70.
Los ángeles mentirosos adoran a Jesús.
Por
eso, por ser los grises, los oscuros, ángeles mentirosos, no rebeldes, sino
sujetos desde la creación, a la suprema autoridad de Jesús, era que los
demonios y los espíritus impuros, se postraban delante de Jesús y lo reconocían
como su superior, obedeciéndole en todo lo que les ordenaba, sin dudar, sin
insultarlo, sin ofenderlo, sin murmurar contra Él. (Lucas 4:41).
Mientras
que los seres humanos dudaban, estaban confundidos sobre la verdadera identidad
de Jesús, sobre si Jesús era o no era, el enviado de Dios, el esperado, el
Mesías y cuando los demonios lo decían en público, Jesús les ordenaba callar,
para que siguiera siendo motivo de decisión de los seres humanos. (Marcos 1:34).
Porque
los demonios, como verdaderos ángeles que son, saben bien quién es Jesús, su
jefe máximo; pero los seres humanos, por razón del libre albedrío, no lo saben
bien, dudan, están confundidos, precisamente por los ángeles de la luz y los de
la oscuridad, adentro de ellos, que les ponen a dudar, no les dan certidumbre
total.
Toda
duda, en todos los pensamientos humanos, nació ese día en el paraíso, al tomar
el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. La duda metódica es el
soporte de toda investigación científica seria humana. El método científico, es
un efecto, un fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Por estas
fascinantes dudas tan humanas, algunos científicos, no todos, han terminado
dudando justamente del origen paradisíaco de la duda. Llegan a dudar a tal
punto algunos, que hasta dudan de que dudan.
Hasta
ese punto ha llegado el discreto trabajo, en las mentes humanas, de los ángeles
de la luz y los ángeles oscuros. Pero para todos los demonios, y para todos los
espíritus impuros, descritos en el nuevo testamento, la identidad de Jesús y su
autoridad incuestionable e incondicional sobre ellos, como ángeles oscuros,
designados oscuros por Dios, algo que no decidieron ellos, estaba fuera de toda
duda. Hay no pocas menciones en los evangelios, que hablan de la total e
incuestionada sumisión de los demonios a Jesús. Hay solo adoración a Dios y cero
rebeldías en los ángeles oscuros. (Mateo 8:31).
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