205. Reconocer a los doce viene del Padre.
Reconocer a los doce apóstoles de Jesús no es dado por la inteligencia humana. Lo normal es que los seres humanos los menosprecien, debido al velo sutil tejido por las enseñanzas de Pablo. El que reconozca a los doce apóstoles en su justo valor, no es porque la carne ni la sangre le haya revelado el valor sagrado y eterno del número y de los nombres de los doce apóstoles. Es porque el Espíritu de Jesús le está revelando la verdad y está pasando por encima de las enseñanzas de Pablo. Aquel Pablo que pretendió ser reconocido como el treceavo apóstol, cuyas enseñanzas son muy difíciles de desestimar, por lo sutil de su falacia.
Si no se tienen, no solamente el número, sino también el nombre de uno por uno, de los doce apóstoles, y si no se reconocen, uno por uno, se pierde Jesús, se pierde la legitimidad, se pierde el muro de la entrada a la nueva Jerusalén. Se está en poder de los engaños de Pablo.
Todo ser humano que se haya dejado engañar por las sutiles seducciones de las enseñanzas de Pablo, menospreciará la autoridad de los doce apóstoles de Jesús. No les dará su verdadero lugar de reyes con trono, con corona, con autoridad y poder de juzgar en el cristianismo y creerá que ellos no son únicos, sino que hay muchos más apóstoles mejores y más sabios que esos doce apóstoles, y hará énfasis en que los doce apóstoles eran unos humildes pescadores ignorantes, tal como los ha tratado por dos mil años Pablo.
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