35.
El espíritu que Jesús envía es su propio Espíritu, el espíritu de
Jesús.
Cuando
Jesús habla de espíritu de Jesús, no dice un nombre sino una cualidad del
espíritu del que habla. Dice que es santo, no que ese sea su nombre. El nombre
del espíritu es: espíritu de Jesús. Jesús enseñó que el Padre enviaría el Espíritu
de Jesús en su nombre (Juan 14:26 y 15:26).
Lo enviaría solamente cuando Jesús se fuera de este mundo y que estaría
hasta el día final, cuando Jesús, en carne, vuelva y retome su espíritu.
Pero
Jesús también enseñó que él enviaría al espíritu de Jesús, una vez se hubiera
ido a su trono. Parece algo confuso que diga que el Padre lo envía en su nombre
y que diga que él lo va a enviar. Lo envía el Padre en nombre de Jesús y lo
envía Jesús en nombre del Padre. Porque el Padre y Jesús uno solo son. Al ser enviado por el Padre el espíritu de
Jesús, a petición de Jesús y en nombre de Jesús, entonces, es Jesús quién lo
envía a los seres humanos.
El
espíritu de Jesús que Jesús envía es su propio espíritu, el espíritu sin medida
que el Padre le dio, el Espíritu con el que Jesús habló y enseñó aquí en la
Tierra, el Espíritu que entregó en las manos del Padre un instante antes de
expirar. Ese espíritu, mora por siempre
en los cuatro evangelios y de ellos sale a regar la tierra con la palabra de
Dios. Por eso dice que permanece hasta la venida segunda de Jesús. El que
reciba otras palabras diferentes a los cuatro evangelios, como el espíritu de
Jesús, se engaña a sí mismo.
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