Las
tradiciones religiosas, la mayoría de las veces son verdades, pero otras veces,
en vez de tradiciones son traiciones. Nos enseñaron las
tradiciones milenarias que ese ángel malo, supuestamente todo malo, que de
bueno supuestamente nada tiene, ese supuesto rebelde, llamado Luzbel, descubrió
otras cosas que, extrañamente no pertenecían a Dios. Descubrió la maldad, que
Dios, parecía que no la conocía, aun siendo Dios, y estando por encima del bien
y del mal. Porque se parte del principio
que Dios es solamente bueno, y nunca podrá ser malo, y menos conocer el mal. Con
lo que nos enseñaron que Dios no está por encima del bien y del mal, el cual es
otro supremo error de las tradiciones milenarias.
Nos
enseñaron entonces esas tradiciones, que hay cosas que Dios no puede ser, ni
puede hacer, ni puede saber. Muy raro esto, porque esas tradiciones (falaces),
contradicen que Dios todo lo puede, todo lo sabe y está en todas partes. Nos enseñaron que descubrió Luzbel, un mundo
donde no llegaba Dios, ni Dios tenía allí autoridad. Porque nunca han dicho que Luzbel creó el
infierno, sino que fue arrojado allá. Nos enseñaron que Luzbel descubrió para
sí, un reino aparte y opuesto a Dios, llamado el infierno, la oscuridad, las
tinieblas. Porque a Dios no le gustaba
ir por allá, al mal, al castigo eterno, y ni un solo instante tenía que ver Dios
con el infierno. Allá no entraba Dios. Entonces
nos enseñaron el error diciéndonos que desobedeció a Dios ese ángel llamado Luzbel
y se libró de tener que obedecerle a Dios, y Luzbel se fue del cielo libre de
la autoridad de Dios.
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