LA VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
CAPITULO
15
EL
CORDERO EN MEDIO DE LOS CUATRO EVANGELIOS.
En
ninguna otra parte de toda la Tierra es hallado Jesús.
195.
Los cuatro evangelios son como los cuatro que portaban el arca.
El
arca de la alianza, donde se conservaban los testimonios de la alianza entre
Dios y el pueblo de Israel, la llevaban cuatro personas. No podían ser más de
cuatro, ni menos de cuatro. Ellos portaban el arca de la alianza, pero no
podían tocarla, solo la portaban. Alguna vez uno de los portadores resbaló y se
apoyó en el arca e inmediatamente pereció. Los portadores eran solo los
portadores de ese tesoro. Así como los cuatro evangelistas, sus personas, solo
son los portadores de este tesoro celestial. No son más que esto.
Este
del arca de la alianza llevada por cuatro, es un símbolo de los cuatro
vivientes, que son los portadores eternos del testimonio de Jesús, que es la
nueva alianza entre Dios y toda la humanidad.
En medio de los cuatro portadores de esa arca espiritual está Jesús, el
cordero degollado. Nadie además de los
cuatro vivientes es portador del testimonio eterno de Jesús. Las enseñanzas de nadie
más tienen ese valor sagrado y eterno. Los cuatro evangelios son los cuatro
cuernos del poder que hay en ese altar, es decir: los cuatro evangelios son los
cuatro conos del conocimiento de Dios.
Los
cuatro vivientes fueron vistos alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 6),
y en medio del trono y de los cuatro vivientes fue visto el cordero eternamente
(Apocalipsis 5:6). Es absolutamente
necesario llegar a los cuatro vivientes, para conocer a Dios, es absolutamente
necesario reconocer que nadie además de los cuatro vivientes es imprescindible
para conocer a Dios. Quien desee conocer
a Dios no puede desconocer a los cuatro evangelios. Porque en nadie además de los cuatro
evangelios vive el testimonio de Jesús, por los siglos de los siglos. Sin pasar por los cuatro evangelios es
imposible acercarse a Dios. Cuando el Padre te lleva a donde Jesús, es a los
cuatro evangelios a donde Dios Padre te lleva, para que en los cuatro
evangelios halles a Jesús.
Las
enseñanzas de Pablo son un velo tendido sobre toda la humanidad para probarla.
Esas enseñanzas de Pablo no dejan ver la importancia de los cuatro testigos,
que son los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios. Todo el que vea a Jesús, al de los cuatro
evangelios, no se dejará extraviar de Pablo. Teniendo a los cuatro evangelios,
no necesitas que alguien te guíe hacia Dios, a nadie necesitas, porque los
cuatro evangelios te llevan directo a Jesús, a su presencia, en el trono de
Dios, ellos te presentan inmediatamente a Dios mismo, en persona. Los hombres
te pueden dar a conocer solamente el Jesús que hay en los cuatro evangelios, no
pueden darte los hombres a conocer a otro Jesús, pues no hay otro Jesús, sino
el de los cuatro evangelios. La suma de
los cuatro evangelios es Jesús.
196.
Jesús envió su testimonio en los cuatro Evangelios.
Jesús
se fue al reino de los Cielos, al lado de su Padre, en el trono de Dios. Según Jesús lo predijo, luego Él mismo envió
a sus palabras, su testimonio, como un regalo celestial, en sus cuatro
Evangelios (Mt 24: 35). Esos cuatro
evangelios aquí nos esperaban, cuando llegamos a la Tierra, miles de años
después. Los escritores terrenales de
los cuatro evangelios no hablaron de sí mismos en ellos, sino que revelaron
cuatro formas de conocer a Dios, y por eso al ver y oír sus frases, se ve y se oye
a Jesús, y no a ellos. Los escritores
terrenales de los cuatro evangelios, no se van más allá del mensaje puro de
Jesús, sin traspasarlo y sin adulterarlo.
No
se puede llegar a la presencia de Dios por otros senderos diferentes a su
palabra, a sus Evangelios. Los cuatro
evangelios son ineludibles e imprescindibles, para conocer a Dios Padre y a
Jesús el Hijo. Ellos son el espíritu de
Jesús, el espíritu santo. Los cuatro evangelios son el único sendero de la
perfección y el único sendero de la sabiduría verdadera para los
cristianos. No hay otro sendero, no hay
otra perfección, no hay otra verdad. Los
cuatro evangelios son Dios en espíritu, los cuatro evangelios son Dios en
verbo. Los cuatro evangelios son el
verbo eterno mismo en persona. Los
cuatro evangelios son las palabras de Jesús, son el Espíritu de Dios, enviado a
toda la Tierra, son la misma presencia de Dios.
197.
Los sabios del mundo menosprecian a los cuatro evangelios.
Hombres
sabios a los ojos de los hombres, pero indoctos a los ojos de Dios, engañados
por las enseñanzas de Pablo, menosprecian el alto valor de los cuatro
evangelios. Dicen que son muy imperfectos, comparados con los libros humanos de
los grandes escritores, porque los autores de los cuatro evangelios eran unos
hombres rudos, pescadores, incultos, hombres antiguos. Que por eso el valor
literario de los cuatro evangelios es deficiente, pero que se les perdona, por
ser los cuatro evangelios. Esa es una de
las razones por las cuales creen que hay libros superiores a los cuatro
evangelios, y que los cuatro evangelios se pierden en medio de muchas obras
magistrales de la literatura universal.
Pero
nada está más fuera de la verdad. Los libros de los hombres, empezando por las
enseñanzas de Pablo, son poca cosa, nada son todos los libros de los teólogos
del mundo cristiano, al lado del origen celestial de los cuatro evangelios. Los
cuatro evangelios no son palabras de hombres, sino que son las palabras de Dios
mismo, por lo que con las palabras de nadie se les puede comparar.
La
sabiduría dice que el hombre de Dios necesariamente debe reconocer que los
cuatro evangelios están fuera de comparación, son inalcanzables para los
autores humanos, son perfectos a los ojos de Dios, que es su creador, son el
verbo de Dios, son los libros de Dios, son las escrituras verdaderamente
sagradas, que Dios tiene eternamente delante de su trono. Si ante algo pudiera postrarse uno, hacer
reverencia, en toda la extensa Tierra, es ante estos cuatro evangelios. Los
sabios humanos, inducidos por las enseñanzas de Pablo, se dan el lujo fatal de
menospreciar su valor.
198.
El que lee los evangelios aquí, los lee allá en el Cielo.
No
es necesario irse hacia el pasado, para reconocer la veracidad y la
autenticidad de las palabras de Jesús, impresas en los cuatro evangelios, pues
son esas mismas palabras todo poderosas de Dios, las que atraviesan, sin
adulteraciones, los siglos, para dar, a todos los que crean en esas palabras,
la vida infinita. Esas palabras eternas
que están delante de ti cuando lees los cuatro evangelios, y a la vez están
delante del trono de Dios, esas palabras son el sendero, el puente al trono de
Dios y a la vida infinita. Al leerlas
aquí en la tierra, las estás leyendo delante del trono de Dios, tus ojos quedan
impresos en los cuatro seres vivientes.
Por tanto, al estar tú delante de ellas, leyéndolas u oyéndolas, estás
delante de Dios en Espíritu.
Esos
cuatro libritos, son la verdadera rosa de los vientos, que te guía por la vida
y te orienta. Sin los cuatro evangelios
errarías sin rumbo. Esos cuatro
vivientes, que han salido a soplar su Espíritu en la Tierra entera, de oriente
a occidente y de norte a sur, en todos sus confines, esas humildes palabras,
lejos de volver vacías a Jesús, están regando la Tierra con su lluvia, y dan
semillas a los sembradores, y son ellas, y solo ellas, el pan y el vino de la
vida infinita, la santa cena que compartimos, el santo grial, la sagrada copa. Esas palabras de los cuatro evangelios son el
cuerpo de Jesús y son su sangre (Juan 6: 53-63), y esas palabras de los cuatro
evangelios serán prosperadas en aquello para lo cual Jesús las envió a recorrer
la Tierra.
199.
Hablar el lenguaje de los cuatro evangelios.
Si
lees los otros libros y no los lees a ellos cuatro, los cuatro evangelios, no
puedes conocer a Dios, no conoces a Dios.
Pero si lees solamente esos cuatro libritos en toda tu vida y no deseas
leer más libros, sí llegas a conocer a Dios.
Leyendo solamente esos cuatro libritos, estás en la mismísima presencia
de Dios, descendida desde el trono celestial a la Tierra.
Para
ser oído delante de la presencia de Dios, es necesario hablar en el mismo
lenguaje de los cuatro evangelios. Si no
hablas el lenguaje de los cuatro evangelios, Dios si te oye, porque Él te oye
todo, pero no le da validez a tu adoración, puesto que no respetas sus
palabras, su verbo eterno, el que Él te envió y que conoces. Él sabe que
prestaste atención a sus palabras si hablas en sus términos.
Dios
no se deja convencer con discursos humanos, ni con argumentos. No serás escuchado por tu mucho hablar, ni
por tu elocuencia humana, sino por tu amor a esas palabras sagradas, que Él se
tomó el trabajo de traerte, pagándolas con su sangre.
Esas
palabras de Él en ti, en tu mente, son el sello de la alianza entre Jesús y tú.
Si Jesús en verdad es tu Maestro, tomas su mente y piensas como El. Con solo estar leyendo, o escuchando, o
conversando sobre las enseñanzas que hay en los cuatro evangelios, estás en la
presencia de Dios, solamente así conoces a Dios, no te dejes robar el lugar
santísimo, del templo de la verdad de Dios, con las enseñanzas de Pablo, ni con
las parábolas que se han inventado sus seguidores. Todos ellos son falsos profetas,
puestos ahí por Luzbel, autorizado por Dios, para probarte a ver si oyes la voz
de Jesús y usas sus palabras.
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