102. Se consuma el engaño si hay prodigios y entrega de la vida.
Si Pablo no hiciera milagros, ni un ser humano creería que sus enseñanzas son de Dios. Si Pablo no diera su vida por Jesús, si Pablo no predicara a Jesús, y si Pablo no padeciera por Jesús las más grandes tribulaciones, los hombres no creerían que sus enseñanzas son de Dios.
Lo verían como lo que realmente fue: el perseguidor asesino de cristianos, el que va a ser descubierto por todos en el porvenir, como el gran profeta falso, el que, en el juicio final, Dios revelará que es en realidad el anticristo, el falso apóstol Pablo, nada más y nada menos, el supremo seductor, el gran usurpador.
Principalmente por eso fue por lo que dijo Jesús que muchos le dirán en aquel día del juicio, que hicieron milagros y profetizaron en su nombre, pero Jesús les dirá “nunca os conocí apartaos de mi obradores de iniquidad”. Ellos estaban seguros de que trabajaron para Jesús y que Jesús los premiaría al final, por eso es que ellos le argumentarán con firmeza a Jesús, que hicieron milagros en su nombre y que profetizaron en su nombre, y eso era verdad, trabajaron para Jesús, y en verdad dieron sus vidas a Jesús, pero también trabajaron extraviados de Cristo, sin saberlo, trabajaron para la trinidad usurpadora, y no se detuvieron a escudriñar los espíritus a ver si eran de Dios, simplemente aceptaron por verdad las tradiciones milenarias.
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