36. Un solo nombre para Dios.
El
nombre de Jesús es el mismo nombre del Padre. No existe nombre alguno para los
seres humanos, que pueda contener la esencia del Padre, que pueda nombrar al
Padre, sino el nombre de Jesús. Es el
único nombre que en sí mismo puede contener la esencia del Padre, y es el único
nombre que el Padre reconoce como suyo propio, cuando es invocado por un ser
humano. Al nombrar a Jesús, nombramos al
Padre y también invocamos al espíritu de Jesús. No es necesario llamarlo Jesús
el cristo, ni Jesús de Nazaret. El solo nombre de Jesús es suficiente para que
tanto el Padre, como el espíritu de Jesús, sepan que se trata de ellos tres. Es
el único nombre que en sí mismo, sin descripción, ni sobre nombre, ni ante
nombre, llega a su dueño y es aceptado en lo más alto. El nombre de nadie es
igual al de Jesús.
Jesús
dio a conocer a su Padre. Y nadie además de Jesús puede dar a conocer al
Padre. Jesús es el Hijo unigénito del
Padre y nadie además de Jesús lo es. Por eso Jesús no se refería a Jehová o
Yahvé, como los Israelitas lo invocaban, sino que Jesús hablaba de su Padre,
porque solamente lo podemos conocer como el Padre de Jesús. El nombre de nadie,
además del nombre de Jesús, ha estado unido al nombre de Dios, desde el
principio de todos los tiempos. El
nombre de nadie, además del nombre de Jesús, será reconocido en el Cielo y en
la Tierra por todos los seres humanos, buenos y malos, justos e injustos,
salvos y condenados, como el único nombre de Dios, el único nombre ante el cual
responden tanto Jesús, como el Padre de Jesús y el espíritu de Jesús.
No
hay otro nombre sino el nombre de Jesús, sobre la tierra y bajo el sol, en
quien podamos trascender al más allá (almas allá). Ni hay otro nombre sobre la Tierra para
denominar a Dios, según Jesús. Jehová o
Yahvé no es un nombre, sino que es la condición de ser “el Señor” que ellos
desconocían. El Padre es innombrable, un
nombre no puede llamarlo a Él, ni puede describirlo, ni puede contenerlo. Los Israelitas llamaban a su Dios YHVH, que
no es un nombre propio, sino solo cuatro consonantes usadas para decir: «El
Señor». Jesús es “ese Señor”.
El
espíritu “santo” tampoco tiene nombre propio, pues él es los pensamientos del
Padre expresados por la boca de Jesús, que no expresaba sus propios
pensamientos. Es el espíritu que el Padre envía en nombre de Jesús, por tanto,
su único nombre es el nombre de espíritu de Jesús. Tanto el Padre de Jesús, como el Espíritu de
Jesús, tienen el nombre de Jesús unido a ellos.
Al nombre de nadie, además del nombre de Jesús, responde el plenamente
Padre de Jesús y también responde plenamente el espíritu de Jesús. “Lo que pidáis en mi nombre os será hecho”,
enseñó Jesús (Juan 14:13 y 15:7). El
nombre de Jesús es el nombre sobre todo nombre.
El nombre de Jesús es el único nombre verdadero de Dios (trino).
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