273. Juan debe medir la verdad de Jesús.


273. Juan debe medir la verdad de Jesús.
También dice el Apocalipsis, que a Juan le fue dada una caña de medir que usaban los constructores de ese tiempo. Se le ordenó que midiera el templo de la verdad, que había sido destruido. Le fue dado a Juan, de las manos del ángel, el poder de medir las verdades, diferenciándolas de las aparentes verdades. Y le fue dado a Juan, al descubrir para los cristianos la verdad pura, sin añadiduras, el poder de reconstruir el Templo de la verdad de Jesús. Templo que había sido profanado y pisoteado, por las naciones seducidas por las enseñanzas de Pablo. Viene la reconstrucción del templo por Juan. La cautividad del pueblo de Dios en la Gran Babilonia espiritual, seducidos por las enseñanzas de Pablo ha de terminar con Juan volviendo y midiendo la verdad. 
Le fue dicho a Juan, que no midiera el atrio exterior del templo de la verdad de Jesús. Porque había sido entregado a los gentiles. Había sido entregado el atrio exterior a la Gran Babilonia, dado a Pablo el césar romano espiritual. (Al atrio del templo del pueblo de Israel, podían entrar los gentiles, más no podían entrar al templo).  Le fue dicho a Juan, que los romanos, los lobos, al comando de Pablo, pisotearían la ciudad santa, que es la verdad de Jesús. Le fue dicho a Juan que los hijos de la loba (Roma), los hijos de la ramera pisotearían el templo sagrado de la verdadera palabra de Dios. Pisotearían la ciudad santa, por un tiempo determinado, llamado los tiempos de las naciones.  Un tiempo de la niebla, en el cual han reinado ya por dos mil años, el engaño y la impostura de recibir como de Dios las palabras de Pablo.
Realmente había un gran secreto bajo las catacumbas romanas. Un secreto guardado debajo de la gran piedra de base sobre la cual Jesús levantará su templo.  La revelación del secreto, sobre la verdadera identidad de Pablo, abre las puertas de las catacumbas romanas, a las multitudes que desean conocer bien a Jesús de Nazaret.  Miles de millones de personas desearon escuchar palabras que dieran luz, sobre la gran confusión de las naciones. Porque no alcanzan a entender la verdadera justicia de Dios, debido a las palabras de Pablo plantó desde el principio del cristianismo.  Las multitudes no pueden entender el cristianismo, porque la iglesia que reciben al nacer, con el paso de los siglos ha tenido demasiadas contradicciones innegables.  Las gentes se salen de la fe porque están llenos de dudas y de preguntas sin solución.
Siempre se supo que, en las criptas de la Roma espiritual, en las catacumbas espirituales, estaban enterrados grandes secretos. Además, siempre se supo esos secretos que trasformarán en un instante, con solo ser revelados, la historia del cristianismo. Siempre se supo que se revelarían grandes traiciones secretas, inesperadas e insospechadas.  Y es la verdad lo que suponían. Pero no esperaban oír que el verdugo de los seres humanos era aquel en quien más habían confiado. No sabían cómo fue que Pablo, entró en la huerta, sembró cizaña y Jesús dio la orden de dejar crecer la cizaña hasta el día de la cosecha.


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