219.
Desde el primer siglo se formó la niebla.
Cuando
lees sobre las tinieblas, te formas la idea de oscuridad total, pero no es así.
Las tinieblas no son la oscuridad de las mentes, sino una neblina que deja ver
algo de la verdad, pero no se puede ver toda la verdad. No se está a oscuras, la
persona cree que ve. La neblina es un velo mental que no deja ver bien. Es más
peligrosa la neblina que la oscuridad, pues en la oscuridad la mente busca la
luz, en las tinieblas no.
Viene
la luz al mundo y luego viene la neblina de las enseñanzas de Pablo. Jesús
rasgó el velo del templo y Pablo lo volvió a coser. Desde el primer siglo se
tendió de nuevo el velo de neblina sobre las naciones. Pablo les hizo creer que las enseñanzas del
anticristo eran la oscuridad, que con ellas atentaría contra Cristo al final. Algunos
de los doce apóstoles de Jesús, advirtieron repetidas veces en sus escritos,
que el anticristo, sin ser de los doce apóstoles, salió de entre los doce, y
que esto sucedió para que se manifestase que no todos son de los verdaderos.
Pablo,
disfrazado de apóstol, extravió a la inmensa mayoría de los que lo siguen,
diciéndoles que el anticristo se manifestaría solo al final de los
tiempos. Falacia que las naciones le
creyeron a Pablo dejando de lado advertencias de Jesús y de sus doce apóstoles,
entre ellos Juan, que dijo que sabían que el gran anticristo estaba, haciendo
su ministerio de iniquidad en la Tierra, desde el primer siglo.
Durante
dos mil años y hasta el día del juicio de Dios sobre las naciones, Pablo estará
extraviando a las naciones, interponiéndose entre Jesús, con sus doce de un
lado, y las naciones del otro lado. Pablo
ha sido adorado, Pablo ha sido elevado a los altares, sus palabras son de Dios según
las naciones. Valen lo mismo las
palabras de Pablo, que las palabras de Jesús, para las naciones. Al recibir las
palabras de Pablo como si fueran de Dios, han sido y serán idólatras.
Esa
Roma de Pablo, donde las tinieblas espirituales tienen secuestrada a la verdad
de Jesús, es la madre de las rameras y de las abominaciones de la Tierra. Esa
Roma de Pablo, que con sus rituales y sus hechicerías extravió a todas las
naciones, extravió a los cristianos de todas las denominaciones que surgieron
de Roma. Todos los que creyeron haber
salido de Roma, que es la Gran Babilonia, siguieron en manos de las enseñanzas de
Pablo, en realidad no han salido de Babilonia, siguen secuestrados, siguen
cautivos, bajo las tinieblas y no lo saben.
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