297.
Pablo dice que las mujeres no pueden enseñar la palabra.
Según Pablo, las mujeres deben guardar
silencio en la iglesia. Pablo dice que las mujeres se salvarán solamente por la
crianza de los hijos. Por lo que, según
esas enseñanzas, supuestamente sagradas, las mujeres que no tengan hijos están
condenadas de antemano. Mientras que en el apocalipsis se declara
bienaventuradas a las que no parieron.
Según Pablo, en sus supuestas palabras de Dios, las mujeres no pueden
tener un trabajo activo en la expansión del cristianismo. Pablo ve tan diferentes, ve tan inferiores a
las mujeres, que les exige a las mujeres que tienen que cubrir sus cabezas
cuando están en el templo y guardar silencio.
Pablo discrimina y subvalora a las mujeres. En lo cual se ve una
estrategia para retrasar la expansión de las enseñanzas de Jesús, al dejar por
fuera de la misión de dar a conocer el evangelio, a la mitad de la población
mundial.
En
la iglesia católica y en la iglesia ortodoxa, las mujeres, por dos mil años,
fueron frenadas para enseñar y predicar el evangelio de Jesús. Eso sucedió por
las desafortunadas enseñanzas de un hombre, no por enseñanzas de Jesús, sino
por las falaces enseñanzas de Pablo. En
las denominaciones protestantes, que permiten a las mujeres ser pastoras y les
permiten a las mujeres enseñar la palabra de Dios, están traspasando esa
enseñanza de Pablo. Están siendo desobedientes a una enseñanza, que dicen
ellos, es palabra de Dios. Es decir, que esas palabras valen para todos los
tiempos, en todos los lugares y para todos los seres humanos. Porque si una enseñanza no es para todos los
seres humanos, si una enseñanza no es para todos los tiempos y lugares,
entonces esa enseñanza no es como Dios, por tanto, no es de Dios, que sí es
omnisciente, omnipresente y omnipotente. Por lo que sus enseñanzas han de serlo
también.
Esa
fatal enseñanza errada, ha quitado, de un plumazo, a media humanidad, que son
todas las mujeres de la Tierra, iguales a la otra media humanidad, que son los
hombres. Les ha quitado el derecho de estudiar las palabras de Jesús para
enseñarlas. De un plumazo, porque con
plumas de aves fueron escritas esas palabras.
Un plumazo tumbó a media humanidad, la marginó, la subvaloró. Una simple
frase equivocada en un pergamino. Un
solo plumazo golpeó a media humanidad.
Les fue quitada a las mujeres, les fue arrebatada en silencio, la más
grande función que ser humano alguno pueda tener. La cual es enseñar las
palabras eternas a las generaciones venideras.
No
se ven las enseñanzas de Jesús, iguales a las enseñanzas de los hombres, como Pablo.
Pues hay en ellas algunos errores. En
esta fatal enseñanza, de las mujeres marginadas de la enseñanza de la palabra
de Dios, no hay un error, sino que lo que hay es un horror, una masacre
espiritual.
Pablo,
en algunas de sus enseñanzas decía que escribía solo como hombre, pero en otras
de sus enseñanzas extravió a sus seguidores, haciéndoles creer que venía de
parte de Dios. Ese hombre, Pablo, en
algunas frases de sus epístolas le daba toda la gloria a Jesús. Pero en otras frases
de las mismas epístolas usurpaba esa gloria de Jesús y de nadie además de
Jesús. Ese hombre escribió en una de sus epístolas, que las mujeres no pueden
enseñar la palabra de Dios por el solo hecho de haber nacido mujeres. Ese
hombre escribió algunos cuantos errores, a la luz de las enseñanzas de Jesús. Pero
se les ocurrió a los maestros de la ley y a los teólogos, obedeciendo frases de
Pablo, decir que todas las enseñanzas de ese ser humano eran palabras de
Dios.
Por
ese extravío, por esa fatal decisión errada, durante dos mil años, la mitad de
la humanidad, es decir las mujeres, en la iglesia católica y en la iglesia
ortodoxa, no han podido tener cargos de responsabilidad o de enseñanza en el
pueblo de Dios. No han podido ser
sacerdotisas, ni obispos, ni matriarcas, ni pontífices.
Vistos
del Cielo a la tierra, vistos desde arriba hacia abajo, todos somos iguales, y
los órganos reproductivos se ven pequeños en importancia, por lo que no
alcanzan a diferenciarnos a los hombres y las mujeres. Pero vistos desde abajo hacia arriba, lo más
importante de nuestro ser, lo que nos da la identidad, porque nos diferencia
tremendamente, son los órganos reproductivos, los cromosomas, las hormonas, que
definen el género. Todo depende si lo ve
uno de arriba hacia abajo con Jesús, o de abajo hacia arriba, con Pablo. Se ve
diferente si nos vemos del todo a las partes, que si nos vemos de las partes al
todo.
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