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Roma no es la virgen, es la ramera.
Pablo
en Roma tiene a la verdad secuestrada, la tiene prisionera, pues los seres
humanos, seducidos, se extravían en pos de sus palabras. Reciben las enseñanzas
de Pablo como si fueran las palabras de Dios, iguales según ellos, en toda
autoridad, valor y eternidad, a las palabras de Jesús. Esa es la abominable
desolación en el lugar que no debe.
La
iglesia romana es la amante, la concubina de Pablo, aquella que está ebria de
sus enseñanzas. Esa iglesia que cabalga la bestia que es Roma, se ha bebido la
sangre de millones de almas de seres humanos.
La iglesia del césar espiritual en Roma pisotea la verdad. Esa Roma son
los gentiles que pisotearán el atrio entregado a ellos, extraviados por las enseñanzas
de Pablo.
A
la iglesia de Pablo, (que es el mismo falso profeta), le fue dado del Cielo
hacerle la guerra a la mujer, a la Iglesia virgen y pura, a la Iglesia de los
doce apóstoles de Jesús. Le fue dado a la iglesia de Pablo, hacer la guerra a los
santos y vencerlos, uniéndole a la Iglesia virgen, las palabras de Pablo. Así
ha suplantado esa iglesia ramera, a la Iglesia virgen verdadera, aquella a
quien tiene cautiva, prisionera. Pero la iglesia virgen, vuela lejos con sus
dos alas de águila(Juan) para ser protegida mientras pasan los tiempos de la
ramera.
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