42.
El espíritu de Jesús no se puede ver, es letras, palabras, verbo.
Pues
es espíritu por excelencia. El espíritu de
Jesús no tiene un cuerpo, solo el cuerpo del Hijo de Dios ha sido su cuerpo
natural. Todo el que vio a Jesús, vio al
espíritu de Jesús. Todo el que oyó a Jesús, oyó al espíritu de Jesús. Mientras vuelve Jesús a la Tierra, por
segunda y última vez, el espíritu enviado por el Padre en nombre de Jesús
permanece sobre la Tierra, guiando a los discípulos de Jesús hacia la
verdad. Permanece, en formas de letras
de los cuatro evangelios guiando a los que no se dejen confundir por el
espíritu de Pablo, (en letras de epístolas) regado por los millones seguidores
suyos sobre la Tierra.
Podemos
ver seres humanos, en los cuales reposa por momentos el espíritu de Jesús. Podemos ver seres humanos, inspirados en
algún momento por el espíritu de Jesús, pero no nos es dado ver al espíritu de
Jesús. El espíritu descendió sobre Jesús
en forma de paloma, pero, aunque la paloma no se entró en Jesús, el Espíritu si
estaba en Jesús. Cuando el Espíritu de
Jesús descendió sobre los discípulos de Jesús como lenguas de fuego, se veía el
fuego, pero no se veía el espíritu de Jesús. Cuando se presentó el espíritu de
Jesús, el día de pentecostés, los presentes sintieron un fuerte viento, pero el
viento no era el espíritu de Jesús, sino una señal que lo precedía.
Cuando
una persona tiene mucho del espíritu de Jesús es mucho menos esa persona,
desaparece, los demás no notan que está menguando y los pueblos no ven que la
persona está ahí, pero es nadie. Por eso no se nota mucho la acción del
espíritu de Jesús. El que lo recibe mengua, desaparece. Nadie es el receptor
final del Jesús.
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