54. Pruebas de la suplantación en el nuevo testamento.
También en el nuevo testamento, hay pruebas escritas de la suplantación diabólica. Está escrito que Luzbel reclamaba a Moisés como su siervo, mientras que el arcángel Miguel también lo reclamaba como siervo de Dios, es decir trabajó engañado para Luzbel mientras trabajaba para Dios. Por eso se ve que mientras Dios le decía que no matara, Luzbel le decía que asesinara a millones de personas, para entrar a la tierra prometida (Judas 1:9) (Deut 2:34) (Deut 3:5-6) (Deut 7:2) (Deut 20:16-18). Por ese fatal error, de asesinar personas en nombre de Dios, personas que Dios no mandó asesinar, es que Moisés no pudo entrar a la tierra prometida, en el reino de los Cielos (Deut 4:21-22). El arcángel Miguel no insultaba a Luzbel, mientras contendía con él, sobre el cuerpo de Moisés, sino que decía: “que el Señor te reprenda oh satán.”
Están escritas las pruebas, de las veces que Luzbel se hizo pasar por Jesús, como el día que descendió del cielo como un rayo, para derribar y enceguecer al primer anticristo: Pablo. Luzbel descendió del Cielo, descendió con poder de hacer prodigios, y además descendió autorizado por Dios, que todo lo ve, todo lo sabe y todo lo puede (Hechos 9:3-5).
En el nuevo testamento quedaron escritas en sus epístolas, todas las veces que el espíritu de Pablo, puso lazos y trampas a los cristianos, para ponerlos a prueba, a ver si se dejaban engañar por enseñanzas de hombres y las recibían como palabras de Dios, solo porque Pablo hizo milagros, a pesar de las advertencias de Jesús, que decían que el día del juicio, no pocos, sino muchos, profetas y hacedores de milagros, serán arrojados a la gehena del fuego.
No todos los que hicieron prodigios, los hicieron por ser siervos de Dios, sino que, por el contrario, la gran mayoría de los que hicieron milagros también eran siervos de Luzbel, y muchos de ellos lo ignoraban, porque eran siervos del Cristo, y siervos engañados de Pablo, a la vez. La gran mayoría de los profetas, maestros, padres y pastores, serán arrojados a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y crujir de dientes, aunque hayan obrado milagros en nombre de Jesús (Mateo 7: 21-23).
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