217.
Si Jesús hubiera llamado a Pablo.
Todo
sería perfecto, todo sería verdadero en Pablo, si Jesús hubiera llamado a su
grupo cerrado de apóstoles a Pablo, cuando Jesús y Pablo estaban en la Tierra,
compartiendo el mismo sol y la misma tierra en Jerusalén. pero no lo hizo, pues
vivían senderos muy diferentes.
Si
el Señor hubiera deseado que alguna persona en especial, contemporánea de
Jesús, casi de su misma edad, además de los doce apóstoles, fuera su apóstol,
lo hubiera llamado. Estando Jesús, en la Tierra, le hubiera enseñado
personalmente, lo hubiera presentado a sus representantes, los doce apóstoles,
y lo hubiera revestido de autoridad delante de ellos, y ellos lo hubieran
presentado al mundo como el treceavo. El pectoral del sumo sacerdote tendría
otra piedra preciosa y los cimientos del muro que rodea a la nueva Jerusalén
serían trece, no doce. Jesús lo hubiera presentado a los doce, con mayor razón si
se trataba de ese enemigo al que, según Pablo, le constituyó supuestamente
Jesús como su apóstol, por aparte y por sobre la autoridad de los doce
apóstoles.
Entonces
ese tal supuesto apóstol no hubiera tenido que pasarse su vida dando testimonio
de sí mismo, como las epístolas dan cuenta de ese hablar y testificar de sí
mismo, de Pablo, por lo que su testimonio no es verdadero. Porque Jesús enseñó
a estar alerta sabiendo, que el que de sí mismo da testimonio, no es veraz,
sino que busca su propia gloria, pero el que busca la gloria del que lo envió,
ese es veraz y no hay en él injusticia.
El
Señor nombró a sus doce representantes y no les iba a quitar esa autoridad
luego, desautorizándolos delante de un perseguidor de cristianos, que lo que
deseaba era asesinarlos a ellos. Y si no lo podía hacer, matándolos en la
carne, entonces deseaba vencerlos en el espíritu, dividiendo su número,
destruyendo su número cerrado y desprestigiándolos. Ellos doce estaban dando su vida, ellos
estaban poniendo la cara por el cristianismo, con valor, delante de los
perseguidores, delante de ese, el mayor perseguidor, siervo de Luzbel, Pablo. El Señor no los iba a desautorizar.
Si
el Señor hubiera deseado que alguna persona fuera su apóstol, lo hubiera
presentado entonces como reemplazo de Judas Iscariote. Jesús no tendría desde
la eternidad a Matías en el número cerrado de sus doce apóstoles. Estaría
predestinado Pablo, aunque fuera muy perseguidor, fariseo y ciudadano romano,
reuniendo en sí mismo las dos señales de los antagonistas de Jesús, ser fariseo
y ser Romano. Si el Padre se lo hubiera
señalado a Jesús, para que lo llamara al grupo de los doce, Jesús lo hubiera hecho,
aunque fuera enemigo.
Muchos
dirán que Pablo, según dice la escritura, era muy joven cuando Jesús llamó a
sus doce apóstoles. Si el Padre hubiera, en su voluntad deseado que Pablo fuera
del número de los doce apóstoles de Jesús, el problema de la juventud no sería
problema alguno para aquel Dios que es todo poderoso, sencillamente Pablo,
hubiera tenido la edad necesaria, si el Padre hubiera deseado tenerlo entre los
doce. Marcos, el evangelista también era tan joven como Pablo, y era de los
seguidores de Jesús y, así y todo, no se atrevió a autodenominarse
apóstol.
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