294.
La circuncisión.
La
señal de que el varón israelita tenía esa alianza sellada con Dios, alianza que
daba el privilegio de ser el pueblo elegido de Dios, algo que los demás pueblos
no podían entender, esa alianza de Dios con los hombres se sellaba cortando una
parte del cuerpo, no cualquier parte sino justamente ahí, en el prepucio.
¿Dios
eligió ese punto del cuerpo humano para cortar algo, por azar o por
capricho? ¿Sobraba algo en el cuerpo del
varón, que la alianza era cortando alguna parte del cuerpo? ¿Es eso en sí mismo un mensaje? ¿Algo está de más y hay que cortar? ¿Por qué quitarle algo al cuerpo perfecto que
Dios creó, justamente en los que tenían una alianza con el Creador? ¿Qué
relación tiene la circuncisión con la sentencia de Jesús, que todo aquello que
te lleve a pecar, córtatelo y arrójalo de ti, pues más te vale llegar mutilado
a la vida eterna, que intacto llegar al fuego eterno?
Todas
esas señales muy dicientes vienen de la historia del pueblo de Dios, el pueblo
supuestamente siempre santo, siempre separado de los demás pueblos. Pueblo que supuestamente
entendía cosas que los demás pueblos no entendían. Esas señales dicen que la
humanidad, debido a extravíos muy antiguos, que se hallan también en las
enseñanzas de Pablo, ha traspasado las enseñanzas de Dios. Han sido seducidos,
han sido incitados a la lascivia y a la lujuria, y han tomado esas incitaciones
como palabras de Dios mismo.
No
fueron engañados por los errores los seres humanos, sino que los seres humanos
se engañaron a sí mismos con los errores que hallaron. No reconocieron los seres humanos, la verdad
en medio de las falacias, que Dios autorizó que les fueran dadas, para que toda
alma sea probada, antes de ser aprobada. Para que todo ser humano, aún sin
darse por enterado, pueda hacer uso del libre albedrío que Dios le concedió
tener.
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