232. La iglesia en Pedro es horizontal y en Juan es vertical.


232. La iglesia en Pedro es horizontal y en Juan es vertical.
La base de piedra se extiende con Pedro a todos los confines de la Tierra, en la gran iglesia que Pedro llamó la Gran Babilonia, llevando a todos las enseñanzas de Jesús. Pero en la piedra todas las escrituras y palabras tienen igual valor y autoridad. Es de piedra porque las palabras de Jesús (Dios), no valen más que las de los hombres (Pablo). Aún no tiene vida debido a ese error temporal. No hay autoridad, es horizontal, cualquiera puede hablar palabras de Dios. El Mesías es menospreciado, pisoteado y humillado por los seguidores de Pablo. Ellos ni se dan cuenta de esto.
La Iglesia vertical se levanta con Juan, reconoce el principio de autoridad de las palabras y enseñanzas de Jesús, sobre toda otra palabra o enseñanza de cualquier profeta y de cualquier tiempo.  Luego de la autoridad suprema de Jesús, en orden descendente de autoridad, están las palabras y enseñanzas de los doce apóstoles. Al final, descendiendo, están las enseñanzas de todos los demás seres humanos, con igual valor, todos, sin excepción.  Aquí las palabras de Pablo no valen lo mismo que las de Jesús, que es Dios.  Ni siquiera valen como palabras de Dios las de Moisés y Elías, que estaban el día de la trasfiguración, ayunaron cuarenta días, como Jesús y que, como Jesús, de ellos dos no se conoce que tuvieran una tumba en la tierra. Las palabras de todos los seres humanos valen lo mismo, solo son opiniones. Cuando alguien habla la verdad es solo eso, la verdad. No es palabras de Dios.
Si tuviéramos que elegir de entre todos los seres humanos a los más grandes, sin lugar a duda, serían Moisés y Elías. Sin embargo, nadie pretende que sus enseñanzas sean palabras de Dios mismo.  Todos sabemos que Elías hombre era semejante a nosotros, lo mismo que Moisés. Pablo no estuvo en la trasfiguración, no ayunó cuarenta días, fue decapitado y sepultado. Pero los seres humanos, por tradición, aceptan sus enseñanzas como si fueran las palabras mismas de Dios (2ª Timoteo 3:16-17). Pablo, un mortal, con muchos errores y soberbias, en sus enseñanzas insinúa, que todas las escrituras tienen igual valor. Es en esas falacias que las escrituras se vuelven horizontales, ofendiendo al Mesías, cuyas palabras en verdad son iguales a las de nadie en valor y en autoridad. No es santificado el nombre de Jesús cuando los extraviados dicen que las enseñanzas de un ser humano son palabras de Dios mismo en persona, palabras eternas.


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