141. ¿Frase legitimadora de Pedro al anticristo?

141. ¿Frase legitimadora de Pedro al anticristo?
Una sola frase de Pedro es usada para legitimar a Pablo (2 Pedro 3:16). Pablo no fue autorizado expresamente por los doce apóstoles de Jesús, para entrar a su número sagrado y cerrado.  Si Pablo no fuera el falso profeta, si fuera verdad su historia del rayo, hubiera sido autorizado directa y expresamente por los doce apóstoles de Jesús. Ellos, los doce apóstoles de Jesús, con esa autoridad única que el Señor les concedió, a ellos y a nadie además de ellos doce, hubieran validado y acreditado expresamente las enseñanzas de Pablo, y sus palabras tendrían la misma total autoridad de los doce apóstoles de Jesús. Lo que Pablo atara en la Tierra, sería atado en el Cielo. Así se daría que Jesús les dio autoridad a los doce y por aparte, alguno de los doce le habría dado autoridad a ese hermano, que hablase y escribiese palabras en nombre de Dios, y que todo lo que ese hermano escribiese, era incuestionable. 
Pero la única mención que se halla sobre las enseñanzas de ese hermano es en una de las epístolas de Pedro, y justamente lo menciona para alertar sobre frases de difícil inteligencia, con las que se desvían a sí mismas las personas indoctas e inconstantes. Lo que Pedro dijo no fue que las enseñanzas de Pablo sean lo mismo que las demás escrituras, sino que hombres indoctos e inconstantes pervierten las enseñanzas de difícil inteligencia de Pablo, no menos de lo que pervierten todas las escrituras, humanas y divinas. 
Dice que es un hermano amado, pero no dice que sus palabras son del Cielo.  Sino que son palabras de un hombre común, tan grande como el profeta Elías y como Moisés, y a la vez tan grande como todos nosotros, sujeto a pasiones y orgullos y soberbias, muy reflejados en sus escritos, cosa que los hombres enceguecidos no ven, porque no lo desean ver. 
Luzbel se valió de la ambigua interpretación de esta frase de Pedro, para legitimar las falaces enseñanzas de su hijo, Pablo.  Aquí en este punto de quiebre, de la gran suplantación de las enseñanzas de Jesús por las enseñanzas de Pablo, es donde se entiende plenamente la palabra que Jesús, le dio a Pedro: que Luzbel lo había pedido para zarandearlo, pero que Jesús había rogado por Pedro. 
Pablo no es Dios, ni sus palabras son de Dios, ni todas sus palabras son absolutas, inapelables e incuestionables, como sí lo son absolutas, inapelables e incuestionables las enseñanzas de los doce apóstoles de Jesús, aunque no sean la palara de Dios, ni sean eternas.  Pablo es solo un hombre que no crucificó su carne, sus deseos, su ego, un hombre que no crucificó, ni al fariseo ni al romano que era, sino que, por el contrario, exaltó en sus escritos a sus maestros fariseos y exaltó su ciudadanía romana, apelando al César y no a Dios.



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