41.
Jesús insistió en que a Él nadie lo iba a ver en Espíritu.
Jesús
fue repetitivo y claro, cuando estaba en la Tierra, en medio de sus seguidores,
al decir que nadie, absolutamente nadie, de los seres humanos, volverá a verlo,
ni en carne, ni en espíritu, ni siquiera una sola vez, hasta que venga, por
segunda vez, día en el cual él finalizará la etapa de la vida de los humanos
sobre la tierra.
Cuando
Jesús le dijo a Tomás, delante de todos, que tocara las heridas abiertas de los
clavos en las manos y en los pies, y tocara también Tomás la herida abierta de
la lanza en el costado de Jesús, porque Jesús vino en carne y resucitó en
carne, no en espíritu, lo hizo Jesús para que entendiéramos que Jesús no iba a
venir en espíritu (Juan 20: 27-28). Para
que comprobara que Jesús no había resucitado en espíritu, Porque, según Jesús,
«el espíritu no tiene carne, ni tiene huesos, como tenía Jesús» (Lucas 24:
36-43)
No
puede haber dos espíritus de Dios diferentes, entre el espíritu de Jesús y el espíritu
que llaman “santo”. No puede haber
diferencia, ni la más mínima, entre esos dos espíritus “santos”, pues son el
mismo espíritu. Por esto es por lo que
Jesús vino en la carne y no se aparece en espíritu, puesto que serían dos espíritus
santos sobre la Tierra, y no uno solo.
Jesús envió su propio espíritu con el cual habló aquí en la Tierra, el espíritu
que Jesús le entregó al Padre, en la cruz.
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