215.
Una blasfemia real contra el espíritu santo.
Quien
reciba a Pablo, como un apóstol de Jesús, como uno de los gobernadores de
Jesús, como un profeta verdadero de Dios, y quien diga que las enseñanzas de
Pablo son palabras de Dios, son un quinto evangelio, blasfema en contra del
verdadero espíritu de Jesús.
Cuando
alguien en verdad tiene el espíritu de Dios, no duda ni un instante en llamar
verdadero a lo verdadero y falso a lo falso.
Al pan lo llama pan, y al vino lo llama vino. Jamás llamará palabra de
Dios, a simples palabras y opiniones de hombres.
Si
el cristiano recibe las enseñanzas de Pablo, como simples palabras de un ser
humano, sujeto a errores y pasiones, como todos nosotros, puede ver en Pablo a
un ser humano grande en inteligencia y un ser humano grande en sabiduría, con
bastantes enseñanzas verdaderas. Verlo
así no le hace daño al creyente; es más, puede disfrutar de las grandes
verdades que le fueron reveladas a ese ser humano. Pero si un creyente cree que todas las
enseñanzas de ese profeta son palabras de Dios, entonces ese creyente es un
idólatra. Todo aquello que tanto teme al no tomar partido entre Jesús y Pablo
se les va a venir de repente el día del juicio. Por no querer blasfemar en
contra del Espíritu santo, terminaron blasfemando contra él.
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