145. El anticristo siembra codicia.
El anticristo siembra hipocresía y codicia en sus seguidores. Las enseñanzas de Pablo inducen a los cristianos a dar a los pobres para ser vistos y a negar la limosna a los que consideran que no se esfuerzan para conseguir trabajo. Pablo ha dado ese ejemplo nefasto.
Pablo llegó a escribir en sus epístolas, “que el que no trabaje, que no coma” (2ª a tesalonicenses 3:10). Esa enseñanza, falaz en el cristianismo, es tomada como palabras directas de Dios. Es una frase muy desafortunada, porque miles de millones de cristianos, se han apoyado en ella, para no tener misericordia, con aquel ser humano que les pide ayuda, pero no trabaja. Es una frase que desvía mucho a la humanidad, del precepto de Jesús, que dice que miremos a las aves del Cielo para ser como ellas, y que no nos preocupemos por lo que vamos a comer mañana, porque nuestro Padre celestial nos alimenta. Esos que vienen a pedir pueden ser inválidos, estar pasando por un mal momento o pensar como las aves del cielo. Pablo destruye la posibilidad de que ellos reciban ayuda. También esa enseñanza de que el que no trabaje, que no coma, contradice la enseñanza de Jesús que dice: "Da a todo aquel que te pida". Además, se hacen codiciosos al no dar a los demás cuando vienen a pedirles, aguantan el dinero y no lo regalan. Las enseñanzas de Jesús ayudan a que el hombre no sea codicioso de riquezas, sino todo lo contrario, que sea generoso.
Pablo, cuando recogió ofrendas para los hermanos de Jerusalén, se vanaglorió en sus epístolas de su caridad, con muchas frases y enseñanzas (2ª a los corintios caps. 8 y 9). Pablo enseñó la hipocresía, porque incita a los que leen sus epístolas, a practicar la caridad pública, buscando ser alabados de los hombres, cuando el Señor siempre llamó la atención, que no hiciéramos igual que los fariseos, hipócritas, que tocan la campanilla delante de ellos para que los hombres los vean. Pablo les enseñó a sus discípulos a ser caritativos, para ser alabados de los hombres, hipócritas, como era él, que era uno de los fariseos. Todos estos ejemplos desastrosos incitan a sus creyentes a ser codiciosos, creer que las riquezas son más importantes de lo que son, pasan a desear más riquezas. No a repartirlas.
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