239. Es bestia porque no se le puede domar.


239. Es bestia porque no se le puede domar.
No se le llama bestia al imperio romano porque necesariamente sea malo, se llama bestia porque es un organismo espiritual viviente, demasiado grande e imposible de controlar del todo, nadie lo puede domar, por eso es una bestia.  La bestia es el lenguaje romano y sus siete hijos, que son las siete lenguas romances, más el derecho romano, que son las leyes romanas, que han conquistado a todos los pueblos, con el paso de los siglos, más la religión romana.  Ellos tres son todos entidades espirituales, son palabras, son verbo.  Ellos constituyen la bestia espiritual indomable. Tres veces el seis.
La religión romana es el más grande poder espiritual del orbe.  Por eso, la manifestación más poderosa de esa bestia indomable y grande, además del lenguaje y las leyes romanas, es la religión romana. La religión romana, dividida en tres, (católicos, ortodoxos y protestantes), cabalga a esa bestia. Es Jezabel y está ebria de la sangre espiritual de miles de millones.
Todos están aún en Roma, aunque algunos crean haber salido de esa Gran Babilonia. Están todos presos de las hechicerías de la ramera y de las mentiras del falso profeta (Pablo), que ha conseguido seducirlos con sus engaños por dos mil largos años.  No pertenecen a la gran Babilonia todos los cristianos, por su sumisión al obispo de Roma, sino por su sumisión a las falaces enseñanzas de Pablo.  Porque todo el Cristianismo, desde el primer siglo, estaba contaminado de las sutiles desviaciones de difícil inteligencia, de Pablo. Aquel que, siendo Israelita, también era ciudadano romano, y tiene a todo el cristianismo seducido, cautivo, prisionero en Roma, su ciudad, un lobo romano disfrazado de oveja israelita.
La bestia conquista al mundo, autorizada desde el Cielo, elegida desde el Cielo para conquistar a todos los pueblos. Elegida para ser la antagonista espiritual de los cristianos de toda la Tierra.  La religión romana, el derecho romano y los lenguajes latinos, que hacen la bestia, no son en sí mismos malos.  La maldad de la bestia está en la mujer que la cabalga ebria de la sangre de los mártires y de los santos de Jesús. Esa mujer ramera es la iglesia de Pablo, que suplantó a la verdadera Iglesia, la de los apóstoles de Jesús. Y ambas iglesias están en Roma, la falsa está usurpando el lugar que no debe y la verdadera está prisionera.


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