77.
El ángel Luzbel, jamás ha tenido ni tendrá, el precioso libre albedrío.
El
principal de todos los ángeles. El más famoso de todos. El más tenido en cuenta
por los humanos. El más pensado. El más temido por los confundidos, ese poderoso
arcángel, no tiene libre albedrío, no puede hacer su voluntad, no puede decidir
qué hacer o no hacer. Todo ello a pesar de su capacidad de mentir sobre él
mismo. A pesar de hacer creer que él es más grande que los humanos. A pesar de
hacer creer que él se rebeló en contra de Dios, y hacer creer, que él es una
alternativa oscura para vivir los que deseen declararse rebeldes, en el
supuesto territorio libre del infierno. Él no decide.
Ni
siquiera tiene deseos propios ese ángel oscuro, que fue enviado al paraíso,
para inducir en los humanos deseos propios. Luzbel solo tiene deseo de obedecer
a Dios. Ese ángel Luzbel, no puede desear por sí mismo ni lo más mínimo. No
puede desear ser bueno. Ni desear dejar de ser Luzbel. Ni aborrecer el infierno.
Ni arrepentirse, de vez en cuando, por todos los engañados de todos los siglos.
Es el que es y nada más. No es como los humanos, superiores a él.
Y
si ese poderosísimo arcángel Luzbel, no se puede declarar en rebeldía en contra
de Dios, y no puede dejar de obedecerle al pie de la letra alguna vez, dejando
de mentirles a los humanos, ninguno otro espíritu o ángel, es posible que pueda
decidir, ni lo más mínimo, por sí mismo. Por esta razón, es que pedirles
favores a los ángeles está de más. El único que tiene poder de decisión sobre
las circunstancias que rodean a los humanos es el jefe, es Jesús. Él ejecuta su
voluntad a través de sus espíritus, tanto los oscuros, como los luminosos.
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