24.
“Todas las cosas me son entregadas de mi Padre”.
Así
enseñó Jesús, añadiendo que nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre
conoció alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quisiere revelar
(Mateo 11:27). Cuando habla en estos
términos Jesús, está reconociendo que el Padre es mayor, mucho mayor, puesto
que el Padre “le entregó todas las cosas” a Jesús. Y Jesús, al recibir todo de
su Padre reconoce que no viene de sí mismo, sino que fue enviado por otro mayor
que él. Pero aun siendo el Padre mayor, el hijo es uno con el Padre por la
sujeción total del hijo a la voluntad del Padre. Porque es una emanación
perfecta y completa desde la misma esencia del que lo envió.
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