1. Jesús fue el que dio a conocer la trinidad celestial.


1.  Jesús fue el que dio a conocer la trinidad celestial.
Cuando Jesús descendió, desde su trono Celestial hasta la Tierra, según Él dijo, hace dos milenios, enseñó que El Padre, el Hijo y el espíritu de Jesús, son tres personas diferentes. Antes de Jesús, nadie había hablado así de Dios. Porque nadie conocía a Dios en verdad aún, según Jesús. Por esto dice el evangelio según Juan, que hasta que llegó Jesús nadie había visto a Dios y, que nadie además de Jesús, es quien lo ha dado a conocer (Juan 1:18). Ese evangelio de Jesús también dice que todos los que vinieron antes de Él eran ladrones y salteadores (Juan 10:8). Es decir: impostores. No se refería a personas ajenas al pueblo de Israel, sino a todos los que vinieron hablando en nombre de Dios, antes de llegar Jesús. Todos, con la excepción de nadie. Aquí puede uno pensar en los nombres de todos los líderes del pueblo de Israel, o en todos los ángeles que se les presentaron, diciendo que eran Dios mismo, mas no lo eran. Por esto mismo les decía Jesús a los judíos que ellos no eran hijos de Dios, sino hijos de Luzbel (Juan 8:44).
También advirtió Jesús, en varias de sus enseñanzas, que, aunque definitivamente el Padre es el mayor de ellos tres, sin lugar a duda, ellos tres, estando juntos, o estando separados, son el mismo ser, son el mismo Dios, a los ojos de los seres humanos.  Los tres son Dios y los tres son uno.  Tanto el Padre, como el Hijo y también el Espíritu de Jesús, son Dios, ya sea estando uno de ellos, o estando dos de ellos, o estando los tres, juntos o separados, son Dios.
El Padre, el Hijo y el espíritu de Jesús, nos fueron presentados así por Jesús, llamado el Hijo unigénito de Dios Padre, porque solo así podemos conocer verdaderamente a Dios los seres humanos, según enseñó Jesús, que es quien sabe el por qué da a conocer a Dios, en esa forma muy suya y original, de ser ellos tres personas, y ser a la vez un Dios único. Esto no fue una enseñanza de Pablo, ni del antiguo testamento, ni de teólogo alguno de estos dos mil años. nadie, además de Jesús enseñó esto.


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