93. Los líderes fueron engañados por su vanidad.

93. Los líderes fueron engañados por su vanidad.
Por esta superficialidad de los líderes, por esta vanidad, que es la debilidad más aprovechada por los engañadores, por este error, de los dirigentes de no negarse a sí mismos, todos aquellos seres humanos, que no eran tan doctos como sus líderes, ni eran tan ilustrados, ni eran tan eruditos, obviamente se confiaron, muy ilusamente, en sus maestros humanos y aceptaron las palabras de otros seres humanos, que creyeron que eran más sabios que ellos. Los menos instruidos siguieron en pos de esos que creyeron sabios y en pos de sus enseñanzas, confiados en ellos, y no revisaron las palabras de Jesús, a ver si coincidían con lo que les enseñaban los seres humanos, y aceptaron que otros conocieran el sendero de Dios por ellos, y ellos los seguirían a donde fueran sus maestros y sus guías, y todos iban seguros de que las puertas del reino de los Cielos los esperaban abiertas, más su Cielo y el de sus líderes se convirtió en defraudación.
Están siendo desviados del conocimiento de Dios, sin saberlo, precisamente por los mismos que son los encargados de velar por el rebaño, que es lo más grave.  ¿Cómo fue que no se dieron cuenta los supuestos líderes, que estaban siendo usados y extraviados, si en verdad eran tan inteligentes y sabios como creían?  ¿Qué les pasó?  ¿Por qué no le creyeron a Jesús?  Jesús avisó que así sucedería.  Hubo una gran traición y hubo un gran engaño, un gran complot, autorizado y avisado por Jesús, hubo traición desde arriba y desde el principio mismo de los tiempos del cristianismo, dirigido a probar a millones de almas a ver si creían a cualquier humano en vez de creer en Jesús.
Millones de líderes cayeron y caen en el error, sin darse cuenta, según lo profetizó Jesús.  Las almas asesinadas por estas traiciones superan los miles de millones de almas, son incontables, como las estrellas del Cielo.  Millones de estrellas han caído en el engaño.  Las estrellas del Cielo han caído derribadas a la tierra, seducidas y engañadas por el falso profeta, que hace señales y prodigios delante de la bestia, Pablo.  Tiene que haber un momento en que ya no suceda más el engaño.  Un tiempo previsto por Dios, el tiempo anunciado por Jesús.



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