Si aceptamos que hay un creador de todo, entonces la trinidad del mal no se creó a sí misma. Esa trinidad del error, trinidad de la oscuridad, trinidad de la niebla (las tinieblas), trinidad de la ignorancia, trinidad de las apariencias, trinidad de la falacia, no se creó a sí misma, tal cual es, no se creó de la nada, sino que fue creada por Dios, para que los seres humanos fuéramos libres de elegir entre varias posibilidades de vida, para que haya una trinidad que le proponga al ser humano otras variables aparentemente válidas, para que el hombre pueda decidir, tenga el libre albedrío. Esa trinidad es la garante del libre albedrío.
Esa trinidad de la mentira solo actúa en las mentes humanas, no actúa en el resto del universo. No obra la trinidad usurpadora sobre los planetas, ni sobre los ríos, ni sobre los mares, ni sobre los animales, ni sobre las plantas, para ponerlos a prueba. Cuando un león caza y devora a un venado, no fue Luzbel, ni el león es malo. Cuando explota un volcán o cuando hay un terremoto, o un huracán, Luzbel no estaba dañando la Tierra. Cuando explota un planeta y se convierte en estrella, tampoco fue Luzbel.
¿Fue por amor a los seres humanos, que el creador de todo creó a la trinidad usurpadora, creando a Luzbel, el cual creó a Pablo su hijo de perdición y envía a su espíritu falaz en las palabras de Pablo? ¿fue para que ellos tres propongan senderos diferentes a los seres humanos? Fueron creados senderos diferentes a los senderos de Dios, senderos falaces, senderos que parecen ser de Dios, que parecen ser buenos, para que los hijos de Dios puedan crear su propia vida, según deseen, hasta pudiendo ser rebeldes a Dios. Si no fuera por la creación de la trinidad usurpadora y su influencia sobre todas las mentes humanas, los seres humanos no seríamos creadores de nuestra propia vida. Nos faltaría el imprescindible libre albedrío para ser hijos de Dios, no probaríamos los frutos del árbol de la ciencia del bien y del mal, lo cual nos hace semejantes a Dios. Luzbel, su hijo Pablo y sus palabras, esa trinidad que antes no se veía, pero ahora sí, es un regalo de Dios para toda la humanidad.
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