173. El tetramorfo del arte en los templos y en los libros.
Los antepasados, durante estos dos mil años, dejaron miles de mensajes simbólicos, en obras de arte, sobre la identidad de los cuatro querubines, sobre la identidad eterna que hay entre los cuatro querubines y los cuatro evangelios, sobre que son absolutamente idénticos, sobre que comparten la misma esencia sagrada, los cuatro querubines en el trono de Dios y los cuatro evangelios, sobre la faz de la Tierra
Han quedado decenas de miles de testimonios en estos dos mil años, en pinturas, en frescos, en óleos, en retablos, en esculturas de piedra y de bronce, de oro, de plata, en tallas de madera, en las tapas de antiguos libros, y en templos en toda la Tierra, sobre todo en Europa, desde los primeros siglos, durante la edad media y en tiempos posteriores.
El tetramorfo, las cuatro formas, es el nombre que le fue dado en la cultura occidental, en el arte románico, a los testimonios que dejaron los antepasados, advirtiendo que los cuatro evangelios sí son los cuatro querubines, que hay delante y alrededor del trono de Dios, por toda la eternidad.
Quien busque en la historia, hallará hoy, decenas de miles de testimonios artísticos antiguos, en las iglesias, en las catedrales, en los seminarios, en pastas de libros, en tallas en madera; hallará miles de expresiones artísticas, creadas hace miles de años dando testimonio humano, que, desde el principio del cristianismo, ya se sabía cuál era la verdadera identidad terrenal de los cuatro querubines celestiales.
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