104. Luzbel es el que bota la basura en el reino de los Cielos.

104. Luzbel es el que bota la basura en el reino de los Cielos.
Luzbel no puede ser otro diferente de aquel que Dios creó, así de mentiroso como fue creado. Fue creado como el recogedor del desecho de la creación humana, lo que se dañó, lo que no salió verdadero, lo que será destruido al final.  Luzbel no cambió.  Su oficio es proponernos el mal, que Dios no nos quiere proponer, para que seamos libres de elegir nuestro destino.  Y no es que Dios no pueda proponernos el mal, al fin de cuentas es Dios y nada es imposible para El.  Dios no desea proponernos el mal, no es su voluntad, y por tanto creó un ángel para que hiciera ese trabajo, de poner a prueba a todos los seres humanos, uno por uno, incluido Jesús, y tratar de destruir sus almas por medio de las falacias.
No es que Luzbel incite una guerra que mate millones de personas y ahí logró destruirlas. Las almas no mueren, las almas vuelven, las almas son inmortales, por lo que la única forma de matarlas es inducirlas a error (Juan 21: 21-23) (Mt 11, 11-15) (Mateo 28: 18) (Mc 5:39) (Mateo 10:23). Esa es la muerte del alma. Al final de todos los procesos mentales siempre está el saber la verdad absoluta. Si Luzbel logra que creas que Pablo tiene palabras de Dios tan válidas como las de Jesús, que es la última de todas las pruebas, ahí estás muerto, y no te das cuenta.
Luzbel limpia el Cielo, Luzbel y su hijo, Pablo, son los aseadores, en el taller de la creación de los hijos de Dios.  Luzbel es el que arroja a la basura, a los imperfectos de la creación.  El destino final de Luzbel, como Luzbel que es, es ser destruido, ese es su destino inalterable, así fue determinado por Dios, desde el principio, cuando lo creó mentiroso y homicida, que sería destruido al final, con todos los que él, Luzbel, haya podido atrapar en sus lazos, en sus redes, en sus engaños, en sus falacias, pues para eso fue creado.  Luzbel sabe cuál es su destino final desde el principio de su creación y lo acepta, porque Luzbel es sumiso y es fiel a su misión divina, ser el tentador, ser el oponente tuyo, no el oponente de Dios.  Su destino inalterable es llevarse con él para el abismo, a los derrotados, a los engañados.


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