282. El don de lenguas.


282. El don de lenguas.
Es el que recibieron los doce apóstoles de Jesús después del día de pentecostés y no hay otros dones de lenguas.  Ellos doce hablaban la misma lengua que hablaron siempre.  Ellos doce no hablaban varias lenguas desconocidas e ininteligibles. Ellos no hablaban una lengua diferente a su propia lengua. Pero todos los seres humanos de diferentes naciones y lenguas entendían las palabras que ellos hablaban. Es don de lenguas de origen celestial. El don de la lengua universal de antes de la torre de Babel.
Pero los dones de lenguas enseñados por Pablo, que son hablar un lenguaje extraño, que los oyentes no entienden. No es hablar con los demás, es hablar solo el que habla. Y la mayoría de las veces, el mismo que habla ni entiende qué es lo que habla. Entonces eso no es don, es un peligro. Pues puede estar diciendo palabras en contra de los que oyen, puede estar blasfemando del espíritu de Jesús y los que oyen no saberlo.
A tal punto es un engaño abierto, que muchos de los beneficiarios del supuesto don de lenguas dado por el espíritu de Pablo, entran como en un trance. Y a partir de una sola frase que repiten, una y otra y otra vez, pretenden que los oyentes les crean que la misma frase dice muchas frases diferentes. Y aun así los que dicen tener ese don y los que los oyen, no dudan de la veracidad de esos supuestos dones.  Es altamente peligroso aceptar palabras que uno no sabe que es lo que dicen. Es necedad, es insensatez, es ingenuidad.  Eso no es el espíritu de Jesús. Sino que son espíritus impostores, espíritus de Pablo.  Pueden estar espíritus malignos en esas palabras, que los oyentes no entienden. Y pueden decirles los falsos intérpretes, mentiras sobre las palabras que oyeron en lengua desconocida. Y terminan creyendo a cualquier espíritu.
Toda esa descomunal fuente de engaño y mentiras sobre los dones de lenguas fue sembrada en la huerta del cristianismo, desde el primer siglo, por Pablo, en sus enseñanzas. Y todas las naciones se han extraviado, en pos del falso profeta, que ha seducido hasta a los más eruditos, hasta a los más estudiados. Como fue avisado que sucedería, que Pablo seduciría y extraviaría a las naciones, con los prodigios que le fue dado hacer delante de la bestia.  Por esa creación de Pablo, profetas de espíritus desconocidos, hablan en lenguas extrañas, para que nadie entienda. Y todos, tan ingenuamente, no escudriñan los espíritus a ver si son de Dios.  Además, si no entienden que es lo que quiere decir una frase en esa supuesta lengua, es imposible escudriñar ese espíritu.
Pablo tomó la enseñanza de Jesús que dice, que los que creen hablarán nuevas lenguas. Y a partir de esa enseñanza, creó muchas de sus enseñanzas sobre los dones de lenguas. Aprovechó la posibilidad, no de unificar las lenguas, como hablaba Pedro, una sola lengua que todos sí entendían. Sino que, por el contrario, aprovechó para sus fines, la posibilidad de aumentar aún más, la confusión de las lenguas. Aumentó la torre de Babel. Aumentó la imposibilidad de comunicación entre los cristianos que le siguen. Aumentó la diversidad de lenguas hasta introducir lenguas incomprensibles, lenguas engañosas. Lenguas de las cuales no se puede fiar el cristiano, porque no se sabe que es lo que dicen las personas en esas lenguas.
Todo aquel que tenga el don de lenguas, hablará la lengua que los oyentes entenderán como su propia lengua. Por tanto, no es que hablarán lenguas desconocidas, sino que la misma lengua, es todas las lenguas. Y, por tanto, al ser oídos y entendidos en diferentes lenguas a la vez, estarán hablando nuevas lenguas.  El don de lenguas es la lengua perdida, la lengua creadora, la lengua celestial, el verbo eterno. Aquella que hablan todos los que tienen fe verdadera, a tal punto que la muerte, las enfermedades, las montañas, el viento y el mar les obedecen. Es esa misma lengua.
Pero hablar en lenguas desconocidas, para que otros no puedan entender, eso es nada comparado con el verdadero don de lenguas. Nada vale comparado con el verbo creador, con el verbo eterno, es falacia. Es engaño con el que Pablo ha dañado a sus seguidores. Consiguiendo que no puedan conocer el verdadero don de lenguas. Pues se conforman con la misteriosa falacia que tomaron por verdad. Siguen lenguas que no se pueden entender, y que cualquier demonio puede hablar. Lenguas que cualquier falso profeta puede traducir como si lo dicho fuera un mensaje celestial, cuando en verdad pueden ser blasfemias en contra del espíritu de Dios.


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