188. Son tres y uno.
Aquí en la Tierra, esos cuatro libritos, son las ruedas que vio el profeta Ezequiel, debajo de los vivientes celestiales, y esos cuatro libritos están unidos, entrelazados. Los cuatro evangelios, aquí en la Tierra, se llaman: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, por ser los nombres de los escritores de la revelación descendida del Cielo. Pero allá, delante y alrededor del Trono de Dios, esos mismos cuatro seres se llaman ángeles, querubines, serafines, o vivientes, con rostro de hombre (ángel), rostro de león, rostro de buey y rostro de águila voladora. Unos y otros, los libros en la Tierra, y los querubines en el Trono de Dios, son los mismos.
Hay tres evangelios llamados sinópticos, que narran las obras que hizo Jesús sobre la Tierra, que describen lo que hizo Jesús y lo que le hicieron los humanos. También describen enseñanzas de Jesús sobre el reino de los cielos. Pero hay otro evangelio diferente a los tres sinópticos, el evangelio que escribió Juan, el discípulo que Jesús más amaba, evangelio llamado espiritual. Este describe más, lo que Jesús pensaba, y narra las enseñanzas privadas, que Jesús les hablaba a sus doce apóstoles.
Son tres querubines, puestos en su lugar delante y alrededor del trono de Dios, tres querubines que ya dieron en la Tierra testimonio de Jesús. Diferente a los tres, hay un águila volando permanentemente alrededor del Trono de Dios, está en actividad, pues aún debe el águila profetizar, hasta el final de los tiempos, según le profetizó Jesús a Juan. Hay uno de los querubines activo, un espíritu de profecía, un viviente, que permanece presente hasta la venida de Jesús. Ese querubín es Juan, el águila, que debe volver a reconstruir el templo de Dios, el de la palabra de Dios, que está destruido por los engaños de Pablo, el cesar espiritual, que tiene secuestrada a la verdad de Jesús, en Roma, que es Babilonia, mientras pasan los tiempos de las naciones. Son tres sinópticos y uno diferente y son tres vivientes diferentes al águila que es “voladora”.
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