286.
Dios llenó de bienes a los hambrientos.
Y
a los ricos los despidió vacíos. Esto
los profetizaron tanto David (Salmos 107:9), como María, la madre de Jesús
(Lucas 1:53). Si la vida infinita y el
poder sobre las fuerzas de la naturaleza, la hallan los que nacen del
agua. Si la vida plena de poderes es
ajena a los cuidados del cuerpo, a los alimentos, a las vitaminas y las
proteínas. Solo así se comprende la justicia de Dios en todos los seres humanos.
Solo así se nota que en verdad los últimos son los primeros. Solo así se
entiende que no hay injusticia sobre la tierra. Cuando muchos, por malos medios
obtienen los bienes materiales y se enriquecen, mientras que los pobres
aguantan hambre, lejos de la posibilidad de alimentarse y darle a sus cuerpos
los nutrientes que dan por hecho que necesitan.
La
vida infinita y el poder sobre las fuerzas de la naturaleza, la tienen los
bienaventurados (Mateo 5: 3 y 6) (Lucas 6: 20-21) que padecen hambre y sed. Entonces
Dios sí ocultó la gran sabiduría a los que se creen inteligentes y la dio a los
humildes de la tierra (Lucas 10: 21-23).
Entonces Dios sí castigó a los potentados, a los avaros, a los
codiciosos, alejándolos cada vez más de su puerta a la vida infinita y al poder
sobre las fuerzas de la naturaleza. Así
y solo así, si se entiende el evangelio de Jesús que proclama como bien
aventurados a los que tienen espíritu de pobres, según Mateo y bienaventurados
los pobres según Lucas, a los que tienen hambre y sed.
Cuán
oculto a los maestros como Pablo. Cuán oculto ha estado, por siglos, el
verdadero poder de Dios. Cuán oculta ha estado siempre para seguidores de Pablo,
la verdadera sabiduría que desciende del Cielo.
Cuán cierta, cuán verdadera la sentencia de Jesús, cuando enseñaba que los
que quieran salvar su vida la perderán.
Si
el sendero de la vida infinita y el poder sobre las fuerzas de la naturaleza
está en nacer del agua a través del ayuno cuarenta días, cuán lejos de la
sabiduría estaban las enseñanzas de Pablo. Aquellas sobre el agua, sobre el
ayuno y sobre la alimentación. Y cuán acertados fueron los juicios de la virgen
y de David cuando proclamaron que Dios llenó de bienes a los que tienen hambre
y a los ricos los despidió vacíos. Cuán
grandes sorpresas vienen de parte de Dios para los seres humanos. Cuán acertada era esa enseñanza de Jesús
cuando decía que vendan sus bienes y denlos en limosna, hagan bolsas que no se
gastan, tesoro inagotable en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corroen,
ni los ladrones horadan ni roban, porque donde este tu tesoro allí estará tu
corazón.
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