115. ¿Cuándo entres en la Tierra prometida a nadie dejarás vivo?
Eso fue lo que dijo Moisés que Dios le ordenó, a pesar de que en las tablas de la ley estaba escrito en forma general que no matarás. Aquí está la más profunda contradicción. Obviamente los enceguecidos no la ven porque les está prohibido ver contradicciones en las escrituras. Creen que, si vieran contradicciones, entonces las escrituras no serían sagradas. No están preparados para entender que en las mismas escrituras están tanto Luzbel como su hijo Pablo. Tienen que estar ahí cumpliendo su misión probadora dada desde lo alto. Basado en la orden del ángel que no se mantuvo en la verdad y es homicida desde el principio (Juan 8:44), Moisés, dio la orden de asesinar a todos los pueblos vecinos, sin cuartel y sin misericordia alguna, en nombre del Dios de la vida.
Algo muy parecido, pero opuesto, enseñó Jesús cuando dijo que, para entrar en la tierra prometida, al reino de los Cielos, nadie debe quedar vivo también. Es la misma ley, pero aplicada de forma diferente, (aplicada contradictoriamente) porque si no te niegas, si no eres nadie, no entras en la tierra prometida, en el paraíso, en el reino de los Cielos, al cual nadie puede entrar. Si no crucificas tu carne, si no mueres tú al mundo, si no renuncias a los placeres, si no renuncias a todo, aún a tu propia vida, no entras. Si no te haces nadie, si no eres nadie, no entras al Cielo, porque Luzbel, por orden de Dios, a nadie deja entrar al Cielo. Pues para esto fue puesto ese ángel Luzbel, a la entrada del reino de los Cielos, para impedirnos entrar, esa es su misión, y los que logren entrar, tienen que vencer a Luzbel. Y como nadie vence a Luzbel, el que se haga nadie entra, muere a sí mismo, siempre nadie queda vivo. Por tanto, no es que debas matar a los demás, para que nadie quede vivo, es que debes negarte, ser nadie para que nadie quede vivo, para que puedas entrar, que es algo parecido, pero no es lo mismo, definitivamente. Cuan profunda importancia tiene nadie en el tema de entrar al Cielo.
Entonces ese nadie queda vivo, aparece a lo largo de las escrituras, desde el principio hasta el fin. El ángel que puso Dios con una espada flamígera a la entrada del paraíso, a nadie deja entrar. Solo hay la opción de ser nadie para entrar. Para entrar en la tierra prometida, a nadie dejaban vivo los israelitas. Para entrar al Cielo, nadie entra, solo si te niegas entras, si eres nadie entras. El vestido de las bodas del Cordero es ser nadie. Sin ese vestido nadie entra.
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