CAPITULO 15
EL CORDERO EN MEDIO DE LOS CUATRO EVANGELIOS.
En ninguna otra parte de toda la Tierra es hallado Jesús.
1. Los cuatro evangelios son como los cuatro que portaban el arca.
El arca de la alianza, donde se conservaban los testimonios de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel, la llevaban cuatro personas. No podían ser más de cuatro, ni menos de cuatro. Ellos portaban el arca de la alianza, pero no podían tocarla, solo la portaban. Alguna vez uno de los portadores resbaló y se apoyó en el arca e inmediatamente pereció. Los portadores eran solo los portadores de ese tesoro. Así como los cuatro evangelistas, sus personas, solo son los portadores de este tesoro celestial. No son más que esto.
Este del arca de la alianza llevada por cuatro, es un símbolo de los cuatro vivientes, que son los portadores eternos del testimonio de Jesús, que es la nueva alianza entre Dios y toda la humanidad. En medio de los cuatro portadores de esa arca espiritual está Jesús, el cordero degollado. Nadie además de los cuatro vivientes es portador del testimonio eterno de Jesús. Las enseñanzas de nadie más tienen ese valor sagrado y eterno. Los cuatro evangelios son los cuatro cuernos del poder que hay en ese altar, es decir: los cuatro evangelios son los cuatro conos del conocimiento de Dios.
Los cuatro vivientes fueron vistos alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 6), y en medio del trono y de los cuatro vivientes fue visto el cordero eternamente (Apocalipsis 5:6). Es absolutamente necesario llegar a los cuatro vivientes, para conocer a Dios, es absolutamente necesario reconocer que nadie además de los cuatro vivientes es imprescindible para conocer a Dios. Quien desee conocer a Dios no puede desconocer a los cuatro evangelios. Porque en nadie además de los cuatro evangelios vive el testimonio de Jesús, por los siglos de los siglos. Sin pasar por los cuatro evangelios es imposible acercarse a Dios. Cuando el Padre te lleva a donde Jesús, es a los cuatro evangelios a donde Dios Padre te lleva, para que en los cuatro evangelios halles a Jesús.
Las enseñanzas de Pablo son un velo tendido sobre toda la humanidad para probarla. Esas enseñanzas de Pablo no dejan ver la importancia de los cuatro testigos, que son los cuatro querubines, que son los cuatro evangelios. Todo el que vea a Jesús, al de los cuatro evangelios, no se dejará extraviar de Pablo. Teniendo a los cuatro evangelios, no necesitas que alguien te guíe hacia Dios, a nadie necesitas, porque los cuatro evangelios te llevan directo a Jesús, a su presencia, en el trono de Dios, ellos te presentan inmediatamente a Dios mismo, en persona. Los hombres te pueden dar a conocer solamente el Jesús que hay en los cuatro evangelios, no pueden darte los hombres a conocer a otro Jesús, pues no hay otro Jesús, sino el de los cuatro evangelios. La suma de los cuatro evangelios es Jesús.
2. Jesús envió su testimonio en los cuatro Evangelios.
Jesús se fue al reino de los Cielos, al lado de su Padre, en el trono de Dios. Según Jesús lo predijo, luego Él mismo envió a sus palabras, su testimonio, como un regalo celestial, en sus cuatro Evangelios (Mt 24: 35). Esos cuatro evangelios aquí nos esperaban, cuando llegamos a la Tierra, miles de años después. Los escritores terrenales de los cuatro evangelios no hablaron de sí mismos en ellos, sino que revelaron cuatro formas de conocer a Dios, y por eso al ver y oír sus frases, se ve y se oye a Jesús, y no a ellos. Los escritores terrenales de los cuatro evangelios, no se van más allá del mensaje puro de Jesús, sin traspasarlo y sin adulterarlo.
No se puede llegar a la presencia de Dios por otros senderos diferentes a su palabra, a sus Evangelios. Los cuatro evangelios son ineludibles e imprescindibles, para conocer a Dios Padre y a Jesús el Hijo. Ellos son el espíritu de Jesús, el espíritu santo. Los cuatro evangelios son el único sendero de la perfección y el único sendero de la sabiduría verdadera para los cristianos. No hay otro sendero, no hay otra perfección, no hay otra verdad. Los cuatro evangelios son Dios en espíritu, los cuatro evangelios son Dios en verbo. Los cuatro evangelios son el verbo eterno mismo en persona. Los cuatro evangelios son las palabras de Jesús, son el Espíritu de Dios, enviado a toda la Tierra, son la misma presencia de Dios.
3. Los sabios del mundo menosprecian a los cuatro evangelios.
Hombres sabios a los ojos de los hombres, pero indoctos a los ojos de Dios, engañados por las enseñanzas de Pablo, menosprecian el alto valor de los cuatro evangelios. Dicen que son muy imperfectos, comparados con los libros humanos de los grandes escritores, porque los autores de los cuatro evangelios eran unos hombres rudos, pescadores, incultos, hombres antiguos. Que por eso el valor literario de los cuatro evangelios es deficiente, pero que se les perdona, por ser los cuatro evangelios. Esa es una de las razones por las cuales creen que hay libros superiores a los cuatro evangelios, y que los cuatro evangelios se pierden en medio de muchas obras magistrales de la literatura universal.
Pero nada está más fuera de la verdad. Los libros de los hombres, empezando por las enseñanzas de Pablo, son poca cosa, nada son todos los libros de los teólogos del mundo cristiano, al lado del origen celestial de los cuatro evangelios. Los cuatro evangelios no son palabras de hombres, sino que son las palabras de Dios mismo, por lo que con las palabras de nadie se les puede comparar.
La sabiduría dice que el hombre de Dios necesariamente debe reconocer que los cuatro evangelios están fuera de comparación, son inalcanzables para los autores humanos, son perfectos a los ojos de Dios, que es su creador, son el verbo de Dios, son los libros de Dios, son las escrituras verdaderamente sagradas, que Dios tiene eternamente delante de su trono. Si ante algo pudiera postrarse uno, hacer reverencia, en toda la extensa Tierra, es ante estos cuatro evangelios. Los sabios humanos, inducidos por las enseñanzas de Pablo, se dan el lujo fatal de menospreciar su valor.
4. El que lee los evangelios aquí, los lee allá en el Cielo.
No es necesario irse hacia el pasado, para reconocer la veracidad y la autenticidad de las palabras de Jesús, impresas en los cuatro evangelios, pues son esas mismas palabras todo poderosas de Dios, las que atraviesan, sin adulteraciones, los siglos, para dar, a todos los que crean en esas palabras, la vida infinita. Esas palabras eternas que están delante de ti cuando lees los cuatro evangelios, y a la vez están delante del trono de Dios, esas palabras son el sendero, el puente al trono de Dios y a la vida infinita. Al leerlas aquí en la tierra, las estás leyendo delante del trono de Dios, tus ojos quedan impresos en los cuatro seres vivientes. Por tanto, al estar tú delante de ellas, leyéndolas u oyéndolas, estás delante de Dios en Espíritu.
Esos cuatro libritos, son la verdadera rosa de los vientos, que te guía por la vida y te orienta. Sin los cuatro evangelios errarías sin rumbo. Esos cuatro vivientes, que han salido a soplar su Espíritu en la Tierra entera, de oriente a occidente y de norte a sur, en todos sus confines, esas humildes palabras, lejos de volver vacías a Jesús, están regando la Tierra con su lluvia, y dan semillas a los sembradores, y son ellas, y solo ellas, el pan y el vino de la vida infinita, la santa cena que compartimos, el santo grial, la sagrada copa. Esas palabras de los cuatro evangelios son el cuerpo de Jesús y son su sangre (Juan 6: 53-63), y esas palabras de los cuatro evangelios serán prosperadas en aquello para lo cual Jesús las envió a recorrer la Tierra.
5. Hablar el lenguaje de los cuatro evangelios.
Si lees los otros libros y no los lees a ellos cuatro, los cuatro evangelios, no puedes conocer a Dios, no conoces a Dios. Pero si lees solamente esos cuatro libritos en toda tu vida y no deseas leer más libros, sí llegas a conocer a Dios. Leyendo solamente esos cuatro libritos, estás en la mismísima presencia de Dios, descendida desde el trono celestial a la Tierra.
Para ser oído delante de la presencia de Dios, es necesario hablar en el mismo lenguaje de los cuatro evangelios. Si no hablas el lenguaje de los cuatro evangelios, Dios si te oye, porque Él te oye todo, pero no le da validez a tu adoración, puesto que no respetas sus palabras, su verbo eterno, el que Él te envió y que conoces. Él sabe que prestaste atención a sus palabras si hablas en sus términos.
Dios no se deja convencer con discursos humanos, ni con argumentos. No serás escuchado por tu mucho hablar, ni por tu elocuencia humana, sino por tu amor a esas palabras sagradas, que Él se tomó el trabajo de traerte, pagándolas con su sangre.
Esas palabras de Él en ti, en tu mente, son el sello de la alianza entre Jesús y tú. Si Jesús en verdad es tu Maestro, tomas su mente y piensas como El. Con solo estar leyendo, o escuchando, o conversando sobre las enseñanzas que hay en los cuatro evangelios, estás en la presencia de Dios, solamente así conoces a Dios, no te dejes robar el lugar santísimo, del templo de la verdad de Dios, con las enseñanzas de Pablo, ni con las parábolas que se han inventado sus seguidores. Todos ellos son falsos profetas, puestos ahí por Luzbel, autorizado por Dios, para probarte a ver si oyes la voz de Jesús y usas sus palabras.
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