siempre ha sido el
antagonista elegido por Jesús (Lucas 20:25). Desde Roma se ha divulgado hacia
todos los confines de la Tierra el cristianismo de Pedro y el de Pablo.
En
su estrategia más poderosa, sutil y elaborada, tenemos un Pablo, falso apóstol,
mártir en Roma, por el nombre de Jesús.
Si no tiene toda esta preparación y presentación Pablo, no lograría
engañar por dos mil años a tantos miles de millones de seres humanos. Si Pablo
no da su vida en Roma por el nombre de Jesús, y no queda en la historia al lado
de Pedro, no puede tomar espiritualmente a Roma. Como sí la tomó Pedro. Pablo
en Roma es el falso profeta que hace milagros y prodigios delante de la bestia,
y le fue dado hacer la guerra espiritual a los santos y vencerlos mientras
pasan los tiempos de las naciones (Apocalipsis 13:12-14 y 19:20).
Durante
dos mil años todas las naciones, llenas de mentes preparadas e inteligentes, han
sido extraviadas, del cristianismo con falacias sutiles y con grandes
prodigios, con grandes señales y con grandes milagros. Engañados y nadie parece
darse cuenta, exceptuando un resto de rebeldes a esa impostura descomunal. Exceptuando
a los portadores de la verdad, los cuales, por obediencia a esa verdad, han
guardado un silencio ordenado desde el trono mismo de Dios, mientras pasa el
tiempo de la prueba para las naciones.
219.
Desde el primer siglo se formó la niebla.
Cuando
lees sobre las tinieblas, te formas la idea de oscuridad total, pero no es así.
Las tinieblas no son la oscuridad de las mentes, sino una neblina que deja ver
algo de la verdad, pero no se puede ver toda la verdad. No se está a oscuras, la
persona cree que ve. La neblina es un velo mental que no deja ver bien. Es más
peligrosa la neblina que la oscuridad, pues en la oscuridad la mente busca la
luz, en las tinieblas no.
Viene
la luz al mundo y luego viene la neblina de las enseñanzas de Pablo. Jesús rasgó
el velo del templo y Pablo lo volvió a coser. Desde el primer siglo se tendió de
nuevo el velo de neblina sobre las naciones.
Pablo les hizo creer que las enseñanzas del anticristo eran la
oscuridad, que con ellas atentaría contra Cristo al final. Algunos de los doce apóstoles
de Jesús, advirtieron repetidas veces en sus escritos, que el anticristo, sin
ser de los doce apóstoles, salió de entre los doce, y que esto sucedió para que
se manifestase que no todos son de los verdaderos.
Pablo,
disfrazado de apóstol, extravió a la inmensa mayoría de los que lo siguen,
diciéndoles que el anticristo se manifestaría solo al final de los
tiempos. Falacia que las naciones le
creyeron a Pablo dejando de lado advertencias de Jesús y de sus doce apóstoles,
entre ellos Juan, que dijo que sabían que el gran anticristo estaba, haciendo
su ministerio de iniquidad en la Tierra, desde el primer siglo.
Durante
dos mil años y hasta el día del juicio de Dios sobre las naciones, Pablo estará
extraviando a las naciones, interponiéndose entre Jesús, con sus doce de un
lado, y las naciones del otro lado. Pablo
ha sido adorado, Pablo ha sido elevado a los altares, sus palabras son de Dios según
las naciones. Valen lo mismo las
palabras de Pablo, que las palabras de Jesús, para las naciones. Al recibir las
palabras de Pablo como si fueran de Dios, han sido y serán idólatras.
Esa
Roma de Pablo, donde las tinieblas espirituales tienen secuestrada a la verdad
de Jesús, es la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esa
Roma de Pablo, que con sus rituales y sus hechicerías extravió a todas las
naciones, extravió a los cristianos de todas las denominaciones que surgieron
de Roma. Todos los que creyeron haber
salido de Roma, que es la Gran Babilonia, siguieron en manos de las enseñanzas de
Pablo, en realidad no han salido de Babilonia, siguen secuestrados, siguen
cautivos, bajo las tinieblas y no lo saben.
220.
¿Por qué el Espíritu de Jesús no detuvo a Pablo?
Pudo
haberle pasado a Pablo, lo mismo que le sucedió a Ananías y a Safira, cuando
trataron de engañar al Espíritu de Jesús, que perdieron de inmediato la vida,
en presencia de Pedro, en presencia de los cristianos, y fueron puestos como
escarnio público.
Pero
en realidad Pablo no era un cristiano seguidor de los doce apóstoles de Jesús,
sino por el contrario, era el primer anticristo, el más ardoroso asesino de los
cristianos, el estandarte de todos los que odiaban al Espíritu de Jesús. Por lo que Pablo no recibió al Espíritu de
Jesús, sino a Luzbel que descendía del cielo autorizado para engañarlo, para
obligarlo contra su voluntad a convertirse en cristiano, o si no lo dejaría
ciego, violando el libre albedrío de Pablo.
Pablo
estaba tirado en el piso, derribado por un poderoso rayo que lo obligaba a ser
cristiano, eso que Pablo tanto odiaba, pero por coacción fue obligado. Algo que
Jesús jamás haría a ser humano alguno. Por eso es por lo que a Pablo no le
sucedió lo mismo que a Ananías y Safira.
221.
¿Los doce dejaron que Pablo se infiltrara?
Dejaron
que se infiltrara a sabiendas de que al final solo se cumpliría la voluntad de
Dios, ni más ni menos. Sabían que ninguno que fuera de la verdad, se engañaría
a sí mismo con las estrategias de Pablo.
Es imposible que un ser humano que sea de la verdad sea engañado, no
importa cuántos sean los engaños y no importa que tan sutiles sean los engaños,
y no importa que tan graves, o tan grandes sean los engaños. Tampoco importa en lo más mínimo que tan
antiguos sean los engaños.
Pablo
es sutil en sus engaños y ellos doce son igual de sutiles para señalar las
diferencias. Se trata de una batalla de
altura espiritual y de profundidad espiritual.
Pablo no va a inducir a engaño sino a los que están destinados para ser
engañados, es decir, casi toda la humanidad. A los que sigan a Jesús, nadie es
capaz de inducirlos a error. Esta verdad
de que nadie puede engañar a los elegidos, a los que eligieron la verdad, a los
que son de la verdad, solamente la entienden los elegidos, los que son de la
verdad. Los seguidores de Pablo creen que
a los elegidos los pueden extraviar los que inducen a error, se oye decir que a
los elegidos los engañará Luzbel por un tiempo, lo cual es totalmente absurdo
(Mateo 24:24).
Para
los doce apóstoles y para los seguidores de Jesús, el gran anticristo nada
puede hacer en su contra, absolutamente nada; y por eso es innecesario sacarlo
de la Iglesia, en la cual ocupa el muy necesario puesto de acusador y de
probador. Pablo tiene poder en los que
no siguen a Jesús (gran parte de la humanidad).
Toda
alma será probada a ver si no es de la verdad.
Esta es la razón por la cual ha habido tan grave y profundo silencio por
dos mil años, de parte de los siervos de Dios. Conocedores de una verdad tan
profunda, tan peligrosa e importante, como es la identidad secreta de Pablo. Un silencio sagrado de dos mil años. Una prueba a todo ser humano. Van dos mil años y han sido masacradas miles
de millones de almas humanas, que han sido ejecutadas en silencio por los
probadores.
222.
Pocos conocerán la identidad secreta de Pablo.
Igual
que solamente Juan y Pedro, en la última cena con Jesús, conocieron la
identidad secreta del primer falso apóstol, la verdadera identidad secreta de
Judas Iscariote, siervo de Luzbel, (Juan 13:21-27) así mismo una minoría de los
cristianos de toda la tierra sabrán la verdadera identidad secreta de Pablo, el
segundo falso apóstol.
Desde
antes de consumarse la entrega, la traición, en el huerto de los olivos, Juan y
Pedro supieron que se trataba de Judas el que había de traicionar a Jesús. Pero
guardaron silencio y respetaron el secreto que Jesús les había permitido
conocer antes de la traición. Así también, una minoría de los cristianos,
conocerán la resolución del misterio de Pablo, el segundo traidor, y su
identidad secreta, mucho antes de que sea manifestado, desenmascarado a las
naciones, al final de los tiempos. Pero igual será un secreto a voces entre los
que saben.
223.
Al final sabrán la verdad.
Solo
al final de los tiempos, todos los habitantes de la Tierra enmudecerán, por la sorpresa
y por el temor de ver como se engañaron a sí mismos. Habían seguido en pos de
un simple ser humano, del cual dijeron que sus palabras eran de Dios, haciendo
idólatras a todos sus seguidores, hijos de la gehena del fuego, iguales que él,
todos unos anticristos como Pablo.
Ese
mismo Pablo, predijo de sí mismo, que en un instante seríamos todos
trasformados por la verdad, cuando eso es lo que sucederá, en el instante que
sea revelada la verdadera identidad secreta de Pablo. Entonces, al final de los tiempos, el día del
juicio final, el día de las bodas del cordero, cuando sea revelado el misterio
de la iniquidad, cuando sea removida la máscara de Pablo, cuando puedan ver al
que siempre estuvo invisible a sus ojos engañados, entenderán y se lamentarán.
Muchos
de los que todo el tiempo fueron respetados como amigos del cristianismo, y
muchos de los que aparentemente eran dirigentes del cristianismo, se verán
realmente como enemigos del cristianismo, como saboteadores del cristianismo,
como saqueadores del cristianismo. No que lo hicieran a sabiendas, sino que,
engañados, trabajaron para Luzbel y su hijo Pablo. A todos ellos Jesús les va a decir que no los
conoce, que se aparten de Él, obradores de iniquidad, muy a pesar de que hayan
hecho muchos y muy grandes milagros, señales y profecías en su nombre.
CAPITULO
18
PEDRO
MÁS JUAN
Dos
estrategias complementarias.
224.
Jesús acercaba a Pedro, Santiago y Juan.
Jesús
estableció, adentro de su Iglesia personal, adentro de su primera Iglesia,
adentro de la Iglesia de sus doce apóstoles, a un pequeño grupo de tres
apóstoles, llamados Pedro, Santiago y Juan. A ellos dio más informaciones, y
les reveló situaciones de las cuales les prohibió hablar a ellos tres, hasta
que Jesús no se hubiera ido a su Reino, según se halla en los evangelios.
Por
ejemplo, el día que Jesús se transfiguró delante de ellos tres aparte de los
demás, se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Jesús le advirtió a Pedro, a Santiago y a
Juan, que a nadie le revelaran lo que habían visto y oído, en la trasfiguración
«hasta que el hijo del hombre hubiera resucitado de entre los muertos». Era una
revelación de la más alta importancia, una revelación que influye en muchos
temas del cristianismo, del cristianismo no adulterado por las enseñanzas de
Pablo, el falso apóstol, el falso profeta.
También
el día de la última cena, Jesús le reveló a Juan y por su intermedio a Pedro,
la identidad secreta del traidor, cuando todos los demás, entre los doce,
creyeron que Jesús había enviado a Judas Iscariote, a que preparara la pascua,
o a que comprara algunos víveres. Esto
debido a que Judas, era muy importante entre los doce, pues Judas era el
tesorero de Jesús, el que administraba los bienes de Jesús. Aunque Judas era un
siervo de Luzbel, destinado a perderse, ninguno pensaba que el traidor sería
ese personaje tan importante en el grupo de los doce.
Al
establecer responsabilidades y misiones especiales, en Pedro, Santiago y Juan,
Jesús no hace injusticia. Por ninguna razón se debe presuponer que los doce
todos iban a tener las mismas responsabilidades y la misma revelación.
225.
Relaciones de Jesús con Pedro y Juan.
El
paso de los siglos sobre la iglesia de Jesús ha dejado al descubierto que Pedro
y Juan, representan dos etapas en El cristianismo, dos estrategias
complementarias. Dos estrategias para
que los seguidores, al entenderlas, puedan ser vencedores, cuando sean
asaltados y atacados en su fe. Estas dos estrategias se oponen a las dos
estrategias secretas, también complementarias, que tiene el lado oscuro, que
son los engaños de Luzbel y Pablo. Ellos dos se confirman y se apoyan en sus
falacias el uno al otro.
Jesús
reconoció que Pedro lo amaba más que los demás (Juan 21: 15), para que lo
tuviéramos bien en cuenta, y no creerle a Pablo en sus epístolas pisoteando la
autoridad de Pedro y su sabiduría de. El amor es sabiduría pura, por eso, según
Jesús, Pedro que era el que más amaba a Jesús, obviamente estaba inspirado de
una alta sabiduría. en lo referente al reino de los Cielos. Pedro fue el
primero que reconoció que Jesús es el Mesías, y dice el evangelio que eso se lo
reveló el Padre. Pablo está lejos de esa autoridad y trata, con sus enseñanzas,
de desprestigiar a Pedro.
Si
para Jesús, Juan era su preferido, eso no es un adorno, no es un capricho, ni
una frase exagerada. Es una señal de la más alta importancia, pues para los
seguidores de Jesús, las enseñanzas de Juan han de ser las preferidas, para eso
hizo Jesús esta señal. Para que los
seguidores del sendero vean primero las enseñanzas y escritos de Juan. Siendo
ese punto de vista el principal al tratar de conocer a Jesús.
Estas
relaciones entre Pedro, Jesús y Juan no son detalles sin importancia, son
decisiones de Jesús, que definen la autoridad y misiones, de Pedro y Juan entre
los doce. Estas referencias no son
tenidas en cuenta entre las naciones, porque las naciones han estado engañadas,
extraviadas, seducidas, por las enseñanzas de Pablo, que los menosprecia en sus
escritos. A Pablo le fue dado hacer la
guerra a los doce apóstoles y vencerlos, en las almas y en los corazones de los
seres humanos, que, engañados, los menosprecian.
226.
Pedro hace las bases de la iglesia y Juan la construye.
Pedro
es el formador de la piedra de base en las naciones (Mateo 16: 18), y Juan es
el constructor del templo. A Juan el
ángel le dio una caña de medir, para levantar el templo de Jerusalén, que
estaba destruido (Apocalipsis 10:11 a 11:3).
El templo de la Jerusalén espiritual, que es las enseñanzas de Jesús,
está destruido por la cautividad de esa verdad en Babilonia. El templo está pisoteado
y traspasado por los engaños y las enseñanzas de Pablo.
Les
fue dado a Pablo y a Roma, en un solo hombre, con doble identidad de fariseo y
romano, hacerles la guerra espiritual a los doce apóstoles de Jesús y
vencerlos, llevándolos secuestrados en espíritu, hacia las enseñanzas de Pablo.
Le fue dado llevarlos cautivos, incluyendo a Pedro, mientras el imperio romano
espiritual se extiende por todo el mundo, con la verdad de Jesús como su rehén,
atada con los lazos sutiles de las enseñanzas del césar romano, Pablo.
Cuando
se cumplan los tiempos de las naciones y sea atado el falso profeta (Pablo), la
verdad estará tan perfecta como siempre en los cuatro evangelios, esperando a
sus lectores. Entonces se inicia el tiempo de Juan, el milenio. Cuando sea
removido Pablo por mil años, se verá el templo de Jesús tan perfecto como
siempre ha sido. Todo a su tiempo. Pablo era como el andamiaje requerido en
toda construcción. Al tiempo se retira y queda el diseño original de la
construcción.
227.
Hombres de piedra, más aliento de vida.
Hoy
hay sobre la tierra hombres de piedra, hombres de Pedro. Hay muñecos de barro,
igual que con la creación del primer hijo de Dios en el paraíso. Fue formado
primero de un muñeco de barro y luego el Señor le infundió aliento de vida. Así
entre los hijos de Jesús, hoy hay hombres con un corazón de piedra (Pedro),
esperando el aliento de vida (Juan). Que es las palabras que habló Jesús, cuando
por fin sean recibidas sin añadirles palabras de hombres (Pablo). Pedro es cuerpo de piedra. Por eso en Roma se ven grandes monumentos de
estatuas de piedra, eso no es casualidad, sino todo lo contrario, es
coincidencia, porque coincide con su propia esencia. Hoy Roma está poblada de estatuas de piedra,
sin corazón, sin vida.
Jesús
en su estrategia doble, tiene a un Pedro que es el cuerpo de los Hijos de Dios,
y tiene a un Juan, que es espíritu, es águilas. Juan es palabras del Hijo de
Dios, Juan es palabras de Jesús, Juan es conocer a Jesús en la totalidad de sus
enseñanzas, sin mezclas de enseñanzas humanas. Sobre la piedra que es Pedro,
Juan mide el templo (Apocalipsis 10:11 a 11:3). En la doble estrategia del Espíritu
de Jesús, Juan se levanta sobre Pedro, sobre la piedra de base, que ha formado
Pedro durante dos mil años.
Juan
se levanta con el verbo de Dios, con la verdad, con las enseñanzas de Jesús,
pero sin las enseñanzas humanas de Pablo.
No se levanta Juan contra la piedra, no se levanta Juan contra Pedro,
Juan se levanta para tomar las medidas del templo y erigir las columnas del
templo. Juan se levanta sobre la piedra,
pero deja de lado el atrio exterior del templo, que fue entregado a las
naciones, que fue entregado al imperio romano espiritual, que fue pisoteado por
las enseñanzas de Pablo. Que ha sido pisoteado por dos mil largos años por las
naciones enceguecidas, que hollarán la ciudad santa, que es la verdad de Jesús,
la hollarán mientras pasan los tiempos de las naciones (Apocalipsis 11:2).
228.
Dos etapas en Dios y en el hombre.
Jesús
es la carne y su Espíritu es el Espíritu santo. Los dos son Dios y son las dos
etapas de la revelación de Dios, vivientes al tiempo en un solo ser, en el
Cristo. Dios Padre se da a conocer de
los seres humanos enviando a Jesús con su espíritu adentro. Se va Jesús y el
Padre envía espíritu de Jesús, en nombre de Jesús. Dios creó al hombre en dos
momentos, semejantes al hijo y al Espíritu de Jesús. Por eso dice la escritura que Dios primero
formó un muñeco de barro y luego le infundió el espíritu de vida y lo llamó
hombre.
También
todo ser humano se forma en dos etapas, primero nace un cuerpo humano que
siente, como sienten los animales, pero a los meses, ese ser recibe el
lenguaje, y al hablar y pensar con el lenguaje, el ser tiene conciencia de su existencia. También por eso el hombre nace de mujer, pero
luego debe nacer del espíritu. Siempre
se ve una constante de creación en dos etapas, en lo humano y en lo divino.
Estas
dos etapas tienen semejanza con la dentadura, que es por donde el cuerpo se
alimenta y a la vez por donde las palabras salen, por lo que parece ser que
toda la vida reside en la boca del ser humano.
A todo ser humano primero le da Dios una dentadura pequeña, provisional,
mientras crece y se desarrolla su cuerpo, y cuando ya está preparado su cuerpo,
esa dentadura se cae sola y es reemplazada por una nueva dentadura, permanente,
fuerte y acorde con su cuerpo desarrollado.
Así
mismo Jesús le dijo a Pedro que lo seguiría muy pronto, pero también al mismo
Pedro, le dijo Jesús que Juan permanecería hasta su venida. Pedro es provisional, mientras crece la
Iglesia, mientras es atacada por Pablo y sus semejantes, que la convierten en
una ramera idólatra, en una iglesia de hombres lobos que aúllan su adoración a
las palabras de un hombre. La iglesia que se deja llevar en pos de las
enseñanzas de seres humanos, como si fueran palabras de Dios
Pero
luego, al amanecer del tercer día, que es el amanecer del tercer milenio, viene
Juan, que es la madurez de la Iglesia. Cuando la iglesia deja de ser ramera,
deja de prostituirse en pos de las enseñanzas de hombres, deja de creer que los
grandes hombres (Pablo) pueden hablar palabras de Dios. Con Juan la Iglesia es fuerte, no hay falsos
apóstoles, como Pablo, infiltrados en la Iglesia, que la puedan extraviar,
porque ya los cristianos no le añaden palabras humanas, a las palabras de Jesús
y sus doce apóstoles.
A
nadie además de Jesús adoran los de la Iglesia del milenio. El periodo de los
engaños de Luzbel y los engaños de Pablo se da mientras la Iglesia es niña, con
Pedro, cuando la iglesia está sujeta a los extravíos de los maestros de la
palabra. Pero durante el milenio de Juan, ni Luzbel ni Pablo tienen poder,
entre los que sean tenidos por dignos de vivir en el milenio. Ha llegado el reino y la autoridad de la
palabra de Jesús a la tierra, para reinar sin imponerse durante mil años.
229.
Pedro y Juan representan las dos alianzas.
Hay
un pueblo de Israel de la carne y un pueblo de Israel de espíritu. El Padre previó dos alianzas en el pueblo de
Dios. Primero formó el pueblo de carne,
el pueblo de Israel, que son los descendientes de las doce tribus de Jacob, que
es Israel. Cuando eso su alianza estaba grabada en su carne con cuchillos de
piedra, la ley de Dios estaba grabada en Piedras. Y fue grabada dos veces,
porque Moisés tuvo que subir dos veces al monte para recibir la ley escrita en
dos tablas de piedra.
Dios
luego formó su pueblo del espíritu, con su alianza grabada en los corazones, el
Israel espiritual, que es el pueblo formado por todos los cristianos de la
Tierra, descendientes espirituales de los doce apóstoles de Jesús. En el Israel espiritual las leyes de Dios
también están grabadas en piedra, puesto que los hombres de piedra, por Pedro,
reciben las enseñanzas de Jesús sin añadirles palabras de hombres. Pero le es
dado a Pablo extraviar a las naciones con sus seducciones. Le es dado al pueblo
de Dios que decidan si desean ser idólatras, si desean hacerse becerros de oro,
si desean adorar diciendo que son de Dios, palabras de hombres, como las
enseñanzas Pablo. En Pedro el pueblo de Dios tiene la verdad grabada en la
piedra y en Pablo, tienen a Aaron y su becerro de oro.
El
pueblo de Israel vivió dos etapas importantes en su definición como pueblo de
Dios. Porque uno es el que le da forma e identidad al pueblo (Moisés). Pero
otro líder es el que entra al pueblo a su tierra prometida, a su reino de los
Cielos (Josué). Así mismo se da en el
cristianismo, con Pedro formando una gran base, una gran piedra de base. Y luego
viene Juan, para tomar las medidas del templo de Dios sobre esa base. Y con
palabras escritas sobre esa piedra santa, reconstruir el templo de Dios, que
estaba arrasado por las naciones. Pisoteado por jaurías de hombres lobos romanos
aullando blasfemias, al decir que las enseñanzas de Pablo eran palabras de
Dios.
230.
Semejanzas de José y Juan entre los doce.
Otros
dos hombres ungidos de Dios con semejanzas, en las dos alianzas del pueblo de
Dios, son José el preferido de Jacob, en el Israel de la carne, y Juan el
preferido de Jesús, en el Israel del espíritu.
Igual que José desapareció de entre sus hermanos en Egipto, Juan
despareció del gobierno de la iglesia de Jesús. Pedro, semejante a Rubén, se
hacía cargo de todo lo referente a los hermanos, en ausencia de Juan. Juan fue
separado de su lugar entre los doce por un tiempo y luego vuelve. Como José,
que volvió a sus hermanos. Juan debe volver a profetizar, a medir el templo, a
esperar al Maestro el día de su venida.
José
y Juan, se fueron de los doce, desaparecieron, pero ambos volvieron a aparecer
para ser los dirigentes del pueblo de Dios.
Ambos eran el preferido de Israel, Jacob, Israel de la carne y el
preferido de Jesús, el Israel del Espíritu.
Ambos tuvieron doble herencia, pues en Israel, el primogénito siempre
tiene doble herencia. José heredó a
través de sus hijos, dos medias tribus y por su lado. Juan debe volver a
profetizar, a medir el templo de la verdad de Jesús, arrasado por las
enseñanzas de Pablo. Sea como sea que la manifestación de Juan llegue a hacerse
realidad, Jesús dijo que juan permanecerá hasta la venida del Señor y Jesús no
se equivoca, ni habla por hablar, ni exagera.
Juan
vuelve. Igual que volvió Elías, en otro Juan (el bautista). Cada que Jesús
viene lo recibe un Juan. En la primera venida lo recibió Juan bautista. En la
segunda Juan, no se sabe en qué persona, pero será Juan.
231.
Pedro más Juan: dos Iglesias en una.
Hay
dos iglesias en una: la ramera y la virgen, la de Pablo, y la de los doce apóstoles.
En la iglesia real, Jesús creó también dos Iglesias que se complementan la una
a la otra.
Primero
se deja ver muy definida la Iglesia de Jesús según Pedro, la iglesia de las
naciones, la iglesia ramera. La iglesia donde se siguen las palabras de Jesús y
las de Pablo a la vez. Es la iglesia que ha reinado durante dos mil años, sobre
miles de millones de hombres lobos, que han aullado, sin saberlo, su adoración
a un lobo romano disfrazado de oveja israelita. Esta iglesia se va
resquebrajando debido a los errores de las palabras de Pablo, que siguen como
palabras de Dios.
Luego
de dos mil años, se deja ver la Iglesia de Jesús según Juan. La iglesia virgen,
la iglesia que reconoce que solamente Jesús es Dios, aquel Jesús que bajó en
carne a la tierra, por lo que solamente Jesús habló palabras de Dios. La iglesia con Juan es la que respeta a todos
los grandes líderes, los aprecia, los ama, como a Pablo, pero no adora sus
enseñanzas, no acepta que todas las palabras de hombres, por grandes que hayan
sido, que en algún momento hablaron o escribieron inspirados por el Espíritu de
Jesús, son palabras de Dios. Esta iglesia es el porvenir de la humanidad, que
ya está preparada para la verdad.
232.
La iglesia en Pedro es horizontal y en Juan es vertical.
La
base de piedra se extiende con Pedro a todos los confines de la Tierra, en la
gran iglesia que Pedro llamó la Gran Babilonia, llevando a todos las enseñanzas
de Jesús. Pero en la piedra todas las escrituras y palabras tienen igual valor
y autoridad. Es de piedra porque las palabras de Jesús (Dios), no valen más que
las de los hombres (Pablo). Aún no tiene vida debido a ese error temporal. No
hay autoridad, es horizontal, cualquiera puede hablar palabras de Dios. El
Mesías es menospreciado, pisoteado y humillado por los seguidores de Pablo. Ellos
ni se dan cuenta de esto.
La
Iglesia vertical se levanta con Juan, reconoce el principio de autoridad de las
palabras y enseñanzas de Jesús, sobre toda otra palabra o enseñanza de
cualquier profeta y de cualquier tiempo.
Luego de la autoridad suprema de Jesús, en orden descendente de
autoridad, están las palabras y enseñanzas de los doce apóstoles. Al final,
descendiendo, están las enseñanzas de todos los demás seres humanos, con igual
valor, todos, sin excepción. Aquí las
palabras de Pablo no valen lo mismo que las de Jesús, que es Dios. Ni siquiera valen como palabras de Dios las
de Moisés y Elías, que estaban el día de la trasfiguración, ayunaron cuarenta
días, como Jesús y que, como Jesús, de ellos dos no se conoce que tuvieran una
tumba en la tierra. Las palabras de todos los seres humanos valen lo mismo,
solo son opiniones. Cuando alguien habla la verdad es solo eso, la verdad. No
es palabras de Dios.
Si
tuviéramos que elegir de entre todos los seres humanos a los más grandes, sin
lugar a duda, serían Moisés y Elías. Sin embargo, nadie pretende que sus
enseñanzas sean palabras de Dios mismo.
Todos sabemos que Elías hombre era semejante a nosotros, lo mismo que
Moisés. Pablo no estuvo en la trasfiguración, no ayunó cuarenta días, fue
decapitado y sepultado. Pero los seres humanos, por tradición, aceptan sus
enseñanzas como si fueran las palabras mismas de Dios (2ª Timoteo 3:16-17).
Pablo, un mortal, con muchos errores y soberbias, en sus enseñanzas insinúa,
que todas las escrituras tienen igual valor. Es en esas falacias que las
escrituras se vuelven horizontales, ofendiendo al Mesías, cuyas palabras en
verdad son iguales a las de nadie en valor y en autoridad. No es santificado el
nombre de Jesús cuando los extraviados dicen que las enseñanzas de un ser
humano son palabras de Dios mismo en persona, palabras eternas.
233.
Pedro y Juan escribieron sobre las iglesias elegidas.
Continuando
con las dos estrategias, Pedro es enviado a las naciones y Juan a las iglesias
elegidas. Jesús inicialmente envió a sus discípulos a predicar su evangelio con
la advertencia explícita de que no fueran a Jerusalén, ni tomaran camino de los
gentiles, sino que fueran a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Estas son
la dispersión, a la diáspora, que eran los Judíos que vivían en el Asia menor
(Mateo 10:5-6).Las iglesias elegidas por Jesús, según consta en los evangelios,
en las epístolas de Pedro y Juan, en el apocalipsis y en el libro de los hechos
de los apóstoles, fueron las iglesias del Asia menor, del ponto, Galacia,
Capadocia, Asia y Bitinia.
Pedro
desde Roma, a la cual llamó Babilonia, señaló cuales eran las Iglesias
elegidas, “según la presciencia de Dios Padre” (1ª Pedro 1:1-2). Pedro da
cuenta de la elección de las Iglesias del Asia menor, cuando desde Roma,
escribía para los cristianos de esas Iglesias, y se despide diciendo que él
saluda a los cristianos del Asia menor,
saluda a las ovejas perdidas de la casa de Israel, que se habían
asentado en su mayoría en el Asia menor la diáspora, la dispersión. Este saludo especial lo escribía Pedro desde
la iglesia de Roma, participe de que la elección reposaba en las Iglesias del
Asia menor (1ª de Pedro 5:13).
Juan
escribe desde una de las iglesias elegidas y así la llama, “elegida”, pero
además las llama por sus nombres de Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiátira, Sardis,
filadelfia y Laodicea en el Apocalipsis. Entre las elegidas no estaba la iglesia
de Roma (Babilonia), antes, por el contrario, esa fue elegida para ser la
oponente de la verdad, la ramera que adora las falaces enseñanzas de Pablo,
como si fueran palabras de Dios, la secuestradora del pueblo de Dios.
234.
“la iglesia de Babilonia participe de vuestra elección.”
Algunos
han traducido por siglos, diciendo que, en esa frase, de saludo a las Iglesias
elegidas del Asia menor, Pedro dice que la iglesia que está en Babilonia
también fue elegida como las del Asia menor (1ª de Pedro 5:13). Traducen que la iglesia de Babilonia es
elegida como las otras elegidas. Lo cual
es imposible, puesto que La iglesia de Roma representa a todas las iglesias del
mundo. El tema de las elegidas es para tenerlas en cuenta aparte de todas. Roma
las representa a todas. Por tanto, es imposible elegirlas a todas. Se pierde la
esencia de ser elegida. No es “elegida igual que vosotras”, sino: “partícipe de
que vosotras sois las elegidas” allá con Juan, esperando que pasen los tiempos
de las naciones con Pablo.
Juan
en el apocalipsis, describe a la Gran Babilonia, (Pedro le puso ese nombre),
como la Gran enemiga, como la antagonista del cristianismo, que se ha bebido la
sangre de todos los mártires de Jesús.
Pero para que se dieran los tiempos de Pablo al frente de la Iglesia
ramera, para que se dieran los tiempos de las naciones, ha sido ocultada por
designio de Dios, temporalmente la verdad sobre Babilonia.
Esos
traductores, que dicen que Babilonia es elegida como las del Asia menor, sin
saberlo, trabajaron para Pablo, ayudando a desaparecer la importancia del tema
de las iglesias elegidas. Pablo, para “su evangelio”, necesitaba que las
iglesias elegidas no se notaran, puesto que Jesús las eligió para apartarlas de
la Roma que acepta como de Dios las palabras de Pablo.
235.
El Espíritu impidió Pablo entrar en Asia.
Esa
es la razón de las dos estrategias, dejar que una parte sea cuidada por Juan
sin la influencia de Pablo, oculta a la vista de las naciones, por un tiempo y
dos tiempos y medio tiempo. Pablo quiso entrar a predicar al Asia menor, pero
recibió orden expresa del Espíritu de Jesús, de no predicar allí (hechos 16:
6). luego dice Pablo, haber recibido una
conveniente visión de un varón macedonio, para que fuese a predicar allí. ¿Por qué el Espíritu de Jesús le prohibió a
Pablo predicar en el Asia menor, si justamente es ahí donde estaban asentadas
las iglesias llamadas “elegidas” en el Apocalipsis y en la epístola de
Pedro? Le fue prohibido por el Espíritu
de Jesús, a Pablo, predicar en Asia menor, en Turquía, y no pudo inicialmente
entrar en Éfeso, la ciudad donde Juan estaba al frente de la iglesia.
¿Realmente
se manifestó el Espíritu de Jesús, para decirle a Pablo que no entrara al Asia
menor? Pablo al final, durante sus viajes, entró al Asia menor y predicó
durante más de dos años, según está escrito, y se armaron escándalos en Éfeso y
en otros lugares del Asia menor, por cuenta de Pablo, para que fuera evidente
que había estado allí predicando. Si Pablo
entró en el Asia menor desobedeciendo la advertencia del Espíritu de Jesús, o
si después le fue permitido, eso no está escrito, pero sí leemos el mensaje
advirtiendo que a Pablo no le era posible entrar y afectar con sus enseñanzas a
las iglesias elegidas.
236.
Los primeros no son los primeros según Jesús.
En
la primera etapa del cristianismo, la de Pedro, se ha llevado durante dos mil
años el nombre de Jesús hasta los confines de la Tierra. Pero las enseñanzas de
Pablo han impedido durante esos dos mil años, que sea conocida la verdad de
Jesús en su totalidad. No porque falten verdades, sino porque le añadieron
palabras de hombres, las cuales adoran como palabras de Dios.
En
la segunda etapa del cristianismo, la del apóstol Juan, es reconocida
libremente la verdad sin añadiduras humanas.
Los primeros no son los primeros.
En la etapa de Juan, Luzbel y Pablo no tienen poder, porque ha terminado
la etapa romana. Los siguientes
personajes de Israel, que siendo primeros no fueron primeros, son una señal de
Dios sobre la transición entre Pedro y Juan.
Adán: fue
el primer hombre, y fue creado predestinado por Dios, para que cayera en los
engaños de Luzbel, para que luego viniera el segundo Adán, que es Jesús, el
verdadero hijo de Dios, para traer el equilibrio según la voluntad de Dios, de
concedernos el libre albedrío, que nos hace semejantes a Dios. El verdadero Adán es Jesús, el segundo Adán.
Caín: fue
el primer hijo de Adán, pero asesinó a su hermano Abel, y con eso se perdieron
para siempre, tanto Abel, que no tuvo descendencia, como Caín. Por lo que el verdadero heredero de Adán, con
miras a la creación de la historia de la humanidad, fue set, el cual invocaba
el nombre de Dios, según dice la escritura.
En el tercer hijo de Adán, en Set, está la descendencia de la humanidad.
Enoc: fue
un ser humano recto a los ojos de los hombres, el séptimo desde Adán, que
anduvo en rectitud delante de la presencia de Dios durante 365 años, y Dios se
lo llevó. No está escrito que Enoc
murió. Pero aun así Enoc no fue Mesías,
Enoc no dejó enseñanzas, Enoc solo fue una primicia fugaz, pues para el Padre
aún no había llegado el tiempo del Mesías.
También podemos decir que una cosa es andar rectamente ante Dios, según
el punto de vista humano, pero otra muy
diferente es ser cien por ciento fiel a la voluntad de Dios, según el punto de
vista del Padre, lo cual solo se dio en Jesús (Génesis 5: 22). Si Enoc hubiera
sido perfecto, como se lee, haría inútil la venida de Jesús.
Abraham: fue el elegido por Dios para que de su
semilla naciera el pueblo de Dios, Abraham fue el Padre tanto de los hijos de
Ismael, como de los hijos de Isaac. De
Abraham realmente nacieron esos dos pueblos, enemigos para siempre, pero el
padre real del único pueblo de Dios no fue Abraham. Ni siquiera fue su hijo Isaac, El padre del
único pueblo de Dios fue Jacob, el nieto de Abraham, tercero en la línea de
descendencia. De Jacob Dios formó una tribu con cada uno de los doce
hijos. Con las doce tribus, Dios formó
el pueblo de Dios. El pueblo de Dios no
es el pueblo de Abraham, puesto que incluiría a los ismaelitas, incluiría a
todos los hijos de Abraham, que eran ocho en total: Ismael, Isaac, Zamrán,
Jocsán, Medán, Madián, Jesboc y Sue.
Sería un pueblo de ocho tribus, por lo que el Mesías elegiría entonces
ocho apóstoles y Jesús sería llamado el Abraham espiritual y el pueblo sería
llamado el pueblo de Abraham, no el pueblo de Israel. El pueblo de Dios tampoco es el pueblo de
Isaac, puesto que incluiría a los edomitas.
El pueblo de Dios se llama el pueblo de Israel. Jacob es Israel. El
pueblo de Jesús no es el pueblo del Abraham espiritual, ni es el pueblo del
Isaac espiritual, el pueblo de Jesús es el pueblo del Israel espiritual. Los dos primeros no fueron los primeros.
Ismael: Ismael realmente fue el primogénito de
Abraham, el verdadero hijo mayor de Abraham, el hijo de Agar la sierva de Sara,
la esposa de Abraham. Sara autorizó a su
sierva darle hijos a Abraham, no fue un engaño, ni fue una petición de Abraham
o de Agar, sino que la concepción de Ismael fue la voluntad de Sara. Pero no fue en Ismael que el Señor mantendría
la promesa de un pueblo para Dios, sino en Isaac, que realmente no era el
primogénito y, aun así, no siendo el primero, la bendición y la primogenitura
le fueron dadas al que no era el primero.
Esaú: (Génesis
25: 23) Desde el vientre de su madre, Esaú venía predestinado por la palabra de
Dios, que había profetizado que el hijo mayor de Isaac serviría a su hermano
menor, que el primero, también en ellos, no sería el primero, ni tendría las
bendiciones de la primogenitura, que una vez más el último era el primero. Jacob tomó la primogenitura de su hermano, no
le fue dada, la robó con engaños, y así y todo el pueblo de Dios tomó su
nombre. Era posiblemente más honesto
Esaú que Jacob, pero ni aún por la honradez los primeros fueron primeros.
Rubén: El
primogénito de los doce hijos de Jacob, en cuya tribu no se dio la dinastía del
Mesías. Ni siquiera la tribu de Leví,
que era el segundo hijo de Jacob, fue la tribu elegida, sino que fue elegida la
tribu de Judá, que era el tercer hijo de Jacob. Esa fue la tribu elegida, ese
fue el heredero elegido por Dios.
Leví: Lo
normal y lo que todos pensarían, es que el Mesías, viniera a la Tierra en medio
de la familia de alguno de los sacerdotes de la tribu de Leví. Se suponía que ellos eran mejor vistos a los
ojos de Dios y mejor reconocidos delante de la presencia de Dios. Por estar más
en el estudio de la palabra de Dios. Porque ellos vivían todo el tiempo en la
oración, en las labores de adorar a Dios. Le ofrecían a Dios los sacrificios de
todo el pueblo, y se suponía que, si era verdad que Dios era el que había
elegido a la tribu de Leví, a través de la tribu de Leví, Dios enviaría la
mayoría de sus mensajeros. Y por consecuencia, el Mesías vendría en el seno de
la tribu de Leví. El que Dios, al
reducirse a su forma de Mesías, hubiera elegido a José y a María, una familia
de la tribu de Judá constituye un antecedente importante para entender que, no
una sino muchas veces, Dios estaba avisándonos que los primeros no son los
primeros, para que abramos los ojos y estemos alertas, ante todos los
personajes que nos sean presentados como los primeros.
José: Era
el hijo más amado de Jacob, era el primogénito de la mujer que Jacob más amaba.
Aquella que, habiendo pedido de primera Jacob, le fue suplantada. Aquella que,
siendo la primera, le fue dada de última. Aquella por la cual Jacob, el
engañador, fue, a su vez, engañado por su tío Labán. Además, José el primogénito del corazón de
Jacob, había sido destinado a reinar sobre sus hermanos, José era el que tenía
los sueños y José también era un vidente.
Aquel a quien Dios le revelaba muchas verdades, que para los demás
estaban ocultas. A los ojos humanos, ese
hijo de Jacob, José, era el número uno de los hijos de Jacob. Todo ser humano
daría por hecho que el Mesías vendría entre la descendencia de José. Pero para
la dinastía del Mesías, Dios Padre tenía los ojos puestos en la tribu de Judá.
José, para Dios, no era el primero ni, aunque hubiera heredado doble tribu.
Moisés: Fue el primer gran líder del pueblo de
Israel. Cuando ya los doce hijos de Jacob no eran igual que al principio, una
familia grande y numerosa. Sino que, durante la cautividad en Egipto, habían
llegado a ser un pueblo tan numeroso que sobrepasaban el medio millón de
individuos. Cuando Jesús fue juzgado y
asesinado por los príncipes y por los sacerdotes del pueblo de Israel, ellos
eligieron entre Jesús y Moisés. Eligieron entre los dos grandes líderes que les
hablaron de parte de Dios. Pero el verdadero líder no fue el primero, Moisés,
sino el último, Jesús. En la ley de Moisés confiaban a ciegas los hijos de
Israel, pero la verdadera ley perfecta, no fue la ley de Moisés, sino la de
Jesús, que fue después de la ley de Moisés.
Moisés
fue el libertador del pueblo de Israel, los liberó de la esclavitud de
Egipto. Moisés fue el que los sacó de Egipto, con mano poderosa, y los guio por
cuarenta años, en el desierto. Pero a
Moisés no le fue permitido por Dios, entrar a la Tierra prometida. Fue a otro,
que no era el primero, a Josué, a quien le fue concedido ese gran honor de
entrar al pueblo de Israel en la tierra prometida. Los primeros no son los primeros una vez más.
Saúl: Fue
el primer rey de Israel, pero fue desechado por Dios, estando aún vivo. Por lo
que Dios ungió al verdadero primer rey de Israel, a David, de cuya dinastía
vendría el Mesías. David respetaba la
vida del primer rey de Israel. Respetaba la vida de Saúl, aunque el espíritu de
Saúl no fuera bueno y tratara de matar a David.
Pero David no le tocaba ni un pelo a Saúl, solo esperaba el momento en
que Dios decidiera hacer justicia.
Siempre hubo un primero que no era primero, en toda la historia del
pueblo de Israel, y en todas las personas que rodeaban al Mesías, y en todas
las enseñanzas que rodeaban a las enseñanzas del Mesías, hubo unas primeras
enseñanzas que no eran perfectas, por eso decía Jesús que todos los que
vinieron antes de Él, eran ladrones y salteadores.
David: Fue
el primer gran rey de Israel, y de su descendencia era José, el padre terrenal
de Jesús, pero así y todo David no brilló por tener una gran sabiduría. Ni el
Señor le permitió a David, hacerle un templo, porque sus manos estaban
manchadas de sangre inocente (1ª de Juan 3:15).
Al final de sus días David se alejó de la protección del Señor, se alejó
de vivir de acuerdo con los preceptos y ordenanzas del Señor. Y a pesar de que
los profetas anunciaban al Mesías como un nuevo David, estaba David lejos de
parecerse siquiera al Mesías de Dios.
Absalón: Era el primer hijo de David, era fuerte,
era el más opcionado heredero del trono de David. Supuesto heredero de las
promesas del Señor. Supuesto heredero de la dinastía que recibiría al Señor. Pero
a pesar de ser el preferido de David, Dios no lo había elegido para ser el
continuador de la dinastía del Mesías. Y muy por el contrario, la vida de
Absalón fue azarosa, marcada por muchas injusticias.
Juan bautista: Era el portador,
sin saberlo él, de la segunda parte del espíritu de Elías. De aquellas dos
partes que pidió el profeta Eliseo, cuando tomó el manto de Elías, antes de que
Elías fuese llevado al Cielo. Según
Jesús, entre los nacidos de mujer, no ha habido profeta más grande que Juan el
bautista, pero el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Juan el bautista, que es Elías, que volvió,
es el más grande profeta de la antigua alianza, pero ni siquiera es comparable,
con el más pequeño del Reino de los Cielos. Por tanto, en Juan el bautista, en
Elías, se revela que la primera alianza, la alianza de Abraham, la alianza de
la carne, que fue la primera alianza, en verdad no era la primera alianza, sino
que la primera, en verdad era la de Jesús. Y ninguno de los de la primera
alianza pudo entrar al reino de los Cielos, según Jesús.
Los Fariseos y los saduceos: En realidad no
eran tribus de las doce del pueblo de Israel, sino que eran las dos escuelas
teológicas más importantes en el pueblo de Israel. Eran los primeros en el estudio
y en el conocimiento de la ley y los profetas. Cualquiera supondría que el
Mesías, cuando se presentara en Israel, iba a ser aprobado por los escribas, e
iba a ser aprobado por los fariseos, y por los saduceos. Cualquiera supondría
que, a su vez, el Mesías los iba a reconocer a ellos como verdaderos
intérpretes de la ley. Y que, por tanto, el Mesías sería un fariseo o un
saduceo más. Que al aglutinar en El a todos los maestros y teólogos del pueblo
de Israel, se unirían en uno solo y se resolverían en paz todas la diferencias
teológicas que había entre ellos.
Pero
no solamente no reconocieron al Mesías los fariseos y los saduceos. Sino que el
Mesías se convirtió en un problema para ellos, le tuvieron gran temor. El
Mesías no siguió los preceptos y enseñanzas de los fariseos, o los de los
saduceos. Ellos aborrecieron al Mesías,
lo odiaban a muerte, rechinaban los dientes ante su presencia, o ante sus
enseñanzas. Para el Mesías no eran los
primeros, ni los que se iban a salvar, ni los que iban a ser justificados.
Justamente los seres humanos que los fariseos y los saduceos despreciaban, por
ser ignorantes de su teología, por ser publicanos, o por ser pecadores de la
carne, para el Mesías estaban primeros e iban a ser justificados a los ojos de
Dios. Los últimos han sido, son y serán
los primeros. Estrategia de lo alto.
Pablo: como
anticristo, se anticipó, para poder seducir una humanidad engañada, que no lo
esperaba. Pablo escribió que el esperado
anticristo se manifestaría al final de los tiempos, para que los cristianos no
desconfiaran de él. Porque en verdad él era el gran anticristo. Por eso, en Pablo
se cumple que estando desde el principio, parecía estar al final de los tiempos.
El que parecía de último, realmente estaba de primero. Pablo parece ser el
número uno entre todos los cristianos, pero no se negó a sí mismo, es más
pequeño que el más pequeño en el reino de los Cielos.
Pedro y Juan: Cuando Jesús les
decía a sus discípulos, que los primeros no serían primeros, estaba declarando
la sabiduría misma con la que Dios había creado todo. Hablaba Jesús de siglos
de historia del pueblo de Israel,
escrita durante miles de años. Escrita con guerras, con sangre, y con
grandes sacrificios. Para que todo aquel que estudie la palabra de Dios, pueda entender
que en todos los niveles de sus verdades y en todos los tiempos, los primeros
no son los primeros.
Pedro
fue el primero a quien envió Jesús a las naciones, lo envió a apacentar sus
ovejas. Luego Jesús le avisó a Pedro,
que pronto sería sacrificado por el nombre de Jesús. Que sería removido de su
cargo, en el cual no permanecería hasta la segunda venida de Jesús. Y que Juan
permanecería hasta el día de la segunda venida de Jesús. Pedro parece ser el primero, pero en verdad
Juan, aquel a quien Jesús más amaba, siendo el segundo, el olvidado, el
desaparecido, estando en silencio durante dos mil años, es hoy el primero.
CAPITULO
19
BABILONIA
DE PEDRO
¿Por
qué Pedro eligió a Roma?
237.
A Dios lo de Dios y al césar lo del césar.
Jesús
estableció esto de darle a Dios lo que es de Dios y darle al césar lo que es
del césar. El antagonista elegido por Jesús
es el césar. Fue delante del césar que
se inclinaron todos los dirigentes del pueblo de Israel, diciendo que no tenían
más rey que al césar. La Roma de Pedro,
y no la Roma del césar espiritual (Pablo), es el verdadero pueblo de Dios. Pueblo
cautivo por dos mil años, pueblo secuestrado, como estrategia aceptada por
Pedro, en la Roma de Pablo.
No
es una virgen la iglesia de Roma, es una ramera, pero ahí en Roma, está la
verdad, la gran verdad de los apóstoles de Jesús, está en Pedro a quien tienen
secuestrado, y Pedro lo sabe y acepta este sacrificio, ordenado del cielo, para
bien de la creación de los hijos de Dios.
Pedro es la piedra de base que se extiende por toda la Tierra. Por eso
aceptó ser secuestrado en Roma por dos mil años. En Pedro vive la buena Roma, que es la que
eligió el sendero estrecho y la puerta angosta.
La mala Roma es la Roma de Pablo, la que eligió el camino amplio y la
puerta ancha de las enseñanzas de Pablo.
Esa
Roma de Pablo es la ramera embriagada, con la sangre de los santos de Jesús. Con
la sangre de Pedro y con la sangre derramada por los demás mártires, a los
cuales ha vencido espiritualmente Pablo, por dos milenios, con sus enseñanzas. Está
ebria esa ramera al servicio de Pablo. Ebria con la sangre espiritual de todas
las incontables almas masacradas con las enseñanzas de Pablo. Las almas son
masacradas en silencio. No se levanta bullicio, ni llanto escandaloso, no huele
a sangre, no hay cadáveres putrefactos.
238.
Roma no es la virgen, es la ramera.
Pablo
en Roma tiene a la verdad secuestrada, la tiene prisionera, pues los seres
humanos, seducidos, se extravían en pos de sus palabras. Reciben las enseñanzas
de Pablo como si fueran las palabras de Dios, iguales según ellos, en toda
autoridad, valor y eternidad, a las palabras de Jesús. Esa es la abominable
desolación en el lugar que no debe.
La
iglesia romana es la amante, la concubina de Pablo, aquella que está ebria de
sus enseñanzas. Esa iglesia que cabalga la bestia que es Roma, se ha bebido la
sangre de millones de almas de seres humanos.
La iglesia del césar espiritual en Roma pisotea la verdad. Esa Roma son
los gentiles que pisotearán el atrio entregado a ellos, extraviados por las
enseñanzas de Pablo.
A
la iglesia de Pablo, (que es el mismo falso profeta), le fue dado del Cielo
hacerle la guerra a la mujer, a la Iglesia virgen y pura, a la Iglesia de los
doce apóstoles de Jesús. Le fue dado a la iglesia de Pablo, hacer la guerra a
los santos y vencerlos, uniéndole a la Iglesia virgen, las palabras de Pablo.
Así ha suplantado esa iglesia ramera, a la Iglesia virgen verdadera, aquella a
quien tiene cautiva, prisionera. Pero la iglesia virgen, vuela lejos con sus
dos alas de águila(Juan) para ser protegida mientras pasan los tiempos de la
ramera.
239.
Es bestia porque no se le puede domar.
No
se le llama bestia al imperio romano porque necesariamente sea malo, se llama
bestia porque es un organismo espiritual viviente, demasiado grande e imposible
de controlar del todo, nadie lo puede domar, por eso es una bestia. La bestia es el lenguaje romano y sus siete
hijos, que son las siete lenguas romances, más el derecho romano, que son las
leyes romanas, que han conquistado a todos los pueblos, con el paso de los
siglos, más la religión romana. Ellos
tres son todos entidades espirituales, son palabras, son verbo. Ellos constituyen la bestia espiritual
indomable. Tres veces el seis.
La
religión romana es el más grande poder espiritual del orbe. Por eso, la manifestación más poderosa de esa
bestia indomable y grande, además del lenguaje y las leyes romanas, es la
religión romana. La religión romana, dividida en tres, (católicos, ortodoxos y
protestantes), cabalga a esa bestia. Es Jezabel y está ebria de la sangre
espiritual de miles de millones.
Todos
están aún en Roma, aunque algunos crean haber salido de esa Gran Babilonia. Están
todos presos de las hechicerías de la ramera y de las mentiras del falso
profeta (Pablo), que ha conseguido seducirlos con sus engaños por dos mil
largos años. No pertenecen a la gran
Babilonia todos los cristianos, por su sumisión al obispo de Roma, sino por su
sumisión a las falaces enseñanzas de Pablo.
Porque todo el Cristianismo, desde el primer siglo, estaba contaminado
de las sutiles desviaciones de difícil inteligencia, de Pablo. Aquel que,
siendo Israelita, también era ciudadano romano, y tiene a todo el cristianismo
seducido, cautivo, prisionero en Roma, su ciudad, un lobo romano disfrazado de
oveja israelita.
La
bestia conquista al mundo, autorizada desde el Cielo, elegida desde el Cielo
para conquistar a todos los pueblos. Elegida para ser la antagonista espiritual
de los cristianos de toda la Tierra. La
religión romana, el derecho romano y los lenguajes latinos, que hacen la
bestia, no son en sí mismos malos. La
maldad de la bestia está en la mujer que la cabalga ebria de la sangre de los
mártires y de los santos de Jesús. Esa mujer ramera es la iglesia de Pablo, que
suplantó a la verdadera Iglesia, la de los apóstoles de Jesús. Y ambas iglesias
están en Roma, la falsa está usurpando el lugar que no debe y la verdadera está
prisionera.
240.
En Babilonia el anticristo tiene autoridad.
Pablo
ese ese Nabucodonosor, rey de Babilonia, que tomó cautivo al pueblo de Dios. En
la iglesia de Roma (Babilonia), uno que no es Dios, un ciudadano romano, ha
sido elevado a la categoría de Dios. Es adorado, como adoraban al César. Por
siglos, al leer las epístolas de Pablo, los cristianos, al terminar rezan que
esto que leyeron es palabra de Dios.
Adorar a un hombre es ser idólatras.
La
de hoy es una iglesia ramera porque está con el Cristo y también está con las
enseñanzas de Pablo. Aceptando las enseñanzas de un simple ser humano, como si
fueran verdaderas palabras de Dios. Es
una iglesia idólatra porque adora, como sagradas, todas las palabras y
enseñanzas de un simple ser humano. Uno que en algunos momentos de su vida y en
algunas de sus enseñanzas, fue inspirado por el Espíritu de Jesús. Pero
solamente en algunos momentos y en algunas enseñanzas, como todos los demás
cristianos.
En
toda la Tierra, bajo la influencia de la iglesia de Roma, con todas las
denominaciones disidentes, todos los días, se enseñan algunas pocas palabras de
Jesús, mezcladas con antiguo testamento, y enseñanzas de Pablo. Están amparadas
por una frase (2ª a Timoteo 3: 16-17), que proclama un supuesto igual valor de
todas las escrituras y de todas las palabras y enseñanzas que se leen en el
conjunto de libros llamado, la Biblia.
Sutil tropezadero ese, de la supuesta igualdad sagrada, de las palabras
de todos los profetas, haciéndolas palabras de Dios todas. Error inducido por Pablo
en sus epístolas.
241.
Pedro zarandeado en Roma por el anticristo.
Aquí
halla razón de ser la frase de Jesús, cuando le predice a Pedro que será
zarandeado por Luzbel, como se zarandea el trigo. pero Pedro, una vez
convertido, convierta a sus hermanos (Lucas 22:31-34). Estas enseñanzas de Jesús dan a entender que
Pedro había de ser llevado afuera del sendero, luego de haberse ido Jesús.
Pedro había de ser llevado cautivo por las enseñanzas de Pablo. Pero Pedro ha
de convertirse con todos los suyos de nuevo a Jesús, y a nadie además de
Jesús. También halla razón la otra frase
de Jesús, cuando le dice a Pedro que otro lo va a ceñir y lo va a llevar a
donde Pedro no quiere ir, al cautiverio (Juan 21:18). Ese otro que lo iba a
ceñir era Pablo.
Es
de vital importancia entender lo que le quiso decir Jesús a Pedro con eso de
convertido. Es decir: tú, una vez salido
de la cautividad de babilonia, ayuda a que todos abandonen a Babilonia. Que en
sentido espiritual también se llama Egipto.
El pueblo del Israel espiritual, cautivo en el Egipto espiritual,
cautivo en la Babilonia espiritual, con el paso de los milenios, se hizo un
pueblo numeroso como las estrellas del Cielo y como las arenas del mar. Pedro dejó llevar al pueblo de Dios al nuevo
Egipto de Pablo, según el Espíritu de Jesús guiaba a Pedro. La base, que se extiende a todas las
naciones, que es Pedro, lleva el verbo de Jesús, mezclado con las enseñanzas de
Pablo, que contienen verdades sublimes y sutiles errores (falacias).
242.
Mil años en Babilonia son igual a un día.
No
son palabras escritas por azar las que ellos, los apóstoles de Jesús dejaron
escritas. Jesús los autorizó en todo lo
que dijeran en su nombre, cada palabra de uno solo de ellos doce, es la
creación de la historia misma de la humanidad. Una palabra de ellos doce, puede
valer milenios de historia. Como la frase de Pedro, que para Dios mil años son
igual que un día. El verbo es
creador.
Un
día es igual que mil años, para Dios, según las enseñanzas de Pedro (2ª Pedro
3:8), uno de los despreciados doce apóstoles de Jesús. Pedro, le dio el nombre
de Babilonia a Roma (1ª Pedro 5:13). Un
milenio es un día para Dios, y van dos milenios, dos días, desde que Jesús se
fue y no ha vuelto. Jesús volverá el día el día del juicio final, antes no
serás visto por la humanidad. Estamos en el amanecer del tercer día, porque
estamos iniciando el tercer milenio. Jesús resucitó al amanecer del tercer día,
Jesús no resucitó a los tres días, ni Jesús resucitó a las setenta y dos horas
cumplidas.
Los
descendientes de los doce apóstoles de Jesús están secuestrados en la Gran
Babilonia. Igual que los convertidos del
pueblo de Dios que vivían en Roma, en los primeros siglos, durante las
persecuciones. Estaban en Roma y no eran romanos, ni tenían que ver con su
idolatría, ni con su culto al césar. Así mismo está secuestrado el pueblo de
Dios que vive en la gran Babilonia del espíritu, durante la tiranía de dos mil
años de Pablo, en la religión romana. Estamos en los tiempos de las tinieblas,
adorando las palabras de Pablo. El pueblo de Dios está secuestrado en la Roma
espiritual, tal cual estuvo el pueblo de Israel en Babilonia. No saldrán de
Babilonia hasta tanto dejen de adorar las falaces enseñanzas de Pablo como si
fueran palabras de Dios.
243.
La sangre de los mártires derrotó a Roma.
Esa
sangre de los mártires de las persecuciones romanas fue la derrota espiritual
de Roma (Babilonia). Esa sangre de cristianos, que fue derramada porque ellos
tuvieron valor y ellos no negaron su fe. Ellos no aceptaron adorar a un hombre
como si fuera Dios. Esa sangre derramada, derrotó a Roma, la que se creía
invencible. La gran Roma de la carne, la
loba, la madre de todos los hombres lobo. Esa Roma fue derrotada por la sangre
de unos cuantos mártires, que se dejaron asesinar sin pelear, todo por no
reconocer que un hombre, el césar, era dios, por no adorar al césar como Dios.
Sangre
de los mártires de Jesús, con la cual se embriaga la ramera de hoy, la Roma
espiritual de hoy, la Babilonia de hoy. Roma se robó esa sangre para su gloria
y su vanidad. La concubina del césar espiritual, Pablo, la que le es infiel a Jesús.
La que va en pos de maestros humanos, inducida por las enseñanzas de Pablo. La
que ha convivido por dos milenios con las enseñanzas de Pablo, adorándolas
cuando las reconoce supuestamente como “palabras de Dios”.
Roma
muere, pero el cristianismo sobrevive, cuando la ramera no esté más sobre la
Tierra, desviando a los hijos de Dios, con las enseñanzas de Pablo, cuando no
se adore más al césar romano espiritual, como si fuera dios, al creer que sus
enseñanzas humanas son palabras de Dios.
244.
¿El mal y el bien, juntos en Roma, igual que en el Paraíso?
A
todo ser humano le es propuesto el mal y el bien, el error y la verdad. Nadie
está libre de esta prueba de su mente, para que toda persona elija su propio
destino. Con Pablo, llega el error
primero a las naciones dentro del cristianismo. Mientras las personas no lo
vean como posibilidad de error, ni siquiera piensan que lo es. Si la verdad y la perfección le son
presentadas primero a la mente humana, el error y la imperfección ni siquiera
serán considerados por las mentes. Así que para que el error tenga una
oportunidad en las mentes debe ser presentado antes que la verdad. El error es
presentado no como error sino como verdad.
Igual
que sucedió en el paraíso. Al hombre el es presentado el bien y el mal, en el
cristianismo, sigue el mismo dilema. Pero la gran mayoría da por hecho que al
llegar al cristianismo no le será propuesto el mal, solo el bien. Allí es donde
la falacia halla su más sutil expresión. Está la iglesia ramera, la que acepta
como de Dios las palabras de Pablo y está la iglesia virgen, la que solo acepta
como palabras de Dios las de Jesús. La virgen está secuestrada por la ramera.
Las dos iglesias en una. Muy difícil de delimitarlas. La línea que las divide
es negarse a aceptar palabras humanas como palabras de Dios.
Luzbel
y Pablo, es la estrategia dispuesta para que podamos elegir, para que tengamos
varias opciones, varias voces entre las cuales escuchar y podamos seguir la que
deseemos. Luzbel ha creado a su “apóstol” y lo ha guiado hacia Roma, al lado
del apóstol Pedro. Todos terminan eligiendo entre la puerta amplia con Pablo y
la puerta estrecha con Pedro. Así se perfecciona el libre albedrío de todos. La
puerta y el camino amplios no son el mundo. En el mundo no hay este camino a
Dios. Cuando Jesús dijo entrad por la puerta estrecha se refería a evitar entrar
por las propuestas de Pablo.
245.
La cautividad espiritual terminará en paz.
Todos
los del pueblo de Israel que trataron de salir de la cautividad de babilonia
por sus fuerzas fracasaron. Está escrito que solo por voluntad celestial se
terminaría la cautividad de Babilonia. A
su debido tiempo Ciro fue elevado a ese alto cargo (desde lo alto). Ciro le dio
la libertad en paz al pueblo de Israel. Así
supo el pueblo de Israel que no saldrían de allí por voluntad propia. Esta cautividad se dio para que los
seguidores de Jesús sepan cómo es la cautividad de la gran Babilonia espiritual.
Pedro
sabía que al Rey de Israel allí le sacaron los ojos, y comió el resto de su
vida, en la misma mesa del rey de Babilonia. Pero estaba preso, cautivo, como
todo el pueblo de Israel. Pedro sabía
que igual que el rey de Israel, él estaría con Pablo, el rey de la Babilonia
espiritual. Pedro sabía que Pablo lo tendría humillado, menospreciado. Pedro se
dejó llevar cautivo. Pablo sabía que luego de un tiempo, cuando Babilonia se
extendiera a todos los pueblos, Dios daría libertad a su pueblo. Pablo sabía que
luego viene la reconstrucción del templo de la verdad. Dañado por adorar las
enseñanzas de Pablo.
Así
lo entendió Pedro, y por eso anunció que el pueblo de Jesús debía estar cautivo
en Roma, y se fue sumiso a vivir secuestrado espiritualmente en Roma (1 Pedro
5:13). Pedro sabía cuál era el final de
toda la historia del cristianismo sobre la Tierra. Por eso, al final de los
siglos, Pedro fue el que terminó invadiendo a Roma, y dejándose secuestrar de
Pablo y usó a Pablo, para el propósito que Dios había establecido sobre las
naciones.
246.
La Gran Babilonia dividida en tres partes.
Los
lectores del apocalipsis esperan ver a Roma quebrada en tres luego de un
cataclismo. Pero roma es dividida en tres en el espíritu. El imperio romano, en el espíritu, es el
lenguaje romano, más el derecho romano y además la religión romana. La religión romana, ella sola es la gran
Babilonia. La religión romana es la ramera que cabalga sobre el imperio romano.
Es la ramera ebria de la sangre de los mártires de Jesús pues acepta las
palabras de hombres como palabras de Dios. El principal de los adorados es
Pablo, el césar romano espiritual.
Roma
es la gran ciudad que domina sobre el vasto imperio romano espiritual. Esas
tres partes hacen ver al imperio romano dividido en tres entidades
espirituales, porque todas esas tres partes, el lenguaje, el derecho y la religión,
son palabras, son verbo, son lenguaje, son el verbo del gran imperio romano
espiritual.
La
tercera parte del imperio romano, la religión romana, que es la Gran Babilonia,
además quedó dividida en otras tres partes, según la vio en visión el apóstol
Juan, en el apocalipsis. Le religión
romana de hoy, se ha fragmentado durante los siglos, en tres religiones
paralelas y complementarias. Ellos son los cristianos Católicos, los cristianos
ortodoxos y los cristianos de la reforma protestante. Estos tres grandes grupos tienen la verdad de
Jesús, pues tienen los cuatro evangelios de Jesús. En verdad se basan en los
cuatro evangelios de Jesús. Pero están fosilizados, los tres grupos están
petrificados, son como de piedra, por Pedro. Su vida es como la de las
semillas, en espera de despertar, tienen vida latente. Están adormecidos,
debido a las enseñanzas de Pablo, las que ingenua y fatalmente han aceptado
como palabras de Dios.
247.
La verdad estaba preparada para la cautividad en Babilonia.
“El
que está destinado para la cautividad, a la cautividad irá, y que el que está
destinado a morir por la espada, por la espada morirá. Ahí está la paciencia y
la fe de los santos”(Apocalipsis 13:10). El cristianismo estaba predestinado
para la cautividad en Roma. Estaba predestinado a que nadie pudiera salir de la
religión romana, sin perder la verdad, sino cuando de dieran los tiempos
establecidos por Dios.
Dice
la escritura que muchos israelitas trataron de escapar de Babilonia, por su
propia fuerza. Pero nadie pudo salir antes del tiempo decretado por Dios. Todos los que pretendieron evadirse de
Babilonia, fracasaron. Todo eso sucedió no
por capricho, sino como aviso a todos los cristianos. Por miles de años han
estado cautivos, de las palabras de Pablo, romano, israelita y fariseo. La cautividad del cristianismo en la
Babilonia espiritual ha sido padecida mientras se cumple el plazo dado por Dios
a las naciones, para que lleguen a conocer su nombre.
La
cautividad de los doce apóstoles de Jesús y su iglesia secuestrada por las
enseñanzas Pablo (el anticristo), ya está por terminar. En la Babilonia del pueblo
de Israel, cuando se cumplieron los tiempos, el rey Ciro, mandó a llamar a
Zorobabel, gobernador de los judíos y también hizo llamar a Josué, sumo sacerdote
de Israel. Cuando ellos dos se presentaron delante de Ciro, él les dijo que
podían tomar de los tesoros de Babilonia cuanto necesitaran para reconstruir el
templo de Jerusalén. El templo había sido arrasado durante la cautividad,
quedaban solo quedaban los cimientos del templo, su piedra de base, su “Pedro”
de ese entonces.
Ciro,
les dijo que el Dios de ellos lo había puesto ahí para ayudarles en esa misión.
Para que salieran en paz y pudieran reconstruir el templo. Para que ocuparan de
nuevo su tierra. El pueblo de Israel había llegado al final de su larga
cautividad. Ciro les ofreció a Zorobabel y a Josué, la protección de los
ejércitos de Babilonia, para que pudieran llevar término la misión. Esta tarea les
fue encomendada por el rey de Babilonia, por orden de un Dios al cual el rey
Ciro no conocía. El Dios de Israel,
ungió en Babilonia, a un rey pagano para que liberara en paz al pueblo de Israel. Todos estos sucesos, según Pedro, el grande,
no el menospreciado por Pablo, han de darse en el cristianismo, cautivo ahora
en Roma, en la Gran Babilonia espiritual (1 Pedro 5:13).
248.
El Espíritu de Jesús usó a Roma.
La
usó como el que usa un caballo para viajar por todas las naciones (Apocalipsis
10: 6-7). El latín es el lenguaje del
imperio. El latín era una lengua muerta,
pero era usada en los rituales religiosos de la iglesia romana, durante dos mil
años. Ese latín tuvo siete hijos, que
son las siete cabezas de la bestia, que son las siete lenguas romances. Donde
esas lenguas romances estén, en medio de los pueblos, ahí está el imperio
romano espiritual. Donde el derecho romano sea usado, ahí está el imperio
romano espiritual. Donde sea seguida una religión de origen romano, ahí está el
imperio romano espiritual.
¿Qué
quiere decir el espíritu de Jesús con esto de los tiempos? ¿Por qué un tiempo y dos tiempos y medio
tiempo, es lo mismo que cuarenta y dos meses, es lo mismo que tres años y
medio, y es lo mismo que mil doscientos sesenta días y todas son medidas de
tiempo de igual valor? Es un tiempo determinado
por Jesús. Un tiempo medido para que el error, el engaño y el mal tengan la
oportunidad de proponerle a los seres humanos unas enseñanzas diferentes a las
enseñanzas de Dios, aunque a todas luces parezcan palabras de Dios.
Si
para Dios mil años son igual que un día, según enseñó Pedro, entonces podemos
pensar que como van dos milenios, van transcurridos dos tiempos, de esos de
Dios. Van dos días de Dios. Estamos en el amanecer del tercer día. Y al
amanecer de tercer día resucitó Jesús. Por lo tanto, la verdad de Jesús,
pisoteada, mancillada, traspasada por las naciones puede muy bien ver de nuevo
la luz. Ya sin que sea traspasada, pisoteada, por las naciones que se han
extraviado, en pos de las enseñanzas de Pablo. Las han aceptado como palabras
de Dios.
Según
los tiempos del apocalipsis, se terminan los dos tiempos de las naciones, para
empezar el tercer tiempo. El milenio en el cual los seres humanos aceptarán las
enseñanzas de Jesús como únicas palabras de Dios. Será el milenio de la
plenitud del cristianismo. El milenio en que gobernará sobre la Tierra Jesús
con sus enseñanzas verdaderamente sagradas y su nombre en verdad será
santificado. No será más pisoteado por las multitudes de los adoradores de las
enseñanzas de Pablo. Así se ve que Roma fue usada para aglutinar los pueblos a
su alrededor y luego venir el milenio de plenitud. Pedro es el artífice de tan
magistral uso de Roma para extender la piedra de base a todos los pueblos.
249.
La verdad de los doce no ha sido dañada.
La
pura verdad de Dios, la verdad virgen, la verdad sin mancha, está en las
escrituras. Pero realmente no es reconocida, ni es aceptada entre los
cristianos de las naciones gentiles. Porque los seres humanos se extravían del
sendero de las enseñanzas de Jesús, por las enseñanzas de Pablo. Él, con maña,
infiltró errores entre sus enseñanzas, escritas como verdades del Cielo. Las
respaldó con las señales y prodigios, que le fue dado hacer delante de los
hombres. Solo así podía extraviar a todas las naciones. No era fácil seducir a
las naciones durante estos largos dos mil años.
A
pesar de esta trama hábilmente tejida, el templo de la verdad de Jesús está
limpio y sin manchas ni contaminaciones ni suciedades. Está abierto para los
que de verdad deseen entrar. Está en las escrituras. Está en la teoría,
mientras pasan los tiempos de las naciones. Está vivo en los cuatro evangelios
y en las enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús, autorizados desde el cielo.
Solo en los cuatro evangelios y en los doce, vive la verdad, con la más grande
autoridad que haya sido dada a ser humano alguno sobre toda la tierra.
250.
¿Pedro no escribió un evangelio?
Pedro
no escribió un evangelio directamente, pero su secretario, Marcos, reunió en un
evangelio lo que predicó Pedro en Roma sobre la vida y las obras de Jesús de
Nazaret, el hijo de Dios. De Marcos dijo
Pedro que era su hijo espiritual.
Marcos, aunque no era uno de los doce apóstoles de Jesús, era uno de los
seguidores de Jesús. Y estando en el huerto de los olivos, la noche de la
traición de Judas y del arresto de Jesús, cuando los soldados del sanedrín
trataron de capturar a Marcos, este se les zafó, soltando su manto y huyendo
desnudo, según está escrito en el evangelio de Jesús, según Marcos
Dicen
las escrituras, que Marcos inicialmente acompañó en sus predicaciones a Pablo,
pero hubo tan gran disgusto y desacuerdo y exacerbación pública entre ellos dos,
que Marcos abandonó a Pablo, juntándose luego a Pedro y acompañándolo por el
resto de sus días. Llegando a ser secretario personal de Pedro, su hijo
espiritual, el portador de su testimonio. Puesto que Pedro había de quedar
cautivo por siglos en la Gran Babilonia, rehén espiritual de Pablo, por orden
de Dios.
Por
ser prisionero espiritual de Pablo, Pedro delegó en Marcos la tarea de redactar
un evangelio, donde dejar por escrito los hechos y las enseñanzas del hijo de
Dios. El rechazo público de Marcos hacia
Pablo es una de las señales claras dejadas para los que desean hallar la verdad
interna del cristianismo. Para confirmar la identidad secreta de Pablo el
anticristo. Marcos se separó de Pablo, a
quien servía, con gran disgusto notorio a todos los que los rodeaban, pero
guardó silencio sobre sus razones y motivos y terminó sirviendo a Pedro, según
está escrito.
Marcos
y los cientos de discípulos, que siguieron a Jesús durante su ministerio, que
le sirvieron Jesús, que lo amaban, que fueron testigos de su muerte y de su
resurrección, no recibieron de Jesús el nombre de apóstoles, puesto que habían
de ser solamente doce apóstoles sobre toda la Tierra y en todos los tiempos, ni
uno más, ni uno menos. Todo el que ha
pretendido ser apóstol, se ha hecho delante del trono de Dios anatema, aunque a
los ojos de los hombres sean tenidos en mucho, pero la verdad al final será
dicha.
CAPITULO
20
DOBLE
ESTRATEGIA DE JESÚS CON JUAN
Juan
es el preferido de Jesús,
Es
el primogénito espiritual de Jesús,
Por
lo que le concedió una doble herencia.
251.
La doble estrategia de Jesús con Juan.
La
primera parte de la estrategia de Jesús con el apóstol Juan, era hacer una
señal a todos los seguidores de Jesús, sobre la persona de Juan. Pues si Juan es
el preferido de Jesús, por consecuencia debe ser el preferido de todos los
seguidores de Jesús. Lo cual tiene efectos inmediatos en la verdad del
cristianismo. Todo discípulo de Jesús,
al entender esta señal de preferencia de Jesús por Juan, debe estar muy
pendiente de que es lo que va a escribir Juan y que va a suceder con el apóstol
Juan.
Todo
cristiano ha de preguntarse por qué razón Juan desapareció, aparentemente, de
la dirección del cristianismo, y al frente de la iglesia han estado, por dos
mil años, Pedro, en compañía de su secuestrador espiritual, Pablo. Todo cristiano, deseoso de hallar la verdad,
no va a dejar frases de Jesús con respecto a Juan, su discípulo preferido, sin
tener muy en cuenta. Aunque a veces parezcan frases sueltas, frases sin una
razón de ser muy directa.
Si
la primera parte de la estrategia de Jesús es que Juan sea el preferido de los
cristianos, la segunda parte de la estrategia es que Juan debe proteger a la
verdadera iglesia, escondida, mientras pasan los tiempos de las naciones. Para que
Juan, luego de esos tiempos, vuelva y reconstruya el templo de la verdad, que
había sido pisoteado y traspasado por los adoradores de las enseñanzas de
Pablo.
252.
Al ser el preferido, Juan es el primogénito espiritual de Jesús.
La
estrategia de Jesús con Juan, son dos estrategias diferentes también. El
apóstol Juan tiene doble porción de Espíritu, doble herencia espiritual, por
ser el primogénito espiritual de Jesús.
Hay que recordar que en el pueblo de Israel el primogénito recibía doble
herencia. Por esto el profeta Eliseo al pedir su herencia antes de despedirse
del profeta Elías pidió doble porción de su espíritu. Pero no era espíritu el
doble de fuerte, sino dos veces Elías. Por eso de ahí en adelante los profetas
avisaban que Elías había de volver. Y le preguntaban a Juan Bautista si él era
Elías, pero Juan lo negaba porque desconocía que sí era Elías. Pero Jesús les
decía a los suyos que Juan bautista era Elías, la otra porción que pidió el primogénito
Eliseo.
Así
mismo, Juan el apóstol preferido de Jesús, era el primogénito espiritual de
Jesús. Con todas las consecuencias que a nivel espiritual esto conlleva, pues
su herencia entre los apóstoles de Jesús es doble, es como si fuera dos medios
apóstoles. Es como si fuera dos medias tribus espirituales. Como las dos medias
tribus de José el hijo preferido de Jacob.
Es decir que el espíritu de Juan estará con Jesús al principio y también
ese mismo espíritu de Juan su discípulo preferido, estará, permanecerá. Según
dijo Jesús, estará hasta el final, para recibirlo el día que vuelva Jesús por
segunda vez.
José,
el primogénito de la mujer que Jacob amaba, también era vidente, recibió por
herencia dos medias tribus. Igual que Eliseo, era vidente. Igual que Juan el
bautista era vidente. Igual que Juan el apóstol es vidente. En todos los involucrados en ser parte de las
dobles herencias de los primogénitos de Israel, vemos que fueron premiados
además con ser videntes del Espíritu de Dios.
Juan
es aquel que más responsabilidades, más autoridad y más herencia había de
recibir, aquel que debíamos tener más en cuenta nosotros, aquel que deberíamos
leer primero. En efecto, Juan, de los
doce apóstoles de Jesús, es aquel en quien reside el espíritu de profecía. Desde
el principio del cristianismo, hasta el final, hasta el apocalipsis, los
escritos del apóstol Juan son los más determinantes del Cristianismo. Solo que,
con la autorización de Dios, que todo lo sabe y todo lo puede, las enseñanzas
de Pablo, hasta hoy no han dejado conocer a Juan y a Pedro todavía, como ellos
verdaderamente son.
253.
La doble porción de Juan, no es un capricho.
No
es que Jesús fuera injusto o por tener preferencias. Jesús decidió tener tres
apóstoles de más confianza, y de entre los tres Jesús decidió amar más a Juan y
hacer manifiesta esa preferencia entre los doce. Así mismo Jesús dejó claro entre los doce que
reconocía que Pedro lo amaba más que todos los demás. Jesús sabía por qué lo
hacía. Estaba en todo su derecho de que sus apóstoles todos no tuvieran igual
responsabilidad o autoridad. Es todo lo
contrario, a un capricho o a una injusticia. Es una estrategia especial,
secreta por un tiempo, mientras pasan los tiempos de las naciones. Mientras
pasan los tiempos oscuros de la supremacía de Pablo. De la cautividad del
pueblo de Dios en Roma, en la patria de Pablo, en la Gran Babilonia
espiritual.
La
primera parte de la estrategia de Jesús con Juan era hacerlo su preferido, es
decir, su primogénito espiritual. Y la segunda parte de la estrategia empieza
cuando Jesús le entrega a Juan la custodia de su Madre, María, símbolo de la
Iglesia virgen, sin manchas, símbolo de la novia del cordero. Se la entrega al
primogénito. Esta estrategia empieza
cuando se la entrega en la cruz, haciendo de María y de Juan una unidad
indivisible. Tal como Jesús lo expresó en la cruz: «He ahí a tu hijo, he ahí a
tu madre».
254.
Jesús revelaba secretos importantes a Juan.
Juan
era el apóstol que estaba más cerca del Maestro, el apóstol que le preguntaba
las revelaciones más secretas, y los otros apóstoles, incluido Pedro, le pedían
a Juan que le preguntara algunos secretos al Maestro. En la última cena Juan
estaba recostado delante del pecho de Jesús, no estaban sentados a la mesa,
estaban recostados, a la usanza de la época.
Juan, durante esa última cena, para señal que debemos atender con
especial interés, era el apóstol que estaba más próximo a Jesús. Estaba
recostado y su cabeza quedaba delante del pecho de Jesús. Por eso Pedro le hizo
señas que le preguntara a Jesús por la identidad del traidor infiltrado entre
los doce apóstoles, el cual resultó ser Judas. Es deducible, que con esas
mismas señas avisa a Pedro apenas Judas toma el pan mojado. En ese momento solo
Juan y Pedro sabían que Judas era el traidor.
Juan
es aquel con quien llegó Jesús a identificarse en tan especial forma que, en la
cruz, antes de morir, le dijo a su madre, que ese era su hijo, y le dijo a Juan
que esa era su madre. Este gesto es un
hecho de gran trascendencia, que determina y define toda la historia del
cristianismo. Jesús, durante su vida,
descrita en los cuatro evangelios, había dicho que la Iglesia, es decir los que
oyen sus enseñanzas y las ponen por obra, son su madre y sus hermanos (Mateo
12: 46-50) (Marcos 3: 31-35) (Lucas 8: 19-21).
En
el apocalipsis, la visión de la virgen, que va a parir al Mesías, tiene una
corona de doce estrellas en su cabeza. Es la iglesia de los doce apóstoles de
Jesús. Estas son señales de Jesús, de
que lo que realmente le estaba confiando, como última voluntad en la cruz a
Juan. Era tanto su madre María, como también la Iglesia. Es necesario estar muy atentos a las señales
que Jesús dejó, para que el buscador de la verdad no sea conquistado por las
enseñanzas de Pablo, a quien Jesús no le confió la iglesia. Pablo fue atraído
por Pedro, para que Juan pudiese resguardar a la verdad virgen, pura.
255.
¿Jesús entregó la iglesia a Juan?
En
el apocalipsis, hay una señal que puede confirmar que Jesús le entregó
verdaderamente la Iglesia a Juan y no a Pedro. Dice que apareció en el Cielo
una señal “grande y maravillosa”. Una mujer revestida del sol, con la luna
debajo de sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta y gritaba por los dolores y
las angustias del parto. Pero apareció en el Cielo otra señal como antagonista:
Un enorme dragón, de color rojo encendido, que tenía siete cabezas y diez
cuernos y una diadema en cada cabeza.
Con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del Cielo, y las
arrojó sobre la Tierra.
Cuando
la mujer estaba a punto de dar a luz, el dragón se plantó delante de ella, para
devorar a su hijo tan pronto como naciera.
Ella dio a luz un hijo varón, que gobernará a todas las naciones con
puño de hierro. Pero ese hijo fue
arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono. Y la mujer huyó al desierto, a un lugar que
Dios le había preparado para que allí la sustentaran durante mil dos cientos
sesenta días (Apocalipsis 12: 1-6). Cuando el dragón se vio arrojado a la
Tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al Mesías. Pero a la mujer se le dieron las dos alas de
la gran águila para que volara al desierto, al lugar donde sería sustentada
durante un tiempo y tiempos y medio tiempo, lejos de la vista de la
serpiente. La serpiente, persiguiendo a
la mujer, arrojó por sus fauces agua como un río, para que la corriente la
arrastrara. Pero la tierra ayudó a la mujer: abrió la Tierra su boca y se tragó
el río que el dragón había arrojado por sus fauces. Entonces el dragón se enfureció contra la
mujer, y se fue a hacer guerra contra el resto de sus descendientes, los cuales
obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles al testimonio de Jesús
(Apocalipsis 12: 13-17).
Juan
es el águila que protege a la mujer lejos de la bestia y del falso profeta
(Apocalipsis 4: 7). Es este Juan, el que permanece, y al que le fue entregada
la madre de Jesús, justo antes de morir Jesús en la cruz. Para que Juan
protegiera a esa mujer, a esa Iglesia, mientras pasan los tiempos de las
naciones. Las cuales tratarán de pisotear las enseñanzas de Jesús y a los que
de verdad las siguen, para lo cual se han confabulado los príncipes de la
Tierra. han dado su respaldo a la bestia (iglesia romana) y al falso profeta
(Pablo), que han seducido y extraviado a las naciones. La virgen, la novia del cordero, requiere ser
protegida aparte, durante un tiempo, mientras pasa la cautividad espiritual de
la Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra.
Esa es la usurpadora, la hechicera, contraria a la Iglesia virgen que se
desposará con el cordero.
Si
a Pedro le dio el Señor la ramera. Si a Pedro no le dio el Señor a su madre, no
se la entregó para que la cuidara. Si la madre de Jesús, María, se la dio el
Señor en persona a Juan, entonces la iglesia la tiene Juan. Pedro es la base, la piedra sobre la cual
será edificada la iglesia. Y Juan, que es el águila, trae esa Iglesia del lugar
espiritual secreto, donde le fue dado esconderla, mientras pasan los tiempos de
las naciones. La trae después de estos tiempos sombríos de Pablo, y hace nido
con ella sobre la roca, sobre las naciones.
Entonces
es válido esperar que la virgen no esté en Roma, pero sí se va a aparecer. La
mujer con la corona de doce estrellas en su cabeza es la Iglesia de los doce apóstoles
de Jesús. La única Iglesia en la cual Jesús en carne y sangre fue el Pastor, el
ministro, el sacerdote. En la cual el mismo Jesús ofreció a Dios Padre, el
sacrificio de su propia carne y sangre.
Esa mujer también, a la vez, es la madre del Mesías. En una sola persona están las dos
identidades, haciendo de ella otra primogénita de todas las mujeres, con doble
herencia. Ella, María, es la mujer fiel,
es la contraparte de la ramera, de babilonia, la infiel.
256.
Las naciones son el rio que trata de ahogar la verdad.
Las
naciones enceguecidas, son El río que salió de la serpiente para ahogar la
palabra de Dios (ver apocalipsis 12: 15-17). Las naciones, con sus príncipes,
sus doctores de la ley, sus maestros, sus dirigentes, todos, seducidos y extraviados.
Siguiendo a ciegas a dos señores opuestos, siguiendo al Cristo y a Pablo a la
vez. Los dirigentes han terminado por
hacer que los creyentes traspasen a Jesús, aceptando como palabras de Dios, las
enseñanzas de simples seres humanos, entre ellos Pablo. Siendo ese el río de
enredos y engaños que salieron de la boca del dragón, de la serpiente, para
tratar de ahogar en ellos las enseñanzas de Jesús y de sus doce apóstoles.
Siendo
esta la más grande prueba a la que ha sido sometida la humanidad. La prueba que
más almas humanas ha hecho perecer. Es la abominable desolación en el lugar que
no debe. Es la prueba que no estaban esperando los seres humanos: ser engañados
por Pablo, aquel en quien confiaron. Para terminar, haciéndolos traspasar las
enseñanzas que salieron de los labios de Jesús, que es Dios.
Sin
darse cuenta, los gobernantes, los maestros de la palabra, los sabios, los
eruditos, todos, igual que hace dos mil años, se han confabulado para
menospreciar a Jesús, el Mesías. Se han unido para enseñar a las generaciones,
que un ser humano común y corriente, como Pablo, tiene el mismo valor de ser
enviado de Dios, de haber hablado palabras de Dios. Sin saberlo, se han confabulado para
asesinar, extraviándolas, las almas de miles de millones de seres humanos que
pusieron su confianza en ellos.
257.
Juan dará testimonio de Jesús una vez más.
Juan
ha de volver a profetizar (Apocalipsis 10:11). Entonces hablará verdades que
estaban en las escrituras, verdades que estaban anunciadas en las palabras de
Jesús. Pero que los cristianos no las percibían, porque sus ojos estaban vendados.
Tenían un velo en sus mentes, porque estaban extraviados con las enseñanzas de
Pablo y con los engaños de Luzbel. Esa supuesta rebeldía de Luzbel, que Pablo
respaldaba en sus epístolas. Los seres
humanos que han seguido las enseñanzas de Pablo, que han adulterado el
cristianismo, yéndose en pos de la voz de Pablo, no se esperaban esta sorpresa
de parte de Jesús. No se esperaban esta estrategia secreta, destinada a dar
armas de victoria, a su debido tiempo, a los hijos espirituales de los doce
apóstoles de Jesús. Para que pudieran burlar y evadir los engaños secretos y
sutiles, tanto los de Luzbel como los de su hijo, Pablo, camuflado de
apóstol. Juan vuelve y abre las puertas
de la verdad. Las personas que buscan la verdad tendrán su oportunidad en ese
momento de salir de las enseñanzas de Pablo. De no recibirlas como palabras de
su Dios, sino como palabras de humano.
LIBRO
IV
CAPITULO
21
LAS
ALMAS VUELVEN.
Juan
vive miles de años.
(Juan
21: 22-23)
258.
Esta generación no pasará hasta que todo se cumpla (Mateo 28: 18).
¿Pero
qué quiso decir Jesús con esto que no pasará esta generación? Ya van dos mil
años y miles de millones de seres humanos que han nacido, han vivido, y luego
han muerto sobre la faz de la Tierra. ¿Se equivocaría entonces Jesús? Por ningún motivo se trata de un error de
Jesús. Jesús no se equivoca. Jesús no
habla por hablar. Jesús no exagera. La
palabra que dio Jesús sobre que esta generación no pasará hasta que todo se
cumpla, es verdad. Esta generación no ha pasado, esta generación ha estado aquí
en la Tierra estos dos mil años. Esto
implica empezar a considerar que las almas están, que las almas vuelven. Así
como volvió el alma de Elías en Juan Bautista y él no lo sabía. Para esto
sucedió esa transmigración de esa alma.
Obviamente,
para poder creerle a Jesús, que esta generación toda estará hasta el día del
juicio, no le hemos creído a la epístola a los hebreos sus enseñanzas, que dan
a entender que para el hombree la venida a la tierra es solo una vez, que las
almas no pueden volver (Hebreos 9:27).
Realmente lo que ese autor, pretendió hacer fue destruir las enseñanzas
de Jesús. Ha sembrado sutiles errores, como ese que todo ser humano muere una
vez y luego viene el juicio. Las
naciones se han dejado seducir y extraviar, tal como fue anunciado en las
escrituras, por los apóstoles de Jesús.
259.
Algunos estarán vivos en la tierra hasta el día del juicio final (Mateo 16:28).
Jesús
enseñó que algunos de los que estaban con él, hace dos mil años, no probarán la
muerte hasta que vean venir el reino de Dios.
En el primero que piensa uno es en el apóstol Juan. Según Jesús, Juan permanecerá
hasta la única segunda venida de Jesús.
Pero según la enseñanza de Jesús, no solo Juan permanecerá, sino
algunos, (no se sabe cuántos, ni cuáles) permanecerán vivos hasta la segunda
venida de Jesús.
Se
sabe que a Pedro le dijo Jesús que no permanecería, sino que tendría que dejar
su tienda, como el mismo Pedro lo confirmó en sus epístolas (2ª Pedro 1:14). Pedro no es uno de los que permanecerá, pero
eso no quiere decir que Pedro haya fracasado, solo que no es uno de los que
permanecerán. Es necesario que el tiempo de Pedro termine. Pedro ha estado dos tiempos, dos mil años,
luego viene el milenio de Juan y luego viene el medio tiempo.
Estas
enseñanzas de Jesús, sobre la permanencia de las almas en la vida, fueron
desestimadas por la epístola a los hebreos, cuando enseña que para el hombre
está dado venir una sola vez a la tierra y luego es juzgado (Hebreos 9:27). En esa enseñanza el autor (sea quien sea),
dañó para sus seguidores la enseñanza de Jesús sobre la permanencia y el
regreso de algunas almas. El autor de
esa epístola (Hebreos) que los cristianos creen que es infalible palabra de
Dios, cortó para los suyos este valioso conocimiento. Sin el cual no se puede
entender la justicia de Dios, que aparentemente permite que muchos que hacen
iniquidad, no reciben su paga aquí en la Tierra. Pero si tenemos en cuenta que
las almas permanecen y pueden volver, entonces se entiende cómo las almas vienen
a pagar el mal que hicieron y a recibir bonificaciones por el bien que
hicieron.
260.
Los que matan los cuerpos no pueden matar las almas (Mateo 10:28).
Jesús
enseñó no temer a los asesinos y a los homicidas, que pueden matar los cuerpos
de los seres humanos, pero las almas no pueden matarlas. Hay que temer
solamente a aquel que sí puede enviar el cuerpo y las almas humanos a la
gehena. Con esta enseñanza Jesús da a
entender que las almas no mueren y que la verdadera muerte es la muerte del
alma, la segunda muerte, la muerte del día del juicio final. Todas las almas están vivas porque para Dios,
que no tiene tiempo, todas las almas viven en el mismo tiempo, por tanto, para
nada es imposible que Jesús haya dicho que Juan permanecerá hasta su segunda la
venida.
261.
Jesús dijo que la muerte es un sueño.
Jesús
dijo que él puede despertar personas de ese sueño que es la muerte. Jesús despertó a Lázaro de su sueño, de su
muerte y lázaro volvió a la vida (Juan 11:11).
Jesús despertó a una niña muerta, que era la hija de Jairo, y todos se
reían de Jesús pues sabían que la niña estaba muerta, pero para Jesús ella
dormía. Cuando Jesús la llama, ella
despierta (Mc 5:39). Jesús despertó del sueño de la muerte al hijo de la viuda
de Naím.
Jesús
dice que las almas humanas son como esas vírgenes que despertaron para recibir
a su novio el día de la boda. Estas enseñanzas
de Jesús han sido dejadas de lado por los maestros de la ley, pues le han dado
fe a las enseñanzas de la epístola a los hebreos, que dice que solo hay una vez
para las almas aquí en la tierra (Hebreos 9:27). Tan fuerte ha sido la seducción de una simple
epístola, que ha extraviado a toda la cristiandad, según fue anunciado por
Jesús.
Si
la muerte es un sueño, y las almas no mueren hasta el día del juicio final,
entonces, contrario a las enseñanzas de la epístola a los hebreos, las personas
pueden volver a despertar de ese sueño, y con mayor razón si Jesús las
despierta para cumplir una misión divina, como es el caso de Juan, que
permanece hasta la segunda venida de Jesús. Y como fue el caso de Juan
Bautista, portador del espíritu de Elías, aunque el mismo juan bautista lo
ignoraba.
262.
Jesús tiene las llaves de la muerte (Apocalipsis 1:18).
Jesús
enseñó que a él le fue dado por el Padre todo el poder en el Cielo y en la
Tierra (Mateo 28: 18). Jesús también
enseñó que, al tener todo el poder, le fueron dadas las llaves de la muerte y
del hades. Por lo tanto, al decir Jesús
que no pasará esta generación hasta que todo se cumpla, está haciendo uso de su
poder total y absoluto, que nadie además de Él posee. Jesús detuvo en la vida la generación que
estaba presente en el siglo primero.
Jesús está revelando algo muy grande sobre la vida de las almas.
Algo
que Pablo, y el autor de la epístola a los hebreos, impidieron que los
cristianos de las naciones conocieran.
Jesús, con todo su absoluto poder está enseñando que las almas no mueren
sino hasta la muerte del juicio final, se desprende de estas enseñanzas de
Jesús que supuestamente todos han estado aquí desde hace dos mil años.
263.
El que a cuchillo mata, a cuchillo muere.
Jesús
fue el que enseñó que el que a cuchillo mata a cuchillo muere. Jesús enseñó que el que tome la espada, a
espada morirá. Según Jesús, nadie que
cometa una injusticia o un crimen, aunque lo haga en secreto o sea un
gobernante, se quedará impune. Está el ejemplo del profeta Elías, quien en un
momento de celo y de ira degolló a los ochocientos cincuenta profetas de Baal,
aquellos profetas que alimentaba Jezabel, la reina de Israel, reina idólatra,
reina por tanto adúltera espiritualmente, reina ilegítima. Siglos después, Elías, siendo Juan en ese
momento, es degollado por petición de una reina de Israel, una reina ilegítima,
adúltera, mujer de Filipo, que era amante de Herodes, hermano de Filipo. Por eso fue que Jesús también enseñó que lo
que queramos que nos hagan los seres humanos, se lo hagamos nosotros a los
humanos, porque eso es el resumen de toda la ley de Dios y las enseñanzas de
los profetas. Aún para Elías hubo la
consecuencia de sus obras, siendo quién era.
Elías degolló y fue degollado. Elías
degolló a esos ochocientos cincuenta profetas de Baal, que estaban al servicio
de una reina de Israel ilegítima, porque era adoradora de ídolos, pero
cuatrocientos años después, otra reina de Israel, también ilegítima, porque era
la esposa del hermano de Herodes, mandó degollar a Elías. Si eso se hizo en Elías, ¿Que no se hará en
los demás hombres?
Esa
es la única forma en que puede entenderse la gran justicia de Dios, que estaba
oculta tras el velo falaz de las enseñanzas de Pablo, pero que al dejarlas de
lado se ve claro como la luz del sol, que Dios a nadie dejará impune, aunque
aparentemente pasen sin castigo los crímenes de los gobernantes, que mueren con
honores, además de los crímenes de tantos asesinos, que estaban ocultos, pues
toda alma, al permanecer, según Jesús, vuelve y tiene que pagar o recibir
beneficios según sean sus obras, y esa alma sufre igual que aquellos a quienes
hizo sufrir, sin saber que vino a esta tierra a pagar o a recibir
bonificaciones, como consecuencia de las obras de bien o de mal que hizo. Nada está oculto a los ojos de Dios y nada se
queda sin su justa, exacta y precisa recompensa. Lo que hagas a los hombres, eso te harán. Juan bautista murió degollado, porque Elías
había degollado. Juan el evangelista
vuelve y hace lo que le fue encomendado desde hace dos mil años, aunque ello
esté oculto a los extraviados seguidores de Pablo y del autor desconocido de la
epístola a los hebreos, y les creen a sus falacias de que las almas no pueden
ni permanecer ni volver, a eso vino Pablo con todos los suyos, a seducir y
extraviar a las naciones, y vaya que lo han conseguido, tal cual lo anunció
Jesús.
264.
Pedro estaba destinado a la cautividad.
El
que está destinado a la cautividad, a la cautividad irá. “Y el que esté destinado
a morir por la espada, a espada morirá.
En esto consisten la paciencia y la fe de los santos, el que tenga oídos
para oír, que oiga” (Apocalipsis 13: 9-10).
Los que están destinados a la cautividad o a la espada, no lo están por
capricho de Dios.
Algunos
lo están porque lo que siembres eso cosecharás.
El más importante ejemplo de esto es el de Juan bautista, que fue
degollado, porque Elías había degollado.
No es un capricho de Dios, que juega con las vidas y a unos les da bienes
de toda clase, mientras que a otros los condena a nacer de padres drogadictos,
madres prostitutas, hijos de ladrones y asesinos, niños que son violados, o
asesinados, sin que aparentemente Dios los proteja o le importe su desgracia,
como si hubieran sido condenados por un azar siniestro desde antes de nacer.
Pero
no todas las personas que sufren alguna desgracia son porque están pagando algo.
Pues algunos vienen destinados a sufrir, para que en ellos se manifieste la
gloria de Dios. Los discípulos le
preguntaron a Jesús sobre el hombre que había nacido ciego, y llevaba ya
treinta y nueve años ciego, si era que él había cometido algún pecado o estaba
pagando algo malo que hicieron sus padres.
Jesús les contestó que ese hombre había nacido ciego para que se
manifestara en él la gloria de Dios (Juan 9:3).
Así
mismo se puede decir de Jesús que estaba destinado a la cruz, no por sus
pecados, sino por los de todo el mundo.
Esteban estaba destinado a morir apedreado por una multitud al mando de
un tal Saulo de Tarso, un fariseo asesino.
Pedro fue destinado por Jesús para ir a la cautividad de la gran
Babilonia. Cautivo de Pablo. Mientras pasan “los tiempos de las naciones” y es
restaurada la verdad que había sido pisoteada. Las enseñanzas de Pablo y las
del "desconocido" autor de la epístola a los hebreos, taparon con un
fino velo invisible, estas verdades de Jesús sobre la vida de las almas. Sobre
su permanencia en la Tierra y sobre la posibilidad de volver las almas.
265.
Dios es Dios de los que están vivos, no de los muertos.
Dios
no es Dios de muertos, sino que es Dios de vivos, según enseñó Jesús. Jesús enseñó que Dios es el Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob, porque para Dios todos vivimos al tiempo (Mateo 22: 31-32)
(Lucas 20: 37-38). Para Dios no hay
tiempo, para Dios no hay un ayer, un hoy, un mañana, pues Dios es eterno. Por eso es por lo que el Padre y Jesús ya
saben “cómo les fue a todos los humanos” en esta vida, pues para ellos dos ya
se dio el juicio final. Dios no está
pendiente de lo que va a suceder en el porvenir. Para Dios todo sucede en un
instante llamado eternidad. Ya sabe Dios
quien se salvó y quien se condenó a sí mismo con su libre albedrío.
También
Jesús dice que Él es la resurrección y la vida. Que aquel que crea en Jesús no
morirá para siempre. Y todo aquel que vive y cree en Jesús, aunque esté muerto,
vivirá. Dice el apocalipsis, que los
hombres buscarán la muerte, y la muerte huirá de ellos. Jesús hablaba en el
monte de la transfiguración, con Moisés y Elías, vivos, delante de Pedro, Santiago
y Juan.
Todas
esas enseñanzas de Jesús, sobre la permanencia de las almas, han sido
desestimadas, por los seguidores de las enseñanzas del "desconocido"
autor de la epístola a los hebreos. Para
su propia perdición se engañaron las naciones, se dejaron seducir de las
palabras unos simples seres humanos, como Pablo. Se fueron más allá de de las
enseñanzas de Jesús. Traspasaron a Jesús por creerle al autor de la epístola a
los hebreos.
266.
Jesús enseñó sobre portadores de espíritus.
“Cuando
el espíritu inmundo sale del hombre, pasa por lugares áridos buscando descanso
y no encuentra reposo. Entonces dice: 'Volveré a mi casa de donde salí'; y
cuando llega, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. Entonces va, y toma consigo otros siete
espíritus más depravados que él, y entrando, moran allí; y el estado final de
aquel hombre resulta peor que el primero.
Así será también con esta generación perversa" (Mateo 12:
43-45).
Algunos
espíritus son bondadosos, pero otros son perversos, según enseñó Jesús.
Jesús
expulsó siete espíritus de la magdalena, y el endemoniado de Gerasa tenía una
legión de espíritus. Además, el espíritu de Elías vivía en Juan el bautista,
sin que Juan supiera que él era Elías.
Se entiende entonces que los espíritus que habitan en seres humanos son
espíritus de otros seres humanos. No espíritus puros malignos, ni espíritus de
animales, ni espíritus de plantas, son espíritus de seres humanos. Según Jesús es normal que los humanos sean
portadores de espíritus, portadores de almas.
Los espíritus moran en personas que les son afines por sus obras. Por
tanto, si alguien obra el bien, portará espíritus obradores del bien, pero si
alguien obra lo malo, portará espíritus afines a sus obras. Pero ¿Dónde moran
los espíritus? ¿En los cuerpos o en las mentes?
267.
Los apóstoles no terminaran de recorrer las ciudades de Israel.
Jesús
enseñó que cuando a sus discípulos los persiguieran en una ciudad, huyeran a
otra ciudad. Y si en esa los persiguen, huyan a una tercera ciudad. Que no
acabarían de recorrer las ciudades de Israel antes de que viniera el hijo del
hombre (Mateo 10:23).
Van
dos mil años, las ciudades del Israel espiritual se han multiplicado, con la
expansión de la gran Babilonia, la que lleva cautivo al pueblo de Israel
espiritual la roma que recibe las palabras de Pablo como palabra de Dios. Jesús no ha vuelto, y sus apóstoles murieron
hace siglos. Pero Jesús no se equivocó,
cuando dijo que ellos no terminarían de recorrer las ciudades de Israel antes
de que Jesús vuelva por segunda vez.
Hay
que hallar en las enseñanzas de Jesús la verdad de la vida de las almas y como
es su permanencia en la tierra, aunque los cuerpos mueran. En el cristianismo contaminado por las
enseñanzas de Pablo y por la epístola a los hebreos, son despreciadas muchas de
estas enseñanzas de Jesús. Por eso,
después de dos mil años, hay mucha confusión entre las naciones, que ignoran a
fondo las enseñanzas de Jesús. Pues les fueron reemplazadas por las epístolas
de Pablo y del autor de la epístola a los hebreos. Es verdad que los doce no han terminado de
recorrer las ciudades de Israel. Pero para entenderlo es necesario no adorar
como de Dios las enseñanzas de Pablo y de sus seguidores.
268.
Nada hay encubierto que no llegue a revelarse.
Jesús
enseñó que nada hay escondido que no llegue a descubrirse. Parecería que Jesús se equivocó, porque muchos
seres humanos se fueron a la tumba con secretos, de obras buenas. Y también
secretos de crímenes, que aparentemente se quedaron impunes, sin castigo, sin
saber quién fue el autor. Pero si es
verdad que las almas no mueren, si es verdad que nada se queda oculto y si es
verdad que nada se queda sin su recompensa, buena o mala, en esta Tierra,
entonces es porque es verdad que algunas almas no se van. Por lo que se
entiende que las personas pagan el mal y reciben premios, por el bien que
hicieron, aunque de momento está oculto a sus ojos.
Los
que se deleitan en la maldad ignoran esta ley de Jesús. Pues sabrían que tarde
o temprano, así sea siglos después, recogerán todo aquello que sembraron (Mateo
10:26). Por eso se ve en esta Tierra
tanta aparente injusticia de Dios, cuando a muchos les suceden males
inexplicables, mientras que algunos otros todo les sale aparentemente bien.
Si
no fuera por las palabras de Pablo y la epístola a los hebreos, el pueblo
sabría la verdad. Los paganos y los impíos se abstendrían de muchos males, y
todos los seres harían mucho bien. Puesto que nada se queda sin su
recompensa. El probador, el falso
profeta Pablo y sus seguidores, han de recoger el fruto de su trabajo. Los seguidores
de Pablo no van a poder decir que los engañaron, sino que ellos mismos se
engañaron con palabras humanas que recibieron como palabras de Dios.
269.
Cuando Jesús venga por segunda vez, todo ojo le verá.
Dice
el apocalipsis, que el día que venga el Señor, de improviso, con poder y
majestad, sobre las nubes del Cielo, todo ojo le verá. Y lo verán los que le
traspasaron. Y se lamentarán todas las tribus de la Tierra.
Al
decir que todo ojo le verá, no está diciendo que todos los ojos que estén en
esos momentos sobre la Tierra le verán. Está diciendo que todos los ojos de todos
los humanos le verán ese día. Ese día todos los ojos humanos estarán sobre la
tierra y sabrán que siempre estuvieron. Para que todo ojo le vea es necesario
que sin que haya una resurrección masiva previa, ostensible, todos estemos
aquí, y el Señor se presente a la hora menos pensada. Para Dios todos estamos
vivos hasta la muerte del alma, porque no somos cuerpos sino almas.
Y
al decir que se lamentarán todas las tribus de la Tierra, son todas. No excluye
a los cristianos, dice todos. Todo ojo
le verá y todo ojo se lamentará de alguna manera. Pero los que recibieron como
de Dios las palabras de Pablo se lamentarán aún más.
270.
Jesús eligió a Juan para que lo reciba en su venida.
Todas
las palabras que habló Jesús se han de cumplir, aunque en principio parezcan
imposibles para los seres humanos. La
segunda parte de la estrategia de Jesús con el apóstol Juan, llega a consumarse
completamente cuando Jesús le dijo a Pedro, que si Él, Jesús, deseaba que Juan
permaneciera hasta que Jesús viniera, así se cumpliría. Con lo cual estaba
decretando que así sería. Pues Jesús no hablaba por hablar. Ni Jesús hablaba
por jugar. Ni mucho menos Jesús hablaba por adornar las palabras. Ni por ver
que gesto hacían, o que iban a contestarle, las personas que lo oían. Además,
Jesús no se equivoca.
Toda
palabra hablada por Jesús es verbo vivo, es verbo creador, es verbo
celestial. Jesús no dijo que el apóstol
Juan no moriría, no dijo Jesús que el cuerpo de Juan viviría miles de años. Sino
que Jesús dijo que el alma de Juan permanecería hasta que Jesús volviera,
después de los milenios que ya han pasado. No hablaba Jesús, al decir que Juan
permanecería hasta su venida, que Juan en cuerpo y alma permanecería. Sino
solamente hablaba Jesús del alma de Juan.
Pasó
semejante que, con el otro Juan, el bautista, el del antiguo testamento, que dijo
Jesús que era el portador de la segunda parte del espíritu de Elías. Ese Juan
bautista era Elías. Pero cuando los judíos le preguntaban si él era Elías,
contestaba sin dudar que no lo era. Porque para Juan bautista estaba oculto que
era Elías. No porque Juan bautista tuviera el cuerpo de Elías. Sino porque era
el portador del alma de Elías. Juan
bautista era Elías, pero él ignoraba que era Elías. Pero a los ojos de Dios,
Juan bautista y Elías eran la misma persona, por el alma, porque para Dios la
carne no es lo que nos hace personas, sino el alma. El alma que no muere, sino
hasta el día del juicio final.
De
los dos juanes, tanto de Juan el bautista, como de Juan el evangelista, sus
almas permanecieron en la Tierra más allá de la vida de sus cuerpos. Esas almas
estuvieron en más de un cuerpo. Sus almas atravesaron los siglos, vivas aquí en
la Tierra. Sus almas, es decir, esas personas, hicieron trabajos para Dios. Cumplieron
misiones en un siglo y volvieron a hacerlo siglos después. Justo los dos
comisionados de preparar la venida de Jesús en sus dos venidas. Ambos, por coincidencia celestial tienen el
nombre de Juan.
271.
¿Juan ha permanecido dos mil años en la Tierra?
¿Cómo
puede ser esto? ¿Después de dos mil años, ese mismo Juan está entre nosotros y
ni él ni nosotros lo conocemos? ¿Dónde
estará el apóstol Juan ahora? ¿Cuál
cuerpo ocupa su alma? ¿Qué lenguaje
habla? Tal vez, (al igual que Juan el
bautista), este Juan ignora que es Juan, hasta que se revele lo que tenga que
hacer para Jesús en momentos dados de la historia. Así como el bautista
ignoraba que era Elías, este Juan, estará en la Tierra y no sabe que es portador
del alma de Juan el apóstol. Quien sabe quién reciba a Jesús En su segunda y no
sepa que es Juan.
Según
las enseñanzas de Jesús, este Juan ha permanecido en silencio y en secreto, al
cuidado del verdadero cristianismo, al cuidado de la virgen, que se va a
desposar con el cordero. Ha pasado el espíritu de Juan desapercibido por todas
las naciones, a la espera del tiempo señalado para él por Jesús.
Un
Juan recibió a Jesús la primera vez que vino y un Juan va a recibir a Jesús la
segunda vez que venga. Dos Juanes
reciben a Jesús en sus dos venidas. Y esos dos Juanes tienen doble porción de
espíritu, tienen el don de ser videntes. Y de los dos Juanes es la segunda
porción de espíritu la que recibe a Jesús. En las únicas dos veces determinadas
por el Padre para que Jesús, el cordero que está delante del trono, venga a la
Tierra a cumplir su misión celestial.
272.
Juan debe aparecer con un librito abierto.
Juan
recibió ese librito abierto, de las manos de un ángel y se le dijo: “Es preciso
que de nuevo profetices a los pueblos y lenguas” (Apocalipsis 10:11). Con esa profecía, Juan debe reconstruir el
templo de las verdades de Jesús y sus doce apóstoles, que fue destruido por
Pablo, con sus enseñanzas. Las verdades
que se dirán sobre el cristianismo no serán diferentes a las enseñanzas de
Jesús y su doce apóstoles. Solo que ya no serán más reverenciadas las
enseñanzas de Pablo, como palabras de Dios. Y esa sola diferencia hará que los
cristianos vean la luz de la palabra de Dios. No la verán como un reflejo que
ven unos prisioneros, en una cueva de ignorancia, por causa de unas falacias
que vendan sus ojos. Sino que estarán frente a frente ante la presencia de Dios
en sus cuatro evangelios, en sus escrituras sagradas. Verán la luz, no un
reflejo engañoso. No solo le es dado un
librito abierto, sino que Juan recibe la orden de volver a profetizar, volver a
enseñar la verdad de Jesús, la verdad traspasada.
273.
Juan debe medir la verdad de Jesús.
También
dice el Apocalipsis, que a Juan le fue dada una caña de medir que usaban los
constructores de ese tiempo. Se le ordenó que midiera el templo de la verdad,
que había sido destruido. Le fue dado a Juan, de las manos del ángel, el poder
de medir las verdades, diferenciándolas de las aparentes verdades. Y le fue
dado a Juan, al descubrir para los cristianos la verdad pura, sin añadiduras,
el poder de reconstruir el Templo de la verdad de Jesús. Templo que había sido
profanado y pisoteado, por las naciones seducidas por las enseñanzas de Pablo.
Viene la reconstrucción del templo por Juan. La cautividad del pueblo de Dios
en la Gran Babilonia espiritual, seducidos por las enseñanzas de Pablo ha de
terminar con Juan volviendo y midiendo la verdad.
Le
fue dicho a Juan, que no midiera el atrio exterior del templo de la verdad de
Jesús. Porque había sido entregado a los gentiles. Había sido entregado el
atrio exterior a la Gran Babilonia, dado a Pablo el césar romano espiritual. (Al
atrio del templo del pueblo de Israel, podían entrar los gentiles, más no podían
entrar al templo). Le fue dicho a Juan,
que los romanos, los lobos, al comando de Pablo, pisotearían la ciudad santa,
que es la verdad de Jesús. Le fue dicho a Juan que los hijos de la loba (Roma),
los hijos de la ramera pisotearían el templo sagrado de la verdadera palabra de
Dios. Pisotearían la ciudad santa, por un tiempo determinado, llamado los
tiempos de las naciones. Un tiempo de la
niebla, en el cual han reinado ya por dos mil años, el engaño y la impostura de
recibir como de Dios las palabras de Pablo.
Realmente
había un gran secreto bajo las catacumbas romanas. Un secreto guardado debajo
de la gran piedra de base sobre la cual Jesús levantará su templo. La revelación del secreto, sobre la verdadera
identidad de Pablo, abre las puertas de las catacumbas romanas, a las
multitudes que desean conocer bien a Jesús de Nazaret. Miles de millones de personas desearon
escuchar palabras que dieran luz, sobre la gran confusión de las naciones. Porque
no alcanzan a entender la verdadera justicia de Dios, debido a las palabras de
Pablo plantó desde el principio del cristianismo. Las multitudes no pueden entender el
cristianismo, porque la iglesia que reciben al nacer, con el paso de los siglos
ha tenido demasiadas contradicciones innegables. Las gentes se salen de la fe porque están
llenos de dudas y de preguntas sin solución.
Siempre
se supo que, en las criptas de la Roma espiritual, en las catacumbas
espirituales, estaban enterrados grandes secretos. Además, siempre se supo esos
secretos que trasformarán en un instante, con solo ser revelados, la historia
del cristianismo. Siempre se supo que se revelarían grandes traiciones
secretas, inesperadas e insospechadas. Y
es la verdad lo que suponían. Pero no esperaban oír que el verdugo de los seres
humanos era aquel en quien más habían confiado. No sabían cómo fue que Pablo,
entró en la huerta, sembró cizaña y Jesús dio la orden de dejar crecer la
cizaña hasta el día de la cosecha.
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