46. Entonces
nadie puede ver al Padre, ni al hijo, ni al espíritu de Jesús, hoy.
Suena
extraño, pero así es. Es necesario saber lo que a nadie le fue concedido tener
en el cristianismo, para que tengamos bien presentes las obras que nadie puede
hacer en el cristianismo. Es
imprescindible entender que nadie ve al Padre, porque es demasiado grande para
que un ser humano pueda verlo. También
es imprescindible entender que nadie ve al hijo, porque se fue y no volverá,
hasta la consumación de los tiempos. Además, es imprescindible entender que nadie
ve al espíritu de Jesús, porque es espíritu, y solo podemos ver seres humanos
inspirados momentáneamente por sus palabras, que son ese espíritu de Jesús.
Aunque
sea mucho el engaño, autorizado desde lo alto para poner a prueba a todos, aunque
millones de seres humanos, engañados por sí mismos, digan que vieron al Padre,
o que vieron al Hijo, o que vieron al espíritu de Jesús, lo obvio es que se
dejaron llevar ligeramente por el error. Fue tanta la influencia de la prueba
de Pablo que no se dieron cuenta que estamos solos con las palabras que dejó
Jesús a ver qué hacemos con ellas. Las personas no van a decir que fueron
engañados por otros, al contrario, van a entender que se engañaron a sí mismos
con los errores de otros. La prueba es tal que nadie la va a superar. Es decir,
los que la superen se habrán negado, serán nadie y nadie los notará.
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