116. El alma que pecare, esa morirá.

116. El alma que pecare, esa morirá.
Moisés, engañado por Luzbel (Judas 1:9), dijo que el Dios que le había hablado, del cual ya sabemos que fue el ángel que se hizo pasar por Dios, con la autorización de Dios, ese supuesto Dios le dijo que todo el que pecare morirá, que todo aquel que cometiere un pecado sería borrado del pueblo, sería asesinado sin misericordia por todo el pueblo, haciendo asesino a todo el pueblo, en nombre de Dios.  Era el de Israel un pueblo en el que a la más mínima falla serías asesinado sin piedad, sin misericordia por una misteriosa orden de Dios, ya que era el supuesto pueblo de Dios.  Ellos tenían la ilusión falsa de que había una indeterminada cantidad de personas que no tenían pecados. Hoy sabemos que no hay ni uno sin pecado, por tanto, esa ley de asesinar a todos los que pecaban, era algo no descendido del Cielo. No fue Dios el que le dijo al pueblo que mataran a sus propios hermanos, jamás Dios constituiría a un ser humano en juez de otros, juez fatal, juez asesino, juez infame. 
Luzbel, con sus falacias magistrales, infiltrado, convirtió a todo el pueblo de Israel en abominación a los ojos de Dios, a tal punto que Jesús les decía que eran hijos de Luzbel, el padre homicida.  Por eso fue por lo que Jesús vino a enseñar que nadie puede ser juez de otros, absolutamente nadie. El pueblo de Israel, guiado por una supuesta ley del Dios de la vida, del Dios del amor, del Dios de la misericordia, asesinaba personas por cualquier tipo de pecados, ya fueran pecados menores o fueran pecados graves. 
Por ese gran error de matar a todos los pecadores, nadie en Israel se atrevía a confesar que había pecado, se hacían todos hipócritas.  Esa ley imperfecta, que Jesús llevó a su perfecto cumplimiento, los incitaba a ser hipócritas para ocultar sus pecados, por temor a ser asesinados.  Jesús perfeccionó esa ley diabólica y la convirtió en ley divina, cuando absolvió a la mujer adúltera, que le llevaron para que la juzgara.  Supuestamente el pueblo de Dios era un pueblo de seres humanos perfectos, por lo que todos ocultaban sus errores, sus pecados, sus vergüenzas.
Luzbel se infiltró, se hizo pasar por Dios, y aunque les dictó en nombre de Dios una verdadera ley absoluta que prohibía matar, no se mantuvo en la verdad, pues Luzbel es homicida desde el principio, y les ordenó matar en nombre de Dios.  Derramaron la sangre de otros pueblos y también la sangre de sus propios hijos. Luzbel, asesinó al pueblo de Israel al convertirlos en homicidas, sus almas estaban muertas al matar a los que pecaban, les quitó de por vida la entrada al reino de los Cielos (1ª de Juan 3:15) (1ª de Juan 5:16-17). Es verdad que el alma que pecare morirá, pero no por la mano de hombre, sino que después de muchas misericordias de Dios, el alma que hiciere pecados que llevan a la muerte, esa alma morirá el día del juicio.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario