139. El anticristo atacó a los doce.
Pablo tuvo que atacar, con sutiles comentarios descalificadores, desde sus vastas epístolas, el número cerrado de los doce apóstoles de Jesús, y además atacar la condición de número sagrado y personas únicas de los doce apóstoles de Jesús.
Pablo tuvo que cuestionar y atacar la autoridad soberana de los doce en el cristianismo, para poder infiltrarse entre los doce apóstoles de Jesús. Pablo necesitaba debilitar aparentemente el número sagrado de los doce. Pablo necesitaba abrir el número cerrado de los doce, aunque fuera falsamente, pues necesitaba que los seres humanos se olvidaran que ese número es no solo sagrado, sino cerrado y sellado.
En la historia de los doce patriarcas de Israel, los doce hijos de Jacob, se ve que se perdió uno, José, que se volvió egipcio, pero Jacob recibió a los dos hijos de José como una sola tribu porque el doce era inalterable. No era posible que hubiera trece herederos.
En la historia de los doce apóstoles sucedió exactamente igual, pues se perdió uno, Judas, el hijo de perdición, y lo primero que hicieron los otros once apóstoles, después de la partida de Jesús, fue restablecer el número roto por judas, lo restablecieron con Matías, para cuya elección por el Espíritu de Jesús, también se presentaron dos, para ocupar el lugar de Judas.
Si no fuera importante mantener el número sagrado y cerrado de los doce, ni Jacob, ni los apóstoles, lo hubieran restablecido, bien pudieran haber sido once tribus, o trece tribus, bien pudieran haber sido once apóstoles, y no habría habido afán alguno, ni el más mínimo afán, para restablecer el número doce.
¿Por qué entonces, si no es por ignorancia, miles de millones le creerán a cualquiera que venga a cambiar la historia de Jesús, a pesar de las muchas advertencias de Jesús? Para nadie es el treceavo lugar. Impostores los que han pretendido ser el treceavo, o llamarse a sí mismos, apóstoles, sean quienes sean.
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