9. Jesús autorizó las enseñanzas de los doce
como sin error.
Desde
antes que hablaran ellos doce en nombre de Jesús, antes que algunos de ellos
escribieran a toda la humanidad, Jesús avaló las enseñanzas de los doce apóstoles,
supuestamente elegidos desde la eternidad, y llamados por Jesús para ser los
testigos oficiales suyos, delante de todos los seres humanos. Ese es el único y exclusivo caso, en que
todas las palabras de unos seres humanos fueron de antemano autorizadas por
Jesús, como la mismísima voz de su Espíritu.
En el resto de los seres humanos, todas las palabras de nadie son
absolutas, inapelables e incuestionables.
En
este exclusivo grupo, de los doce apóstoles, es donde Pablo sabía que tenía que
tratar de infiltrarse, con prodigios y engaños. Pues por fuera de ese grupo de
los doce, no tendría ni la más mínima autoridad para seducir y tentar, a todos
los cristianos, para tratar de extraviarlos de la sabia verdad, con sus falaces
enseñanzas, y con los prodigios que le fue dado hacer delante de la bestia. (Apocalipsis
13:14) (Romanos 15:19)
Hay
que aclarar que Jesús no avaló todas las palabras que los doce apóstoles
hablaron durante su vida pasada. Jesús
avaló las palabras que los doce apóstoles hablaron y enseñaron, luego de haber
sido autorizados por Él y confirmados con la venida del Espíritu de Jesús sobre
ellos. Cuando los doce apóstoles estaban
en la Tierra con Jesús, incluso hasta el día mismo de la subida de Jesús al
Cielo, Él los estaba corrigiendo de sus errores, una y otra vez, estaba
enseñándoles, pues el Espíritu de Jesús aún moraba en Jesús y las palabras de
ellos doce no eran aún absolutas, se necesitaba que además de ser del número
cerrado y exclusivo de los doce apóstoles de Jesús, también haber recibido el
Espíritu de Jesús.
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