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Pablo mártir en Roma, igual que Pedro.
El
eje de la historia se ha desplazado varias veces. Primero estaba en Egipto.
Allí tuvo que ir el pueblo de Israel a ser preparado en asuntos de lo alto.
Estaba establecido que de Egipto saldría su hijo (Mateo 2:15). Luego el eje se
desplazó a Jerusalén donde fue crucificado Jesús y con la diáspora huyeron
todos a los pueblos vecinos. Luego se desplazó a Roma, que siempre ha sido el
antagonista elegido por Jesús (Lucas 20:25). Desde Roma se ha divulgado hacia
todos los confines de la Tierra el cristianismo de Pedro y el de Pablo.
En
su estrategia más poderosa, sutil y elaborada, tenemos un Pablo, falso apóstol,
mártir en Roma, por el nombre de Jesús.
Si no tiene toda esta preparación y presentación Pablo, no lograría
engañar por dos mil años a tantos miles de millones de seres humanos. Si Pablo
no da su vida en Roma por el nombre de Jesús, y no queda en la historia al lado
de Pedro, no puede tomar espiritualmente a Roma. Como sí la tomó Pedro. Pablo
en Roma es el falso profeta que hace milagros y prodigios delante de la bestia,
y le fue dado hacer la guerra espiritual a los santos y vencerlos mientras
pasan los tiempos de las naciones (Apocalipsis 13:12-14 y 19:20).
Durante
dos mil años todas las naciones, llenas de mentes preparadas e inteligentes, han
sido extraviadas, del cristianismo con falacias sutiles y con grandes
prodigios, con grandes señales y con grandes milagros. Engañados y nadie parece
darse cuenta, exceptuando un resto de rebeldes a esa impostura descomunal. Exceptuando
a los portadores de la verdad, los cuales, por obediencia a esa verdad, han
guardado un silencio ordenado desde el trono mismo de Dios, mientras pasa el
tiempo de la prueba para las naciones.
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