184. Sin negarse no hay evangelios, ni apóstoles, ni cristianos.

184. Sin negarse no hay evangelios, ni apóstoles, ni cristianos.
En los evangelios llamados apócrifos Jesús queda opacado por personajes secundarios y por los escritores. Son muy de este mundo. Ese es uno de los elementos para saber que los cuatro evangelios sí son los que deben ser. Si Jesús para dar a conocer al Padre se niega a sí mismo, por consecuencia los evangelistas para dar a conocer a Jesús se niegan a sí mismos.  Sin negación de sí mismo no hay fidelidad en lo escrito. También los doce apóstoles de Jesús, que hablan autorizados en nombre de Dios, se niegan a sí mismos.  Todos son uno con el Padre porque se negaron a sí mismos.  La negación de sí mismo es imprescindible, para ser discípulo de Jesús, nacido de la lectura los cuatro evangelios y de las enseñanzas de los doce apóstoles. 
Es imprescindible negarse a sí mismo para dar testimonio real de Jesús, ya sea para predicar o para escribir sobre él. La falta de negación convierte al ser humano en usurpador de la gloria de Jesús, lo convierte en anticristo.  Anticristo no es el que está contra Cristo, sino el que se desvía tan solo un poquito a la humanidad. Como Pablo, que en vez de negarse a sí mismo, tenía que afirmarse a sí mismo y llamar mucho la atención sobre su persona para atraer a los humanos hacia él. Jesús, contrario a Pablo, atrajo a todos a sí por la negación de sí mismo, al dar su vida en la cruz para cumplir el plan del Padre.
Negarse a sí mismo es la esencia del cristiano, de todo seguidor de Cristo, es algo que no se puede dejar de hacer, y no se puede dejar de buscar durante toda la vida hasta el último minuto. Negarse no es algo opcional.  Negarse a sí mismo es la única forma de ser uno con Cristo y con el Padre, no hay otra forma de ser cristiano. Sin negación no hay evangelio de Jesús. Negarse a sí mismo es el sendero de los nadie.



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