LA
VERDAD ORIGINAL DE JESÚS
LIBRO III
LAS
ESCRITURAS DE DIOS.
CAPÍTULO
12
(Los
cuatro evangelios)
167.
¿Dios tiene unas escrituras en su trono?
A
los ojos de los hombres, miles de escrituras son tenidas por escrituras
sagradas, están en su derecho de creerlo así y guiarse por esas escrituras, que
creen sagradas, pues tienen libre albedrío.
Son miles de escrituras, de todos los pueblos y de todas las religiones,
que los seres humanos dicen que son escrituras sagradas y no son del todo
erradas. Pero si nadie además de Jesús es el enviado del Cielo para los
cristianos, entonces nadie, además de Jesús, ha hablado palabras sagradas.
Escrituras
sagradas son las escrituras de Dios, no las de los hombres. Se supone que por eso es por lo que se les da
en nombre de sagradas. No son escrituras de Dios aquellas que, por miles de
años, los seres humanos de todos los pueblos han llamado escrituras
sagradas. Si algunos cristianos hablaron
y escribieron que estuvieron en el Cielo, delante del trono de Dios, el trono
de Dios solo les ha sido revelado en visión. Eso no las hace palabras sagradas.
El
verbo de Dios se revela al hombre natural en partes, eso es evidente, algunas
aproximaciones a las enseñanzas de Jesús, ya otros pueblos las tenían como
palabras sagradas, como la luz en los ojos, como las almas que vuelven, las
almas que permanecen, la continencia, el ayuno, la oración, son temas repetidos
en las diferentes religiones de toda la Tierra.
El hombre conoce algo de su Padre, aunque no todo, pues nadie había
recibido el espíritu sin medida, hasta que vino Jesús, directamente del cielo,
como el único enviado de Dios, portando el verbo eterno
Pero,
aparte de los aciertos humanos, de los iluminados de las religiones de los
diferentes pueblos, anteriores y posteriores a Jesús, y aparte de los aciertos
de los profetas de Israel, Jesús dice que solamente los cuatro evangelios son
escrituras de su trono, de su autoría, son su mismo verbo puro (Apocalipsis 4:
6-11). Los cuatro evangelios, según
Jesús, ellos en sí mismos, por contener el testimonio eterno de Jesús, son
cuatro ángeles, cuatro vivientes, que están delante del trono de Dios por los
siglos de los siglos. Fueron enviados desde el trono celestial, portadores del
verbo puro, portadores de la palabra viva de Dios. No hay otro libro sobre la tierra que tenga
ese origen celestial, no hay otro libro que estando en la tierra, a la vez esté
en la misma presencia de Dios, no hay otro libro que proceda de la mismísima
presencia de Dios.
El
verdadero puente entre Dios y los hombres es los cuatro evangelios, pertenecen
al cielo y son las puertas por las que los humanos podemos ir a la misma
presencia de Dios. No hay otro libro así
en toda la tierra, ni hay otra puerta así en toda la tierra, ni hay otro puente
así, no hay otro sendero así en toda la tierra.
Los cuatro evangelios son unas escaleras que descienden desde el Cielo,
para invitar a los hombres a ascender al reino de Dios, y ellos, que son los
ángeles de Dios, suben y bajan por ellas (Génesis 28:12)
Si
no hubiera cuatro libros vivos y eternos descendidos del Cielo, pudieran decir
los humanos, que las profecías de todos los pueblos, y los demás libros de los
muchos iluminados que dan a conocer “algo” de la verdad de Dios, son escrituras
sagradas, pero como sí hay cuatro libros descendidos del cielo, es imposible
que los cuatro evangelios se puedan comparar con los libros humanos, o decir
que valen lo mismo. Es lo mismo que
decir que las palabras y enseñanzas de Jesús, valen lo mismo que las palabras y
enseñanzas de los profetas, es lo mismo que pretende Pablo, cuando dice que
todas las escrituras tienen el mismo valor sagrado (2ª a Timoteo 3:16-17). Es lo mismo que no reconocer que Jesús es el
Cristo, que vino en carne y que solamente sus palabras son palabras de Dios.
Las
demás palabras y enseñanzas, aparte de los cuatro querubines (evangelios) de
Dios, son palabras y enseñanzas humanas, inspiradas algunas por Dios, pero
sujetas todas a tener verdades y errores, por ser humanas, no vienen en estado
puro como los cuatro evangelios. Toda
otra escritura, aparte de los cuatro evangelios, es humana, aunque haya sido
inspirada por Dios y aunque contenga muchas profecías verdaderas.
Solamente
los cuatro evangelios son divinos y humanos, por lo tanto, solamente los cuatro
evangelios son perfectamente escrituras sagradas, no son escrituras humanas
solamente, son celestiales también, por eso es por lo que son escrituras
sagradas a los ojos de Dios. El Padre
eterno se ha dado a conocer a los seres humanos, por medio del Hijo y por medio
del Espíritu de Jesús.
Como
son el espíritu de Jesús sin medida y sin error, los cuatro evangelios, son
iguales en su condición al Hijo de Dios, que por siempre fue divino y vino a la
tierra como humano. Así mismo, los
evangelios siempre han sido los cuatro vivientes que dan testimonio del
cordero, desde la eternidad y por la eternidad en el Cielo, en medio de ellos
está el cordero, por lo que, al venir el cordero, ellos también vinieron, por
medio humano, como testimonio del cordero por los siglos de los siglos.
Si
hubiera un solo libro, además de los cuatro evangelios, uno tan solo, que
tuviera para Dios el valor de escritura sagrada, entonces los profetas Isaías,
Ezequiel y Juan, hubieran visto cinco seres vivientes delante del trono de Dios.
Pero solamente hay cuatro vivientes, dando testimonio de Jesús de Día y de
noche por los siglos de los siglos.
Están
los cuatro evangelios alrededor del trono y, por lo tanto, para poder llegar al
trono de Dios, necesariamente el ser humano ha de pasar ante la presencia de
esos testigos. Si no es a través de
ellos cuatro, no se llega a conocer a Dios.
Para conocer a Dios verdaderamente, el ser humano puede pasar por alto
cualquiera otro libro, pero no puede pasar por alto los cuatro evangelios
sagrados.
Esos
cuatro libritos, más el libro de la vida, en el que son asentados los nombres
de los humanos que Dios eligió, son los que interesan para los humanos, solo
esos libritos de los otros que tiene Dios a su lado (Apocalipsis 20:12-15). Para
los cristianos los cuatro evangelios han de tener el mismo valor que para Dios
tienen los cuatro vivientes. Para poder ser uno con Él.
168.
Visiones humanas sobre los cuatro vivientes.
Todo
hombre, diferente a Jesús, que diga que subió al Cielo y volvió a la Tierra (Pablo en 2ª Corintios 12:2), pretende que sus palabras
sean celestiales, es anticristo, miente, es usurpador, sea quien sea, aunque
haya logrado seducir a la humanidad por dos mil largos años (Lucas 16:
19-31).
Por
su importancia, a continuación, puedes leer transcripción textual de las
revelaciones, que los profetas Juan, Isaías y Ezequiel, vieron desde la Tierra,
en visión, delante y alrededor del Trono de Dios. Las cuales describieron luego
como visiones que tuvieron del trono de Dios. No escribieron que habían ido al
Cielo, ni en cuerpo, ni en espíritu, puesto que nadie ha subido al Cielo, sino
aquel que ha descendido del Cielo, el hijo del hombre, que está en el Cielo. Según
enseñó Jesús. Nadie además de Jesús, ha
subido al Cielo y ha vuelto para contarlo, a sus discípulos. Nadie es tan importante, además de Jesús, nadie
tiene ese poder (Juan 1: 18) (Juan 3: 13) (Juan 6: 38) (Juan 6: 46) (Juan 7:
33). Ellos dejaron muy en claro que habían visto visiones, no se atrevieron a
decir que habían ido al trono de Dios.
Apocalipsis
4: Después
de esto miré, y allí en el cielo había una puerta abierta. Y la voz que me había hablado antes con
sonido como de trompeta me dijo: “Sube acá: voy a mostrarte lo que tiene que
suceder después de esto." Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un
trono en el cielo, y a alguien sentado en el trono. El que estaba sentado tenía
un aspecto semejante a una piedra de jaspe y de cornalina. Alrededor del trono había un arco iris que se
asemejaba a una esmeralda. Rodeaban al trono otros veinticuatro tronos, en los
que estaban sentados veinticuatro ancianos vestidos de blanco y con una corona
de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos, estruendos y truenos. Delante del trono ardían siete antorchas de
fuego, que son los siete espíritus de Dios, Y delante del trono había como un
mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono,
cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. El primer ser viviente era semejante a un
león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de
hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro seres
vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de
ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios
Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. Cada vez que estos
seres vivientes daban gloria, honra y acción de gracias al que estaba sentado
en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro
ancianos se postraban ante él y adoraban al que vive por los siglos de los
siglos. Y rendían sus coronas delante
del trono exclamando: "Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la
gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad
existen y fueron creadas."
Isaías
6: 1-7: El
año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado en un trono excelso y
elevado, y sus haldas llenaban el templo.
Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada uno tenía
seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y
con el otro par aleteaban, y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo,
es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria.». Se
conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la casa
se llenó de humo. Y dije: «Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de
labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito, porque mis ojos han
visto al Rey, el Señor de los ejércitos.»
Entonces voló hacia mí uno de los serafines, con una brasa en la mano,
que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi boca y dijo: «He
aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está
expiado.»
Ezequiel
1: En
el día quinto, del mes cuarto, del año treinta, mientras me encontraba entre
los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí
visiones de Dios. Habían pasado cinco
años y cinco meses desde que el rey Joaquín fue deportado. (En este tiempo,
mientras Ezequiel hijo de Buzí estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de
los caldeos, el Señor le dirigió la palabra, y su mano se posó sobre él.) De pronto me fijé y vi que del norte venían
un viento huracanado y una nube inmensa rodeada de un fuego fulgurante y de un
gran resplandor. En medio del fuego se
veía algo semejante a un metal refulgente. También en medio del fuego vi algo
parecido a cuatro seres vivientes, cada uno de los cuales tenía cuatro caras y
cuatro alas. Sus piernas eran rectas, y
sus pies parecían pezuñas de ternero y brillaban como el bronce bruñido. En sus cuatro costados, debajo de las alas,
tenían manos humanas. Estos cuatro seres tenían caras y alas, y las alas se
tocaban entre sí. Cuando avanzaban no se
volvían, sino que cada uno caminaba de frente. Sus rostros tenían el siguiente
aspecto: de frente, los cuatro tenían rostro humano; a la derecha tenían cara
de león; a la izquierda, de toro; y por detrás, de águila. Tales eran sus caras. Sus alas se desplegaban hacia arriba. Con dos alas se tocaban entre sí, mientras
que con las otras dos se cubrían el cuerpo.
Los cuatro seres avanzaban de frente. Iban adonde el espíritu los
impulsaba, y no se volvían al andar. Estos
seres vivientes parecían carbones encendidos, o antorchas, que se movían de un
lado a otro. El fuego resplandecía, y de
él se desprendían relámpagos. Los seres
vivientes se desplazaban de un lado a otro con la rapidez de un rayo. Miré a los seres vivientes de cuatro caras, y
vi que, en el suelo, junto a cada uno de ellos, había una rueda. Las cuatro ruedas tenían el mismo aspecto, es
decir, brillaban como el topacio y tenían la misma forma. Su estructura era tal
que cada rueda parecía estar encajada dentro de la otra. Las ruedas podían avanzar
en las cuatro direcciones sin tener que volverse. Las cuatro ruedas tenían
grandes aros y estaban llenas de ojos por todas partes. Cuando los seres
vivientes avanzaban, las ruedas a su lado hacían lo mismo, y cuando se
levantaban del suelo, también se levantaban las ruedas. Los seres iban adonde
el espíritu los impulsaba, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos,
porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Cuando los
seres se movían, las ruedas también se movían; cuando se detenían, las ruedas
también se detenían; cuando se elevaban del suelo, las ruedas también se
elevaban. Las ruedas hacían lo mismo que ellos, porque el espíritu de los seres
vivientes estaba en las ruedas. Sobre las cabezas de los seres vivientes había
una especie de bóveda, muy hermosa y reluciente como el cristal. Debajo de la
bóveda las alas de estos seres se extendían y se tocaban entre sí, y cada uno
de ellos tenía otras dos alas con las que se cubría el cuerpo. Cuando los seres
avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas
aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un campamento
militar. Cuando se detenían, replegaban sus alas. Luego, mientras estaban
parados con sus alas replegadas, se produjo un estruendo por encima de la
bóveda que estaba sobre sus cabezas. Por encima de esa bóveda había algo
semejante a un trono de zafiro, y sobre lo que parecía un trono había una
figura de aspecto humano. De lo que parecía ser su cintura para arriba, vi algo
que brillaba como el metal bruñido, rodeado de fuego. De su cintura para abajo,
vi algo semejante al fuego, y un resplandor a su alrededor. El resplandor era
semejante al del arco iris cuando aparece en las nubes en un día de lluvia. Tal
era el aspecto de la gloria del Señor.
Ante esa visión, caí rostro en tierra y oí que una voz me hablaba.
Ezequiel
10: Después
miré, y sobre la bóveda que estaba encima de la cabeza de los querubines, vi
una especie de piedra de zafiro que tenía la forma de un trono. Y el Señor le dijo al hombre vestido de lino:
"Métete entre las ruedas que están debajo de los querubines, toma un
puñado de las brasas que están entre los querubines, y espárcelas por toda la
ciudad." Y el hombre se metió allí,
mientras yo miraba. En el momento en que
el hombre entró, los querubines estaban en la parte sur del templo y una nube
llenaba el atrio interior. Entonces la
gloria del Señor, que estaba sobre los querubines, se elevó y se dirigió hacia
el umbral del templo. La nube llenó el
templo, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria del Señor. El ruido de las alas de los querubines
llegaba hasta el atrio exterior, y era semejante a la voz del Dios
Todopoderoso. El Señor le ordenó al
hombre vestido de lino: "Toma fuego de en medio de las ruedas que están
entre los querubines." Así que el hombre fue y se paró entre las ruedas.
Uno de los querubines extendió la mano, tomó el fuego que estaba entre ellos, y
lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Aquél lo recibió y se fue.
(Debajo de las alas de los querubines se veía algo semejante a la mano de un
hombre.) Me fijé, y al lado de los querubines vi cuatro ruedas, una junto a
cada uno de ellos. Las ruedas tenían un aspecto brillante como el crisólito.
Las cuatro ruedas se asemejaban, y parecía como si una rueda estuviera encajada
en la otra. Al avanzar, podían hacerlo en las cuatro direcciones sin necesidad
de volverse. Avanzaban en la dirección a que apuntaba la cabeza del querubín, y
no tenían que volverse. Todo el cuerpo, la espalda, las manos y las alas de los
querubines, al igual que las cuatro ruedas, estaban llenos de ojos. Alcancé a
oír que a las ruedas se les llamaba "círculos". Cada uno de los
querubines tenía cuatro caras: la primera, de querubín; (¿Toro?) la segunda, de
hombre; la tercera, de león; y la cuarta, de águila. Los querubines, que eran
los mismos seres que yo había visto junto al río Quebar, se elevaron. Cuando
avanzaban, las ruedas a su costado hacían lo mismo; cuando desplegaban sus alas
para levantarse del suelo, las ruedas no se apartaban de ellos; cuando se
detenían, las ruedas hacían lo mismo; cuando se levantaban, las ruedas se
levantaban también, porque el espíritu de esos seres vivientes estaba en las
ruedas. La gloria del Señor se elevó por encima del umbral del templo y se
detuvo sobre los querubines. Y mientras yo miraba, los querubines desplegaron
sus alas y se elevaron del suelo, y junto con las ruedas salieron y se
detuvieron en la puerta oriental del templo del Señor. La gloria del Dios de
Israel estaba por encima de ellos. Eran los mismos seres vivientes que, estando
yo junto al río Quebar, había visto debajo del Dios de Israel. Entonces me di
cuenta de que eran querubines. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y
bajo las alas tenían algo que se parecía a las manos de un hombre. Sus caras eran
iguales a las que yo había visto junto al río Quebar. Cada uno de ellos caminaba de frente.
169. Comparación de esas visiones del trono.
a)
Isaías no escribió el número de los serafines que vio
en visión delante del trono de Dios, ni reveló sus identidades, pero Ezequiel y
Juan escribieron que vieron cuatro serafines, delante y alrededor del trono de
Dios, rodeándolo eternamente.
b)
Isaías escribió que los serafines tienen seis alas
cada uno, tal cual vio Juan que tenían seis alas.
c)
Isaías escribió que los serafines dicen eternamente:
«santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos, llena está toda la Tierra de
su gloria», que es lo mismo que oyó Juan, que decían los serafines: «Santo,
santo, santo es el Señor Dios, el todopoderoso, el que era, el que es y el que
ha de Venir».
d)
Ezequiel recibió la visión en forma parecida a Juan,
ambos estaban deportados, presos, cautivos, secuestrados.
e)
Ezequiel describió los rostros de los serafines en el
mismo orden en que están los evangelios en las escrituras: Al frente hombre
(Mateo), derecha león (Marcos), izquierda toro (Lucas) y atrás águila
(Juan). Pero Juan describió los
serafines en el orden en el que se cree que fueron escritos en la tierra, en el
orden de su aparición como evangelios de Jesús, aquí en la Tierra: Marcos
(León), Lucas (Toro), Mateo (hombre) y Juan (Águila)
f)
Las alas cubrían a los serafines, como vieron Isaías,
Ezequiel y Juan.
g)
Las ruedas avanzaban en todas las direcciones, y
estaban entrelazadas entre sí las cuatro ruedas. Con las alas estaban unidos
entre sí los cuatro vivientes, y aquí en la Tierra están entrelazados los
cuatro evangelios.
h)
Encima y en medio de ellos cuatro, tanto en el Cielo,
en los vivientes, como en la Tierra, en los evangelios, está el Señor, está su
gloria.
i)
Según Ezequiel, los vivientes estaban en el Cielo y
las ruedas estaban en la tierra. Las ruedas son los cuatro evangelios. Las ruedas hacían lo mismo que hacían los
vivientes, porque el espíritu de los vivientes estaba en las ruedas. En las visiones de Ezequiel está descrita la
igualdad, la identidad que hay entre los querubines en el Cielo y las ruedas en
la Tierra, que son los evangelios. Los
unos y los otros son los mismos, estando los vivientes en el trono de Dios y los
evangelios en la Tierra. Todo lo que Ezequiel
vio de las ruedas, es perteneciente a los cuatro evangelios.
j)
Las ruedas de la visión de Ezequiel estaban llenas de
ojos y también los cuatro vivientes en la visión de Juan. Las ruedas son los cuatro evangelios, en los
cuales miles de millones de seres humanos, hemos puesto los ojos para leerlos,
ahí están los ojos de todos los que los hemos leído.
k)
En medio de las cuatro ruedas, aquí en la Tierra,
había fuego sagrado. En el trono de Dios, también fue visto fuego sagrado, en
el altar sobre el que está el cordero de Dios, el cordero degollado, el cordero
sacrificado. Porque en medio de los cuatro vivientes está el Señor, por tanto,
en medio de los cuatro evangelios es el altar de la palabra de Dios. Solo en medio de los cuatro evangelios está
el testimonio de Jesús, el testimonio autorizado desde el Cielo eternamente,
desde la creación del mundo, por los siglos de los siglos, sin fin.
l)
Ninguno de estos tres profetas, Juan, Isaías y Ezequiel,
dijo que fue al cielo, al trono de Dios, sino que los tres vieron una visión
del trono de Dios, para los seres humanos.
Pablo, infiel a la verdad, escribió haber subido a un supuesto tercer
cielo, cuando en verdad solo Jesús ha subido al cielo y ha vuelto a la
tierra. Nadie ha subido al cielo y ha
vuelto a bajar. El usurpador, el
seductor de las naciones, el anticristo, mintió al decir que subió al Cielo y
volvió a bajar. Mintió al decir que subió a un tercer cielo, inventando
leyendas sobre varios cielos, todo para hacer creer a sus seguidores, que él
había descendido del Cielo con autoridad y palabras de Dios.
m)
Pablo traspasó este testimonio de los cuatro
serafines. Tenía que pasar por encima del carácter sagrado y único de los
cuatro evangelios, para poderse infiltrar en el cristianismo con un supuesto
quinto evangelio (Romanos 2:16). Evangelio falso, de apóstol falso. Testimonio
con muchas verdades y algunas mentiras. Trabajo de hábil artista, trabajo sutil
de falso profeta. Nadie puede ser autor
de un quinto evangelio, autorizado desde el trono de Dios, porque no hay cinco
serafines delante del trono de Dios. De ser Cierto que pudiera haber, aunque
fuera tan solo un quinto evangelio, autorizado desde el trono de Dios, además
de los cuatro serafines por todos reconocidos durante estos dos mil años, estos
tres profetas, Juan, Isaías y Ezequiel, hubieran visto no cuatro, sino cinco
serafines, delante del trono de Dios.
170.
Los cuatro evangelios son cuatro ángeles.
Los
cuatro evangelios son los cuatro querubines, los cuatro serafines, los cuatro vivientes,
los cuatro testigos, que dan testimonio de Jesús y de sus obras, delante del
trono de Dios, junto al trono de Dios y alrededor del trono, por toda la
eternidad. Evangelio, querubín, serafín,
ángel, viviente, testigo, quieren decir lo mismo allá delante del trono de Dios
y también aquí, sobre la faz de la Tierra.
La palabra evangelio contiene a la palabra ángel dentro de sí, porque la
palabra ángel define la identidad de la palabra evangelio, y es la esencia
misma del evangelio, es verbo, es palabra de Dios. Evangelio es portador de un querubín,
evangelio es portador de un ángel, ni más, ni menos.
Evangelio
no es un libro semejante a todos los demás libros que han sido escritos sobre
la faz de la tierra. Evangelio no es un
libro sin vida propia. Evangelio es en sí mismo, un espíritu de Dios, que
muestra la vida de Dios, que muestra la vida de Jesús, a los seres humanos. Evangelio es un ángel creado por Dios, para
dar a conocer a Jesús, que es Dios, cuando es leído por un ser humano.
Los
cuatro evangelios tienen una autoridad y un poder diferente a cualquiera otro
libro o palabra, sobre la faz de la Tierra, pues en ellos cuatro y solo en
ellos cuatro, fue dado el verbo eterno a la humanidad. De todos los libros que
han sido escritos sobre la Tierra, durante todo el tiempo de la humanidad
habitando la Tierra, solamente en las palabras de los cuatro evangelios, está
presente por todos los siglos, el verbo eterno.
En ninguna otra parte, de toda la Tierra, está ese verbo sagrado. Todo
lo que hay en la Tierra pasará, pero los cuatro evangelios no pasarán. Los
cuatro evangelios son eternos. Los cuatro evangelios son el verdadero santo
grial, los cuatro evangelios son el verdadero cáliz sagrado, que contiene la
sangre espiritual de Jesús, para que la bebamos y vivamos eternamente (Juan 6:
53-63).
Pablo
enseñó, que el testimonio de Jesús no era propiedad exclusiva de los cuatro
evangelios, y esa falacia la dijo cuándo se refería a “su evangelio” (2ª
Corintios 12:2). Pablo escribió, por lo
tanto, que las palabras y enseñanzas de Jesús, vienen también en otros
libros. Pablo trató de insinuar que hay
otros evangelios válidos, aparte de los cuatro evangelios, y que hay
testimonios válidos de Jesús, procedentes de otros profetas. Tenía que tratar de destruir Pablo, el
carácter sagrado y único de los cuatro evangelios, pues solo así le era posible
usurpar la verdad de Jesús y engañar sutilmente, por dos mil largos años, a las
naciones, extraviar a todos sus sabios, sus escribas y sus teólogos.
171.
Los cuatro evangelios vuelan por los aires (Apocalipsis 4: 8).
Esos
cuatro querubines (serafines), en palabras, porque esos cuatro espíritus son
palabras, son los espíritus del verbo eterno. Esos cuatro ángeles, se levantan
de las palabras escritas en esos cuatro libritos, multiplicados por miles de
millones de ejemplares, impresos en toda la Tierra, y vuelan hasta los ojos de
todos aquellos que los leen. Entran en las mentes, y hace morada el verbo en las
almas.
Las
frases de los cuatro evangelios vuelan por los aires, desde los labios de quien
los pronuncia, para entrar a vivir en las almas de quienes los oyen. Esos
cuatro ángeles moran en las almas humanas, cuando el Espíritu de Jesús, que está
en los cuatro evangelios, entra, por su lectura, en las mentes. No es en los cuerpos que entran los cuatro
evangelios. Aunque las letras son imágenes y las palabras son sonidos, ambos
del mundo físico, las palabras que vuelan por los aires en forma de letras y
sonidos son producidas para las mentes. Los cuerpos mueren, pero las almas no
mueren, sino hasta el día del juicio, cuando muchas almas en verdad morirán.
Tal
vez por eso es por lo que los tres profetas que vieron a los cuatro vivientes
los vieron todos llenos de alas. Alas de letras que vuelan por el aire para
entrar por los ojos. Y alas en sonidos que vuelan por el aire para entrar por
los oídos. Esas alas han realizado miles de millones de vuelos, desde los
cuatro evangelios, para entrar por los ojos y los oídos de los miles de
millones de bien aventurados.
172.
Los cuatro evangelios han volado a través del tiempo.
Se
puede decir que los cuatro evangelios también son alados, como fueron vistos
delante del trono de Dios, porque los cuatro evangelios han atravesado los
siglos, han volado a través de los siglos, influyendo y transformando las
lenguas y los idiomas. Los cuatro
evangelios han sido entregados, de una generación a otra, durante dos mil años,
han volado a través de las generaciones, de los libros a las mentes y han
transformado civilizaciones humanas.
Ni
los lenguajes en su evolución, ni la ciencia humana, con todo lo que ha
descubierto, ni las costumbres de los muchos pueblos, que los han recibido, han
afectado a los cuatro evangelios. Pues son los únicos portadores del verbo
eterno y no pasarán. Antes, por el
contrario, los cuatro evangelios han influido en todos los órdenes de las
naciones, influyendo en como hablan los pueblos, en como aplican las ciencias a
sus vidas y costumbres. Los cuatro evangelios han sido saludables para las
naciones, han ayudado a las naciones, han mejorado a las naciones, han dado a
las naciones una sabiduría que solo viene de ellos.
A
los cuatro evangelios no hay que cuidarlos, para que los pueblos no los
deformen, ellos cuatro son indestructibles, pues son el verbo creador. Los cuatro evangelios han sido pisoteados,
por los pueblos y las naciones influidos por las enseñanzas de Pablo. Las naciones
han pretendido mezclar a los cuatro evangelios, con las enseñanzas de Pablo,
pues las reciben y las adoran como si fueran palabras de Dios. Pero todos los que
han tratado de modificarlos han muerto y los cuatro evangelios han permanecido,
pues son inmodificables, como inmodificables son los cuatro querubines. Los cuatro evangelios son inmutables. No hay que temer porque estos cuatro
evangelios no sean adulterados, ni hay que proteger a los cuatro evangelios,
pues ellos son los que nos protegen, ellos nos cuidan, ellos nos guían. Es como
si volaran como nubes por encima de los pueblos.
Estos
cuatro evangelios han sido la luz de las naciones por dos mil años. Estos
cuatro evangelios, estos cuatro ángeles son los cuatro códigos de Dios, son
cuatro testigos, han influido en el lenguaje de los pueblos, a los cuales han
llegado. Los valores cristianos han influido en todos los sistemas de
pensamiento y en todas las culturas, aunque estas no sean cristianas. Sus
líderes anticristianos han tenido en cuenta partes de esas palabras sagradas,
han sido afectados para bien por Jesús y sus enseñanzas. La civilización atea
ha tenido unos códigos morales, influidos poderosamente por el cristianismo de
Roma, por el cristianismo de Jesús mezclado con las enseñanzas de Pablo.
173.
El tetramorfo del arte en los templos y en los libros.
Los
antepasados, durante estos dos mil años, dejaron miles de mensajes simbólicos,
en obras de arte, sobre la identidad de los cuatro querubines, sobre la
identidad eterna que hay entre los cuatro querubines y los cuatro evangelios,
sobre que son absolutamente idénticos, sobre que comparten la misma esencia
sagrada, los cuatro querubines en el trono de Dios y los cuatro evangelios,
sobre la faz de la Tierra
Han
quedado decenas de miles de testimonios en estos dos mil años, en pinturas, en
frescos, en óleos, en retablos, en esculturas de piedra y de bronce, de oro, de
plata, en tallas de madera, en las tapas de antiguos libros, y en templos en
toda la Tierra, sobre todo en Europa, desde los primeros siglos, durante la
edad media y en tiempos posteriores.
El
tetramorfo, las cuatro formas, es el nombre que le fue dado en la cultura
occidental, en el arte románico, a los testimonios que dejaron los antepasados,
advirtiendo que los cuatro evangelios sí son los cuatro querubines, que hay
delante y alrededor del trono de Dios, por toda la eternidad.
Quien
busque en la historia, hallará hoy, decenas de miles de testimonios artísticos
antiguos, en las iglesias, en las catedrales, en los seminarios, en pastas de
libros, en tallas en madera; hallará miles de expresiones artísticas, creadas
hace miles de años dando testimonio humano, que, desde el principio del
cristianismo, ya se sabía cuál era la verdadera identidad terrenal de los
cuatro querubines celestiales.
174.
La identidad de los cuatro vivientes salta a la vista.
Los
mensajes, que dan testimonio sobre los cuatro escritores de los cuatro
evangelios y sus símbolos delante del trono de Dios, dicen que el ángel está en
mateo, el león está en marcos, el toro está en Lucas y el águila voladora está
en Juan. Están los símbolos de los cuatro evangelistas unidos a los cuatro
vivientes en las puertas de entrada a las pequeñas capillas, también en las
puertas de las grandes catedrales y delante de los altares, para que las
personas no puedan decir que no vieron, esos testimonios sobre la identidad de
los cuatro serafines, o que el mensaje no era importante. Que esa identidad de
los cuatro no les saltó a la vista en silencio. Obviamente los evangelistas no
son los cuatro vivientes, sino los receptores de ellos.
Estos
testimonios escultóricos y pictóricos sobre la identidad de los cuatro
serafines y los cuatro evangelios, también están en las cúpulas de miles de
templos cristianos desde los primeros siglos, para que cuando una persona
elevara distraída la vista hacia lo más alto del templo, hacia la cúspide, como
si elevara su visión hacia los cielos, allá arriba hallaría las
representaciones de los cuatro escritores de los evangelios y sus
correspondientes símbolos celestiales, y en medio de los cuatro, se ve el cordero
de Dios, se ve Jesús, herido de muerte y resucitado.
Igualmente
están, no por siglos humanos, no en lugares humanos, sino por los siglos de los
siglos, por toda la eternidad, los cuatro seres vivientes, los cuatro
querubines, delante y alrededor del trono de Dios, que dan testimonio del hijo
de Dios y de sus obras maravillosas.
Todos podemos dar testimonio valido de Jesús, pero solamente basados en
esos cuatro evangelios, en esos cuatro únicos testimonios autorizados,
descendidos del Cielo. No ha habido, ni hay, ni habrá, un quinto evangelio
aprobado por Dios. Si Dios tuviera reservado un quinto evangelio para ser
revelado a la humanidad, los profetas Isaías, Ezequiel y Juan, hubieran visto
cinco seres vivientes delante y alrededor del trono de Dios y estarían en todo
el mundo dando testimonio de que serían cinco y no cuatro.
175.
Los cuatro vivientes están llenos de ojos.
Todos
los que hemos leído los cuatro evangelios, hemos puesto los ojos en ellos
(Apocalipsis 4:8). Los profetas Juan,
Isaías y Ezequiel vieron a los cuatro vivientes, a los cuatro testigos, llenos
de ojos por todas partes porque llevan los ojos de todos los que los hemos
leído. Allá, en los cuatro serafines, en
los cuatro vivientes, están nuestros ojos, que pusimos en ellos, unidos a los
ojos de miles de millones de seres humanos, que hemos tenido el privilegio de
leer los cuatro evangelios, las escrituras sagradas de Dios.
Cuando
ponemos los ojos en los cuatro evangelios, para leerlos aquí en la Tierra, o
cuando leemos una parte de los cuatro evangelios, nuestros ojos quedan puestos
en los cuatro vivientes, delante de la presencia misma de Dios, allá en los
Cielos, delante y alrededor del trono de Dios. Nuestras almas, en ese instante
que leían los cuatro evangelios, estaban ante la presencia de Dios. En ninguno otro momento, los seres humanos de
carne y hueso, estamos delante de la presencia de Dios, sino cuando estamos
delante de los cuatro evangelios. Solo
en ese instante y en ninguno otro instante, los seres humanos de carne y
huesos, hemos estado delante de la puerta al reino de los Cielos, solo en ese
instante hemos podido conocer a Dios, en el cordero.
Estos
cuatro evangelios son las escalas que descienden entre el Cielo y la
Tierra. Los cuatro evangelios son el
sendero estrecho del alma hacia la presencia de Dios. Sendero que desciende de
la presencia de Dios hasta las mentes humanas.
Estos cuatro evangelios son la puerta misma a la presencia de Dios, al
más allá, (almas allá), a un Reino que no es de este mundo. Al ver los cuatro evangelios vemos la luz,
vemos a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el hijo del hombre. Los cuatro evangelios son cristales, son
lentes sagrados, que le permiten ver, a nuestros ojos humanos, el más allá
celestial, el trono de Dios. Solo a
través de esos cuatro lentes, podemos ver a Dios, que es Jesús, en su trono,
(Juan 1:51)(Génesis 28:12), y podemos ver la Tierra y a los seres humanos con
los ojos que los veía Jesús, como unas gafas que nos envía el creador para
verlo a Él y ver a los seres humanos.
176.
Los cuatro evangelios son eternos.
Por
la negación de Jesús y por la negación de los cuatro evangelistas, solamente
está escrito el verbo eterno en los cuatro evangelios, solamente están las
palabras del Padre, solamente está la voluntad del Padre eterno. Los cuatro evangelios contienen las palabras
que habló Jesús, procedentes del Padre.
Ninguno otro libro sobre la Tierra tiene esta clase de palabras eternas,
incuestionables e inmutables
Toda
otra palabra pasará, pero esas palabras de los cuatro evangelios no pasarán,
porque tienen un puesto propio delante del trono de Dios. Quedarán por siempre y para siempre, dando
testimonio de Jesús, ellos cuatro, los cuatro querubines, que son los cuatro
evangelios. Las palabras de los cuatro
evangelios no son de los evangelistas, ni son palabras propias de Jesús, son el
verbo de Dios Padre, son el mismísimo verbo eterno. Las palabras de nadie más permanecerán por la
eternidad. (Apocalipsis 4: 6-11).
CAPITULO
13
LOS
QUERUBINES NO SON LOS EVANGELISTAS.
Los
querubines son los evangelios.
Los
evangelistas son humanos.
177.
Los cuatro vivientes no son los cuatro evangelistas.
De
los cuatro evangelistas hay más palabras, hay más escritos, como el libro de
los hechos de los apóstoles, escrito por Lucas, las tres epístolas de Juan y el
apocalipsis escrito por Juan. Todos esos escritos, hallados en las biblias, no
contienen el testimonio de Jesús. En ellos no se niegan a sí mismos sus
escritores, hablan en primera persona y enseñan con la autoridad que les
corresponde, lo que opinan que deben hacer los cristianos. También ponen por
escrito los sucesos que se dieron después de haberse ido Jesús al cielo, para
no volver más, sino hasta el día del juicio final (ver hechos 1: 10-11).
Es
de vital importancia entender esto: Para escribir los cuatro evangelios, se
negaron a sí mismos. Ellos se negaron a sí mismos, para que esas palabras,
fueran reveladas desde el Trono de Dios, a la Tierra. Si los cuatro evangelistas fueran eternos, y
estuvieran delante del trono de Dios, y en medio de ellos cuatro estuviera el
Hijo de Dios, serían como Jesús. Pero son personas. Los cuatro vivientes sí son
los cuatro evangelios, pero “no” son los cuatro evangelistas.
Los
cuatro evangelios son eternos, están alrededor del trono de Dios desde la
eternidad, por los siglos de los siglos, pero los cuatro evangelistas no están
delante del trono de Dios desde la eternidad, por los siglos de los siglos,
ellos son humanos como nosotros, que fueron usados por Dios, para que los
cuatro vivientes llegaran a dar su testimonio eterno a la Tierra.
Los
cuatro vivientes allá, delante del trono de Dios, y los cuatro evangelios aquí
en la Tierra, dan testimonio de Jesús delante del trono y delante de los
hombres, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 4:8-11).
178.
Los evangelios no son autoría de los evangelistas.
El
gran ejemplo de los cuatro evangelistas, ejemplo grande en sabiduría, con el
que se diferencian, de los aparentemente verdaderos evangelios de Jesús, es que
los cuatro evangelistas sabían que los testimonios de Jesús, que ellos
escribieron, no eran creación de ellos cuatro, ni eran sobre ellos cuatro.
Pablo
sí escribió como si él fuera el autor y el personaje principal de sus vastas
epístolas, lo cual vemos cuando toma partes de la gloria de Dios, para gloria
de él, que es un simple mortal y escribe mucho de sí mismo, y se alaba muchas
veces. Mucha egolatría, mucha falta de
negación de sí mismo, en las epístolas de Pablo.
Del
trono de Dios vinieron esos cuatro breves libritos, y fueron dados a la
humanidad, a través de estos cuatro seres humanos. Ese es su único, inmenso e
incomparable honor, que con nadie comparten. Pues nadie es el portador de un
quinto evangelio.
Esa
sabiduría de la negación de uno mismo permite reconocer la identidad oculta de
Pablo, cuando ves a miles de millones siguiéndolo, y ves a Pablo escribiendo
muchas frases sobre él, escribiendo que lo imiten a él, y crean en “su”
evangelio, como si el evangelio fuera de él, y no de Jesús. El evangelio
verdadero es de Jesús, no de hombre alguno. El evangelio, cuando es verdadero,
es de nadie además de Jesús.
179.
Negación de los cuatro evangelistas.
Los
cuatro evangelistas dieron a Jesús toda la gloria, absolutamente toda la gloria.
Lo cual no pueden hacer los que desean la gloria de Jesús. Si se negaran de verdad a sí mismos los que
desean la gloria de Jesús, no distraerían la atención de los cristianos hacia
otros profetas, para desviarlos de Jesús.
La negación de sí mismo por parte de algunos de los testigos de Jesús,
es la señal inequívoca, para diferenciar a los verdaderos testigos de Jesús.
Los
cuatro evangelistas escribieron los cuatro evangelios sin mencionarse a sí
mismos en ellos. Los cuatro evangelistas
escriben sobre sí mismos en los evangelios, solo cuando es estrictamente necesario,
pero refiriéndose a sí mismos en tercera persona, como si no hicieran parte de
la historia que describen, como si fuesen otra persona. No se leen en los cuatro evangelios, frases
que hablen de “cuando nosotros…”, o “cuando yo…”, o “me dijo…” o “le hice…”.
Tampoco se leen en los cuatro evangelios frases de grupo, como, por ejemplo,
“cuando nosotros esto o aquello”, frases tan abundantes en las epístolas de
Pablo, con las cuales desvía a los humanos, sin que estos se den cuenta, y les
impide negarse a sí mismos. Con el mal ejemplo que les da, les impide darle
toda la gloria a Dios.
Nada
de esos malos ejemplos y robos de la gloria de Dios, sucedió en los cuatro
evangelios, pues los evangelistas se describieron a sí mismos hasta con otros
nombres. Eso se llama escrúpulo,
pulcritud, honestidad, no tomar para sí ni una pequeña parte de la gloria del
Señor. Es una voluntad totalmente
contraria a la de Pablo. Esta forma de
escribir los cuatro evangelistas, los evangelios sobre Jesús, esta negación de
sí mismos, es verdadero respeto por su Maestro descendido del Cielo, como
descendidos del Cielo son los cuatro evangelios, que ellos recibieron y
escribieron, sobre las enseñanzas y las obras de Jesús. Este ejemplo de negarse a sí mismos los
cuatro evangelistas, es un ejemplo digno de admiración y de ser seguido. El gran ejemplo de los cuatro evangelistas es
no estar en lo que escribieron, no tomar ni una pequeña parte de la gloria de
Jesús.
180.
Negación de Mateo.
Cuando
Leví tuvo que mencionar que, estando sentado en el lugar de los tributos,
recibió y atendió el llamado que le hizo Jesús, para ir en pos de Jesús
dejándolo todo, Leví escribió que un hombre llamado Mateo, estaba sentado en el
lugar de los impuestos, y Jesús lo llamó, y ese Mateo, dejando todo, le siguió
(Mt 9: 9-13). Leví se negó a sí mismo al
no escribir su propio nombre, al no hablar de sí mismo, ni del grupo de los apóstoles
en primera persona, ni hablar desde su punto de vista.
En
el evangelio de Jesús según Lucas (Lucas 5: 27-32) y en el evangelio de Jesús
según Marcos (Marcos 2: 14-17), dice que Mateo, en realidad, se llamaba
Leví. Leví no buscaba su gloria, sino la
gloria de Jesús. Leví (Mateo) hizo algo
totalmente contrario a lo que hizo Pablo en sus epístolas, donde se negó aparentemente
a sí mismo, pero en realidad se afirmó a sí mismo. Pablo habla demasiado de sí
mismo, de “su” evangelio.
Si
a uno le es dado entender la total y profunda negación de estos cuatro
evangelistas, por contraste con las “no negaciones” de otros, entiende las falacias
y la altivez de Pablo, el usurpador, que viene en su propio nombre, a robar,
matar y destruir, según advirtió Jesús (Juan 10:10-12). Pablo quiso tomar, con
falacias, para sí, la gloria de Jesús. Solamente
si uno respeta la gloria del que lo envió, sabe cuándo otros respetan, o no
respetan, la gloria del que los envió, sin apropiarse ni siquiera de una
pequeña parte de esa gloria, por insignificante que les parezca.
181.
Negación de Marcos.
Es
muy posible que Marcos, en el evangelio de Jesús, escribiera de sí mismo, en
tercera persona, cuando describió a un joven que tuvo que huir desnudo, del
huerto de los olivos, la noche del arresto de Jesús (Marcos 14: 51-52).
Marcos,
antes de ser el secretario personal e hijo espiritual de Pedro (1ª Pedro 5:13),
fue compañero de viajes y compañero de predicaciones de Pablo. Marcos y Pablo se separaron luego de un
fuerte e insalvable desacuerdo entre ambos, cuyos motivos quedaron guardados en
secreto en su momento (Hechos 13:13) (Hechos 15:36-39). Marcos se separó de Pablo, de improviso y sin
una mínima explicación de por medio, regresando Marcos a Jerusalén.
Luego
de saber la identidad oculta de Pablo (el que usurpa), cualquiera saca
conclusiones de cuáles serían las razones secretas, tan importantes, como para
quedar esa separación fuerte de Marcos, registrada entre las crónicas de los
apóstoles, unos verdaderos y otros no tan verdaderos. Después de dejar la compañía de Pablo, cuya
verdadera doble identidad era un secreto, Juan Marcos, acompañó a Pedro hasta
el final de sus días, fue sus secretario y dicen algunas tradiciones que Marcos
escribió en parte lo que Pedro predicaba en Roma (1ª Pedro 5:13).
182.
Negación de Lucas.
Lucas
escribió el evangelio de Jesús como un evangelio de autor desconocido, sin
firma alguna. Se sabe que este tercer
evangelio, el del viviente con rostro de toro, lo escribió Lucas, por sus
semejanzas de estilo con el libro de los hechos de los apóstoles, pues ambos
libros los dedica el mismo escriba, a un supuesto discípulo, llamado Teófilo,
que quiere decir, el que tiene sed del conocimiento de Dios.
Los
dos libros son de la misma persona, porque les da los nombres de primer libro
sobre el testimonio de Jesús y segundo libro sobre los hechos de algunos
apóstoles. Libro este de los hechos de
los apóstoles, que no es un evangelio de Jesús, ni está delante del trono de
Dios por la eternidad, como sí lo está el primero de los dos libros, el evangelio
de Jesús según Lucas.
Lucas
no firma el evangelio de Jesús con su nombre, ni se cambia de nombre, ni pone
un seudónimo. Solo en el prólogo habla en primera persona, anónima, para narrar
por qué, siendo un gentil, alguien ajeno al pueblo de Israel, está escribiendo
una historia de judíos, tan importante para la humanidad. Lucas fue a la fuente misma de los hechos del
Mesías, con todo el respeto que el Señor merece de las criaturas que llegan a
conocerlo. Lucas escribe con fidelidad,
la verdad expresada a él, por los que fueron testigos oculares de estos hechos
y a la vez ministros de la palabra, es decir tuvo que hablar con la madre de
Jesús y con los doce apóstoles verdaderos de Jesús (Lc 1: 1-4). Pablo contrario
a esto dice que “su evangelio” lo recibió de Jesús y no necesitó a las personas
que Lucas dice haber entrevistados.(Gálatas 1:11-12).
El
segundo libro de Lucas, el de los “hechos de algunos apóstoles”, es un libro
humano, inspirado por el espíritu de Jesús, que indica la vida de los primeros
apóstoles, unos verdaderos y otros no tan verdaderos. El libro de los hechos ha quedado como
testimonio de las obras y enseñanzas de Pablo, para que las naciones, vean cómo
fue que se infiltró, con cuales falacias ha seducido a las naciones y las ha
extraviado. Si alguien lee los cuatro evangelios y no lee el libro de los
hechos de los apóstoles, no pierde a Jesús y ese conocimiento le es suficiente
para seguir a Jesús. El libro de los hechos no es imprescindible, como sí lo
son los cuatro evangelios.
183.
Negación de Juan.
Juan
escribió en tercera persona. Juan,
siendo de tan alta importancia entre los apóstoles de Jesús y aun siendo tan
importante en toda la historia del cristianismo, se negó a escribir sobre sí mismo
en el evangelio de Jesús según Juan. No
escribió de sí mismo en primera persona, ni aun sabiendo que era el discípulo y
el apóstol preferido por Jesús, sino que se refería a sí mismo en el evangelio,
como al discípulo a quien más amaba Jesús.
Está
muy involucrado Juan con Jesús. Es el apóstol de confianza, aquel a quien le
reveló más secretos. Es aquel a quien Jesús le entregó su madre, que es la Iglesia,
para que, con las alas de águila de Juan, la llevase lejos de Babilonia la
grande, lejos de Roma en forma espiritual, lejos de la ramera, mientras pasan
los tiempos de las naciones, los tiempos de la impostura de anticristo
(Apocalipsis 12:1-6 y 13-17).
Siendo
Juan aquel apóstol que debe volver para profetizar a los pueblos (Apocalipsis
10:11), siendo que permanecerá hasta la venida del Señor (Juan 21:22), así y
todo, Juan desaparece en el evangelio que escribió sobre la vida de Jesús.
Juan
solo se menciona a sí mismo con nombre propio, cuando tuvo que enumerar la
lista de los doce apóstoles. Es un respeto grande y lleno de la sabiduría,
opuesta en todo, esta sabiduría de los evangelios, a las enseñanzas Pablo, que
han seducido a las naciones durante dos mil años.
184.
Sin negarse no hay evangelios, ni apóstoles, ni cristianos.
En
los evangelios llamados apócrifos Jesús queda opacado por personajes
secundarios y por los escritores. Son muy de este mundo. Ese es uno de los
elementos para saber que los cuatro evangelios sí son los que deben ser. Si Jesús
para dar a conocer al Padre se niega a sí mismo, por consecuencia los
evangelistas para dar a conocer a Jesús se niegan a sí mismos. Sin negación de sí mismo no hay fidelidad en
lo escrito. También los doce apóstoles de Jesús, que hablan autorizados en
nombre de Dios, se niegan a sí mismos.
Todos son uno con el Padre porque se negaron a sí mismos. La negación de sí mismo es imprescindible,
para ser discípulo de Jesús, nacido de la lectura los cuatro evangelios y de
las enseñanzas de los doce apóstoles.
Es
imprescindible negarse a sí mismo para dar testimonio real de Jesús, ya sea
para predicar o para escribir sobre él. La falta de negación convierte al ser
humano en usurpador de la gloria de Jesús, lo convierte en anticristo. Anticristo no es el que está contra Cristo,
sino el que se desvía tan solo un poquito a la humanidad. Como Pablo, que en
vez de negarse a sí mismo, tenía que afirmarse a sí mismo y llamar mucho la
atención sobre su persona para atraer a los humanos hacia él. Jesús, contrario
a Pablo, atrajo a todos a sí por la negación de sí mismo, al dar su vida en la
cruz para cumplir el plan del Padre.
Negarse
a sí mismo es la esencia del cristiano, de todo seguidor de Cristo, es algo que
no se puede dejar de hacer, y no se puede dejar de buscar durante toda la vida
hasta el último minuto. Negarse no es algo opcional. Negarse a sí mismo es la única forma de ser
uno con Cristo y con el Padre, no hay otra forma de ser cristiano. Sin negación
no hay evangelio de Jesús. Negarse a sí mismo es el sendero de los nadie.
185.
Nadie puede escribir un quinto evangelio.
Nadie puede escribir un quinto evangelio,
puesto que no hay cinco ángeles, no hay cinco querubines, no hay cinco
vivientes, delante del trono de Dios, dando testimonio de Jesús por toda la
eternidad, rodeando al cordero de Dios. Nadie
tiene ese poder. Nadie es tan importante.
Hay muchos evangelios escritos desde los primeros tiempos, pero solo hay
cuatro evangelios autorizados por Dios mismo, solo hay cuatro seres vivientes. Los profetas Ezequiel y Juan vieron solo a
cuatro vivientes delante del trono de Dios. (Ez 1: 1-7), (Ez 10: 9-22),
(Apocalipsis 4: 1-10). No fue visto un
quinto ángel, un quinto serafín, un quinto viviente.
Nadie
puede ser un quinto viviente, un quinto querubín, un quinto evangelio, igual
que nadie puede ser el treceavo apóstol de Jesús, pues Jesús a nadie constituyó
como su treceavo apóstol. Anatema ha sido, es y será siempre quien pretenda
ser, ya sea quinto evangelio o el treceavo apóstol, y ambos anatemas se hizo Pablo,
para poner a prueba a los cristianos de toda la Tierra y de todos los
tiempos. Pablo, para poder seducir a
miles de millones de seres humanos, tenía que pretender ser el treceavo apóstol
y pretender tener un evangelio propio aparte de los cuatro evangelios, y así lo
hizo.
186.
Si aceptas evangelios humanos, pierdes a Jesús.
Los
cuatro evangelios no son libros sujetos a aprobación de lectores, ni pueden ser
objeto de premios de literatura. Son una llave para abrir la puerta al
infinito. Si cambias las enseñanzas de los cuatro evangelios, por enseñanzas
humanas, pierdes a Jesús. Los cuatro
evangelios son algo nunca visto sobre la faz de la Tierra. Los cuatro
evangelios no son de este mundo, no son de la Tierra. No hay tesoro que pueda
comparárseles a los cuatro evangelios.
Nada hay sobre la Tierra semejante a esos cuatro evangelios, ni hay algo
más importante que esos cuatro evangelios, ni lo habrá sobre la Tierra.
Al
elogiarlos a ellos cuatro, como la fuente celestial de donde mana la sabiduría
de Dios, que desciende del Cielo a la Tierra, según fueron revelados por Dios,
no estamos desestimando a los demás escritores y escrituras, ni destruyéndolos,
solo estamos reconociendo el lugar de escrituras sagradas, eternas, que no
pasarán, lugar sagrado dado por Dios, a esos cuatro evangelios cuando los creó,
desde la eternidad. Los cuatro
evangelios son el código de Dios, los demás libros son de la Tierra. Si alguien da un testimonio de Jesús no
procedente de la fuente celestial, no procedente de los cuatro evangelios, no
está unido a la vid, no tiene a Jesús, no va por el sendero de Dios.
187.
Juan vio a un ángel volando con un evangelio.
En
el apocalipsis, Juan vio en el Cielo, al final de los tiempos, a un ángel
volando, con un evangelio eterno procedente del Padre, para predicarlo a los
moradores de la Tierra, a toda nación, tribu lengua y pueblo (Apocalipsis 14:
6). ¿Será ese un supuesto quinto
evangelio, el esperado por gran parte de la humanidad, que esperan que alguna
palabra, de un momento a otro, cambiará la forma de ver el cristianismo?
Pero
no lo vio Juan como un quinto evangelio, una verdad adicional sobre Jesús. No
vio Juan a ese ángel volar por lo alto de Cielo con un nuevo evangelio, sino
que es un evangelio eterno dado para los hombres, al final del tiempo. Es al final de los tiempos que viene ese
ángel, volando por lo alto del Cielo, con ese evangelio eterno, como testimonio
a las naciones. No es un pregón
destinado a que las naciones conozcan mejor a Jesús. Ese evangelio es, en verdad, un juicio a los
hombres, que no creyeron en los cuatro evangelios de Jesús, y le añadieron las
falaces enseñanzas de Pablo, y las enseñanzas de los demás teólogos y maestros
humanos (Apocalipsis 14: 6-8).
De
no ser suficiente con los cuatro serafines, con los cuatro evangelios, de ser
necesaria una nueva revelación, un nuevo evangelio, entonces la enseñanza de
Jesús hubiera sido incompleta, el Señor habría perdido su tiempo aquí en la
Tierra, y los que no hubieran podido conocer esa revelación complementaria,
estarían por fuera de la salvación, por tener información insuficiente. Ese
evangelio eterno ha de coincidir, perfectamente, con los cuatro evangelios, y
es la prueba de que Jesús fue fiel a la palabra que el Padre le dictó, desde el
trono celestial, por lo que a su vez es el juicio de Dios, que cortará de raíz
las falacias, que le había añadido Pablo, al evangelio de Jesús. Pero ya será tarde para los que traspasaron
las enseñanzas de Jesús, porque ya será la hora del juicio de Dios, ya será la
hora final, según dice el apocalipsis.
CAPITULO
14
TRES
QUERUBINES SEMEJANTES
Y
UNO DIFERENTE
188.
Son tres y uno.
Aquí
en la Tierra, esos cuatro libritos, son las ruedas que vio el profeta Ezequiel,
debajo de los vivientes celestiales, y esos cuatro libritos están unidos,
entrelazados. Los cuatro evangelios, aquí en la Tierra, se llaman: Mateo,
Marcos, Lucas y Juan, por ser los nombres de los escritores de la revelación
descendida del Cielo. Pero allá, delante y alrededor del Trono de Dios, esos
mismos cuatro seres se llaman ángeles, querubines, serafines, o vivientes, con
rostro de hombre (ángel), rostro de león, rostro de buey y rostro de águila
voladora. Unos y otros, los libros en la Tierra, y los querubines en el Trono
de Dios, son los mismos.
Hay
tres evangelios llamados sinópticos, que narran las obras que hizo Jesús sobre
la Tierra, que describen lo que hizo Jesús y lo que le hicieron los humanos.
También describen enseñanzas de Jesús sobre el reino de los cielos. Pero hay
otro evangelio diferente a los tres sinópticos, el evangelio que escribió Juan,
el discípulo que Jesús más amaba, evangelio llamado espiritual. Este describe
más, lo que Jesús pensaba, y narra las enseñanzas privadas, que Jesús les
hablaba a sus doce apóstoles.
Son
tres querubines, puestos en su lugar delante y alrededor del trono de Dios,
tres querubines que ya dieron en la Tierra testimonio de Jesús. Diferente a los tres, hay un águila volando
permanentemente alrededor del Trono de Dios, está en actividad, pues aún debe
el águila profetizar, hasta el final de los tiempos, según le profetizó Jesús a
Juan. Hay uno de los querubines activo,
un espíritu de profecía, un viviente, que permanece presente hasta la venida de
Jesús. Ese querubín es Juan, el águila, que debe volver a reconstruir el templo
de Dios, el de la palabra de Dios, que está destruido por los engaños de Pablo,
el cesar espiritual, que tiene secuestrada a la verdad de Jesús, en Roma, que
es Babilonia, mientras pasan los tiempos de las naciones. Son tres sinópticos y
uno diferente y son tres vivientes diferentes al águila que es “voladora”.
189.
El orden de los evangelios según Juan.
Los
profetas que vieron a los vivientes delante del trono de Dios, los describen en
dos órdenes diferentes. El orden en que
fueron vistos por Juan los cuatro vivientes, es posible que sea su orden de
aparición aquí en la Tierra, el orden que se supone que fueron escritos por los
evangelistas, (Apocalipsis 4:7). Se cree
que primero fue escrito el evangelio de Jesús según Marcos (León), luego el
evangelio de Jesús según Lucas (Toro), luego el evangelio de Jesús según Mateo
(Ángel) y por último el evangelio de Jesús según Juan (águila voladora).
Podemos decir que Juan veía más del Cielo a la Tierra y Ezequiel veía más desde
la Tierra. Juan los vio en el orden que
fueron escritos, y Ezequiel los vio en el orden en que por siglos han sido
presentados a la humanidad porque así representan como han de llegar a toda la
humanidad, desde Jerusalén hasta los confines de la Tierra.
Según
Juan: Marcos, Lucas, Mateo, Juan.
Según
Ezequiel: Mateo, Marcos, Lucas, Juan.
190.
El orden de los evangelios según Ezequiel.
Ezequiel
describió los rostros de los cuatro vivientes que vio junto al río Quebar en el
mismo orden, en el cual han estado en la Biblia, durante miles de años
(Ezequiel 1:10). Es decir: Ángel (Mateo), León (Marcos), Buey (Lucas) y Águila
(Juan).
El
evangelio de Jesús según Mateo es el evangelio de un israelita a los
israelitas. El evangelio de Jesús según
Marcos es el evangelio de un israelita a los gentiles y el evangelio de Jesús
según Lucas es el evangelio de un gentil a los gentiles. Ese es el orden, desde Jerusalén hacia todas
las naciones.
Con
estos tres evangelios sinópticos, el mensaje de Dios se hace extensivo,
universal, desde el pueblo de Dios, desde el pueblo de Israel a todas las
naciones gentiles, que no eran israelitas, y que nada sabían del Dios
verdadero. Así Jesús, se dio a conocer a
todos los pueblos, las razas, las lenguas de la Tierra.
Por
último, el evangelio de Jesús según Juan es el evangelio de como pensaba Jesús
a un nivel más profundo y alto, es para los que ya son seguidores de Jesús.
191.
Primero Mateo, semilla del cien por ciento.
El
primer querubín de las visiones de Ezequiel es el evangelio de Jesús según
Mateo. El evangelio de Jesús según Mateo
es el serafín, con rostro de ángel, o de hombre, y según la parábola del
sembrador, es la semilla descendida del cielo y sembrada en buena tierra, que
ha dado frutos al ciento por ciento (Mt 13: 1-15).
En
este evangelio, las condiciones para seguir a Jesús, según las palabras de
Jesús, son más estrictas que en los otros dos evangelios sinópticos, y por lo
tanto son cien por ciento fructíferas, más que en los otros dos evangelios,
dirigidos a los gentiles, a las naciones. Por ejemplo, los discípulos que
salían a predicar las enseñanzas de Jesús no debían llevar dinero, ni dos mudas
de ropa, ni calzado, ni bastón (Mt 10: 9-10).
A más exigencia, más negación de sí mismos y por lo tanto más
frutos.
El
pueblo israelita podía dar al cien por ciento los frutos, más que los pueblos
gentiles, pues los israelitas tenían más disciplina, ya estaban acostumbrados a
las leyes de Moisés, que les permitía a los profetas subsistir sin bienes
materiales, con humildad, tomando el alimento diario de las huertas, porque así
estaba escrito en la ley de Moisés. Era
un pueblo generoso por ley. Pero entre los pueblos gentiles, a los que fueron
dirigidos inicialmente los evangelios escritos por Marcos y por Lucas, las
leyes no decretaban la generosidad con el pobre, con el profeta, con el
huérfano y con la viuda.
En
el pueblo de Israel, según la ley, un ser humano podía sobrevivir simplemente
siendo profeta, siendo peregrino. Por
eso la enseñanza de Jesús en este evangelio es más austera, a tal punto que no
acepta que los discípulos lleven dos mudas de ropa, ni calzado, ni bastón, ni
dinero, sino sueltos, totalmente libres, totalmente expuestos a la voluntad de
Dios, la más absoluta perfección de la libertad.
192.
Segundo Marcos, semilla del sesenta por ciento.
El
segundo querubín de las visiones de Ezequiel es el evangelio de Jesús según
Marcos, secretario personal e hijo espiritual de Pedro (1ª Pe 5:13). Que es el querubín con rostro de león. Es la
semilla descendida del cielo y sembrada en la tierra, que ha dado frutos al
sesenta por ciento. Es el segundo porque
es el evangelio de un israelita a los gentiles convertidos de Roma.
En
el evangelio de Jesús según Marcos, el Señor es presentado como el hijo de
Dios, como Mesías, pero no es presentado con todas las referencias, a las
profecías propias del pueblo de Israel.
Es un evangelio universal, donde Jesús es el salvador de todos. En este evangelio las condiciones para seguir
a Jesús son un poco menos estrictas que en el evangelio de Jesús según Mateo,
pues podían llevar bastón y sandalias (Mr. 6: 7-10). Entre los pueblos gentiles no había la
posibilidad de una persona vivir tomando su sustento de las huertas y estar
protegido por la ley.
Por
eso quien se guíe por las instrucciones para predicar el evangelio, que se leen
en el evangelio de Jesús según Marcos, que no es un israelita a evangelizando
los israelitas, sino un israelita evangelizando a los gentiles, que residían en
Roma, son menos rígidas, al poder llevar sandalias y bastón (Mc 6: 8-10). Dará
un fruto de sesenta por ciento, no tan abundante como el primero, pero fruto
bueno a fin y al cabo.
Porque,
aunque el predicador sea israelita, los convertidos no están familiarizados con
la ley de Israel ni con sus mejores costumbres de dar sustento al profeta, al
peregrino, al huérfano y a la viuda, y por lo tanto ha de verse el predicador
con la tarea de velar por su propio sustento entre el pueblo gentil.
193.
Tercero Lucas, semilla del treinta por ciento.
El
tercer querubín, con rostro de buey, de las visiones de Ezequiel es el
evangelio de Jesús según Lucas. Es la semilla descendida del cielo y sembrada
en la tierra, que ha dado frutos al treinta por ciento (Lucas 9: 3) (Lucas 10:
4) (Lucas 22: 35-38).
El
evangelio de Jesús según Lucas es el evangelio de un gentil a los
gentiles. En el evangelio según Mateo la
genealogía va del pasado desde Abraham, hasta Jesús. Este evangelio según Lucas
describe una genealogía desde Jesús hasta Adán. Jesús es hijo de Adán, e hijo
de Dios. En este evangelio Jesús vino a
salvar no solo al pueblo de Israel, sino a toda la humanidad. Esa es la razón de que un gentil, ajeno al
pueblo de Israel, hubiese sido elegido por Dios, obviamente, desde la
eternidad, para dar testimonio de Jesús, en el grupo de los cuatro vivientes,
en el selecto grupo cerrado de los cuatro evangelios.
Entre
las naciones gentiles, no hay leyes que obliguen a los productores de bienes
materiales, a darles a los profetas, con qué alimentarse, como ocurría en el
pueblo de Israel, que por la ley de Moisés.
Por esto decía Jesús, en el evangelio según Lucas, a los que iban a ser
predicadores entre los gentiles, que no dependieran para su subsistencia, de
aquellos a quienes debían predicar el evangelio del reino de Dios. Porque
entonces no serían libres de decir lo que Jesús había enseñado a su
pueblo. Si los mensajeros de Dios
reciben paga de las ovejas, por su predicación, su mensaje estará condicionado
por las creencias de las ovejas, dando pie a que sea vendido el evangelio, el
cual, según Jesús, ha de darse gratis.
En
el evangelio de Jesús según Lucas (Lucas 22: 35-39), dice que el que tenga un
monedero, que lo lleve, así mismo el que tenga una bolsa, que la lleve. Debido a que hay que llevar bolsa material y
espada espiritual entre los gentiles y se pierde mucho tiempo en ello, hay
muchos menos frutos verdaderos y abundantes entre los gentiles para los siervos
de Dios, pero son frutos celestiales, son frutos de verdad, es ese treinta por
ciento real y verdadero de la parábola del sembrador, que es la buena cosecha
de los siervos sembradores de la palabra de Jesús entre los pueblos gentiles.
194.
El cuarto querubín de las visiones de Ezequiel.
El
evangelio según Juan es el querubín, no ya con cuerpo de ángel y rostro de un
ser viviente, como los otros tres querubines, sino todo él con forma de águila
volando, no águila quieta, sino águila volando.
Es el cuarto ser viviente visto por todos los profetas delante del trono
de Dios y es el cuarto de los evangelios en ser presentado en las
escrituras.
En
el evangelio según Juan, se cumple a la perfección la enseñanza de Jesús, que
dice que los últimos serán los primeros. Juan está de último en orden y en ser
entendido por los pueblos.
El
evangelio según Juan es diferente a los otros tres, y por eso se sabe que
coincide con el viviente que está en actitud diferente. Los otros tres vivientes tienen rostros
diferentes, pero el cuarto viviente toda su forma es diferente, tiene cuerpo de
águila. El águila está en actividad
permanente por los siglos delante del trono de Dios, no está asentada en lugar
alguno, fue vista volando por siempre, lo cual no se dice de los otros tres
vivientes. Es que Jesús hizo reposar en
Juan, su apóstol preferido, todo espíritu de profecía (Apocalipsis 10: 11)
(Juan 21: 20-24)
En
el Apocalipsis dice que a María le fueron dadas alas de águila grande, y Jesús
entregó a María en manos de Juan, para que la cuidara (Juan 19:26-27). Esas son las alas de águila que le fueron
dadas a la Iglesia virgen, a la iglesia virgen, para que volase al desierto,
oculta, mientras pasan los tiempos de las naciones. Jesús le entregó su madre a Juan, para que la
oculte de la bestia, del falso profeta, que es Pablo. Para que la oculte
mientras pasan los tiempos de las naciones, extraviadas en pos de las falaces
enseñanzas de Pablo, que pisotearán la verdad de Jesús, durante un tiempo
autorizado por Dios. En ese tiempo sus doce apóstoles y los cuatro evangelios
de Jesús, serán despreciados y pisoteados, vencidos temporalmente por las
falaces enseñanzas de Pablo. María es el
símbolo de la Iglesia virgen, la iglesia sin contaminación, la de los doce apóstoles,
la cual se va a desposar con el cordero (Apocalipsis 12: 1-6 y 14).
El
viviente con forma de águila voladora, más que un evangelio, es toda una
entidad profética, que escribe el apocalipsis y ha de estar en la Tierra el día
de la segunda y última venida de Jesús.
Esa es la doble herencia que recibió Juan, el primogénito espiritual de
Jesús.
Dijo
Jesús que Juan permanecerá hasta que El vuelva (Juan 21: 20-24). Le fue revelada por Dios, a Juan, la profecía
del Apocalipsis (Apocalipsis 1: 1-20).
Le es dado a Juan un librito, que debe recibir de las manos de un ángel
(Apocalipsis 10:8-11). Juan será enviado
de nuevo a profetizar a los pueblos, a las naciones, a las lenguas. Le fue dada a Juan por un ángel, una caña de
medir, para que midiera el templo, para reconstruirlo, pues el templo de las
enseñanzas verdaderas de Jesús estaba destruido (Apocalipsis 11:1-2) por las
naciones extraviadas por las enseñanzas de Pablo.
El
águila aún tiene la palabra hasta el final de los tiempos y de la consumación
de todas las cosas. Toda profecía está,
hasta el final, en la boca y en las manos del águila de alas grandes, que es
Juan y sus escritos. Por todo el tiempo
de su permanencia, el águila ha tenido, tiene y tendrá la palabra final.
CAPITULO
15
EL
CORDERO EN MEDIO DE LOS CUATRO EVANGELIOS.
En
ninguna otra parte de toda la Tierra es hallado Jesús.
195.
Los cuatro evangelios son como los cuatro que portaban el arca.
El
arca de la alianza, donde se conservaban los testimonios de la alianza entre
Dios y el pueblo de Israel, la llevaban cuatro personas. No podían ser más de
cuatro, ni menos de cuatro. Ellos portaban el arca de la alianza, pero no
podían tocarla, solo la portaban. Alguna vez uno de los portadores resbaló y se
apoyó en el arca e inmediatamente pereció. Los portadores eran solo los
portadores de ese tesoro. Así como los cuatro evangelistas, sus personas, solo
son los portadores de este tesoro celestial. No son más que esto.
Este
del arca de la alianza llevada por cuatro, es un símbolo de los cuatro
vivientes, que son los portadores eternos del testimonio de Jesús, que es la
nueva alianza entre Dios y toda la humanidad.
En medio de los cuatro portadores de esa arca espiritual está Jesús, el
cordero degollado. Nadie además de los
cuatro vivientes es portador del testimonio eterno de Jesús. Las enseñanzas de nadie
más tienen ese valor sagrado y eterno. Los cuatro evangelios son los cuatro
cuernos del poder que hay en ese altar, es decir: los cuatro evangelios son los
cuatro conos del conocimiento de Dios.
Los
cuatro vivientes fueron vistos alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 6),
y en medio del trono y de los cuatro vivientes fue visto el cordero eternamente
(Apocalipsis 5:6). Es absolutamente
necesario llegar a los cuatro vivientes, para conocer a Dios, es absolutamente
necesario reconocer que nadie además de los cuatro vivientes es imprescindible
para conocer a Dios. Quien desee conocer
a Dios no puede desconocer a los cuatro evangelios. Porque en nadie además de los cuatro
evangelios vive el testimonio de Jesús, por los siglos de los siglos. Sin pasar por los cuatro evangelios es
imposible acercarse a Dios. Cuando el Padre te lleva a donde Jesús, es a los
cuatro evangelios a donde Dios Padre te lleva, para que en los cuatro
evangelios halles a Jesús.
Las
enseñanzas de Pablo son un velo tendido sobre toda la humanidad para probarla.
Esas enseñanzas de Pablo no dejan ver la importancia de los cuatro testigos,
que son los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios. Todo el que vea a Jesús, al de los cuatro
evangelios, no se dejará extraviar de Pablo. Teniendo a los cuatro evangelios,
no necesitas que alguien te guíe hacia Dios, a nadie necesitas, porque los
cuatro evangelios te llevan directo a Jesús, a su presencia, en el trono de
Dios, ellos te presentan inmediatamente a Dios mismo, en persona. Los hombres
te pueden dar a conocer solamente el Jesús que hay en los cuatro evangelios, no
pueden darte los hombres a conocer a otro Jesús, pues no hay otro Jesús, sino
el de los cuatro evangelios. La suma de
los cuatro evangelios es Jesús.
196.
Jesús envió su testimonio en los cuatro Evangelios.
Jesús
se fue al reino de los Cielos, al lado de su Padre, en el trono de Dios. Según Jesús lo predijo, luego Él mismo envió
a sus palabras, su testimonio, como un regalo celestial, en sus cuatro
Evangelios (Mt 24: 35). Esos cuatro
evangelios aquí nos esperaban, cuando llegamos a la Tierra, miles de años
después. Los escritores terrenales de
los cuatro evangelios no hablaron de sí mismos en ellos, sino que revelaron
cuatro formas de conocer a Dios, y por eso al ver y oír sus frases, se ve y se oye
a Jesús, y no a ellos. Los escritores
terrenales de los cuatro evangelios, no se van más allá del mensaje puro de
Jesús, sin traspasarlo y sin adulterarlo.
No
se puede llegar a la presencia de Dios por otros senderos diferentes a su
palabra, a sus Evangelios. Los cuatro
evangelios son ineludibles e imprescindibles, para conocer a Dios Padre y a
Jesús el Hijo. Ellos son el espíritu de
Jesús, el espíritu santo. Los cuatro evangelios son el único sendero de la
perfección y el único sendero de la sabiduría verdadera para los
cristianos. No hay otro sendero, no hay
otra perfección, no hay otra verdad. Los
cuatro evangelios son Dios en espíritu, los cuatro evangelios son Dios en
verbo. Los cuatro evangelios son el
verbo eterno mismo en persona. Los
cuatro evangelios son las palabras de Jesús, son el Espíritu de Dios, enviado a
toda la Tierra, son la misma presencia de Dios.
197.
Los sabios del mundo menosprecian a los cuatro evangelios.
Hombres
sabios a los ojos de los hombres, pero indoctos a los ojos de Dios, engañados
por las enseñanzas de Pablo, menosprecian el alto valor de los cuatro
evangelios. Dicen que son muy imperfectos, comparados con los libros humanos de
los grandes escritores, porque los autores de los cuatro evangelios eran unos
hombres rudos, pescadores, incultos, hombres antiguos. Que por eso el valor
literario de los cuatro evangelios es deficiente, pero que se les perdona, por
ser los cuatro evangelios. Esa es una de
las razones por las cuales creen que hay libros superiores a los cuatro
evangelios, y que los cuatro evangelios se pierden en medio de muchas obras
magistrales de la literatura universal.
Pero
nada está más fuera de la verdad. Los libros de los hombres, empezando por las
enseñanzas de Pablo, son poca cosa, nada son todos los libros de los teólogos
del mundo cristiano, al lado del origen celestial de los cuatro evangelios. Los
cuatro evangelios no son palabras de hombres, sino que son las palabras de Dios
mismo, por lo que con las palabras de nadie se les puede comparar.
La
sabiduría dice que el hombre de Dios necesariamente debe reconocer que los
cuatro evangelios están fuera de comparación, son inalcanzables para los
autores humanos, son perfectos a los ojos de Dios, que es su creador, son el
verbo de Dios, son los libros de Dios, son las escrituras verdaderamente
sagradas, que Dios tiene eternamente delante de su trono. Si ante algo pudiera postrarse uno, hacer
reverencia, en toda la extensa Tierra, es ante estos cuatro evangelios. Los
sabios humanos, inducidos por las enseñanzas de Pablo, se dan el lujo fatal de
menospreciar su valor.
198.
El que lee los evangelios aquí, los lee allá en el Cielo.
No
es necesario irse hacia el pasado, para reconocer la veracidad y la
autenticidad de las palabras de Jesús, impresas en los cuatro evangelios, pues
son esas mismas palabras todo poderosas de Dios, las que atraviesan, sin
adulteraciones, los siglos, para dar, a todos los que crean en esas palabras,
la vida infinita. Esas palabras eternas
que están delante de ti cuando lees los cuatro evangelios, y a la vez están
delante del trono de Dios, esas palabras son el sendero, el puente al trono de
Dios y a la vida infinita. Al leerlas
aquí en la tierra, las estás leyendo delante del trono de Dios, tus ojos quedan
impresos en los cuatro seres vivientes.
Por tanto, al estar tú delante de ellas, leyéndolas u oyéndolas, estás
delante de Dios en Espíritu.
Esos
cuatro libritos, son la verdadera rosa de los vientos, que te guía por la vida
y te orienta. Sin los cuatro evangelios
errarías sin rumbo. Esos cuatro
vivientes, que han salido a soplar su Espíritu en la Tierra entera, de oriente
a occidente y de norte a sur, en todos sus confines, esas humildes palabras,
lejos de volver vacías a Jesús, están regando la Tierra con su lluvia, y dan
semillas a los sembradores, y son ellas, y solo ellas, el pan y el vino de la
vida infinita, la santa cena que compartimos, el santo grial, la sagrada copa. Esas palabras de los cuatro evangelios son el
cuerpo de Jesús y son su sangre (Juan 6: 53-63), y esas palabras de los cuatro
evangelios serán prosperadas en aquello para lo cual Jesús las envió a recorrer
la Tierra.
199.
Hablar el lenguaje de los cuatro evangelios.
Si
lees los otros libros y no los lees a ellos cuatro, los cuatro evangelios, no
puedes conocer a Dios, no conoces a Dios.
Pero si lees solamente esos cuatro libritos en toda tu vida y no deseas
leer más libros, sí llegas a conocer a Dios.
Leyendo solamente esos cuatro libritos, estás en la mismísima presencia
de Dios, descendida desde el trono celestial a la Tierra.
Para
ser oído delante de la presencia de Dios, es necesario hablar en el mismo
lenguaje de los cuatro evangelios. Si no
hablas el lenguaje de los cuatro evangelios, Dios si te oye, porque Él te oye
todo, pero no le da validez a tu adoración, puesto que no respetas sus
palabras, su verbo eterno, el que Él te envió y que conoces. Él sabe que
prestaste atención a sus palabras si hablas en sus términos.
Dios
no se deja convencer con discursos humanos, ni con argumentos. No serás escuchado por tu mucho hablar, ni
por tu elocuencia humana, sino por tu amor a esas palabras sagradas, que Él se
tomó el trabajo de traerte, pagándolas con su sangre.
Esas
palabras de Él en ti, en tu mente, son el sello de la alianza entre Jesús y tú.
Si Jesús en verdad es tu Maestro, tomas su mente y piensas como El. Con solo estar leyendo, o escuchando, o
conversando sobre las enseñanzas que hay en los cuatro evangelios, estás en la
presencia de Dios, solamente así conoces a Dios, no te dejes robar el lugar
santísimo, del templo de la verdad de Dios, con las enseñanzas de Pablo, ni con
las parábolas que se han inventado sus seguidores. Todos ellos son falsos
profetas, puestos ahí por Luzbel, autorizado por Dios, para probarte a ver si
oyes la voz de Jesús y usas sus palabras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario