62.
Los ángeles y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
El
ser humano sí era antes semejante a los ángeles, era desconocedor de deseos,
aparte del deseo de obedecer a Dios. No tenía los dilemas de decidir entre el
bien y el mal. Así de armoniosa fue toda la humanidad, hasta el instante de
probar de ese árbol de la ciencia del bien y del mal. Sucedió esa prueba del
árbol por designio de Dios, que decretó que el ser humano fuera como él, hijos
suyos, con libre decisión de obedecer sus designios, o dejarlos de lado,
haciendo en ambos casos, la soberana voluntad humana.
Gracias
por el árbol de la ciencia del bien y del mal. Por el bendito caos de ángeles
que se albergan en todas las mentes humanas. Cuando el hombre tomó el fruto de
ese árbol, Dios dijo: He aquí al hombre, como uno de nosotros, (Padre, Hijo y
Espíritu), conocedor del bien y del mal. Y dice la escritura (Génesis 3:22) que
entonces, procedió el creador, a evitar que el hombre alargara su mano. Para
que no pudiera probar los frutos del árbol de la vida. Para que el hombre no
viviera eternamente, hasta que viniera Jesús y ofreciera al humano el árbol de
la vida eterna. Jesús ofrece el más preciado elixir del paraíso (eternidad).
Según los designios de Dios y según los tiempos de Dios, Jesús ofrece, los
frutos puros del árbol de la vida, nada más y nada menos.
El
primer Adán, tomó para todos nosotros, el fruto del árbol de la ciencia del
bien y del mal, haciendo a toda la humanidad, más divina que ninguna otra
especie de seres, incluidos los ángeles. Y Jesús, el segundo Adán, tomó en el
paraíso, para los humanos, los frutos del árbol de la vida. Pero por causa de
las sofisticadas falacias de Luzbel, las personas presuponen erradamente, que
fue un error probar el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Ese
árbol pudiera llamarse el don maravilloso de los ángeles de la verdad y del
error. Mas, si ese regalo, más que un castigo, fue la voluntad celestial para
con la humanidad, entonces ninguno de los frutos de esos dos árboles del
paraíso, ha sido, o será para el mal de la humanidad. Y para probar que el
humano tiene voluntad fuerte para tomar los frutos de los dos árboles, vienen
de parte de Dios los ángeles, a entretener a los humanos en esta vida, con todo
su caos de propuestas, que están dirigidas a evitar que el hombre se niegue a
sí mismo, condición necesaria para poder tomar los frutos del árbol de la vida
eterna.
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