71.
¿En cuál situación el libre albedrío no funciona?
Dejan
de dudar y pueden creer que Jesús es Dios, aquellas personas a quienes les sea revelada,
la identidad de Jesús como Mesías. Jesús fue el que enseñó, que el Padre elige
a quien le revela esa verdad. El Padre elige entonces, a quien llama a su palabra
y elige también, a quien no le deja reconocerla (Juan 6:44 y 55) (Mateo
16:13-20). Es como si estas personas llamadas, entonces, en este punto preciso
de sus existencias, no hubieran tenido libre albedrío: fueron elegidos y
llamados sin su consentimiento previo.
Afuera
del cristianismo hay millones de virtuosos y pecadores, que no fueron llamados.
Adentro del cristianismo también hay millones de virtuosos y pecadores, que sí
fueron llamados. Es algo ilógico para nuestras mentes. El Padre, que está por
encima del bien y del mal, elige, a quienes les abre las mentes, para que
entiendan. En ese instante el humano no toma decisión, no es libre, no hay
libre albedrío para reconocer la deidad de Jesús.
Y
de esos muchos llamados a su palabra, dice Jesús, que pocos son sus elegidos,
que muy pocos son vencedores de las voces de los ángeles, que los ponen a dudar
sobre las palabras de Jesús, y les unen palabras de hombres, las cuales les
presentan como palabras de Dios. Aquí el libre albedrío llega a su nivel
máximo, al más alto dilema, la más trascendental de las dudas: ¿Cuáles palabras
son de Dios y cuáles no? Por esto Pablo tiene un lugar importante en el
cristianismo, al tratar de proponer a los llamados a creer en las palabras de
Jesús, otras palabras que supuestamente también son la palabra de Dios. Pablo
es el más importante de todos estos proponentes de supuestas palabras de Dios.
El
que llega al cristianismo recibe las pruebas del libre albedrío, pero a un
nivel más sofisticado, más sutil. La verdad es muy parecida a la falacia y las
personas han de ser más agudas para elegir entre el bien y el mal. Aquí el
humano recibe enseñanzas sublimes de hombres, presentadas como palabras de
Dios. Enseñanzas veraces en su mayoría, matizadas con unos cuantos errores y
falacias.
Además,
le dicen al lector que todo lo escrito es de igual valor. Que Jesús vale lo
mismo que los profetas y lo mismo que Pablo, puesto que sus palabras son de
valor igual, son santas. Y que entre todos esos libros no hay contradicciones y
que todos esos libros son uno solo. Y nada de eso es verdad. Pero si desea
estar en el grupo debe aceptar como dogma de fe todo lo humano que le dicen.
¿Es angustiante? No por el contrario, es más interesante, el nivel de falacia
es superior adentro de la iglesia. Así tiene que ser por orden de Dios. A más
sabiduría, más sofisticada es la prueba.
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