178. Los evangelios no son autoría de los evangelistas.
El gran ejemplo de los cuatro evangelistas, ejemplo grande en sabiduría, con el que se diferencian, de los aparentemente verdaderos evangelios de Jesús, es que los cuatro evangelistas sabían que los testimonios de Jesús, que ellos escribieron, no eran creación de ellos cuatro, ni eran sobre ellos cuatro.
Pablo sí escribió como si él fuera el autor y el personaje principal de sus vastas epístolas, lo cual vemos cuando toma partes de la gloria de Dios, para gloria de él, que es un simple mortal y escribe mucho de sí mismo, y se alaba muchas veces. Mucha egolatría, mucha falta de negación de sí mismo, en las epístolas de Pablo.
Del trono de Dios vinieron esos cuatro breves libritos, y fueron dados a la humanidad, a través de estos cuatro seres humanos. Ese es su único, inmenso e incomparable honor, que con nadie comparten. Pues nadie es el portador de un quinto evangelio.
Esa sabiduría de la negación de uno mismo permite reconocer la identidad oculta de Pablo, cuando ves a miles de millones siguiéndolo, y ves a Pablo escribiendo muchas frases sobre él, escribiendo que lo imiten a él, y crean en “su” evangelio, como si el evangelio fuera de él, y no de Jesús. El evangelio verdadero es de Jesús, no de hombre alguno. El evangelio, cuando es verdadero, es de nadie además de Jesús.
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